Cierta historia de amor

«Cierta historia de amor»
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Canción de Silvio Rodríguez
ÁlbumMujeres
Publicación1978
Grabación1978
GéneroNueva Trova Cubana
DiscográficaEGREM, Ojalá, Fonomusic
Escritor(es)Silvio Rodríguez
Productor(es)Frank Fernández y Silvio Rodríguez
Canciones de Mujeres

Cierta historia de amor. Canción del cantautor Silvio Rodríguez, parte del Album Mujeres.

Album

Mujeres es un álbum del cantautor cubano Silvio Rodríguez.

Se trata de un disco de canciones de amor grabadas de manera acústica,a guitarra y con arreglos simples. Sin embargo, a diferencia de su anterior disco, Al Final de Este Viaje, aquí realiza más juegos con las guitarras, con arpegios y solos más elaborados.


Letra

Yo era un muchacho tranquilo

hasta que di con mi sueño

más dorado que era una mujer

algo mayor que yo.

Ella tenía treinta y cinco

y yo dieciocho para mi favor (Favor dudoso).


Empezó por regalarme

dos camisas y un vestido

para que yo se los diera a mi mamá.

A eso le siguió una lluvia de pequeños

regalitos para mí

(Para mí entierro).

Hasta me froté las manos

cuando supe que vivía sola

desde que por fin se divorció.

Y en su casa hice meriendas,

comidas y desayunos hasta engordar

(Casi reviento, como verán).


Lo tenía todo, y me puse ocioso:

me pasaba el día de la lectura al amor.

"¿Qué quiere mi dueño?,

¿qué quiere mi encanto?",

me decía con voz azucarada

si me iba a mover.


Mi amigos comentaban

que yo sí era un bárbaro del diablo

y la fama de conquistador nació.

Las pepillas me buscaban,

yo me pellizcaba el brazo para ver

si era soñando.


Aprendí, de un buen amigo

a pegarle a mi mujer,

a llevar los pantalones

como es la tradición.

Y ella iba a mi trabajo,

para sorprenderme

en algo ilegal

(Era normal).

Me di cuenta que las cosas

ya no estaban es su sitio

cuando me empezó a coser

la ropa encima, al salir.

Después vino la algazara,

las denuncias y los llantos al dormir.

Y pasó el tiempo...


Decidí dejarla cuando una noche

desperté y la vi que se lanzaba sobre mí

con unas tijeras de podar sus matas

mientras me juraba que

no iba a ver

a otra mujer

jamás.


Me puse la ropa y salí corriendo

entre amenazas que no puedo repetir.

Me puse la ropa y salí corriendo

sin sueños dorados, pero a salvo el honor.

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