Aurora, un asesino muy común

Aurora
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Drama | Bandera de Rumania Rumania
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NombreAurora, un asesino muy común
Estreno2010
GuiónCristi Puiu
DirectorCristi Puiu
Dirección de FotografíaViorel Sergovici
RepartoCristi Puiu, Clara Voda, Catrinel Dumitrescu, Luminita Gheorghiu, Valentin Popescu, Gheorghe Ifrim
ProductoraCoproducción Rumanía-Francia-Suiza-Alemania; Mandragora Movies
PaisBandera de Rumania Rumania

Aurora, un asesino muy común. Viorel es un hombre divorciado que acaba de dejar su trabajo en una fábrica. Deambula por Bucarest, en medio de un ambiente frío e inhóspito, tratando de superar la angustia y la inseguridad que lo dominan desde que se separó de su esposa.

Sinopsis

En la cocina de un piso, un hombre y una mujer hablan sobre el cuento de Caperucita Roja; el tono de sus voces es bajo, no quieren despertar a la niña que duerme en la habitación de al lado. En un vertedero a las afueras de Bucarest, detrás de una hilera de trailers abandonados, un hombre mira en silencio a lo que parece ser una familia. La misma ciudad, el mismo hombre conduciendo con dos percutores hechos a mano para una escopeta. Tiene 42 años, su nombre es Viorel. Preocupado por pensamientos oscuros, conduce por la ciudad hacia un destino que sólo él conoce

Premios

Crítica

¿Cómo filmar la duda, la angustia, la tensión, la amenaza, el horror, todo en una sucesión de planos que estudian las acciones de un hombre atrapado en las tinieblas de una mirada que busca su propia ira en la mirada de los otros?

El rumano Cristi Puiu observa a Viorel –se observa a sí mismo, puesto que él también encarna al protagonista- evitando toda dimensión psicológica, dibujando los contornos de su personaje a partir de nuestra incapacidad para entender lo que hace, hacia dónde se dirige, con quién se encuentra, por qué mata, qué es lo que le preocupa tras esa máscara de agresiva inexpresividad.


El espectador carece de puntos de referencia a los que agarrarse, y debe limitarse a un proceso de inmersión que la repetición y el tiempo real hacen fácil y difícil a la vez. La cámara obsesiva de Puiu nos obliga a estar con Viorel pero también a contemplarlo en escenas de transición, que parecen prescindibles pero que marcan una cadencia en su progresivo descenso a los infiernos. Viorel es como la aurora, ese momento en el que el día no se decide a despertar, y las tres horas que dura ese momento son fascinantes, una lección de cine sin concesiones que demuestra que las bondades de “La muerte del señor Lazarescu” (2005) no lanzaron la Nueva Ola del cine rumano por casualidad.

Fuentes