El siglo XVIII cubano, las primeras luces (1697-1762)

El siglo XVIII cubano, las primeras luces
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Fecha:1697-1762
Descripción:
Período de grandes cambios en todos los órdenes, muy ligados estos a los acontecimientos políticos y sociales que ocurrían en Europa y que coyunturalmente influyen en la Isla.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba


El siglo XVIII constituye para Cuba un período de grandes cambios en todos los órdenes, muy ligados estos a los acontecimientos políticos y sociales que ocurrían en Europa y que coyunturalmente influyen en la Isla.

Carente de riquezas mineras Cuba, al igual que el resto de Las Antillas, basan su desarrollo en los cultivos tropicales que poco a poco van ganando espacio en el mercado europeo. En el Caribe no español, se desarrolla una economía de plantación que tiene como base la mano de obra de miles de esclavos de origen africano, que cultivan y elaboran productos de alta demanda como el azúcar, el algodón, el añil, las especies y el tabaco. La población africana se hace mayoritaria en estas islas plantaciones y crean colonias muy productivas, pero socialmente muy explosiva, por la sobre explotación de estas personas.

Colonias inglesas y francesas

La intensificación y mejora de los cultivos, con el uso ilimitado de la mano de obra esclava, lleva a las colonias inglesas y francesas, sobre todo a Saint Dominique (Haití), a adquirir pese a su tamaño una enorme importancia económica en el mercado europeo en expansión. También estas colonias no europeas son la base del contrabando entre ellas y las posesiones españolas, entre ellas Cuba.

En 1700 se produce la llegada al trono de España de la dinastía de los Borbones, reinantes en Francia en aquellos momentos. Tras la muerte de Carlos II de España, rey de la casa de Hasburgo, sin dejar herederos, este hace testamento a favor del Duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, para que se ciñera la corona española, hecho consumado al proclamarse este rey de España como Felipe V. Tal hecho no fue aceptado por las grandes potencias europeas, Austria, Inglaterra y Holanda, que vieron en este acontecimiento un reforzamiento del poderío de Francia, porque Luis XIV proclamó el derecho que seguía teniendo su nieto al trono galo, con lo que una fusión de ambas naciones daría lugar a una superpotencia con inmensos recursos económicos, militares y una influencia política que las naciones rivales no estaban dispuestas a admitir.

Tal hecho fue el detonante para que se iniciara una guerra entre Francia y España por un lado y Austria, Holanda e Inglaterra por el otro, conflicto que se conoce como Guerra de Sucesión (1701-1714), que repercute en las colonias americanas y sus mares adyacentes que puede decirse fueron el escenario principal de esta conflagración. Se reanima el corso y la piratería, el ataque de las colonias y la destrucción sistemática de las riquezas fomentadas en esta parte del mundo.

La guerra le permite a Cuba el contacto legal con navíos no españoles, los barcos franceses autorizados a tocar puertos cubanos, principalmente La Habana con el consiguiente beneficio no solo económico, sino social, al entrar los colonos en contacto con una sociedad de más desarrollo y refinamiento.

Con la firma de la paz de Utrecht la guerra terminó, España se vio forzada por el mismo a hacer concesiones "humillantes" para ella, pero beneficiosas para los colonos en América, al conceder a Inglaterra el "asiento de negros", es decir el derecho a abastecer de esclavos a las colonias españolas, y el envío de un buque de 500 toneladas cargado de mercadería inglesa, "navío de permiso" para que comerciara con dichos asentamientos hispánicos. Ambas medidas fueron fachada legal para el contrabando en las colonias americanas, entre ellas Cuba.

Las mercancías de los barcos ingleses que traían los efectos para los esclavos y las quinientas toneladas del navío de permiso, eran desembarcadas de forma clandestinas en lugares cercanos a los puertos autorizados y desde allí se contrabandeaba con los criollos, con grandes beneficios para los ingleses y los naturales, en muchas ocasiones con la complicidad de las autoridades.

En 1739 se reinicia la guerra entre España e Inglaterra que habría de durar hasta 1748.[73] La poderosa escuadra del almirante Edwar Vernón, asaltó Portobelo(Panamá) destruyéndola, y Cartagena de Indias, sin poder ocuparla y posteriormente emprende el asedio a la isla de Cuba, intentando resarcir su derrota con un golpe de mano que tuviera un efecto político en Inglaterra.

