Ingenio La Damajagua (Carlos M. de Céspedes)


Para otros usos de este término, véase La Demajagua (desambiguación).
La Demajagua
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Ubicación Geográfica:Manzanillo, Granma, Bandera de Cuba Cuba

La Demajagua. Lugar histórico que marcó el comienzo de la Guerra del 68 y constituye uno de los hechos más relevantes y de mayor trascendencia en la historia de Cuba, el que dio inicio a una revolución que se prolongaría por casi cien años de lucha por la total independencia.


Adquisición del Ingenio

Carlos Manuel de Céspedes se inclinaba a los negocios agrícolas. En el año 1866 compró, a su hermano Francisco Javier, el ingenio La Demajagua, que este a su vez había adquirido en 1857. El ingenio tenia una situación magnifica. Se hallaba sobre un terreno elevado entre los ríos Gua y Buey, en el cuartón Punta Piedra, en el partido Yaribacoa, en el camino que iba de Manzanillo a Campechuela. Desde la altura de batey se divisaba el Golfo Guacanayabo. Su situación muy próxima a la costa, permitía el fácil embargo se azúcar por muelle propio. Era el Demajagua sin embargo de los más antiguos de Manzanillo pues en 1840 ya se conocía con ese nombre. El hermano de Céspedes lo adquirió mediante hipoteca, comprometiéndose a venderle a la casa comercial Venecia y Compañía, su iniciales dueños, todas sus zafras hasta 1862, a fin de mejorar el ingenio, compran una máquina de vapor, diez esclavos y otros menesteres. Carlos Manuel de céspedes compró el ingenio por la cantidad de 163 076 escudos, equivalentes a 81 000 pesos. El día 14 de marzo de 1866 se firmaba la escritura de compra-venta del ingenio con dieciocho caballerías de tierra, todas sus instalaciones y cincuenta y tres esclavos.

Evolución del Ingenio

Por las crónicas de aquella época, aparecidas en el periódico El Comercio que se editaba en Manzanillo, se sabe que La Demajagua mejoró mucho en los dos años y siete meses que estuvo en manos de Céspedes, y que el químico Alvaro Reynoso le ofrecía a Céspedes, visitarlo para estudiar el terreno que producía cañas tan optimas. El ingenio poseía una gran casa de tejas en las que se hallaba instalada una máquina de vapor de treinta caballos de fuerza, con dos buenos trenes, un alambique y todo lo necesario para fabricar azúcar y mieles. Céspedes era un hombre que marchaba con su época, y había comprometido, como otros pocos, que la mano de obra esclava no era productiva y que era necesario sustituirla por la maquinaria y el obrero asalariado, a los que utilizó en gran escala. Otra de las innovaciones que acometió Céspedes como industrial fue la de transformar al Demajagua en un central, o sea, molinar y procesar no solamente las cañas de su propiedad sino la de muchos vecinos que lo circundaban como colonos cañeros, destacándose así como hacendado progresista preocupado por el desarrollo de lo que sería con el tiempo la primera industria de nuestra Isla. Al levantarse Carlos Manuel de Céspedes en armas en su ingenio Demajagua, las autoridades coloniales lo incendiaron, como ocurrió con tantas otras propiedades de los alzados, y solo quedaron como muestra fehaciente de aquella instalación algunos hierros retorcidos, la rueda de la voladora y la catalina o rueda maestra transmisora de la fuerza, la cual un centenario jaguey se encargó, en ese mismo lugar, de aprisionar previsoramente. Y la campana de la Libertad. Por todos los años de la República medializada La Demajagua, llamado el Altar de la Patria, no era más que parte de un potrero en que pastaban reses.

Después del Triunfo de la Revolución

Al triunfo de la Revolución se ha construido un hermoso parque y museo donde se conservan con veneración estas reliquias. En el centenario de la gesta del 68, en ese mismo lugar, Fidel expresó: “En Cuba solo ha habido una revolución: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes”.

Fuente

  • Libro, Estampa del terruño; Wilfredo Naranjo Gauthier; Colección Anazca, Editorial ORTO 2006.