Egipto y la Biblia

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La relación existente entre el antiguo Egipto y la Biblia aparece desde un principio en los textos sagrados. Desde Abraham, el pueblo hebreo no dejó de hacer alusiones a Egipto y mantuvo un estrecho contacto con el mismo. ... sobre aquellos temas arqueológicos que estén relacionados con las Sagradas Escrituras y Egipto.
Idioma:Hebreo, Arameo y Griego

Egipto y la Biblia,la relación existente entre el antiguo Egipto y la Biblia aparece desde un principio en los textos sagrados. Desde Abraham, el pueblo hebreo no dejó de hacer alusiones a Egipto y mantuvo un estrecho contacto con el mismo.

Egipto en la historia bíblica

La Biblia se escribió durante un período de mil seiscientos años. En sus páginas quedaron registrados sucesos históricos y profecías que guardan relación con siete potencias mundiales: Egipto, Asiria, Babilonia, Medopersia, Grecia, Roma y la formada por Gran Bretaña y Estados Unidos.

Egipto, famoso por sus pirámides y por el Río Nilo, fue la primera potencia mundial de la historia bíblica, a cuyo amparo se formó la nación de Israel. El escritor de los primeros cinco libros de la Biblia, Moisés, nació y se educó en Egipto.

Títulos y terminología

La exactitud histórica a menudo se manifiesta en los detalles: cosas como las costumbres, el protocolo, y los nombres y títulos de las autoridades.

En su obra New Light on Hebrew Origins Descubrimientos recientes sobre los orígenes del hebreo, J. Garrow Duncan dice respecto al relato de Génesis sobre José, uno de los hijos del patriarca Jacob, y al libro bíblico de Éxodo: “[Su escritor] estaba totalmente familiarizado con el idioma, las costumbres, las creencias, la vida en la corte, el protocolo y la burocracia de los egipcios”. Y añade: “Utiliza el título correcto, tal como se usaba durante el período al que se hace referencia.

[...] De hecho, nada prueba de forma más convincente el conocimiento detallado del mundo egipcio en el antiguo Testamento y la confiabilidad de los escritores que el uso de la palabra faraón en diferentes períodos”. Duncan afirma también: “Cuando [el escritor] lleva a sus personajes ante la presencia del faraón, les hace seguir el protocolo de la corte y utilizar el lenguaje adecuado”.

Egipto en las Escrituras

Egipto, ahora conocido oficialmente como República Árabe de Egipto, llegó a ser la mayor potencia política y militar de su época en varias ocasiones. Los muchos y grandiosos monumentos que ahí se conservan dan cuenta de su antiguo poder y gloria. La Biblia, por su parte, relata algunos episodios de la historia de Egipto en el Éxodo, que nos muestran cómo Dios liberó milagrosamente a su pueblo de la que entonces era la nación más poderosa de la tierra.

Pero la historia de Egipto en la Biblia comienza desde mucho antes, con la historia de Noé. Cuando las aguas del diluvio finalmente cedieron, los tres hijos del patriarca (Sem, Cam y Jafet) comenzaron a repoblar la tierra. Cam tuvo cuatro hijos y el segundo de ellos fue Mizraim (Génesis 10:6), quien eventualmente se convirtió en padre y fundador del reino post-diluviano de Egipto. De hecho, en el Antiguo Testamento, “Egipto” es la traducción de la palabra hebrea Mizraim. Este reino también se conocía como “Tierra de Cam” pues, según la tradición, Cam siguió a sus hijos a Egipto. La palabra “Egipto” proviene del antiguo nombre griego Aigyptos.

En realidad, la historia de Génesis y Éxodo es la historia de Egipto. Cualquiera que esté familiarizado con la Biblia debe conocerla muy bien. Por otro lado, muchas personas ignoran que Dios no terminó la historia de su actuar con los egipcios hace tres milenios atrás. La Biblia aun tiene profecías importantes de lo que sucederá con Egipto y lo que Egipto hará en los tiempos previos a la segunda venida de Cristo.