Bojea la isla, amenaza La Habana, Matanzas y vigilado de cerca por los pobladores del país y las autoridades españolas, se presenta en la despoblada bahía de Guantánamo a principios de julio de 1741, desembarcando un fuerte contingente de hombres con el objetivo de asaltar la ciudad de Santiago de Cuba por tierra.

Sus fuerzas intentan un avance rápido por la boscosa serranía guantanamera hostigados todo el tiempo por las milicias de Tiguabos, hombres de la tierra, conocedores del terreno, que no le dan tregua a los "casacas rojas" hasta que frenado su avance son obligados a retroceder hacia la inhóspita bahía donde permanecerán atrincherados por varios meses en un improvisado poblado que llamaron Cumberland, donde eran hostigados por igual tanto por los españoles y sus voluntarios, como por los elementos naturales, que dejaron reducida casi a nada aquel orgulloso cuerpo expedicionario, que a bombo y platillo habían despedido allá en Inglaterra, apenas unos meses atrás. A finales de noviembre de 1741 Vernon aprovecha la noche para evacuar las pocas tropas que conserva, en el abandonado poblado; cientos de tumba y todo el aprovisionamiento dan fe de la derrota.

Las colonias hispanas en el Caribe resistieron el embate inglés y al cabo de nueve años los británicos firmaron el Tratado de Aquisgrán(1748), con el cual España restablece su monopolio comercial al renunciar Inglaterra al Asiento de negro y el Navío de Permiso.

Guerra de los Siete años

En 1754 estalla la "Guerra de los Siete años" que enfrentó a Francia e Inglaterra por los dominios coloniales y comerciales que tenían en diversas partes del mundo. En esta confrontación los franceses fueron desalojados del Canadá y algunas posesiones del Caribe. En 1760 ya casi derrotada Francia, el recién coronado rey de España, Carlos III, renovó el Pacto de Familia con los Borbones franceses y declara la guerra a Inglaterra.

La participación de España en esta guerra fue desastrosa, poco apoyo podía dar a Francia, vencida en toda la línea por los ingleses y en cambio perdió una precaria paz que le permitía ir recuperando su poderío naval y militar muy diezmado, fundamentalmente en América. Las escuadras británicas demostraron su poderío y capacidad militar al ocupar La Habana y Manila en 1762.

La toma de La Habana por los ingleses (1762) fue un duro golpe a la monarquía española que conocía la importancia de la plaza, tanto desde el punto de vista militar, como político y económico. Tal fue la valoración de La Habana, que el Rey negoció la devolución a cambio de la extensa, aunque pobre, colonia de La Florida.

Los ministros del gobierno español bajo la égida de Felipe II se dieron cuenta de que Cuba podía ser algo más que la "Llave del Nuevo Mundo" y que sus riquezas naturales provenientes de los productos como la ganadería y el tabaco, en estos primeros tiempos, y luego el azúcar, en la medida que avance el siglo, podían dar buenos dividendos a la Corona.

Por esta razón crearon medidas centralizadoras en cuanto al gobierno colonial y la mejor explotación de la isla. Bajo el gobierno de Felipe II se produjo la supresión de los derechos de los Cabildos municipales, que actuaban como gobiernos autónomos, principalmente en el interior de Cuba, atribuyéndose funciones que solo eran de la competencia del Rey, como el caso de la repartición de tierras, base de la sociedad colonial. Al suspender este derecho la monarquía lesiona los intereses de la oligarquía terrateniente que databa de los tiempos de la conquista y que formaba la base de la clase oligárquica criolla.

Tabaco

La producción de tabaco era a principios del siglo XVII el principal renglón económico de la Isla. La alta demanda de este producto en el mercado europeo hizo pensar a los ministros del rey de España en las enormes ganancias que podía obtener si compraban gran cantidad de tabaco. En consecuencia el gobernador de Cuba Laureano de Torres recibió en 1708 la orden de comprar anualmente 3 millones de libras de tabaco[74]lo que reportó una ganancia tal para las arcas reales que al llegar su sustituto, Vicente Raja traía la encomienda de aplicar el "Estanco del Tabaco"(1717) a favor de una fábrica de tabacos establecida en Sevilla.

