Cangrejo de Río europeo

Cangrejo de Río europeo
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Cangrejo de Río europeo(Austropotamobius pallipes)
Clasificación Científica
Nombre científicoAustropotamobius pallipes
Reino:Animalia
Filo:Arthropoda
Clase:Malacostraca
Orden:Decapada
Familia:Astacidae

Cangrejo de río europeo (Austropotamobius pallipes) .Es una especie de malacostráceo decápodo de la familia de los astácidos que se extiende desde la península de los Balcanes hasta la Ibérica y llega hasta las islas británicas, donde se encuentra su mayor densidad de población. Vive en ríos y arroyos de poca profundidad, donde se esconde bajo piedras y troncos, y en lagos.

Origen

Recientemente algunos expertos barajaron que las poblaciones ibéricas tuvieran su origen en reintroducciones realizadas en el siglo XIX desde ríos de la Península Italiana. En contra de esta opinión se posicionan investigadores del CSIC en un estudio realizado para la Junta de Andalucía. De él se concluye que la hipótesis más congruente acerca del origen de los ejemplares ibéricos radica en un escaso número de poblaciones a partir de las cuales se produjeron una serie de colonizaciones, influidas por el amplio movimiento de traslocaciones llevadas a cabo por los humanos a lo largo de la historia.

Características

Es un artrópodo decápodo con un cuerpo cubierto por un caparazón (exoesqueleto) de consistencia dura, gracias a las impregnaciones de sales de calcio. El cuerpo del cangrejo se presenta fragmentado en dos porciones una anterior o cefalotórax y otra posterior o abdomen. En la parte anterior se incluyen la cabeza y el tórax separado por el denominado "surco cervical". La parte anterior del caparazón se prolonga en una extensión denominada "rostro" a cuyos lados se insertan los ojos. La boca se encuentra situada en la parte ventral de la cabeza y está rodeada de patas (maxilípedos) que auxilian al animal en la conducción y discriminación del alimento que habrá de ingerir a través del orificio bucal. El cangrejo autóctono de los ríos tiene 5 pares de patas (pereiópodos) insertadas lateralmente en la zona ventral del cefalotórax. El primer par de patas tiene unas pinzas muy desarrolladas y utilizadas para capturar su alimento. Los dos siguientes pares de patas tienen también unas pinzas pero de un tamaño considerablemente más pequeño y los dos pares últimos de patas poseen una uña. A excepción del primer par, todo el resto del conjunto de patas lo emplea, principalmente, para moverse. Al final del rostro se insertan, en la parte anterior, las denominadas antenas -más largas- y las anténulas -más cortas-. Este conjunto de apéndices sensoriales constituye su órgano del equilibrio. Su sistema respiratorio está fundamentado en unas branquias que aloja en dos cámaras dispuestas a ambos lados de la cavidad del cefalotórax. El abdomen está formado por seis segmentos, en cada uno de los cuales se pueden encontrar un par de apéndices (pleópodos). El último par de estos apéndices birrámeos está muy desarrollado y junto al segmento final del telson forma una potente aleta natatoria caudal. El discreto aparato digestivo del cangrejo de río concluye en un ano localizado en la parte ventral del telson. La diferenciación sexual entre machos y hembras se establece gracias a las diferencias existentes en los orificios sexuales que se abren en las partes basales de las últimas patas locomotoras de los machos y en los dos primeros pares de pleópodos que se modifican como órganos copuladores y, por tanto, son mayores que los demás también en los machos. En las hembras los orificios sexuales están en el tercer par de patas locomotoras y los pleópodos están reducidos o ausentes en el primer par y en el segundo par no se aprecian cambios.

Hábitat

El cangrejo de río no es realmente muy exigente en cuanto a los requerimientos del hábitat que le es preciso para vivir, no obstante agradece las aguas ricas en sales de calcio y cantidades de oxígeno disuelto en el agua comprendidas entre 3 y 12 mg/l le bastan, siendo también bastante amplio el margen de temperaturas que soporta (Entre 8,5 y 22ºC). Con todo el cangrejo puede ser un buen indicador de la calidad ambiental de nuestros ríos. Se localiza en zonas con escasa velocidad de la corriente de agua, con fondos de naturaleza variable, si bien prefiere en más ocasiones los fondos de grava. Es un animal que huye de la luz y por tanto se oculta entre la vegetación riparia, en agujeros excavados en los taludes de las orillas y bajo las piedras. Como consecuencia de ello la mayor actividad la despliega durante la noche y permanece activo desde la primavera hasta el otoño, hibernando el resto del año en sus escondrijos preferidos.

Reproducción

El acoplamiento reproductivo se produce poco antes de la hibernación y la hembra con una puesta de entre 40 y 80 huevos colocados bajo el abdomen y fijados en sus pleópodos los protege hasta la siguiente primavera, momento en que los huevos eclosionan. Su desarrollo y crecimiento se realiza por medio de mudas, en las cuales el cangrejo se libera de su caparazón, aumentando su tamaño. Este proceso lo repite cinco o seis veces durante el primer año. Posteriormente el número de mudas disminuye para concluir con dos mudas en los machos y una en las hembras durante la edad adulta. El cangrejo autóctono vive un periodo medio de seis o siete años, si bien hay ejemplares que han llegado a superar los diez años.

Alimentación y costumbres

El hasta hace bien poco tiempo Autropatamobius pallipes come de todo: macroinvertebrados, larvas de anfibios, pequeños peces, carroña, plantas acuáticas, algas, etc. Pero este comportamiento, digamos tan poco "ético", se ve censurado por los predadores que persiguen al cangrejo que, por cierto, tampoco son desdeñables: insectos coleópteros y odonatos, peces, aves y mamíferos como la nutria. Sin embargo la principal causa de el decaimiento poblacional del cangrejo de río y el origen de todos los males que le han conducido hasta su status de especie en "peligro de extinción", arrancan de una enfermedad fúngica conocida como afanomicosis, producida por un hongo de grupo de las saprolegnias denominado Aphanomyces astaci, cuya presencia en España se detectó, fehacientemente, allá por los finales de la década de los setenta.

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