Jim Guadalupe Carney

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Tortura y asesinato del sacerdote Jim Guadalupe Carney
Información sobre la plantilla
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Fecha:16 de septiembre de 1983
Lugar:Honduras,Bandera de la República de Honduras Honduras
Descripción:
Jim Guadalupe Carney, jesuita de origen estadounidense
País(es) involucrado(s)
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos, Bandera de Cuba Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Ejército hondureño

Tortura y asesinato del sacerdote Jim Guadalupe Carney. Este sacerdote era jesuita de origen estadounidense, apenas ordenado llegó a Honduras para trabajar entre los campesinos de Yoro y Colón, en 1962.

Fue capturado, torturado y finalmente asesinado por el ejército hondureño -asesorado por el ejército norteamericano- en El Aguacate, Olancho, en plena selva hondureña, el 16 de septiembre de 1983.

Padre James Francis Guadalupe Carney

Sacerdote Jesuita de St. Louris, que comenzó a trabajar como misionero en Honduras en 1961. Ahí dedicó su vida a ayudar a los pobres a organizar sus esfuerzos para conseguir tierras y derechos laborales.

Carney tomó el nombre de Padre Guadalupe en honor a la Virgen de este nombre. Esta profunda relación con el país y su gente, le llevó a renunciar a su ciudadanía estadounidense y naturalizarse ciudadano de honduras en 1974.

Motivos de su asesinato

En su autobiografía, publicada póstumamente con el título Ser cristiano es... ser revolucionario, Carney escribió: ¿Por qué son los campesinos tan pobres en este valle tan rico? ¡Son agricultores sin tierra! Nos rebelamos contra esto, aunque nos llamen comunistas, aunque nos maten. Tenemos que despertar a nuestra gente, decirles que se organicen, ayudarles a cambiar la situación. A causa del trabajo de Carney por el cambio social, el gobierno hondureño revocó su ciudadanía y lo expulsó del país.

fue entonces que se trasladó a una parroquia en Nicaragua y ahí siguió trabajando con campesinos durante los primeros años del gobierno sandinista. No obstante, continuaba manteniendo profundos lazos con Honduras.

En 1983, se convirtió en capellán de un grupo de 96 guerrilleros hondureños del Partido Revolucionario de los Trabajadores de América Central que se entrenaba en Nicaragua. Su misión era regresar a Honduras y lanzar una ofensiva para conseguir la Reforma agraria y la justicia social.

Este grupo armado entró en Honduras en julio de 1983 y fue rápidamente derrotado por las tropas hondureñas, con apoyo logístico de EE.UU. Algunos miembros del grupo resultaron muertos, otros fueron capturados. Se desconoce la suerte que corrió Carney, y nunca se encontró su cadáver.

Investigaciones sobre su muerte

Aunque el gobierno hondureño alegó que Carney murió de hambre en las montañas de la frontera con Nicaragua, las reseñas aparecidas en la prensa en esa época, y varios documentos desclasificados del gobierno de EE.UU presentan informaciones contradictorias y no concluyentes.

Aparecieron relatos de testigos que decían que fue capturado por el ejército hondureño, y probablemente torturado y ejecutado. Una fuente de información de primera mano fue Florencio Caballero, antiguo oficial del Batallón 3-16, que desertó en 1986 y consiguió asilo político en Canadá.

Caballero, en varias entrevistas con la familia Carney y el New York Times, dijo que Carney fue trasladado a Aguacate, una base militar administrada por la CIA en territorio hondureño para apoyar a la Contra Nicaragüense.

También dijo que el comandante de las Fuerzas Armadas Hondureñas, el Gen. Gustavo Álvarez Martínez, ordenó su ejecución en presencia de un oficial de la CIA, y que Carney fue posteriormente torturado y arrojado vivo desde un helicóptero a la selva Hondureña.