La producción tabacalera en la isla estaba en manos de campesinos de origen canario, dueños o arrendatarios de medianas y pequeñas parcelas de tierra, concentradas en las orillas de los ríos en la parte occidental y central del país mayoritariamente. La sede de la factoría radicaba en La Habana, con sucursales en Trinidad, Santiago y Bayamo.

El estanco establece el monopolio estatal sobre la producción, la comercialización, la imposición de precios, cuotas y la prohibición de comercializar por otra vía el sobrante de tabaco no comprado por la factoría.

Esto provoca el disgusto de los cosecheros que se sublevaron ese propio año 1717 y obligaron al gobernador Vicente Raja a abandonar el puesto y embarcarse para España. La respuesta del gobierno español fue el envío de un nuevo gobernador, Gregorio Guazo Calderón, con instrucciones de imponer el estanco a como diera lugar, para lo cual vino acompañado de un fuerte contingente de tropas. El nuevo gobernador trató de conciliar los intereses, pero sin suprimir el Estanco, promete que se le pagaría la cosecha al contado y que podrían "exportar" todo el tabaco que no comprara la factoría real.

Sin embargo la permanencia del Estanco provoca una nueva sublevación en 1723, cuando los vegueros trataron de adoptar medidas para evitar la caída de los precios, fijando volúmenes de cosecha y precio. Para poder mantener el boicot los cosecheros tomaron medidas contra los que rompieran este trato, destruyéndole la producción y la cosecha a todo el que vendió a menor precio a la factoría.

El gobernador reprimió con dureza la rebeldía de los vegueros que se levantaron en armas y tuvieron un enfrentamiento con el ejército en las afueras de Santiago de las Vegas. El saldo fue de varios heridos y la captura de doce complotados que fueron colgados en el camino de Jesús del Monte.

En 1727 la monarquía establece la Intendencia Real de Tabaco para continuar con el Estanco del producto, función que pasó luego a la Compañía de Comercio de La Habana y finalmente a la Real Factoría de Tabaco (1761) que monopolizó la producción.

La producción tabacalera en Cuba se vio muy afectada por el monopolio real, que acabó con la industria de elaboración de tabaco en el país y creo un sedimento de rechazo a este tipo de medidas arbitrarias, que solo beneficiaron al Rey y los fabricantes españoles.

Con el siglo XVIII la producción azucarera irá estabilizando un lugar preponderante en la economía de la colonia, dadas las condiciones naturales que tiene el país. Se produce azúcar en pequeños y medianos ingenios con dotaciones de esclavos de algunas decenas de esclavos, para poder crecer necesitaban mano de obra esclava que era muy escasa en este período y alcanzaba un alto precio, unos 300 pesos como promedio y entre 450 y 500 pesos, si conocía el oficio.[75]

A principio del siglo XVII la producción azucarera de Cuba disminuye a causa de las dificultades para la exportación. En 1724 la producción azucarera alcanza las 50 mil arrobas (2 300 toneladas) y se vendía a un precio que oscilaba entre los 24 y los 28 reales, pero en 1728 hay una nueva recaída de la producción que provoca el cierre de algunos ingenios.[76]

Alentados por las altas ganancias obtenidas por el Estanco del tabaco, un grupo de comerciantes habaneros y gaditanos, propusieron al Rey un nuevo negocio monopolista: la Real Compañía de Comercio de La Habana (1739), encargada de abastecer a la Isla de todos los productos que necesitara, imponiendo precios monopólicos y la exportación de los producto de la Isla, excepto el tabaco. En los primeros doce años de su existencia esta compañía obtuvo ganancias de 650 mil pesos, un 72 % del capital inicial que fue de 900 mil pesos.[77]

La Real Compañía de Comercio de La Habana podía importar esclavos, hecho que fue de mucha ayuda para la reactivación de la insipiente industria azucarera de la isla, que movilizó capital, aumentó el número de ingenios, revalorizó las tierras y produjo una gran expansión del cultivo de la caña de azúcar en este país.[78]

A mediados del siglo XVIII apenas había cuatro grandes ingenios en la isla, todos en el occidente y cercanos a la capital, tenían más de cien esclavos y una producción superior a las 10 mil arrobas de azúcar. Hacia 1760 había en los alrededores de La Habana unos 90 ingenios con una producción total de 340 mil arrobas de azúcar(15 640 ton.), el 75 % de la producción de la Isla.[79]

