Combate de Calimete
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Combate de Calimete. El 29 de diciembre de 1895 la columna invasora del Ejército Libertador, bajo el mando de los mayores generales Máximo Gómez y Antonio Maceo sostuvo uno de los más importantes combates de la invasión en las cercanías de este poblado del sureste de Matanzas, contra una tropa española en composición de batallones.
Composición de las tropas
El ejercito español estaba formado por los regimientos de Navarra y María Cristina, un pelotón de infantería de marina y uno de caballería, que sumaban en total de 850 hombres. Las fuerzas cubanas ascendían a unos 4 000 efectivos; pero de estos solo la tercera parte estaba armada.
Preparativos
Las tropas insurrectas habían acampado el día 28, a las 22:00 horas, en un ingenio demolido llamada Triunfana, situado a unos dos km al noreste de Calimete. Durante la madrugada, los principales jefes cubanos, incluido el Mayor General Serafín Sánchez, estuvieron conferenciando e impartiendo instrucciones a los jefes subordinados, y Maceo personalmente comprobó la disposición de las fuerzas y su preparación para el inminente combate.
Se situó una avanzada a unos 400 metros del poblado, en el camino de Calimete a Triunfana. La tropa española llegó en tren, procedente de Real Campiña, entre las 04:30 y las 05:00 horas, y formó en orden de marcha con el frente hacia el campamento cubano. Su jefe era el Teniente Coronel Emilio Perera, quien desconocía la presencia de los libertadores y debía avanzar hacia el este porque su misión era ir a Sabana Vieja situada en esa dirección.
Desarrollo del Combate
En el campamento mambí se tocó diana y de inmediato los hombres se prepararon para la acción. La columna española inició la marcha a las 06:30 horas, cuando todavía una espesa neblina cubría todo el terreno. Su vanguardia, en la cual marchaba el Teniente Coronel Perera, la formaba una compañía bajo el mando del Capitán Cabello y su extrema guardia la componía el pelotón de caballería que recibió los primeros disparos de la avanzada cubana, la cual inmediatamente se replegó sobre la infantería.
El enemigo continuó avanzando por espacio de unos 1 200 metros hasta ser contenido por el fuego generado de la infantería insurrecta, el que respondió al tiempo que se replegaba, entablándose la acción en el camino y los cañaverales circundantes.
Gómez y Maceo presenciaban la ejecución de un reo condenado a muerte por atentar contra la honra de una mujer. Hasta allí comenzaron a llegar los proyectiles españoles.
El pelotón de caballería enemigo se replegó para dejar la acción de la infantería. En esos momentos cayó el caballo del jefe español, quien recibió un fuerte golpe y tuvo que entregar el mando al Capitán Cabello.
La vanguardia cubana, que ya había iniciado el avance cuando comenzó el combate, se detuvo en espera de las órdenes. El objetivo de Gómez y Maceo era proseguir la marcha hacia el Occidente a la mayor brevedad posible; esa razón, aunque las instalaciones del ingenio ofrecían una excelente posición defensiva, no trataban de sostener allí el combate y, por otra parte, se corría el gran peligro de que acudieran otras columnas españolas que podían dar al traste con la invasión.
El flanco izquierdo de los hispanos trató de forzar el flanco derecho de los cubanos, para obligarlos a echarse sobre la derecha y forzar el desenlace. La infantería insurrecta se parapetó en los muros del ingenio y con un fuego eficaz contuvo el ataque.
El mando cubano ordenó la carga contra el flanco derecho enemigo para aliviar la presión que este ejercía, pero hubo necesidad de dar varias cargas porque la infantería española se mantenía firme en sus posiciones.
Estas acometidas de la caballería cubana fueron dirigidas personalmente por el Mayor General Serafín Sánchez, quien finalmente logró su objetivo. Después, aunque la tropa enemiga mantuvo su posición, su capacidad ofensiva estaba disminuida y su mando ordenó el repliegue sobre Calimete, apoyándose en la reserva.
Resultados
El objetivo de los jefes cubanos no era empeñar acciones decisivas y, por lo tanto, no se trató de impedir la retirada enemiga.
La acción había durado poco más de una hora en la que ambos contendientes se batieron con valor y firmeza. Como señala Reyna Cossío, no se puede afirmar que haya sido una derrota de las armas españolas; pero sí un descalabro ya que el combate no impidió el avance insurrecto hacia Occidente, que a partir de ese momento se hizo menos complejo y más libre de obstáculos.
Las bajas del adversario ascendió a 22 muertos y 75 heridos; las de los cubanos, 16 muertos y 69 heridos. La columna invasora se organizó en orden de marcha todavía bajo el fuego de la reserva española, llevando un convoy de 36 heridos, algunos muy graves, en improvisadas camillas y después de una larga jornada, en la cual fue hostilizada en dos ocasiones, llegó a las 21:00 horas de ese día a un sitio llamado Mostacilla, a unos 12 km al noroeste de Colón.
Fuentes
- Diccionario Enciclopédico de Historia de Cuba, Primera Parte, Tomo II, Acciones combatidas.