Comunidad de inmigrantes jamaicanos en Banes

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Comunidad de inmigrantes jamaicanos en Banes
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Actividad en el Jamaica Club
Fecha:1900-1958
Lugar:Banes
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba, Bandera de Jamaica Jamaica

Comunidad de inmigrantes jamaicanos en Banes. El Siglo XX inició en el continente americano con la aparición de un nuevo fenómeno, la expansión imperialista en todos los órdenes. En Cuba, el desarrollo de una economía capitalista, marcada por la presencia de los monopolios estadounidenses, abrió paso a un movimiento migratorio de gran envergadura a nivel regional, fundamentalmente hacia el Centro y Oriente del país, que presentaba una baja densidad poblacional, provocada por la recién finalizada guerra de independencia.

El imperio de la United Fruit Company, fue uno de los primeros en incluir dotaciones de trabajadores extranjeros en la planificación de su fuerza laboral. Sus reportes anuales, en Banes, muestran que entre 1900 y 1930 emplearon miles de obreros antillanos, aunque solo una parte de ellos se asentaron, en algunos casos con sus familias. Los que se radicaron de manera permanente provenían mayormente de Jamaica.

Comunidad de jamaicanos en Banes

Los inmigrantes jamaicanos que llegaron a Banes reprodujeron sus costumbres en el lugar en que se establecieron. Al mismo tiempo que construyeron la perspectiva simbólica de sus vidas fueron actores de un proceso de interacciones sociales, en medio del cual se apropiaron de los significados de la cultura existente y aportaron los propios a lo cubano como pautas culturales rectoras de este grupo.

El barrio Antillano, llamado New Town (pueblo nuevo) o La Güira, ubicado en las inmediaciones de la ciudad, separado del barrio Americano por el patio del sistema ferroviario de la plantación, lo componen las calles 1ra, 2da, 3era, 4ta y 5ta; solo en las calles 4ta y 5ta vivían algunas familias cubanas. Fue construido a principios del siglo XX para establecer allí la fuerza de trabajo anglocaribeña, mayormente jamaicana. Las viviendas edificadas en él están representadas en las definidas como tipología D, H y Cuartería, son de madera con techo de zinc, sobre pilotes.

El trabajo de los hombres en los centrales azucareros, las plantaciones, el ferrocarril y otros empleos lejos del hogar, impuso exigencias a la familia que quedaba en La Güira. Esa ausencia temporal del padre, obligaba a la mujer a desempeñar un rol más activo en la casa y ocupar el centro de la transmisión de normas de conducta y patrones culturales de los cuales eran portadoras, siendo las máximas responsables de la educación de los hijos.

En esa comunidad la familia se convirtió en un escenario de la vida social. En ella se reinterpretaron y asimilaron elementos de la cultura jamaicana, donde las mujeres se destacaron por la disciplina y organización doméstica y social, además fueron portadoras de normas de conducta, hábitos, costumbres, patrones morales e ideológicos y religiosos que legaron a sus descendientes. De modo que a través del proceso inicial de la crianza de los niños, las madres y abuelas fueron las principales transmisoras de códigos culturales.

Aunque en la comunidad de inmigrantes jamaicanos en Banes, perduró el sentimiento étnico, que no permitió la desintegración de sus patrones culturales, en ello influyó también la acción de la United Fruit Company, pues las compañías azucareras estadounidenses, llevaron a cabo una activa labor en la conformación de las comunidades en las que se asentaron, donde la vivienda fue un elemento clave en su organización funcional y contribuyó al "ordenamiento" social y étnico de acuerdo al proyecto y los intereses de las instancias hegemónicas, en el que prevalecía el más rígido segregacionismo social, racial y étnico.

Los jamaicanos tuvieron una situación social más favorable que el resto de los antillanos, pues llegaron a tener varias instituciones en la comunidad: dos iglesias, el Liberty Hall, como sede para sus actividades políticas; y una sociedad de instrucción y recreo, el Jamaica Club.