La Real Compañía de Comercio de La Habana incentivó también la producción azucarera, al convertirse en la exportadora de la mayor parte de esta a España. Ya para 1755 el azúcar representa el 61 % de las exportaciones de la isla y continuó creciendo. [80]

También es importante para la economía de la isla, la autorización del corso, que les permitió beneficiarse de las riquezas arrebatadas a los asentamientos coloniales ingleses en el Caribe, principalmente Jamaica y a los barcos de esa bandera; incrementar el comercio de contrabando, de fuerte tradición en la isla y convertir a La Habana en una activa base corsaria. Estas actividades gozaron del beneplácito de las autoridades coloniales, aún en tiempo de paz. Como ejemplo de las abundantes ganancias de los corsarios antillanos baste decir que en 1742 los corsarios cubanos consiguieron botín por valor de dos millones de pesos.[81]

Otro renglón importante en la isla y en particular La Habana fue la construcción naval, que desde inicios del siglo XVIII se vio involucrada en una reanimación y modernización que dotó a La Habana de los mejores astilleros de América y del reino.

En 1713 se aprobaron los primeros proyectos para el restablecimiento naval de España y para ello el primer paso fue rehabilitar los astilleros habaneros. Por eso vino a Cuba Manuel López Pintado con el encargo de construir diez barcos de 900 toneladas y dos pataches[82]venía con 30 carpinteros de ribera y 20 calafates, en su mayoría andaluces.[83]

El mayor auge de los astilleros habaneros comenzó en 1724 con el prestigioso trabajo del criollo Juan de Acosta quien entregó dos barcos para el virreinato de Nueva España y por su calidad se le encargaron otros para la flota de la Mar Océano.

En 1728 llega Juan Pinto, nombrado director del nuevo astillero, con él se alcanza un gran auge y prestigio constructivo; en La Habana se fabrican los mejores y más rentables barcos del reino, se ponen en práctica grandes proyectos y los pedidos crecen dada la voluntad del Rey de restablecer el poderío de la Armada española.

En 1741 el gobierno español concede la administración de los astilleros a la Real Compañía de Comercio de La Habana con el compromiso de entregar tres o cuatro navíos por año, lo que no pudo cumplir teniendo que renunciar al contrato en 1748.

A mediados del Siglo XVIII —en 1759— la población total del país ascendía a 140 mil habitantes, de ellos 60 mil vivían en La Habana y poblados y fincas cercanas; y en el año 1774 era de 171 mil 620, de ellos 96 mil 440 blancos (56.4 por ciento) y 76 mil 180 negros y mestizos (43.6 por ciento). De éstos 31 mil 847 personas eran libres y 44 mil 333 esclavas. Se expandió el cultivo del tabaco y el comercio de rescate o contrabando frente al monopolio comercial oficial, durante una larga etapa.

La sociedad criolla se había consolidado, sentando las bases para el desarrollo productivo de sus renglones fundamentales. En las ciudades aparece un artesanado activo y numeroso de trabajadores calificados y una oligarquía que tiene sus bases económicas en el comercio y la tenencia de grandes extensiones de tierra. Los criollos habían logrado resistir con éxito las medidas restrictivas del poder colonial y evitar que la isla fuese dominada por potencias que impondrían otra cultura. Aprendieron a defender su patria.[84]

El pensamiento escolástico y la Iglesia en Cuba a principios del siglo XVIII

Desde el mismo inicio de la conquista y el fomento de la colonia en la Isla se va a producir paulatinamente un fenómeno de criollización de la Iglesia Católica, dadas las peculiares condiciones en que se desarrolla la sociedad criolla, sometida a los vaivenes de la política de la metrópoli española, en constante guerra y asediada por las otras potencias coloniales europeas, que le disputan la supremacía.

El desarrollo de la Iglesia en Cuba en esta época es muy difícil, en una colonia pobre donde poco se podía recaudar, quedó sujeta a la subversión real, con un clero escaso y de poca preparación, que dejó mucho que desear en los primeros tiempos de la conquista y la colonización, con sus honrosas excepciones, por su concupiscencia y contubernio con los que se enriquecía a toda costa.

Poco a poco la Iglesia en Cuba va creciendo incrementada por la población criolla de la cual se incorporan a los templos e iglesias los curas, y monjes que la harán crecer y la dignifican. Ya a finales del siglo XVII la Iglesia en Cuba rebasa la etapa de sobrevivencia e inicia un sostenido crecimiento que caracteriza al siglo XVIII.

