Historia del municipio Cerro (La Habana)

Historia del municipio Cerro
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Cronología
Comunidades aborígenes
Cuba Colonial
Ocupación militar estadounidense
Etapa Neocolonial
Revolución en el poder
Revolución en el poder (1959 - 1976)
Revolución en el poder (1976 - Actualidad)

Historia del municipio Cerro. El Cerro, fundado en el año 1803, surgió como un barrio extramural. Comenzó siendo una estancia, luego un ingenio hidráulico azucarero, y más tarde una capitanía de partido que devino barrio de la ciudad. Su fundación data hacia 1840, cuando se trazó la Calzada del Cerro y florecieron sus palacetes y quintas alrededor. A partir de ese fecha comenzó a considerarse como parte de La Habana.

El Cerro es la zona urbana de La Habana que ha tenido más variaciones en sus límites. Se le atribuyó a desde la Avenida de Santa Catalina hasta la Calzada de Palatino, continuando a Agua Dulce e Infanta, Carlos III y Rancho Boyero de vuelta hasta la Avenida de Santa Catalina. El Gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín extendió sus límites hasta la Calzada de Puentes Puentes Grandes, incluyendo el área hasta las avenidas de Manglar y Cristina.

En 1976, con la nueva división político administrativa, el Cerro, hasta entonces un barrio de La Habana se convirtió en municipio y se fijaron los límites territoriales que mantiene en la actualidad.

Historia del municipio Cerro

Comunidades aborígenes

La historia del Cerro se inicia con la presencia aborigen, pues existieron comunidades agroalfareras, asentadas en el entorno del río Almendares, cuyo nombre de Casiguaya respondía al de una mujer de esa comunidad que prefirió, según la leyenda, en acto de rebeldía, suicidarse con los hijos en el río, antes que someterse al conquistador español.

Etapa colonial

El 8 de mayo de 1589, Hernán Manrique de Rojas solicitó al cabildo de La Habana establecer una estancia que se conviertió en la primera unidad territorial que tuvo el nombre de “El Cerro”.

En 1754 todavía era "El Cerro" un paraje semiurbano con una mayoría de casas de paja; pero a finales de ese siglo XVIII se mejoró el camino que conducía de la “Puerta de Tierra” hacia la esquina de Tejas y de allí hacia el oeste a Marianao y Vuelta Abajo, lo que facilitó las comunicaciones con la zona.

En torno a esas nuevas vías de acceso a la ciudad, comenzaron a poblarse las zonas exteriores a la muralla surgiendo nuevos poblados en la zona, que ya para entonces todos conocían como El Cerro. Debido a su relativa lejanía de otros barrios habaneros aledaños a las murallas, el Cerro fue la primera opción de escapar de la congestionada y ruidosa ciudad intramuros.

Esto propició que dos acaudalados propietarios que poseían grandes extensiones de terreno, José María Rodríguez y Francisco Betancourt, decidieran construir sus casas, en el año 1803, y fomentar un reparto residencial. La finca fue dividida en lotes y vendidas en poco tiempo por la belleza del entorno. Pronto comenzaron a aparecer en la zona las residencias veraniegas de los potentados habaneros.

En poco tiempo el Cerro se llenó de de suntuosos palacios rodeados de jardines y casas quintas que hicieron fuera el barrio residencial de moda del siglo XlX habanero. Allí construyeron sus casas aisladas, rodeadas de jardines y precedidas por amplios portales de columnas, verdaderos palacetes al estilo neoclásico. Para edificarlos utilizaron materiales de gran riqueza ornamental, maderas preciosas, mármoles policromados, bronces, vidrios de colores y rejas, que todavía hoy deslumbran por su originalidad.

Dentro de este conjunto destacaron por su majestuosidad la casa quinta del Marqués de San Miguel de Carvajal, la del Conde de Fernandina, conde de Santovenia, Marqués de Pinar del Río y la de Doña Leonor de Herrera. La barriada residencial que surgió a lo largo de La Calzada del Cerro, alcanzó relevancia nacional por sus valores artísticos y arquitectónicos.