Iglesia Bautista

En 1917, bajo el auspicio de la Sociedad Misionera Bautista de Jamaica, fundaron una iglesia de esa denominación. El templo fue construido en la calle 1ra o calle Quemada de la comunidad La Güira. La misma se fue ajustando a las normas de las juntas misioneras estadounidenses y llegó a subordinarse a los intendentes de ese país. Particularmente se destaca el mantenimiento del culto en idioma inglés, como un mecanismo de resistencia. Esta iglesia se destacó por su obra educacional, poseía una escuela elemental que funcionaba diariamente, enseñaron en idioma inglés las materias oficiales y música; algunos miembros de la tercera generación cursaron sus primeros grados en ella.

Esta iglesia fue sede de una asociación de socorro mutuo, fundada entre 1920 y 1921, la Banes Unión Church Relief Association[1] (el asentamiento notarial en español fue Asociación del Alivio de Iglesia Unión de Banes o Asociación de Socorros de la Iglesia Unión de Banes). Tenía como objetivo proporcionar socorro a sus asociados.

Iglesia Monte Sinaí

La Iglesia Evangélica Pentecostal Monte Sinaí, fundada en 1945, tiene sus orígenes en una denominación protestante independiente que proviene de Filadelfia, Pennsylvania. Para el establecimiento de esta misión religiosa en Cuba, fue escogida la comunidad anglocaribeña de Banes, por ser una de las más numerosas del país, la de mayor cohesión entre sus miembros y contar con el apoyo de la United Fruit Company para la construcción del inmueble.

Iglesia Monte Sinaí

Esta institución es la única de su tipo en Cuba y nunca se subordinó a las juntas misioneras estadounidenses por su filiación Pentecostal; debido a que en ese país no existían estructuras organizadas capaz de absorberlas, y así se conserva hasta hoy. Para asistir a la iglesia vestían generalmente de colores negro y blanco, lo que ha ido variando por el propio desarrollo y dinámica de la sociedad.

Sus prácticas religiosas la realizaban a través de determinados rituales tanto en inglés como en español, con una frecuencia de 3 cultos religiosos a la semana: los miércoles y viernes por la noche y el domingo al mediodía. Los domingos por la tarde realizaban la escuela dominical, actividad que se efectuaba desde la fundación de la congregación, para la educación de los niños. Celebraban las conmemoraciones bíblicas, la Semana Santa y el Día de Acción de Gracias (el último jueves de noviembre), donde hacían un culto especial, al final del cual brindaban dulces típicos y, en ocasiones, también se formalizaban matrimonios. Los instrumentos musicales utilizados en la liturgia eran la pandereta y el acordeón. Al himnario le incorporaron contenidos adecuados al contexto cubano.

Sociedad Jamaica Club

El Jamaica Club, se convirtió en el corazón de su vida sociocultural. Esta institución contribuyó a identificar y a cohesionar la identidad grupal de los inmigrantes jamaicanos y sus descendientes. En ella desarrollaban sistemáticamente una amplia gama de actividades agrupadas en tres categorías, sin perder su relación mutua: festivas, conmemorativas y de entretenimiento; así como actividades deportivas y de corte instructivo y benéfico; las cuales funcionaban como respuestas identitarias en las que estaban presentes su música, danzas y costumbres culinarias.

Reglamento Jamaica Club

Tanto las iglesias como las asociaciones religiosas y la sociedad de instrucción y recreo fueron, ante todo, espacios fraternales voluntarios, donde prevalecieron las relaciones naturales y ante las estructuras sociales cotidianas, en este caso subordinados a la hegemonía de sectores blancos cubanos y estadounidenses. La iglesia, como institución, fue muy importante para estos inmigrantes, no solo por promover una determinada concepción del mundo, sino porque generó esperanzas, modelos de conducta, recursos de protección y, sobre todo, les sirvió para defender su identidad cultural.

La Asociación Universal para el Adelanto del Negro y la visita de Marcus Garvey a Banes

A inicios de la década de 1920, muchos inmigrantes jamaicanos y sus descendientes formaron parte de la Asociación Universal para el Adelanto del Negro (UNIA); los radicados en Banes también se integraron a ella y constituyeron la División Nº 52.

