Chas Prada

Chas Prada
Nombre realCharles A. Prada
Nacimientoentre 1860 y 1870[1]
ciudad de Cienfuegos,
provincia de Cienfuegos,
República de Cuba Bandera de Cuba
Nacionalidadcubana
Ocupacióndirector de cine y empresario cinematográfico
Año de debut1907

Chas Prada (ciudad de Cienfuegos, entre 1860 y 1870 - La Habana, mediados del siglo XX) fue un cineasta cubano.[1]

Realizó el primer cortometraje cubano, Un duelo a orillas del Almendares (1907). En un inicio, este material se le atribuía al conocido y prestigioso cineasta cubano Enrique Díaz Quesada, quizás porque sus carreras surgieron en esos mismos años, y porque las copias disponibles no conservan los créditos.

Síntesis biográfica

El 13 de noviembre de 1907 presentó en el teatro Tomás Terry, de la Perla del Sur, a la popular bailarina La Bella Carmela ―émula de La Bella Otero

Trabajaba principalmente en el Teatro Nacional de La Habana.

Chas Prada fue también documentalista. En 1907 filmó El Bismarck en la bahía de La Habana con la compañía Guerrero Mendoza y recibimiento (así era el título, que lo explica todo).

Ese mismo año produjo dos documentales más: La Habana por dentro, con un recorrido entre edificaciones y parques, más los llamados paseos de la capital de entonces; y Salida del mitin de los huelguistas en el teatro Nacional, donde recoge las imágenes de una huelga de trabajadores de esa institución cultural, que reclamaban ser pagados en dólares estadounidenses.

Ese mismo prolífico año 1907, Chas Prada decidió rodar dos cortos de ficción:

  • Un duelo a orillas del Almendares y
  • La leyenda del charco del güije, filmada en el río Sagua, en Sagua la Grande.[2]
Chas, antiguo conocido nuestro, dedica sus energías de ese tan indispensable género de espectáculos que en Madrid llaman cine. [...] Las películas que proyecta ―películas hermosas y refrendadas por el prestigio de Pathé, el artístico, y Gaumont, el comiquísimo, sucédense ante el espectador con suma claridad y acertado verismo.
Eduardo Julián Sanz y Gutiérrez, en El Comercio,
sección “A través de mis lentes”
(18 de noviembre de 1907, pág. 5)[3]
  • Error farmacéutico
  • Carta urgentísima
  • Alumnos paseadores
  • Suegra angelical
  • Vigilante apurado
  • Cuidado rotura
  • Boda en París
  • Caperucita
  • Pepito en sociedad
  • Perro justiciero
  • Crimen en la nieve
  • Armadura encantada
  • Legado dificulto
  • Episodios de Marruecos (que impactó a los españoles en La Habana).[3]
  • 1907: Un duelo a orillas del Almendares

En 1905, Prada se asoció al empresario cubano Frank Costa, y fundó su propia empresa. Viajó a Nueva York, donde compró cortos fílmicos y cilindros para los dos fonógrafos que animaban las exhibiciones. Al volver a Cuba, explotó el proyector llamado “fotocinematógrafo” por todos los teatros de la Isla. En febrero de 1907, debutó con este mismo aparato en el teatro La Caridad, de Santa Clara. Ganó tanto dinero que pudo cambiar el fotocinematógrafo por un dispositivo superior, nombrado “bioscopio".

En esa época ya había filmado:

  • Gran luna de miel
  • La venganza del escribiente
  • Lecciones de patinar
  • Salvado por un melón y
  • Mala madrastra.[3]

En abril de 1908, asociado a la empresa de Gustavo Bernard, Chas Prada regresó a su ciudad natal (Cienfuegos), con un espectáculo protagonizado por La Oterito y otro nuevo aparato cinematográfico destinado a las proyecciones nocturnas. El 2 de agosto de 1908, ya separado del empresario Frank Costa y asociado con Alfredo Misa, en el Neptuno Habanero, trajo un nuevo espectáculo al escenario del teatro Tomás Terry de Cienfuegos. Fueron momentos difíciles, pues la Iglesia católica cubana atacaba el cine y lo calificaba de “pornográfico”.