Egipto, una pequeña nación

Poco antes de la destrucción de Israel y Judá (700-600 a.C.), la división sur del reino de Judá buscó refugio en Egipto al sentirse amenazado por el poderoso Imperio asirio. Es por esto que Dios inspiró a los profetas Isaías y Ezequiel para advertir al pueblo que no pusiera su confianza en Egipto, sino en su Señor, quien había librado a sus padres de ese pueblo en el pasado.

No mucho después, Egipto fue conquistado por los asirios (Isaías 20:3-4) y luego por los babilonios. Dios estaba cumpliendo lo que dijo a través del profeta Ezequiel: “esparciré a Egipto entre las naciones, y lo dispersaré por las tierras” (Ezequiel 29:12). Así, el reino de Egipto permaneció deshabitado y disperso durante 40 años. Pero, después de todo ese tiempo en que estuvo bajo el poder de Babilonia, Dios cumplió otra de sus promesas: “volveré a traer los cautivos de Egipto, y los llevaré... a la tierra de su origen Egipto” (Ezequiel 29:13-14). Aun así, muchos egipcios permanecieron en la dispersión Ezequiel 30:23, 26.

Luego de este período de castigo, Egipto se convertiría en “un reino despreciable. En comparación con los otros reinos será humilde; nunca más se alzará sobre las naciones; porque yo los disminuiré, para que no vuelvan a tener dominio sobre las naciones” (Ezequiel 29:14-15). Esta ha sido la situación de Egipto desde el siglo VI a.C. hasta el siglo XX, ocupado por fuerzas extranjeras durante la mayor parte de su historia.

Fabricación de ladrillos

Durante el tiempo que pasaron esclavizados en Egipto, los israelitas tuvieron que hacer ladrillos de barro que mezclaban con paja para darles consistencia (Éxodo 1:14; 5:6-18). * Hace años, el libro Ancient Egyptian Materials and Industries (Materiales e industrias del antiguo Egipto) explicó: “En pocos sitios se han fabricado más [ladrillos] que en Egipto, donde los ladrillos secados al sol siguen siendo, como siempre lo han sido, el material de construcción característico del país”. El libro también menciona “la costumbre egipcia de utilizar paja para hacer los ladrillos”, lo que confirma ese detalle adicional mencionado en la Biblia.

Afeitado

Los hebreos de la antigüedad llevaban barba. Ahora bien, la Biblia dice que José se afeitó antes de comparecer ante el faraón (Génesis 41:14). ¿Por qué lo hizo? Para seguir la costumbre y el protocolo de los egipcios, para quienes el vello facial era algo sucio. “Los egipcios se enorgullecían de estar bien afeitados”, explica el libro Everyday Life in Ancient Egypt La vida cotidiana en el antiguo Egipto. De hecho, en las tumbas se han encontrado estuches de belleza con navajas, pinzas y espejos. Obviamente, Moisés fue un cronista minucioso. Lo mismo puede decirse de otros escritores bíblicos que documentaron hechos relacionados con el antiguo Egipto.

El comercio

Jeremías, escritor de los dos libros de los Reyes, incluyó detalles específicos sobre el comercio de caballos y carros de guerra que mantuvo el Rey Salomón con los egipcios y los hititas. La Biblia explica que un carro de guerra costaba “seiscientas piezas de plata, y un caballo [...] ciento cincuenta”, es decir, la cuarta parte del precio de un carro (1 Reyes 10:29). Según el libro Archaeology and the Religion of Israel, tanto los escritos del historiador griego Herodoto como los hallazgos arqueológicos confirman que hubo un intenso comercio de caballos y carros de guerra durante el reinado de Salomón. De hecho, el libro señala que “se estableció una tasa estándar de intercambio de cuatro [...] caballos por un carro egipcio”, proporción que confirma la mencionada en la Biblia.