Con fines propagandísticos y de búsqueda de adhesión a dicha asociación, su líder Marcus Garvey estuvo en Cuba, entre el 28 de febrero y el 11 ó 12 de marzo de 1921. En su recorrido llegó a Morón, Camagüey, Nuevitas, Banes y finalmente a Santiago de Cuba. Garvey permaneció durante un día en Banes. Esa visita sirvió para que los asociados de Banes conocieran sobre los objetivos de la organización. A su encuentro asistieron inmigrantes de otras comunidades jamaicanas, fundamentalmente de Preston. Muchos descendientes recuerdan que "ese día el Jamaica Club fue engalanado y hubo una gran fiesta con comidas, dulces y bebidas, todo típico; y los padres comentaban que venía nuestro líder." [2]

Los miembros de esta organización, en Banes, pudieron contar con una sede para sus actividades, el Liberty Hall, ubicada en la calle 4ta. Allí realizaban tertulias, lectura de documentos, conmemoración de fechas históricas para los jamaicanos y algunas actividades en las que recaudaban fondos para la organización.

Liberty Hall

Después de la visita de Garvey, muchos jamaicanos que contactaron con él trasmitían el mensaje del retorno a África. Sin embargo, a pesar de ser la época de auge de la Asociación Universal para el Adelanto del Negro, la mayoría de los que residían en Banes no se interesaban por el retorno, ni a África, ni a su tierra natal. Consideraban que aquí tenían mejores condiciones de vida, a pesar de la explotación y discriminación que sufrían, solo exigían ser respetados como seres humanos, lo que demuestra que se produjo un doble proceso de aculturación, al no querer retornar a Jamaica. Estaban viendo y defendiendo su identidad en la nueva comunidad que habían creado. Cuando se produjo el declive de la UNIA, la División de Banes no desapareció, fue la única de todo el país - que perduró hasta después del triunfo de la Revolución.

Esta organización ayudó a sus miembros a sobrevivir y sobreponerse a las dificultades que atravesaban en una sociedad capitalista que los despreciaba, le enseñó a las generaciones de descendientes a amar su color de piel y los educó en el orgullo por su cultura y la autoestima. Marcus Garvey tuvo el mérito histórico de fundar la UNIA y unir a millones de negros en la lucha por sus derechos, sólo que se limitó a los del Caribe de habla inglesa y no comprendió que los elementos que diferencian e identifican a los negros del Caribe no se corresponden con los africanos. A pesar de estas limitantes, la integración en la UNIA de comunidades de jamaicanos y de otros inmigrantes anglocaribeños en Cuba, constituyó una respuesta de esos hombres y mujeres ante la difícil situación social y económica que presentaban y una forma de enseñar a amar su color de piel, su cultura y sentir orgullo de sus raíces.

En Banes es evidentemente que todas las instituciones con que contaron y el estar aislados en el barrio La Güira contribuyeron a agrupar a los nativos y sus descendientes, a brindarles protección social y espiritual; así como preservar la cultura y la etnicidad del grupo, lo que retardó su proceso etnoasimilativo y propició que todas las generaciones de descendientes se sientan fuertemente identificadas con sus raíces jamaicanas.

Huella cultural de la inmigración jamaicana en la sociedad banense

La inmigración jamaicana ha dejado huellas presentes en la sociedad banense, transformaron identidades y condujeron a una mayor diversidad étnica y cultural. Sus descendientes, herederos y también trasmisores de esa cultura en la localidad fundaron, en 1999, el Club Anglocaribeño de Banes. Este a diferencia del Jamaica Club es una institución abierta, al vincular en sus actividades al resto de la población del barrio de La Güira. El hecho ha propiciado que en la actualidad se transmitan con más intensidad sus tradiciones a las nuevas generaciones, al ser el jamaicano un componente importante en la identidad cultural local.

Cultura culinaria

Las tradiciones culinarias aportadas por estos inmigrantes tienen un peso significativo en la cultura popular tradicional. Conservan diferentes platos y procedimientos para su elaboración, que los caracterizan desde el punto de vista étnico y aunque se diferencian del régimen alimentario tradicional de las familias cubanas que viven en su comunidad y en el resto del municipio, esa cocina jamaicana ha sido asimilada e incorporada en la alimentación cotidiana del banense.