Entonces realiza una transacción con el actor cómico Isaac Puga, otrora miembro de la compañía de Mario Martínez Casado, y permanece por dos años como proyeccionista del teatrillo Luisa Martínez Casado (que no se debe confundir con el futuro teatro Luisa Martínez Casado).

Al teatro Luisa Martínez Casado le cabe la honra de haber sido el primero, no ya de la Isla sino del mundo entero, de haber presentado el cinematógrafo a toda luz del día. Esto pudieron contemplarlo todos los espectadores que estuvimos en la matineé de ayer.
Las proyecciones se hacen claras y con más ventajas que a oscuras la platea, por cuanto no perjudica la vista como de la otra manera.
Todo obedece a un telón de preparación especial, debido a la pericia de nuestro amigo el ingenioso operador Chas Prada, y que sus propietarios los señores Sanz y Puga no desmayan ni omiten sacrificios ni gastos en presentar al público de Cienfuegos todo lo que sea nuevo y moderno. Con este sistema dará matineé ese teatro todos los domingos.
Eduardo Julián Sanz Gutiérrez, en El Comercio,
sección “A través de mis lentes”
(octubre de 1910)[3]

Según Sanz, Prada es el precursor de este género de proyecciones, y Cienfuegos, la primera ciudad que se regocijó con un espectáculo de cine diurno. Para entonces, con el propósito de seducir al gremio femenino, el empresario recomienda al cine Actualidades, de esta ciudad, establecer Los Miércoles de Moda, que atrapa por la entremezcla del arte del vestuario y los accesorios con el cine. Justo, la idea original es suya y tiene su comienzo en Las Noches de Moda o Días de Moda, que crea durante su etapa de gerente en el Metropolitan Co. de La Habana.[3]

Durante la construcción del actual cine teatro Luisa, Chas Prada pasa su empresa a otros espacios sureños, como el salón Actualidades. El 22 de agosto de 1911 estrenó un cortometraje dirigido por él mismo y aún no referenciado por los historiadores, llamado Las mulatas. Esta producción aparece poco después de haber regresado de París y visitado los talleres de Pathé Fréres y de Gaumont.

Prada había trabajado por algún tiempo en la Casa Gaumont, hasta que regresa a Cienfuegos a dirigir el cine del teatro Luisa Martínez Casado. Entonces trasluce sus deseos de filmar, aunque la empresa lo absorbe. Junto a aquel, exhibe el mediometraje Le regalo a mi mujer y la colección completa de La vida tal como es. En esta etapa custodia a su hija, ya toda una adolescente. Julián Sanz cuenta que el lunes 4 de septiembre, acompaña a la joven que interpretará a la mejor amiga de la protagonista del cortometraje La leyenda del Charco del Güije: “He tenido el gusto de saludar a la bella joven Aimée Nena Prada, hija del popular Chas Prada”.[3]

El 10 de septiembre de 1911, Chas Prada fue el encargado de operar el moderno cinematógrafo del cine-teatro Luisa. Prada se comprometió a estrenar cada noche las últimas películas llegadas de Europa, con entradas por valor de veinte centavos la luneta y diez la gradería. Debido a las presentaciones de la compañía de Alejandro Garrido, no reinicia su periplo como proyeccionista hasta el 12 de septiembre; de manera sistemática desde el 15 de septiembre cuando, luego del estreno de la obra El apuntador, exhibe las comedias La victoria del general y Los señoritos.[4]

