Glaciarismo

Glaciarismo
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Glaciarismo Conjunto de fenómenos relacionados con los glaciares.

Situación geográfica

(Geol.) Término con que se designa el conjunto de fenómenos relacionados con la actividad del hielo, característicos de las regiones más frías del globo, en donde la nieve acumulada año tras año no llega a fundir. Se corresponde así con el dominio de las nieves perpetuas, bien en zonas de alta latitud, bien en áreas montañosas de altitud acusada sea cual fuere la zona climática en que se hallen. En las primeras, los inlandsis o campos de hielo son la más clara representación glaciar, mientras que el glaciarismo de montaña tiene su expresión en fenómenos de extensión espacial más reducida, como son los Circos y valles glaciares.

Aun cuando existen evidencias de glaciarismo en diferentes épocas geológicas, es sin duda el glaciarismo cuaternario el que más interesa en cuanto que ha dejado su huella en el paisaje actual; pero aun dentro de éste hay que establecer una diferenciación entre el glaciarismo pleistoceno, denominado simplemente glaciarismo cuaternario, y el glaciarismo holoceno o actual. El primero se produjo como consecuencia directa de una serie de pulsaciones frías cuaternarias, que clásicamente se reducen a cuatro -Gunz, Mindel, Riss y Würm- para los Alpes y cordilleras próximas, si bien en los últimos años tiende a aceptarse una quinta glaciación, la Donan, que sería la más antigua. Durante estos períodos glaciares, muchas de las cumbres montañosas de la Península Ibérica quedaron incluidas dentro del ámbito glaciar; tal es el caso de las montañas galaico-leonesas, de la Cordillera Cantábrica, Pirineos, Cordillera Ibérica, Cordillera Central y Sierra Nevada, predominando en todas ellas los glaciares de tipo circo o valle.

Centrándonos en las montañas de Aragón, una buena parte de los Pirineos oscenses y alguna alta cima de la Cordillera Ibérica aragonesa rebasaron el nivel cuaternario de las nieves perpetuas, cuyo límite altitudinal se situaba a unos 2.000 m. o muy poco por debajo de esta cota en el Pirineo, y a unos 1.900 m. en el caso del Moncayo.

El Pirineo alojó el foco fundamental del glaciarismo aragonés, con un desarrollo importante de circos, que hoy alojan frecuentemente ibones, y de glaciares de valle fluyentes por muchos de los actuales valles pirenaicos (Echo, Canfranc, Tena, Broto, Pineta, Alto Ésera). De entre estos últimos merecen destacarse, por poseer los vestigios glaciares más interesantes, los altos valles de los ríos Aragón y Gállego, por donde descendieron lenguas de hielo hasta los 930 y 820 m. de altitud respectivamente, y con una longitud aproximada de 25-30 km. A la actividad de estas lenguas corresponden los arcos morrénicos de Castiello de Jaca y Senegüé, así como las Morrenas laterales localizadas próximas a dichas poblaciones.

Desde el punto de vista cronológico los depósitos morrénicos del Pirineo aragonés pertenecen a varias fases glaciares, si bien el máximo glaciar, representado por el sistema de morrenas de Castiello y Senegüé, es considerado como rissiense; correspondiendo a la glaciación würmiense las morrenas localizadas en altitud por encima de los 1.500 m., y en relación con aparatos glaciares con peor alimentación nival que los que dieron origen a las morrenas del Riss.

En la Cordillera Ibérica el único testimonio interesante de glaciarismo cuaternario está en el macizo del Moncayo. Se trata, sin embargo, de un glaciarismo simple que se traduce en la existencia, en la vertiente noreste del macizo, de tres circos glaciares bien desarrollados pero sin emisión de lengua. Los depósitos morrénicos se reducen a una serie de arcos, no siempre bien definidos, que descienden aproximadamente hasta los 1.700 m., y que cronológicamente parecen corresponder a una sola fase glaciar, la würmiense.

El glaciarismo actual en Aragón sólo se constata por encima de los 3.000 m. de altura, aun cuando rebasados los 2.500 m. y en condiciones favorables de orientación pueden aparecer neveros. Dadas las exigencias altitudinales, la Cordillera Ibérica queda excluida del fenómeno glaciar, encontrándose los únicos focos de glaciarismo activo en el Pirineo, concretamente en Monte Perdido y en el macizo de La Maladeta, ambos con circos que no llegan a prolongarse en lenguas y con morrenas actuales.

Fuentes