Para los inmigrantes jamaicanos y sus descendientes algunas costumbres culinarias tienen una singular significación, que se mantienen hasta la actualidad. En estas predomina la utilización de ingredientes como el pescado, la carne, la harina (tanto de trigo como de maíz) y el quimbombó. La mayoría de las comidas las sirven con arroz y frijoles, incluyen también viandas como el boniato, el ñame, la malanga, la yuca y el plátano. Resulta reiterativa la presencia casi absoluta de la leche de coco, como grasa para elaborar las comidas y la repostería.

La introducción de elementos de la flora jamaicana, representa un condicionamiento para el mantenimiento de sus costumbres culinarias en Cuba. Se destaca como algo típico la utilización del fruto del árbol llamado mapen, [3] el cual consumen, de diversas maneras, como vianda ya sea en las variantes, hervido, asado, machacado o frito como el chatino cubano. En no pocos patios, ubicados en los diferentes barrios de Banes se puede encontrar el árbol de mapen, notándose que su consumo se ha generalizado en la población.

Fruto del mapen

Otro fruto utilizado es el akee,[4] que es venenoso y no abunda mucho, solo se encuentra en algunas viviendas de descendientes de jamaicanos. Este último únicamente se come cuando está maduro y abierto, se hierve y se prepara con sofrito; también se puede comer con pescado, bacalao o carne. Tiene el akee un carácter identitario para ellos; porque además de tener utilidad, complementa parte de la espiritualidad, al cumplir una función ornamental pues la sembraban en el frente o el lateral de la vivienda. Este árbol y su cultivo solo se localizan en la comunidad de La Güira, específicamente, en viviendas de descendientes de jamaicanos.

Fruto del akeé

La repostería, al igual que otros alimentos, forma parte de la cultura jamaicana transmitida de una generación a otra, pues constituye una de las especialidades de estos inmigrantes. La forma de elaboración de estos y otros dulces menos comunes eran del conocimiento de casi todas las jamaicanas e, incluso, de algunos hombres, que los preparaban para consumirlos en sus hogares o para servirlos en días de fiestas, conmemoraciones y rituales religiosos.

Como bebida, generalmente consumen sareel,[5] elaborado a partir de la planta de ese mismo nombre o Flor de Jamaica, la cual florece en época de invierno y es cultivada en sus jardines pues también tiene una función ornamental. En diciembre, para las celebraciones de navidad, preparan refrescos, utilizando la flor que produce esta planta. También le añaden alcohol y obtienen un vino degustable. Muchos conservan para el resto del año las flores y hojas secas con el objetivo de preparar té. Otra bebida elaborada y consumida por estos inmigrantes es el ginger beer,[6] también conocido como cerveza de jengibre.

Los inmigrantes jamaicanos mantuvieron sus hábitos alimentarios porque los ingredientes con que elaboraban sus comidas eran propios del área caribeña, lo que posibilitó que se les facilitara su consumo en el contexto cubano. Las nuevas generaciones de descendientes tienen conocimiento de los platos típicos y los confeccionan, pero ya no cotidianamente, sino para fechas significativas.

Bailes

Los inmigrantes anglocaribeños reprodujeron sus tradiciones culturales en el nuevo entorno social. En sus fiestas y conmemoraciones continuaron bailando: el Cuadril y el May Pole, como expresión de su identidad cultural.

El Cuadril es un baile de salón, de origen inglés, traído por los colonizadores británicos a sus colonias y asimilado por los jamaicanos, quienes lo trajeron a Cuba y transmitieron a sus descendientes que todavía lo practican, además de enseñarlo a otros habitantes de La Güira. Es lo que se conoce como una danza de cuadros, al compás de la música se realizan 5 evoluciones, con diferentes movimientos: lentos, rápidos, moderados y el último de manera libre y creadora. La música acompañante puede variar siempre que permita realizar las evoluciones que componen el baile, generalmente lo ejecutan 3 parejas. El vestuario varía según la época, pero siempre es formal para ambos sexos, los hombres visten de traje o mangas largas y las mujeres con vestidos largos y ajustados al cuerpo.

