Bahía de La Habana

Bahía de La Habana
Información sobre la plantilla
BahiaDeLaHabana(formaDeBolsa).jpg
Bahía en forma de bolsa
Localización geográfica / administrativa
ContinenteAmérica
Ecorregión----
País (es)Bandera de Cuba Cuba
División (es)La Habana
Cuerpo de agua
TipoNatural
Accidentes del cuerpo de agua
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Bahía de La Habana. Una de las bahías más grandes y seguras de América y del Mundo; tiene forma de bolsa lo que le confiere seguridad a los barcos que acoge; posee una situación estratégica tanto geográfica como económica. En ella estalló el acorazado buque estadounidense Maine el 15 de febrero de 1898, hecho que sirvió de pretexto a los Estados Unidos para intervenir en la [[Guerra de 1895 que libraban los cubanos contra España.[1]

Historia e identidad

Desde la fundación del puerto en 1519, la vida económica, política y social de la Villa de San Cristóbal de La Habana estuvo indisolublemente ligada a la bahía.[1]

En un inicio, los espacios para el esparcimiento y recreo de los primeros pobladores se ubicaron justo en el perímetro que bordeaba la rada habanera y desempeñaron un papel significativo en la imagen de la naciente urbe.

Los ataques de piratas y corsarios, así como las tempranas intenciones expansionistas de Francia, Inglaterra y Holanda obligaron al establecimiento de un sistema defensivo que inicialmente se extendió desde la desembocadura del río La Chorrera, hoy río Almendares, hasta la entrada del canal de la bahía.

A mediados del siglo XIX, la refortificación de la ciudad incluyó la extensión de dicho frente hasta la ensenada de Cojímar, al este de la entrada de la bahía, cubriendo un total de 12 kilómetros. Incialmente se trató de incipientes fortificaciones de plataformas, trincheras y rudimentarios puestos de observación, que con el tiempo se modernizaron y llegaron a conformar uno de los más importantes conjuntos defensivos de Hispanoamérica.

A partir de 1561, con el establecimiento de la Flota de Indias, la ciudad comenzó un vertiginoso desarrollo que se acentuó justo en la zona inmediata al litoral de la bahía, en la cual se erigen los principales núcleos residenciales y edificios públicos.

Transformaciones

La concentración en La Habana de las riquezas provenientes del resto de las colonias americanas, que la flota transportaba a España, acentuaron la necesidad de protección para la ciudad y la rada.El sistema defensivo se consolidó con la construcción de los castillos de San Salvador de la Punta (1590) y Los Tres Reyes del Morro (1589-1630), así como la Muralla de La Habana (1674-1797), que "encerró" intramuros el perímetro marítimo de la ciudad.

Con posterioridad fueron añadidos la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña (1763-1774) y los castillos de Santo Domingo de Atarés (1763-1767) y del Príncipe (1767-1780).

Para entonces, el puerto estaba formado por rústicos atracaderos de madera y los cobertizos contiguos en tierra, los más importantes de ellos en las zonas contiguas a la Plaza de Armas y la Plaza de San Francisco. Allí la profundidad de la bahía era de 16 a 18 brazas, por lo que los buques podían atracar a lo largo del litoral, directamente a la costa, empleando añadiduras o salientes de tablas sobre horcones.

Existen referencias bibliográficas del Muelle de Luz, ya en el siglo XVIII, al que se dice arribaban pequeñas embarcaciones conduciendo pasajeros y mercancías procedentes de la otra ribera de la bahía.

Desde 1554, en la vertiente opuesta a la ciudad, se habían fundado la villa de la Asunción de Guanabacoa, el pequeño caserío de Marimelena, y en 1690 el santuario de Nuestra Señora de Regla, que dio origen al poblado erigido posteriormente allí con igual nombre.

En sentido general, la distribución del puerto era la siguiente: desde el Castillo de La Fuerza hasta la plaza de San Francisco se encontraban los muelles principales, que prestaban servicio a los barcos provenientes o con destino a ultramar.

Desde el Muelle de Luz hasta el Baluarte de San Isidro, los que aseguraban el tráfico de pasajeros y mercancías por el interior de la bahía y a partir de allí el Muelle del Arsenal, destinado a la construcción y reparación de navíos.

De 1790 a 1850 se ampliaron los muelles y a partir del Castillo de la Fuerza, alcanzaron una extensión ininterrumpida ―a lo largo del litoral interior de la bahía― de 1453 metros, y una anchura que oscilaba entre 12 y 21 metros.

La vida citadina tomó el mar interior de la bahía como telón de fondo en una serie de espacios públicos, entre los que se destacaron:

  • La Alameda de Paula (1772).
  • El Teatro Principal (1773).
  • La Cortina de Valdés (1843).
  • El Paseo de Roncalli.

Espíritu de La Habana

Para finales del siglo XIX, los principales espacios públicos urbanos se desplazaron a "extramuros" y se perdió el interés por preservar la imagen de la bahía como elemento indisolublemente ligado al espíritu mismo de la ciudad.