Prada fue el héroe de un significativo hecho. El 3 de octubre de 1911 corrió el rumor de que la cantante y vedette mexicana Esperancita Iris había fallecido en Santiago de Cuba.[5] Más de 200 personas se acercaron a la prensa interrogándose si era cierta la noticia. Francisco Gil envió un telegrama a Bernardo Valdés para que informase de lo que había sucedido. A las cinco de la tarde conoce la respuesta de que la actriz se hallaba viva y triunfante. Los agentes Sanz y Puga también reciben una misiva del representante de la compañía, Nan Allariz, de que esta se encuentra gozando de buena salud y encargan al operador la filmación del telegrama para proyectarlo en la pantalla del teatro Luisa. El comunicado recibido por los agentes teatrales expresa:[4]

Santiago de Cuba, octubre 3, 1911
Sanz y Puga
Cienfuegos
Esperanza, buena. Agradecemos interés.
Nan

De esta manera, sin proponérselo, Prada produjo el segundo corto filmado en Cienfuegos, aunque su valor se reduce a ser un documento con matices sociológicos. Como parte del contrato garantiza las tandas de la tarde y noche. Con frecuencia y los domingos dedica una función gratuita para los niños pobres.

Un cronista relata el evento del 8 de octubre de 1911:

La matinée estuvo muy favorecida por la gente menuda, concurriendo además, invitados por los dueños del teatro, los niños del Asilo de Huérfanos y de la Escuela Gratuita, unos sesenta niños acompañados de sus maestros, que demostraban todos en sus caritas lo satisfechos y contentos que se sentían. Qué satisfechos deberán estar también los señores Sanz y Puga, llevando allí a gozar un rato a aquellos que no pueden pagar. Se repartieron también multitud de juguetes entre los niños.
artículo publicado el 9 de octubre de 1911
en el diario La Correspondencia,
sección Teatros, pág. 3[4]

La novedad de las exhibiciones diurnas fue elogiada por la prensa en varias ocasiones:

[Se exhibieron] magníficas películas en la matinée, sin necesidad de que el teatro estuviese a oscuras. El público salió complacido de la innovación. El héroe de la tarde fue el popular Chas Prada, quien recibió muchas felicitaciones.
artículo publicado el 30 de octubre de 1911
en el diario La Correspondencia,
sección Teatros, pág. 3[4]

En lo adelante, el resto de los empresarios imitarán al “Luisa”, programando tandas a tempranas horas del día y la tarde.[4]

El empresario protagonizó otro suceso peculiar el domingo 15 de octubre de 1911, cuando los agentes Luis Rodríguez Arango y Eusebio Azcué contactaron en la ciudad de Cienfuegos la gira del marqués Tokingoro Ito (campeón japonés de jiu-jitsu en Estados Unidos), y el invencible Conde Koma, campeón mundial de jiu-jitsu. Justo, al popular proyeccionista le es designado la labor de timekeeper, presentando separadamente a ambos contrincantes. Este evento acontece en el escenario del nuevo coliseo y ante un público entusiasta.[4]

Durante los días en que el ajedrecista José Raúl Capablanca visitó Cienfuegos, Prada asistió a la función de El intérprete, en el Teatro Terry, consumada en honor de su hija Nenita, la “princesita rubia”, como le llamaban, que hasta la fecha no paraba de actuar en las tablas. El 27 de febrero de 1912, poco después que Enrique Díaz Quesada regresara a Cienfuegos para estrenar 'El Festival de Bohemia en el teatro Actualidades (en el malecón), Chas Prada exhibe en el teatro Luisa una información gráfica sobre otro acontecimiento festivo, intitulada Vistas de las fiestas del 24, filmado expresamente para este coliseo.[4]

Ese año, Chas Prada regresó definitivamente a la capital. Probablemente la competencia que representa en Cienfuegos la puja de los empresarios Santos y Artigas y la insistente visita de Enrique Díaz Quesada, quien cada año filmaba un corto en la ciudad y exhibía constantemente sus producciones, le indujo a buscar otros derroteros en el ramo de la distribución cinematográfica.[4]

