Casa museo Antonio Campillo
Casa Museo Antonio Campillo | |
|---|---|
Patrimonio Histórico Español | |
| Información geográfica | |
| País | España |
| Información general | |
| Construcción | Siglo XIX reconstruido en el año 2000 |
| Inauguración | 19 de diciembre de 2003 |
| Información visitantes | |
| Dirección | Calle Clavijo número 1 30562 Ceutí, Murcia |
La Casa Museo Antonio Campillo está situado en la ciudad de Ceutí en la Región de Murcia, es un museo de arte contemporáneo dedicado principalmente al escultor Antonio Campillo Párraga. El museo abre sus puertas para que los visitantes que se adentren en sus salas puedan, con su imaginación y sus sentimientos, completar las composiciones del escultor murciano, y de esta forma crear una nueva obra con cada mirada.
Sumario
Historia
El Museo Antonio Campillo se encuentra instalado en el interior de una casa señorial de finales del siglo XIX. Se trata de uno de los pocos edificios nobles que aún se conservan en Ceutí.
La casa está ubicada en la zona más antigua del municipio de Ceutí, actualmente zona peatonalizada.
Perteneció a un conservero de la época que tras abandonar la casa como vivienda habitual, la utilizó para hospedar a los trabajadores de la fábrica que venían de fuera.
A finales de los años 90 el inmueble fue adquirido por el Ayuntamiento de Ceutí, con el fin de poder ser utilizado para actos culturales.
Tras ser rehabilitada en el año 2000, se convirtió en un Museo Etnográfico que albergaba una colección de fósiles marinos y un conjunto de maquetas con escenas costumbristas que hacían referencia a trabajos en la huerta.
Hacia el año 2002, el artista murciano Antonio Campillo realizó para Ceutí una obra de gran tamaño, 'La Ciclista', e hizo una donación de obras que desde diciembre de 2003 permanecen expuestas en esta Casa Museo a la que da nombre.
Protegido por la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).
Arquitectura
El Museo es un edificio de tres plantas. Su reconstrucción se hizo respetando toda la estructura original y la disposición estructural de la fachada y el interior. Se realizaron ligeros retoques de tipo funcional y otros ornamentales que han conseguido mantener toda la solera de esta antigua vivienda.
Ceutí es una ciudad que se abre a la cultura, y sus calles rebosan originalidad y artificio. Antonio Campillo completó su museo con una escultura ante la fachada del Museo que lleva su nombre, titulada Pisando fuerte.
Colección
La colección que alberga el Museo Antonio Campillo se compone de 68 esculturas, 30 dibujos y 10 obras pictóricas de los amigos del artista, que suponen una antología única de la trayectoria profesional del artista.
Planta baja
La primera sala del museo recoge un total de 10 obras de amigos del artista como Hernández Carpe, beneficiario al igual que él de la beca de la Diputación Provincial para realizar estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid o Aurelio con quién compartió estudio en Murcia. Un retrato de un joven Antonio Campillo, realizado por Pío Verdú, nos recibe al entrar, también es posible encontrar un excelente dibujo de su maestro Juan González Moreno o una original Mujer Pájaro realizada por Fausto Olivares.
Tras su paso por Italia, Antonio Campillo recibe numerosos encargos de imaginería religiosa: Con un sentimiento de fuerte intimismo, con líneas que se cierran en las formas fusiformes de sus figuras religiosas realiza una personalísima Virgen Niña, etérea, de ambiciosas formas humildes, casi como un suspiro hecho barro, y Ntra. Sra. de los Buenos Libros, con las mismas características, formando un conjunto brillante y personal dentro de la imaginería española de posguerra.
Primera planta
En 1962 Antonio Campillo se traslada de nuevo a Madrid. Un periodo fecundo que se aleja de lo que ha sido la etapa religiosa para adentrarse en la búsqueda de la iconografía personal. Como Manolo Hugué busca en el modelado las formas poéticas, ese amoroso recogimiento que ofrece el humilde barro. Gracia y ternura en un modelado que tiene coincidencias con Cristino Mallo en el gusto por las formas cerradas. Sus primeras obras de este periodo apuntan a una realidad idealizada.
En este período, Antonio Campillo regresa al estudio de María Molina, modela El juego, composición maternal abierta jugando con las líneas y los volúmenes de los dos cuerpos, y Mujer con caballo paciendo, de bellísimas formas, entre otros bronces, que terminará durante el periodo de Córdoba.
Con motivo de la exposición en la Galería Quijote de Madrid en 1969, Herrero Palacios, arquitecto del Ayuntamiento de Madrid, visita la muestra y pide a Antonio Campillo que realice unas esculturas para la fuente monumental de la plaza de España. Se pone manos a la obra y realiza dos bellos desnudos, dos Cantareras que se colocan sobre la fuente monumental con hermosas veneras donde fluye el agua. Las figuras son dos hermosos ejemplos de desnudos clasicistas. De tratamiento dulce y sereno, como si las hubiera inspirado Ingres; morbidez en las formas redondeadas de una sencilla y elegante composición. Podemos encontrar una copia de las cabezas de dichas cantareras en el patio de la primera planta del museo.
Segunda planta
En 1966 Campillo marcha a la ciudad califal donde ha obtenido la cátedra de modelado por oposición. Las juderías, la calle de Las hogueras, las largas noches de Córdoba son el escenario de la vida diaria del artista. Los pintores Povedano (uno de los presentes en la primera sala del museo), y Bujalante, el Dr. Concha Ruiz, el cantaor Luis de Córdoba son los amigos asiduos a las veladas de flamenco, recitales y encuentros artísticos. De esta época es el retrato de Pepe el de la Matrona, y toda una serie de trabajos que versan sobre el mundo de los toros y el cante jondo.
En su estancia en Córdoba profundiza en la anatomía del caballo. “Me gustaban más – nos decía Campillo – los caballos que de niño me inventaba. Al natural perdían esa gracia que tenían en mi imaginación”. Sin embargo, los caballos con amazonas son piezas que vibran entre las figuras de siempre y la síntesis de unos planos y unos efectos de luz que al contacto con el barro recrea formas y volúmenes. En Homenaje a Manzú la elegancia se hace volumen, en Homenaje al circo, conjuga la quietud de la niña y el leve movimiento del caballo, quieto en ese instante para siempre. Todo respira quietud y una extraordinaria serenidad, “cuando el barro – como escribiera Salvador Jiménez – se llama Antonio Campillo”