Representación del baile del cuadril en actividad comunitaria en La Güira

El May Pole[7] o Palo de mayo, es un producto artístico angloantillano, que surgió a principios del siglo XIX. Se deriva de la costumbre inglesa de celebrar con una fiesta el primer día de mayo, la llegada de la primavera, práctica que llegó a las Antillas Británicas mediante la colonización. Este baile se caracteriza por ser una danza compuesta por 6 u 8 parejas, para la que es necesario situar en el centro un palo de Caña Bambú de aproximadamente 3 metros de largo, con cintas de colores en el extremo superior, cada persona toma una cinta y comienzan las evoluciones al compás de la música, generalmente un calipso.

Gráfico que representa el baile del may pole

En la interpretación cada bailador toma el extremo libre de la cinta y al ritmo de la música van trenzando alrededor del palo, entrecruzándose sin perder el paso. Los hombres se colocan a un lado y las mujeres a otro hasta lograr hacer un 8 con las cintas, unos salen y otros entran, por cada persona que va en un sentido debe venir otra en sentido contrario, giran en círculos y con un movimiento sencillo pasan la cinta sobre la cinta de su pareja. El baile concluye cuando el palo esté casi tejido en su totalidad y luego de unos pasos proceden a destejerlo invirtiendo el sentido de los danzantes, lo que deben hacer sin enredar las cintas, hasta concluir la música.

En estos bailes se fue operando un proceso lógico de transculturación, desde el momento que comienzan a ser practicados por sus descendientes nacidos en Cuba, quienes van experimentando una asimilación a la cultura cubana. De igual modo sucede con la música, pues en sus actividades fueron incorporadas agrupaciones musicales cubanas, fundamentalmente de jazz band.

Literatura oral

La memoria oral colectiva de los inmigrantes jamaicanos y sus descendientes permite evocar algunos de los refranes más comunes en esa comunidad, los cuales formaron parte de su habla popular durante la república neocolonial; estos reflejan el desprecio sufrido por el negro en un sistema social antihumanista y discriminatorio, con carácter segregacionista, pues están muy relacionados con la explotación y el maltrato de que fueron víctimas, tanto en Cuba como en su tierra natal. No se pudo determinar si fueron traídos por ellos o si surgieron acá. Entre ellos se encuentran:

  • Negro toma: tá borracho; blanco toma: tiene jaqueca.
  • Si el buey no se para, el negro jala la carreta.
  • En la pesquería del blanco, el negro lleva las redes.[8]

Estos refranes fueron expresados solo por la primera y segunda generación de descendientes, fundamentalmente por los hombres, tanto en el marco de la familia como de las relaciones sociales. Se comportan como memoria histórica cultural, se conservan en su versión original, manifiestan sentencias conclusivas que indican injusticia, abuso y discriminación.

Los jamaicanos radicados en Banes dejaron distintas huellas que están presentes en la localidad. Portaron sus costumbres, tradiciones, idioma, credo religioso; en fin, su cultura, que lograron reproducir en el nuevo entorno; muchas de ellas perviven como huellas étnicas y culturales en la sociedad banense.

Referencias bibliográficas

Fuentes

  • Fuente Dra. C. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora de Banes.
  • Luis Álvarez Álvarez y Margarita Mateo Palmer: El Caribe en su discurso literario. Santiago de Cuba. Editorial Oriente, 2005.
  • Sandra Estévez Rivero: La sombra de Marcus Garvey sobre el Oriente cubano. Santiago de Cuba. Ediciones Santiago, 2005.
  • Ruper Lewis: "El nacionalismo anticolonial en el pensamiento de Marcus Garvey", en Anales del Caribe. Centro de Estudios del Caribe. Casa de Las Américas. La Habana. No.1, 1991. pp. 99-113.
  • Pedro Pablo Rodríguez: “Marcus Garvey en Cuba”, en: Anales del Caribe.Centro de Estudios del Caribe. Casa de Las Américas. La Habana. No.7-8, 1987-1988. pp. 279-301.
  • Juan Tomás Roig: Diccionario Botánico de nombres vulgares. La Habana. Editorial Pueblo y Educación, 1975. 4ta edición. T II.
  • AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, Materia Sociedades Religiosas, legajo 2747, expedientes 4 y 6.
  • Entrevista a: Felicita Arboine, Melvin Edwards y Luis Robinson. (Descendientes de jamaicanos)