Según las estadísticas, para 1810 ya El Cerro contaba con 2 000 habitantes, siendo el 54 % de la raza blanca y el resto negros o mulatos, tanto libres como esclavos.

Ya desde 1807 estaba lo suficientemente habitado para que se construyera una pequeña iglesia, de tablas y guano, en Santo Tomás entre Peñó y Arzobispo, que en 1843 fue reemplazada por otra, de una sola nave, a la que se le dio el nombre de San Salvador del Cerro, en honor del Capitán General Don Salvador del Muro y Salazar, Marqués de Someruelos, quien no solo ayudó económicamente a la construcción de la iglesia, sino también favoreció el fomento urbano de la barriada.

Ocupación norteamericana

República neocolonial

Durante el Siglo XX el Cerro se convirtió en una de las principales zonas de la industria habanera. Creció la industria del calzado y se establecieron, entre otras, fábricas de refrescos y bebidas. Además, el Cerro concentró en su territorio la mayor cantidad de fábricas de fósforos del país.

Revolución en el poder

1959 - 1976

1976 - actualidad

Por la división político administrativa de 1976 el Cerro pasó de barrio de la ciudad a un municipio ubicado al oeste de La Habana, en los 23º 08’ latitud norte y los 82º 23’ longitud oeste, con límites territoriales al norte con el municipio de Centro Habana; al este con los municipios de La Habana Vieja y Diez de Octubre; al sur con el municipio de Boyeros; y al oeste con los municipios de Marianao y Plaza de la Revolución[1].

Industria y comercio

A partir del siglo XIX aparecieron las primeras fábricas de fósforos y posteriormente las “grandes” del jabón y perfumería: Sabatés y Crusellas. Poco después se constituyó la compañía Nueva Fábrica de Hielo que produjo las marcas de cerveza Tívoli y La Tropical.

Comunicaciones

Por el Real Decreto del 5 de febrero de 1859 el español José Domingo Trigo obtuvo la concesión para fundar la Empresa del Ferrocarril Urbano de La Habana que puso en funcionamiento cuatro líneas de tranvías de tracción animal, una de las cuales (la primera autorizada) llegaba hasta el Cerro.

Tenía su paradero en la Plazoleta de San Juan de Dios, en la manzana que forman las calles San Juan de Dios, Empedrado, Habana y Aguiar. Los tranvías salían por las calles de Empedrado y Egido hasta la puerta de Colón, en la muralla, para tomar la Calzada de Vives hasta el otro lado del puente de Cristina. En ese punto se bifurcaba el recorrido, el primero hacia el Cerro tomando la calzada del Horcón y el segundo hasta el caserío de Jesús del Monte, pasando por Agua Dulce.

La segunda línea también enlazaba el Cerro con la plaza de San Juan de Dios pero mediante un trayecto diferente, pues tomaba por la calzada de Belascoaín y posteriormente por las calles Reina, Galiano, San Rafael, Consulado y Neptuno y de ahí hasta la puerta de Colón[2].

Educación y salud

El Cerro destacó por la cantidad de centros médicos mutualistas (las llamadas quintas) que se asentaron en su territorio.

En la “Dependiente” (hoy hospital Hospital Docente Clínico Quirúrgico 10 de Octubre), en 1907, se realizó por primera vez en Cuba y por segunda vez en América una sutura de corazón. El doctor Bernardo Moas, primer cirujano de la clínica, la practicó a un paciente que aunque solo sobrevivió 18 días tras la operación.

Se consideró todo un éxito dado el desarrollo de la medicina en esa época y los recursos de que disponía el centro. Los éxitos de este centro fueron muy elogiados por los doctores Joaquín Albarrán y Carlos J. Finlay, quien tenía un laboratorio en la calle Tulipán. Fue también en la Dependiente, donde funcionó, en 1958, el primer servicio de parto sin dolor que existió en Cuba.

Referencias