Calibán (personaje)

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Caliban o Calibán
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Caliban es uno de los personajes centrales de la tragedia La tempestad, última pieza escrita por el dramaturgo inglés William Shakespeare
Título originalCaliban
Autor(a)(es)(as)William Shakespeare
GéneroTragedia
PaísBandera del Reino Unido Reino Unido

Caliban o Calibán. Anagrama formado a partir del vocablo caníbal (que tiene su origen en el indoamericanismo caribe). Caliban es uno de los personajes centrales de la tragedia La tempestad, última pieza escrita por el dramaturgo inglés William Shakespeare. La obra toma como asunto la venganza de Próspero, legítimo duque de Milán, quien, tras ser desterrado por su propio hermano y condenado a navegar sin rumbo, llega a las costas de una isla desconocida, acompañado por su pequeña hija, Miranda. Allí somete a Ariel, espíritu aéreo que había sufrido martirio por parte de la bruja Sycorax, y a Caliban, hijo de la hechicera. Después de dar muerte a la bruja, Próspero convierte en sirvientes suyos a Ariel y a Caliban, a quienes instruye en su lengua y transmite sus conocimientos. Ariel sirve fielmente a su amo, mientras que Caliban lo maldice de manera incesante, reclamando los que considera sus derechos sobre la isla, y pretendiendo a Miranda.

Pensamiento caribeño en el siglo XX

El pensamiento caribeño recupera durante el siglo XX la relación Próspero-Ariel-Caliban y la reposiciona como vórtice en la caracterización del sujeto antillano, a partir de la relación colonizador-colonizado. En ese debate se trata de establecer identidades a partir de la relación de los sujetos dominados con el dominador.

La polémica sobre el tema tiene un primer fermento en textos paradigmáticos del siglo XIX, entre ellos Facundo, o civilización y barbarie (de Domingo Faustino Sarmiento), Nuestra América (de José Martí), y Ariel (de José Enrique Rodó), que exhiben un marcado afán identitario; pero solo en el último aparece referida una identidad cultural a partir de un personaje shakesperiano. José Enrique Rodó sitúa a Ariel, y con él al sujeto ilustrado, como paradigma intelectual del hombre latinoamericano, mientras que personifica en Caliban la amenaza de los Estados Unidos para la América.

El primero de los pensadores caribeños que utilizó como referente directo a Caliban fue el escritor barbadense George Lamming, en su libro testimonial The pleasures of exile (1960), en el cual establece una identidad entre Caliban y el esclavo negro, partiendo de la relación de dominación a que ambos se encuentran sometidos. En el prólogo a la edición de la obra de 1984, el autor declaraba los fundamentos de su lectura: «La interpretación de La tempestad y la reconstrucción de Los jacobinos negros, de C. L. R. James, se utilizaron como marco en que podía ubicarse el significado de nuestra experiencia total en aquel momento. Si era posible ver a Próspero como el símbolo de la empresa imperial europea, entonces debía aceptarse a Caliban como la posibilidad continuada de un cambio revolucionario profundo iniciado por Toussaint L'Ouverture en la guerra de independencia de Haití».

Obras publicadas identificadas con la pieza Caliban

En el año 1969 el escritor martiniqueño Aimé Césaire publicó su obra de teatro Une têmpete. Adaptation de La têmpete de Shakespeare pour une théâtre nègre, en la cual, como el título indica, realizaba una reescritura del texto isabelino a partir de los presupuestos de la negritud. Césaire aprovechó el contexto del drama shakesperiano para situar en él un conflicto racial, a través de la transformación de los personajes centrales: el mulato Ariel y el negro Caliban, que luchan por el amor de Miranda.

Ese mismo año la revista Bohemia, de Cuba, publicó el artículo de Roberto Fernández Retamar «Cuba hasta Fidel», donde se adelantaba una identificación entre la historia del sujeto latinoamericano y la de Caliban. Este artículo constituye el preámbulo de un ensayo mayor, titulado precisamente «Caliban», que apareció por vez primera en la revista Casa de las Américas (número 68, septiembre-octubre de 1971).

Allí Retamar, ante el cuestionamiento de la existencia de una cultura latinoamericana, realizó un desmontaje de las lecturas de Caliban que parten del discurso europeo para situarlo -frente a la afirmación arielista de Rodó- como nuestro paradigma de resistencia, «concepto-metáfora» de un sujeto poscolonial que se revela desde el lenguaje y desde la cultura: «Nuestro símbolo no es pues Ariel, como pensó Rodó, sino Caliban. Esto es algo que vemos con particular nitidez los mestizos que habitamos estas mismas islas donde vivió Caliban: Próspero invadió las islas, mató a nuestros ancestros, esclavizó a Caliban y le enseñó su idioma para entenderse con él: ¿Qué otra cosa puede hacer Caliban sino utilizar ese mismo idioma para maldecir, para desear que caiga sobre él la «roja plaga»? No conozco otra metáfora más acertada de nuestra situación cultural, de nuestra realidad (…), ¿qué es nuestra historia, que es nuestra cultura, sino la historia, sino la cultura de Caliban?»

Estos tres autores constituyen el núcleo central de lo que el investigador José David Zaldívar ha llamado la «Escuela de Calibán», cuyas influencias se extienden más allá del ámbito caribeño, hasta llegar a conformar uno de los focos temáticos más importantes del discurso tercermundista y poscolonial. De igual forma motivan, desde esta perspectiva, un incremento de las apropiaciones del drama de Shakespeare en el terreno de los discursos artísticos, que se extienden a la literatura, el teatro o el cine.

Fuentes