Familia y discapacidad

Familia y discapacidad
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Concepto:La inserción social del discapacitado dependerá en gran medida de la actitud que asuma su familia

Familia y discapacidad. Las discapacidades se reconocen desde el surgimiento mismo de los seres vivos. Hasta en el Olimpo, los dioses creados a imagen y semejanza de los hombres, también asumieron la existencia de minusvalías, recordemos al dios Hefestos, «cojo de ambos pies».

Cada etapa del devenir de la humanidad la han enfrentado de manera distinta: desde la crueldad de la selección natural en la antigua Esparta, hasta el desarrollo de innumerables modalidades terapéuticas, que han tenido lugar con el auge científico y tecnológico de finales del siglo XIX hasta la actualidad.

Familia y discapacidad

Lo que sí resulta recurrente en todos los tiempos es el impacto que, para las familias, tiene el diagnóstico de la llegada de un o una integrante con alguna discapacidad. De manera general, la primera reacción es la negación.

Esto implica el inicio de un desgarrador recorrido en busca de especialistas con el propósito de que alguno desmienta lo prescrito. Una vez agotadas todas las posibilidades, comienza entonces el período de aceptación, en el cual la mezcla de sentimientos lleva a hacerse preguntas tales como: ¿por qué a mí?, ¿quién es el culpable?, ¿qué va a pasar de ahora en adelante?

Angustias, desorientación, miedos, se combinan en ambos padres, solo las fortalezas con que cuenten harán posible el éxito o el fracaso en este desafío. De la actitud con que ambos asuman la preparación para esta nueva etapa del ciclo vital de la familia, dependerá el desarrollo de la capacidad para progresar y madurar.

Aceptación

La actitud más positiva es la de aceptación y toma de conciencia de la realidad. El acercamiento a lugares especializados en busca de información relacionada con la manera más acertada de tratar a estas personas, resulta un recurso de mucha utilidad.

También es conveniente preparar al resto de la familia, para hacer del marco hogareño un lugar acogedor, gratificante y motivador, donde todos estén en función de que la persona con necesidades especiales pueda desarrollar al máximo sus capacidades.

Aprender a emplear con creatividad todo lo que nos rodea en beneficio de habilidades para el niño o la niña con discapacidad, alejar conductas lastimosas o sobreprotectoras, adaptar el entorno, eliminando las barreras que puedan obstruir su desenvolvimiento, constituyen principios básicos a considerar.

Un error muy usual es el reforzamiento de los estereotipos de género ante estos conflictos, pues no solo la sociedad, el núcleo familiar, sino hasta en ocasiones algunos profesionales, aplican la teoría del sacrificio de las madres, delegando en ellas todas las responsabilidades que la atención impone, y las dejan atrapadas en la función de rehabilitadora, cuidadora, lo cual implica postergar todos sus proyectos de vida. Al mismo tiempo, el resto de la familia (padre, hermanos) tienen abierta la posibilidad de volcar sus energías al exterior y, con ello, escapar de la situación. Las tensiones, si no se comparten, pueden llevar a la ruptura de la pareja.

Sin embargo, nada funciona mejor si, cual estrecha red, todos intervienen en la atención a la persona con necesidades educativas especiales. Analicemos que la discapacidad no es una enfermedad, por lo tanto, todos los integrantes de la familia tendrán la misma posibilidad para desarrollar y disfrutar del resto de las capacidades, incluso buscar la ayuda y el apoyo en otros.

Esto es un proceso de acercamiento humano, donde aprenden las personas con necesidades educativas especiales y los adultos alrededor de él, así como evoluciona la sociedad en la que nos desenvolvemos. En esta interactividad empezamos a entender la diversidad que nos une, hacemos un espacio de intercambio para el respeto del otro y nos damos consejos de familia para entender nuestras relaciones en los extremos que extrapolamos a la esencia del crecimiento humano.

Inserción social

La inserción de estas familias al entorno comunitario se convierte, cada vez más, en una necesidad.

Existen las escuelas para padres, donde se tratan temas específicos de cada discapacidad, a partir de conferencias, dinámicas de grupo, debates de películas, testimonios de familias que han logrado vencer el reto, y otras técnicas.

También se desarrollan los proyectos de rehabilitación integral basada en la comunidad y la educación familiar en el terreno, los cuales estimulan la realización de actividades culturales, deportivas y recreativas.

Todos estos planes tienen propósitos bien definidos dirigidos a suministrar la orientación y el apoyo necesarios, la información científica actualizada, la ayuda sicológica, el intercambio de experiencias, la realización de actividades colectivas que los pone en contacto con otras que enfrentan situaciones similares y el desarrollo de sentimientos de solidaridad humana.

Una familia bien orientada, que brinda amor y apoyo, es un ámbito inestimable para ofrecer a la persona con discapacidad la atención integral que necesita.

Escuela para Padres

Las Escuelas para padres brindan apoyo y serenidad en un clima de confianza conformando grupos de auto-ayuda que fortalezcan los vínculos y representen un espacio de crecimiento familiar y de responsabilidad. Esto, de manera directa beneficia a sus hijos, pues los padres aprenden a darles apoyo efectivo a través del aprendizaje de herramientas que promuevan la autonomía e independencia de cada niño y joven con discapacidad.

La misma pretenderá la formación de los padres en temas (psicológicos, pedagógicos o de ambiente) que tienen que ver con la educación de sus hijos.

Fuentes

  • [1] Escuela para Padres: "Familias Caminando con Confianza". Consultado: 26 de junio de 2014