Abd el-Kader

Abd el-Kader
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Nacimiento6 de septiembre de 1808
Muaskar, Bandera de Argelia Argelia
Fallecimiento26 de mayo de 1883
Damasco, Siria
Ocupaciónlíder religioso y militar
HijosKhaled El Hachemi ibn Abdelkader El Djezairi
PadresMuhyi al-Din al-Hasani, Al Zahraa bint Al Sheikh Sidi BouDooma

Abd el-Kader. Emir musulmán, líder religioso y militar considerado como el fundador de Argelia.

Síntesis biográfica

Nació en Guetna, localidad próxima a Mascara (Argelia) el 6 de septiembre de 1808 y falleció en Damasco (Siria) el 26 de mayo de 1883; su nombre completo era Abd el-Kader Ibn Muhiy ad-Din IBn Mustafa al-Hassani al-Jazairi. Se enfrentó en una larga guerra santa contra las pretensiones de Francia por establecerse en la zona y colonizar el Magreb central.

Miembro de una familia de morabitos cuyos orígenes se remontaban hasta los fatimíes (descendientes directos de Mahoma por la hija de éste, Fátima), fue educado por su padre, el santón Muhiy ad-Din, en Kachron, cerca de Orán. Debido a su inteligencia precoz, al excelente conocimiento de las leyes coránicas que poseía y a su gran destreza en el arte de las armas, Abd el-Kader adquirió pronto un gran prestigio entre las tribus beréberes argelinas, y consiguió con ello inspirar recelos al bey de Argel, gobernador de la región en nombre del Imperio otomano, hasta el punto de que éste envió varios sicarios para asesinar a tan prometedor joven. Junto con su padre, Abd el-Kader huyó de Argelia y visitó en peregrinación La Meca.

Regreso Argelia

En 1830, justo en el momento en el que el bey argelino era expulsado por los franceses y el litoral estaba siendo ocupado por colonias francesas. Este período de caos y vacío de poder fue aprovechado por su padre para ponerse al frente de las tribus beréberes argelinas, ansiosas por obtener la independencia, toda vez que Francia todavía ocupaba solamente algunas poblaciones del litoral y vacilaba en emprender o no seriamente la conquista de todo el interior del país, y los turcos habían sido rechazados de la región y obligados a replegarse hacia el este. Cuando Abd el-Kader ayudó a su padre a apoderarse de Mascara, éste delegó en su hijo la propuesta de las tribus argelinas de proclamarle emir; fue proclamado solemnemente emir de Argelia en noviembre de 1832, tras lo cual se instaló en la capital Mascara. A partir de ese momento, se embarcó en una guerra santa contra los franceses, que ya habían invadido la ciudad de Argelia y comenzaban a penetrar en las zonas del interior. Al frente de 10.000 jinetes dispuestos a seguirle en su empresa hasta la muerte, Abd el-Kader infligió varias derrotas significativas a las tropas francesas desprevenidas y obligó al general Boyer a retirarse.

Dos años después, en 1834, forzó al general Desmichels a firmar un tratado de paz ante el continuado apoyo y adhesión que el líder beréber iba encontrando por parte de las tribus más importantes de la cabila argelina. Las disposiciones firmadas en el tratado otorgaron a Abd el-Kader la libre posesión de un territorio inmenso y de una autoridad que la victoria alcanzada por él cerca del río Macta, contra las tropas del general Trézel, acrecentó todavía más, en el año 1835.

Guerra franco-argelina

La preponderancia de Abd el-Kader comenzó a molestar sobremanera al Gobierno de París, que mandó a la zona a los generales Clauzel y Bugeaud al mando de las mejores tropas francesas del momento, las cuales derrotaron a Abd el-Kader y se apoderaron de Mascara, que evacuaron después de haberla arrasado e incendiado sin piedad. Estos primeros éxitos franceses no pudieron evitar la derrota francesa cerca de Sidi-Jacub, a orillas del río Tafna, donde el general D´Arlangues se encontró sitiado por Abd el-Kader.

El general Bugeaud, nuevo en África, acudió en su ayuda y derrotó a Abd el-Kader otra vez, el 6 de junio de 1836, a orillas del río Sikak. No obstante, Francia firmó con Abd el-Kader el tratado de Tafna, el 30 de mayo de 1837, por el cual la dominación francesa quedaba limitada a los alrededores de Argelia y Orán, mientras el resto del territorio pasaba a manos de Abd el-Kader, convertido en el dueño y señor de un amplio estado, con capital en Mascara, que en 1838 se extendía desde los bordes de La Kabilia en el norte, hasta el sur, entre los oasis de Biska por el este, a la frontera marroquí por el oeste.

Abd el-Kader organizó sus dominios en ocho provincias, en las que agrupó a las diferentes tribus lideradas por un cadí. Aparte de los contingentes aportados por las tribus, el emir argelino levantó un ejército nacional regular formado por 8.000 infantes, 2.000 jinetes y 240 artilleros. En previsión de futuros enfrentamientos con Francia, mandó fortificar y construir arsenales de armamento, que compraba a precio de oro en Gran Bretaña y Marruecos, en un buen número de ciudades del interior como Sebbou, Saida, Tiaret, Taza y Boghar. También creó una moderna y centralizada administración, con un cuerpo de funcionarios pagados por el Estado. Abd el-Kader se preocupó por inculcar entre su pueblo dos conceptos fundamentales: el independentismo y el nacionalismo. Al no disponer de población cualificada profesionalmente para levantar un país, Abd el-Kader protegió y animó a un buen número de ciudadanos europeos y a la clase judía para establecerse en el país.

