Anfibología
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Anfibología. Proviene del griego ἀμφίβολος, que significa ambiguo.Es el error lógico que se produce por la falta de claridad o la multiplicidad de sentidos de una construcción gramatical, en particular por recurrir en un mismo razonamiento y con distintos significados a una misma proposición gramatical o a un mismo giro del lenguaje. La anfibología se diferencia de la homonimia, error derivado del doble sentido de ciertas palabras. Para descubrir en el pensamiento la anfibología y la homonimia y eliminarlas, es necesario precisar el significado de las palabras, de las construcciones y proposiciones gramaticales utilizadas en los razonamientos.
Sumario
Anfibología como recurso humorístico
Junto al sinsentido (o nonsense), el doble sentido es uno de los recursos principales para crear chistes. Y el "doble sentido" (muchas veces unido a expresiones figuradas o a metáforas) es precisamente un recurso a la anfibología.
La anfibología puede usarse humorísticamente. Por ejemplo: «Una vez le disparé a un elefante en pijama. Lo que nunca sabré es cómo hizo para meterse en mi pijama». Esta es una famosa cita de Groucho Marx, de la película cómica Animal Crackers (El conflicto de los Marx). La primera sentencia no deja claro si Marx —vestido con pijama— le tiró un tiro a un elefante, o si el elefante se encontraba en pijama.
Anfibología y ortografía
La anfibología afecta desde hace un tiempo a la ortografía. Por ejemplo la palabra solo (tanto si es adjetivo como si es adverbio) no debe acentuarse según la Real Academia de la Lengua salvo caso de anfibología."Estaré en la playa solo una semana." (solo, en soledad. Aquí solo es adjetivo). "Estaré en la playa sólo una semana." (sólo, solamente, únicamente. Aquí sólo es adverbio y por tanto se acentúa para evitar la anfibología. Lo mismo cabe decir de los demostrativos (este, ese, aquel). Las formas pronominales ya no se acentúan salvo anfibología que en el caso de los demostrativos es muy difícil que se produzca.
Anfibología en el uso de conceptos o términos
Es muy frecuente que se produzcan problemas cuando se usan términos polisémicos o en todo caso ambiguos; un ejemplo de ello es el uso y abuso de la palabra "originarios" en lugar de las mucho más precisas indígenas o aborígenes; ya que 1) todos los seres humanos son originarios (todos los seres humanos tenemos un origen) 2) la palabra originario puede significar algo que estaba en el origen pero también algo que da origen a otra/s cosa/s.
De un modo semejante se usó y abusó hasta hace pocos años de la palabra hombre ya que además de su exacto significado como sujeto humano de género masculino se la usaba (y aún en ciertos casos se usa mal), con un sesgo machista y falocéntrico como sinónimo de ser humano o de humanidad (por ejemplo en un programa televisivo documental de fines de siglo XX que en español se llamaba "La aventura del hombre" cuando lo correcto hubiera sido "La aventura de la humanidad"). Corresponde decir que esta anfibología es muy común en los autoetnónimos de muchos pueblos en los cuales el gentilicio con el cual se autodenominan es la palabra que en sus idiomas significa "hombre" (para dar solo cuatro ejemplos: inuit, avá, mapuche (hombre de la tierra), runa simi -idioma del hombre-).
Un ejemplo interesante de anfibología se puede encontrar en el uso coloquial que en Argentina se da a la palabra bárbaro, ya que ha ocurrido -siempre en registro coloquial del discurso- una inversión de significado o, en todo caso, un importante deslizamiento de significado; en efecto: durante todo el siglo XIX ( y ya antes de surgir el estado argentino) la palabra "bárbaro" estaba intensamente cargada de connotaciones peyorativas o derogativas hasta el punto que era un denuesto gravísimo con el cual se apostrofaban recíprocamente los federales y los unitarios, esto fue indiscutible hasta aproximadamente mediados de siglo XX, sin embargo hacia los 1960 curiosamente en el habla coloquial argentina la palabra bárbaro adquirió -denotando algo del orden del goce que hasta entonces estaba muy reprimido- un significado coloquial inopinado: desde los 1960 la expresión "¡bárbaro!" en Argentina (y otras zonas del Cono Sur) suele ser un elogio, o tiene una significación positiva correspondiente a las frases y palabras "¡muy bien!"; "¡muy bueno!"; "excelente"; "genial", o "algo muy placentero". Aunque tal inversión semántica se entiende o "decodifica" con ayuda del contexto o, si es solo oral, con el tono de dicción en que se expresa la palabra "¡bárbaro!".
Anfibologías en publicidad
En Argentina, un famoso champú anticaspa tenía por eslogan «Para la caspa». Cuando se lo usaba en televisión, el locutor lo decía de tal modo que todos se preguntaban si se refería al verbo parar/detener o a la preposición. Ese es un ejemplo de ambigüedad positiva.
La doble interpretación siempre tendría que remitir a algo bueno para el producto, sin que quede lugar para las dudas.
El extremo opuesto, una ambigüedad negativa: «Televisores Mega. Son lo que tú ves». ¿Qué habrá querido decir el redactor con esta frase? ¿Que son lo que se ve? ¿Que no son nada más que eso? ¿Que son los televisores que ve todo el mundo? ¿Dónde los ven? ¿En sus casas, en los avisos o en las vidrieras?
El manejo de la ambigüedad es un arte complejo. Si se lo utiliza, es preciso asegurarse de que la ambigüedad vaya en un solo sentido, se la tome como se la tome. Si no, es aconsejable volver al seguro terreno de lo directo y sencillo. Por otra parte, debido a la frecuente falta de signos de ortografía, diacríticos, pneumas etc. en gran parte de las escrituras antiguas el determinar los significados textuales o frásticos corresponde en gran medida a la ciencia de la paleografía y también a la hermenéutica.
Fuentes
- Definición de Anfibologia
- *Rosental M.Iudin P. Diccionario filosófico, Editora Política, La Habana, Cuba, 1981.