La leyenda del Charco del Güije

En marzo de 1909 llega Chas Prada ―gerente de la empresa Metropolitan Co., acompañado de su hija Aimée Nena Prada, una joven de 18 a 21 años de edad― a Sagua la Grande. Se entrevista con José Antonio Trespalacios (1884-1872), por entonces proyeccionista del teatro Uriarte (de Sagua la Grande), y solicita su ayuda para filmar la película La leyenda del Charco del Güije. Le entrega el guion para su análisis y lo responsabiliza con la búsqueda y selección de las personas que trabajarían en ella, tras aclararle que no pagaría un centavo a los “actores”.[6]

Su hija, Aimée Nena Prada, actuó en el corto La leyenda del Charco del Güije (1910), filmada en Sagua La Grande, y formada artísticamente en tierra cienfueguera.[3]

Sinopsis

La película, de 10 minutos de duración y posiblemente la primera de ficción en el país, sería filmada con una cámara Gaumont en la finca Uriarte, bañada por el río Sagua, donde se encontraba el Charco del Güije. El guion dista mucho de la verdadera leyenda. Se había tomado esta como base para convertirla en un melodrama, de más fácil comercialización. En la leyenda original se habla de un monstruo mezcla de hombre y de mono, con garras poderosas, dientes afilados, piel lustrosa sin pelo, que todos los jueves y viernes santos sale a la superficie del Charco a calentarse al sol; quien se bañe allí dejará como indicio un reguero de sangre en la superficie y desaparecerá para siempre.[7]

Sin embargo, en el guion que entrega Prada a Trespalacios se celebra una fiesta: en el patio se asa un lechón, en el portal de la casa unos músicos campesinos tocan y la gente baila, se divierte. Un joven invita a bailar a una muchacha y esta al principio se niega, pero es tanta la insistencia que termina por aceptar la invitación.

Bailan y aparece el novio de ella, revólver en mano, un hombre extremadamente celoso que había prometido matarla si la encontraba con otro. El novio va a disparar sobre ella cuando un cazador que llega en ese momento le hace dos disparos y lo hiere. El novio, sangrando, corre seguido por todos los que estaban en la fiesta y, al llegar al Charco, trata de disparar a los que le siguen; el cazador le dispara otra vez y él cae muerto al Charco. Su cuerpo desaparece en las aguas y luego se convierte en el güije.

Actores

En el filme trabajan los jóvenes Rosendo Reyes (Melitón), quien hace el papel del novio; María Teresa Navarro como la novia; Aimée Nena Prada, hija de Chas Prada, como la amiga de la novia; José Fabré Rueda como el cazador; Juan Olivera como un turista estadounidense invitado a la fiesta; José Antonio Trespalacios como el galán que invita a bailar a la joven; el grupo musical campesino está integrado por Francisco Pancho Picaso (güiro), Rosendo Fundora (laúd); Juan Ruperto Delgado Limendoux (voz); Alfredo Ibáñez (voz). Participan como extras muchos vecinos del lugar y los dueños de la finca.

Exhibición

Terminada la filmación, Chas Prada viajó a La Habana y regresó más tarde con la película lista para ser exhibida. Se estrenó el 2 de mayo de 1909 en el teatro Uriarte. La proyectó José Antonio Trespalacios.

Las colas eran interminables, todos querían ver La leyenda del Charco del Güije, una película filmada en el terruño, con “actores” del patio. Cuatro semanas dura en cartelera, se cobra 50 centavos por la entrada y su estreno le produce a Prada mucho dinero.

Luego la lleva a otros teatros de la Isla y, posteriormente, a Estados Unidos y a España, donde se pierde este importante documento de la cinematografía cubana.

La leyenda del Charco del Güije, posible primer filme de ficción realizado en Cuba, solo queda hoy en algunos apuntes bibliográficos, y en el recuerdo transmitido a otras generaciones.

Referencias

Fuentes