La guerra franco-argelina volvió a estallar en 1839, cuando el duque de Orleans cruzó el desfiladero de las Puertas de Hierro ante la negativa de Abd el-Kader a rectificar varios puntos del tratado de Tafna. Abd el-Kader volvió a proclamar la guerra santa a Francia con la destrucción de los establecimientos franceses en la llanura de Mitidja. Francia reaccionó enseguida y mandó al país a su mejor militar, esta vez con bastante más experiencia para afrontar una lucha sin cuartel en las tierras norteafricanas. Bugeaud adoptó una táctica militar totalmente novedosa consistente en dividir todas las fuerzas francesas acantonadas en Argelia en pequeñas columnas de caballería extremadamente móviles y bien armadas, con las que peinó todo el país y poco a poco logró apoderarse de gran parte del territorio perdido o cedido a los argelinos en los anteriores tratados. Finalmente, obligó a Abd el-Kader y a un pequeño grupo de seguidores a refugiarse como fugitivos en las montañas del interior del país. El 16 de mayo de 1843, Abd el-Kader y los suyos fueron sorprendidos por las fuerzas del general Lamoriciere y del duque de Aumale. Abd el-Kader consiguió escapar por poco, pero más de 3.000 de sus mejores hombres cayeron en manos francesas, circunstancia que acabó por restarle el apoyo que hasta la fecha gozaba por parte de la inmensa mayoría del país.

Abandonado por las tribus de La Kabilia, Abd el-Kader se vio obligado a buscar refugio en Marruecos para escapar del acoso de Bugeaud, donde excitó el fanatismo de los marroquíes hasta el extremo de obligar al emir alauita Muley Abderrahman a prestarle ayuda y embarcar a su país en una guerra contra Francia. Declarada la guerra entre Marruecos y Francia, en la primavera de 1844, el Gobierno de París reaccionó con dureza al ocupar la ciudad más oriental del país, Oujda, y bombardear Tánger y Mogador (actual Essaouira), ciudades que quedaron literalmente destrozadas por el fuego artillero francés.

Finalmente, el general Bugeaud derrotó en la batalla de Isly, el 14 de agosto del mismo año, a las tropas conjuntas de Muley Abderrahman y Abd el-Kader, lo que obligó al emir marroquí a abandonar el apoyo a la causa argelina. Abd el-Kader no se dio por vencido y continuó excitando a las tribus de la kabilia. En un último intento por recuperar el país, Abd el-Kader consiguió caer sobre las tropas del coronel Montagnai, cuando éste realizaba un reconocimiento rutinario por la costa de Sidi-Braihim, en el que perecieron el coronel y buena parte de sus soldados. Posteriormente, obligó a rendirse a la guarnición francesa acantonada en Aïn-Temuchent, a la que hizo matar al cabo de seis meses de cautiverio por falta de alimentos. En el mes de julio del año 1846, Abd el-Kader intentó refugiarse en Marruecos, pero fue expulsado por el emir, por lo que no le quedó más remedio que regresar a Argelia y rendirse con dignidad a las fuerzas francesas, lo que dio por finalizado un conflicto que había adquirido unos tintes sangrientos impresionantes por ambos bandos.

Exilio

El 23 de diciembre, Abd el-Kader entregó su espada en señal de sumisión al hijo del rey francés Luis Felipe de Orleans, el duque de Aumale, sustituto de Bugeaud al frente de la colonia argelina, bajo la promesa de ser exiliado en algún lugar del este islámico. Abd el-Kader fue recluido primero en el fuerte Lamalgue de Tolón, para, en abril del año siguiente, ser recluido en el castillo de Pau, en la región de Béarn, donde entró en contacto con la masonería, y después en el de Amboise.

En el año 1852, con el advenimiento de Napoleón III, Abd el-Kader fue puesto en libertad y se trasladó a Damasco, donde vivió hasta su muerte totalmente apartado de la política o cualquier tentativa nacionalista gracias a una generosa pensión otorgada por el Gobierno francés, donde escribió varias obras.

Desde su destierro, mostró su reconocimiento y agradecimiento a Francia por la generosidad con que había sido tratado. En el año 1860, cuando las matanzas de Siria, se hizo acreedor del gran cordón de oro de la Legión de Honor por su noble comportamiento para los cristianos, a los que puso bajo su amparo y protección contra el furor de las turbas asesinas. Profundamente afrancesado en sus costumbres a medida que pasaba el tiempo, cuando estalló la guerra franco-prusiana, en el año 1870, se ofreció voluntario para ponerse al frente de los zuavos.

En el año 1871, dirigió a los indígenas argelinos sublevados contra Francia una carta en la que les exhortaba a deponer su actitud beligerante, paso que no produjo efecto alguno.

Muerte

A su muerte, acaecida en el año 1883, dejó 24 hijos reconocidos de sus tres mujeres. Hoy en día está considerado por los argelinos, con todo merecimiento, como el fundador del Estado moderno de Argelia.

Fuentes