La caótica organización de pequeños negocios instalados a todo lo largo de la zona portuaria, así como la construcción de grandes edificios gubernamentales que se interpusieron entre el mar y la ciudad, como:

  • La Aduana.
  • La Maestranza de Artillería.

Con la Intervención estadounidense en Cuba, en 1898, la infraestructura portuaria y la red vial asociada a la bahía y su entorno se transformaron en aras de proyectar una pretendida imagen de progreso, en la que pululaban establecimientos de ocio y diversión.

El gobierno interventor acometió la continuación del Malecón hasta la calle Lealtad, fueron sustituidos los viejos muelles de madera por modernos espigones de concreto y se dragaron algunos puntos específicos de la bahía, en busca de mayor calado.

En los primeros años de la República Neocolonial, dos de las obras más importantes que se ejecutaron en el entorno de la bahía fueron la construcción de:

  • La nueva Aduana (1914).

La primera trajo aparejado el surgimiento de los "elevados", que todavía permiten la entrada y salida de los trenes al andén, y la segunda, con los modernos espigones de acero y hormigón armado, dejó "encerrada" para siempre la Plaza de San Francisco de Asís.

Paulatinamente, los techos de tejas y las antiguas torres de conventos e iglesias dejaron de ser el rasgo más distintivo de la ciudad, vista desde el mar, cediendo el paso a modernas edificaciones para oficinas y viviendas, que las rebasaban en altura.

La paulatina recuperación del casco histórico llevada a cabo por la Oficina de Historiador y las labores del Grupo de Trabajo Estatal de la Bahía de La Habana, han hecho renacer el vínculo entre la ciudad y la rada.

El túnel de la bahía de La Habana

Entrada del túnel

Es una de las obras de ingeniería civil más notables de todo el país. Antes de su construcción, era necesario dar un rodeo de decenas de kilómetros alrededor de la rada habanera para salir hacia el Este. Ese conducto tiene una longitud de 733 metros y posee cuatro vías de ida y vuelta que desahogan mucho la corriente del tránsito vehicular. El túnel está sumergido bajo el canal de entrada de la bahía a una profundidad de entre 12 y 14 metros, y consiste en un sistema de tubos de hormigón reforzado que soportan un peso de miles de toneladas de agua, cosa que han hecho durante más de cuatro décadas con toda seguridad.

En automóvil u ómnibus se pasa de un lado al otro en unos 45 segundos a 60 kilómetros por hora, un día de tráfico normal. Muy raras veces se producen congestiones de tránsito en ese trayecto.

El túnel se construyó en treinta meses, entre 1952 y 1953, por una empresa francesa, la Societé de Grand Travaux de Marseille, bajo la dirección técnica del ingeniero cubano José Menéndez Menéndez.

Su existencia hizo posible, después del triunfo de la Revolución (1959), el desarrollo de grandes planes de viviendas en el este de la ciudad de La Habana, donde viven hoy más de cien mil personas en edificios multifamiliares construidos después de asumir el poder el Gobierno revolucionario. Hay en esas áreas poblacionales una red de servicios públicos que da atención a los residentes, la mayoría de los cuales trabajan en la cercana capital y pueden regresar temprano a sus hogares en situaciones normales.

El puerto de la Bahía de La Habana

Puerto de La Habana

Es considerado uno de los más importantes de la región y durante la época colonial uno de los centros estratégicos para la España, es por ello que la bahía se protegió con una red de fortificaciones muy importante, que incluyen al

Torreón de San Lázaro, el Morro de La Habana, la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, el Castillo de Atarés y otros elementos dedicados a la protección del puerto y la ciudad.

Uno de los elementos distintivos asociados a la bahía es el faro situado en la fortaleza de El Morro, cuya construcción data del siglo XVIII, y que actualmente funciona con las ópticas de procedencia francesa, que fueron instaladas al momento de su construcción, incluyendo los mecanismos originales de contrapeso y palancas para su operación, siendo el sistema de iluminación actualmente eléctrico, el único cambio significativo realizado a esta obra.

Contaminación de la bahía de La Habana

Es un fenómeno que ha dado lugar a un gran número de conflictos ambientales y sociales para los científicos cubanos.

Causas

Aguas contaminadas

Durante mucho tiempo este sitio fue el refugio de diversas especies de peces y un considerable ecosistema marino. La actividad portuaria de esta Bahía en las importaciones de petróleo durante todo el siglo XX fue excesivamente intensa y el combustible que fuese derramado se fue acumulando allí. También aún en la actualidad muchos desechos son arrojados al río Almendares que termina llegando hasta el mar. La población en este y otros sitios ha contribuido a la contaminación cuando se arrojan desechos a las aguas.

Proyectos

Proyecto de saneamiento

Actualmente existen varios proyectos de recuperación ambiental para la Bahía de La Habana, que incluyen recogida de desechos sólidos, dragado del fondo, una planta de tratamiento de residuales y el uso de bacterias especializadas en la descomposición del petróleo, uno de los más importantes contaminantes, que han mejorado la calidad de sus aguas.

Véase también

Fuentes