Guerras

Jeremías y Esdras revelan que el faraón Sisaq invadió Judá, diciendo específicamente que lo hizo “en el año quinto del rey de Judá, Rehoboam”, es decir, el 993 antes de nuestra era (1 Reyes 14:25-28; 2 Crónicas 12:1-12). Durante mucho tiempo, solo hubo constancia de aquella invasión en las páginas de la Biblia. Pero luego se descubrió un relieve en la pared de un templo egipcio en Karnak (la antigua Tebas).

Egipto, el país mítico de la Biblia

Egipto aparece de forma reiterada en la Biblia, incluso en el Nuevo Testamento, aunque el relato mítico no siempre coincide con las evidencias históricas. Para los judíos, el país de los faraones resultaba una atracción irresistible.

En las relaciones entre judíos y egipcios habría que señalar dos etapas bien distintas, una desde el inicio de la narración religiosa hasta aproximadamente el siglo VIII antes de Cristo, y otra desde ese punto hasta el siglo I. En la primera parte, la Biblia nunca fija temporalmente las acciones y cuando da una pista sobre un hecho no coincide con lo que dice la Historia. En la segunda, en cambio, hay nombres concretos de reyes, no sólo egipcios, como el faraón Sheshonq, sino también babilonios, como Nabucodonosor.

De todo ello se puede conjeturar que la segunda parte era una historia fresca, escrita muy cerca de cuando había ocurrido, en tanto que la primera se corresponde con relatos muy lejanos en el tiempo, de transmisión oral, y cuya veracidad es más que dudosa.

La historia de José, abandonado por sus hermanos y que después se convertiría en visir de Egipto, y la de Moisés y el Éxodo son dos momentos cumbres de la relación de amor y odio entre los dos pueblos vecinos en un contexto histórico donde los reyes del Nilo extendían su dominio sobre las naciones vecinas. Aunque habitualmente se considera a Ramsés II el faraón de la Biblia, en el Antiguo Testamento nunca de le denomina por su nombre aunque se dice que los hebreos trabajaban como esclavos en la construcción de las ciudades de Piton y Ramses, que en efecto existieron y la arqueología ha situado con precisión.

En cambio no hay el menor vestigio de la salida masiva de los judíos y mucho menos en el número que se apunta, más de un millón de personas rumbo al Sinaí y Palestina. Sí hay registro de un éxodo masivo de semitas desde Egipto pero ocurrió al menos 300 años antes, cuando fueron expulsados los reyes hicsos, que señoreaban el Delta del Nilo. Hay constancia de que se vieron obligados a abandonar el país con todas sus pertenencias y que se trataba de varios miles de personas, que los egipcios “escoltaron” hasta más allá del Sinaí.

Mucho más tardía es la historia de la toma de Jerusalén por el faraón Sheshonq, así llamado, que existió y fue uno de los más notables de la Dinastía libia en el denominado período tardío. Sheshonq entró en la capital de Israel y se llevó todo lo que se encontró, además de atacar el templo. Fue en ese momento cuando desapareció del relato bíblico el Arca de la Alianza, que quizá habría trasladado el rey a Egipto o tal vez ni siquiera ya existía o acaso fue escondida y trasladada a un lugar seguro. En la película “En busca del Arca perdida” se especula con que habría estado oculta en una tumba bajo tierra en la ciudad perdida de Tanis, en el Delta del Nilo. La realidad: en 1939 se descubrió dicha ciudad, capital de los faraones durante un tiempo, donde estaba en efecto las sepulturas de Sheshonq y las de otros soberanos, escondidas bajo las arenas del desierto. Pero del Arca nada se supo.

Ya en el Nuevo Testamento destaca la huida de la Sagrada Familia, que una vez más, como tantos otros judíos antes, tomó camino a Egipto, donde vivirían unos años, según la tradición. Hoy en día es posible visitar en El Cairo la iglesia donde habría estado la casa, mantenida por los cristianos coptos como un lugar único. No hay tampoco constancia histórica de dicha presencia, de la que Jesús nunca habló en su predicación, pero no hay duda de la absoluta fascinación de los hebreos por el mundo faraónico, incluso en esos momentos, cuando tanto Palestina como Egipto eran provincias romanas…

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