En septiembre de 1983, los militares hondureños dieron una rueda de prensa para informar oficialmente de la desaparición de Carney. Mostraron su ropa de religioso, su cáliz y su Biblia, alegando que las habían encontrado en un depósito oculto de armas de la guerrilla.

Desde entonces, la familia de Carney y los investigadores hondureños de derechos humanos han intentado averiguar su paradero. Los miembros de la familia Carney han efectuado numerosos viajes a Honduras, se han entrevistado con militares hondureños y funcionarios de la embajada estadounidense, presos guerrilleros, activistas de derechos humanos y periodistas.

Los funcionarios hondureños no dijeron ni una palabra, y la frustración de la familia aumentó cuando se dieron cuenta que el gobierno de EE.UU. no iba a suministrar más información ni deseaba continuar con las investigaciones.

Otras investigaciones

En Estados Unidos, la familia se puso en contacto con la Casa Blanca, el Congreso y el Departamento de Estado, y también envió solicitudes del Acta de Libertad de Información en 1983 y 1984.

Aunque la familia recibió varios documentos de la CIA, del ejército y de los departamentos de Estado y Defensa, buena parte de los textos estaban tachados. Además, las agencias gubernamentales retuvieron más de 300 documentos de los solicitados, alegando seguridad nacional.

La familia siguió intentando conseguir esos documentos, llegando hasta el punto de presentar en 1988 una querella contra diez agencias gubernamentales bajo la FOIA y el Acta de Privacidad para forzar la entrega de los registros solicitados, aunque sin éxito.

En la década de los 90, las peticiones de información al gobierno estadounidense enviadas por el Baltimore Sun y representantes del gobierno de Honduras añadieron alguna información adicional al caso Carney.

En 1997, la CIA y el Departamento de Defensa entregaron nuevos documentos, aunque muy censurados, a la familia Carney y a los funcionarios hondureños. El mismo año, el inspector general de la CIA distribuyó un informe clasificado de la investigación interna sobre las actividades de la CIA en Honduras durante los 80, que confirmaba su conocimiento de los abusos contra los derechos humanos.El informe fue parcialmente desclasificado al año siguiente, pero más de la mitad del texto sigue censurado.

A pesar del goteo de información por parte del gobierno de EE.UU. a lo largo de las dos décadas pasadas, todavía no hay una respuesta definitiva sobre cómo murió Carney y quién fue responsable.

Los documentos desclasificados revelan que varios militares estadounidenses y miembros del personal de la embajada estuvieron involucrados en interrogatorios a guerrilleros capturados, pero niegan saber el destino de Carney. Aunque la CIA rechaza firmemente su intervención en el caso, ahora reconoce que los militares hondureños pueden haber estado implicados en su muerte.

No obstante, nunca ha entregado a los investigadores hondureños la información detallada que habría llevado a la agencia a esta conclusión. La CIA todavía tiene que responder a las peticiones en marcha del Acta de Libertad de Información, desvelando datos que pueden estar ocultos entre las numerosas páginas tachadas de los documentos que ha facilitado.

La familia Carney y los investigadores hondureños de derechos humanos siguen esperando encontrar algún día los restos del sacerdote. Los investigadores continúan descubriendo lugares secretos de enterramiento y restos humanos que datan de los años 80.

Restos encontrados

En enero del 2003, se hallaron restos que se supusieron los de Carney, pero después se comprobó que no lo eran. El descubrimiento de los restos de Carney incrementaría las posibilidades de que el caso se pudiera presentar ante los tribunales hondureños.

Fuentes

  • En busca de verdades ocultas. Un informe interno en desclasificación por el Comisario Nacional de Derechos Humanos en Honduras. Leo Valladares Lanza y Susan C. Peacock.
  • Ser cristiano es... ser revolucionario. Padre J. Guadalupe Carney. Harper & Row, 1985.
  • Los EE.UU. en Honduras: La misteriosa muerte del Padre Carney. George Black y Anne Nelson. The Nation, 4-11 de agosto de 1984.