Francis Jammes
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Francis Jammes. Poeta y prosista francés perteneciente al movimiento simbolista. A los veinte años se trasladó a Orthez, en el Béarn, donde realizó buenos estudios; sin embargo, no pudo llegar a notario. En dicha localidad pasó la mayor parte de su vida de poeta elegíaco, dedicado a la botánica, la caza y la observación de la existencia rural.
Síntesis biográfica
Nació en Tournay, Altos Pirineos, Francia; el 2 de diciembre de 1868.
Trayectoria
Estudio en el liceo de Pau y después en Burdeos, donde demostró ser un alumno muy mediocre. En 1886 le impresionará profundamente el descubrimiento de la poesía de Charles Baudelaire. Tras su fracaso académico (había obtenido un cero en la asignatura de francés) y en plena crisis personal, empieza a escribir sus propios poemas y los envía a distintas revistas.
A los veintiséis años, un mes de abril, se sintió "invadido" por la poesía, y compuso Un jour, (Un día), obra publicada con el auxilio de A. Gide y comprendida luego en el volumen Del Angelus del alba al Angelus de la tarde (1898); en ella aparecían el descubrimiento de la vida humilde, el campo bearnés, el perfume de las Antillas, de donde el padre del autor llegara a Francia, la resignación y el amor a la criaturas.
Le deuil des primevères (1901) profundizó tales ternuras y las orientó hacia el catolicismo, del que Francis Jammes pareció alejarse temporalmente con la novela en verso Jean de Noarrieu (1901) para caer en las alternancias de beatitud e incertidumbre de las poesías reunidas en Clairières dans le ciel (1906).
Contrajo matrimonio y se convirtió a un catolicismo propenso a la fantasía y al olvido, confiado más bien en las imágenes de un mundo minúsculo y franciscano que en Dios, y tan inclinado a los arrebatos de devoción como a las transposiciones mitológicas.
Muerte
Falleció en Hasparren, Pirineos Atlánticos, el 1 de noviembre de 1938.
Obras
Estas últimas se manifiestan en las idílicas escenas de las Geórgicas cristianas (1912), en las que canta la paz alcanzada.
En Quatrains (1923-1925) aparece mezclada la invocación al dios de las flores y de los animales con el exotismo al estilo de Bernardin de Saint-Pierre, las amplificaciones bucólicas, la purificación de las sensaciones y las muchachas de nombres tan novelescos como los títulos de los dos cuentos Clara d'Ellébeuse (1899) y Almaïde d'Etremont (1901). En sus novelas (Le roman du lièvre, 1903 y Pomme d'Anis, 1904) el afectado candor queda redimido por los detalles precisos y unos sentimientos genuinos. Las Mémoires resultan interesantes por las observaciones agudas y los juicios firmes acerca de muchos contemporáneos; singularmente notable es la oposición del autor a Gide.