Al producirse el Sínodo Diocesano de 1680 esta Iglesia tiene ya importantes e indisolubles vínculos con la oligarquía criolla, que forma parte raigal de ella por su mayoritario clero nativo, que afianza esta alianza predominante en el siglo XVIII. El Sínodo pone orden en la Iglesia de Cuba y deja sentada las bases para que su papel ideológico en la colonia quede reafirmado.

La llegada a la isla del obispo Diego Evelino de Compostela y Vélez(1687-1704), marca el inicio de la consolidación de esta Iglesia criolla que distinguirá este siglo. Sus diecisiete años de obispado marcan una intensa actividad de afianzamiento de la Iglesia en la sociedad colonial: Se extiende por toda la isla, funda templos, curatos, hospitales, pero también afianza los mecanismos para el cobro de las rentas eclesiásticas, entre ellas el diezmo; aplica las ordenanzas del Sínodo y estimula la fundación y crecimiento de las órdenes religiosas.[85]

Se conoce de los intentos del obispo Æ[Diego Avelino de Compostela]] por restarles poder económico y social a las órdenes establecidas en la Isla en beneficio de la jerarquía de la Iglesia Católica. El hizo gestiones para establecer un centro de estudios dirigido por los jesuitas, organización que está ligada al papado por voto de obediencia a fin de crear un contrapeso a las órdenes, de conocida influencia criolla.

Iglesia de la Isla

Tal fue el impacto reorganizador en la Iglesia de la Isla durante el mandato de Compostela, que renuncia a la subversión del estado español para los gastos y mantenimiento de la misma pasando a sufragar sus propias necesidades con holgura. Entre 1685 y 1688 las restas del diezmo eran de 121 000 reales, en cambio ya para 1693 estas mismas recaudaciones alcanzaban la cifra de 608 000 reales.[86]


Al término del siglo XVII había en Cuba 225 sacerdotes, 204 frailes y alrededor de 100 monjas en su mayoría criollos [87]16). En 1757 había en la Isla 57 parroquias, 25 ermitas y 22 conventos atendidos por 572 curas, 484 monjes y 154 monjas, con predominio de nacidos en el país.[88]

Este florecimiento de la Iglesia Católica en Cuba alcanza su momento más álgido durante el obispado de Pedro Agustín Morell de Santa Cruz (1753-1768), época en que "coincidieron en armonía una economía hacendataria y una Iglesia de tradición feudal"[89]

Desde el punto de vista ideológico, la Iglesia que llega a Cuba a principios del siglo XVI es la institución más conservadora y cerrada de Europa, convertida en aliada de los reyes de España, devenidos en poderosos señores a raíz de la conquista de la tierras americanas.

En razón de ello la alianza de la monarquía española y la Iglesia Católica fue la base de la Contrarreforma ideológica que predomina en buena parte de Europa en los siglos XVI, XVII y XVIII. Su ideología fue la escolástica como doctrina que contrapone la fe a la razón. Basada en las teorías de Tomás de Aquino, que acepta la existencia de una doble verdad: las reveladas por Dios y las razonadas por el hombre, con prioridad para las verdades divinas en casos de contraposición.

La Escolástica devino en base ideológica de la Monarquía y los grupos de poder en España, legitimando el orden feudal y el origen divino de sus privilegios, base de la unidad del imperio español en América, en alianza con la Iglesia. Estas coordenadas ideológicas y culturales dominaron el siglo XVIII en la Isla acentuadas por la condición colonial de la Isla.[90]

Generaciones de criollos, muchos de ellos destacados intelectuales, se educaron "bajo estas coordenadas teórica". El criollo fue también el "sujeto principal" en el sostenimiento de estas doctrinas dado a que predominaban en las instituciones religiosas de la isla.[91]

A pesar de ser la Escolástica un sistema filosófico ya en decadencia a principios del siglo XVIII, en Cuba, para la clase dominante de los criollos fue el sostén y estímulo de su desarrollo social y cultural, que sin las instituciones eclesiásticas no se hubiera podido desarrollar, "el nacido en la Isla necesitó de ella, como de la Iglesia y del propio poder colonial, para legitimar su orden social"[92].


Bibliografía

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Fuentes