La otra madre de Martí

La otra madre de Martí
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Mujer cubana afrodescendiente y emigrada en Tampa, EUA que auxilió al ápostol de Cuba en su tiempo en esa nación mientras organizaba la Guerra necesaria.
Fecha:1891-1892
Lugar:Tampa, Florida
Descripción:
Paulina fue una patriota cubana que contribuyó al cuidado de la vida del Líder de la guerra del 95 y desde su llegada al país norteño fomentó la unificación revolucionaria, particularmente entre los hombres y mujeres de su raza entorno al ideal independentista.
Resultado:
Los hombres y mujeres de la raza negra se unificaron cohesivamente entorno al ideal independentista. Se logró desarrollar y ganar en la práctica la Guerra del 95 aunque la intervención norteamericana le robó la gloria a esa victoria a España.
Consecuencias:
Martí se pudo recuperar del intento de envenenamiento y la seguridad ofrecida por Paulina y su esposo le permitieron tener un lugar donde podía continuar organizando los preparativos para la recaudación de recursos, armas y dinero para la guerra que se avecinaba
País(es) involucrado(s)
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Paulina Pedroso y su esposo Ruperto Pedroso
Organizaciones involucradas:
PRC


La otra madre de Martí. La otra madre del apóstol de Cuba, a la cual él cariñosamente llamaba su madre negra, fue la señora Paulina Hernández Hernández, más conocida como Paulina Pedroso, quien recibió al Apóstol en su casa en Tampa y cuidó de él cuando estuvo enfermo.

Ella lo apoyó en su labor patriótica y estuvo dispuesta a hipotecar su casa para apoyar la causa revolucionaria.

En el segundo aniversario de su muerte, Paulina escribió en el periódico Cuba de Tampa:

«Te quise como madre, te reverencio como cubana, te idolatro como precursor de nuestra libertad, te lloro como mártir de la patria. Todos, negros y blancos, ricos o pobres, ilustrados o ignorantes te rendimos el culto de nuestro amor. Tú fuiste bueno: a ti deberá Cuba su independencia».


Paulina Hernández Hernández

Patriota cubana conocida por la mayoría de la emigración revolucionaria como Paulina Pedroso, nació en Consolación del Sur, en la provincia de Pinar del Río, el 15 de enero de 1839. Muere el 21 de mayo de 1913, en una modesta casa en La Habana.

Contrajo matrimonio con el cubano Ruperto Pedroso. La pareja decidió marcharse en 1888 a Tampa y allí lograron establecer una posada. El 26 de noviembre de 1891 José Martí visitó por primera vez esa ciudad y allí conoció a la pareja.

Rápidamente se identificaron con el proyecto del Apóstol y en la vida de combate permanente de Martí se abrió una nueva luz, ante el cariño y afecto sincero de aquella mujer negra y su marido por él.

El intento de asesinato

En 1892, durante una de las estadías de Martí en Tampa, se realizó un complot para matar al maestro por envenenamiento. La endeble vida de Martí pasó a ser cuidada por el médico cubano Miguel Barbarrosa Márquez y Paulina se convirtió en su enfermera, administrándole los medicamentos que Martí requería.

Con la atención y cuidados constantes y diestros de Paulina, Martí pudo recuperarse, aunque su cuerpo quedó perennemente marcado por los estragos de este incidente.

Alojamiento continuo con los Pedroso

Desde ese momento decidió alojarse con los Pedroso todas las veces en que estuvo en Tampa. El 29 de mayo de 1894 le escribió a María Mantilla:

“He visto gente mala y buena, y la buena ha podido más que la mala. He estado enfermo y me atendieron muy bien la cubana Paulina, que es negra de color y muy señora en su alma, mi médico Barbarrosa, hombre de Cuba y de París y hermano bueno del que tú conoces”.

Así que por seguridad, Martí pernoctaba en la casa de los Pedroso y solo y únicamente comía aquellos alimentos que la fiel mujer le preparaba.

El fracaso de La Fernandina

Luego Paulina vuelve a ayudar a Martí en momentos muy difíciles para él. Es ese momento histórico fatidico en el que fracasa el Plan de La Fernandina, siendo un golpe demoledor para quien por tanto tiempo alentó la contribución de todos los emigrados con el fin de reunir dinero para armar una expedición independentista.

Una traición frustó tales planes y muchas personas fueron apresadas por autoridades norteamericanas y se perdieron los pertrechos que debían llegar a Cuba para reanudar la lucha. Paulina y Ruperto extremaron su riesgo, por amor a Martí y entrega a la causa de la independencia de Cuba. Llegaron hasta a hipotecar su propiedad para que pudieran adquirirse los pertrechos militares esenciales para la liberación cubana.

No apresaron al Maestro, pero lo buscaban por todas partes. Había quedado en un estado de depresión del que se levantó a duras penas.

Activa y multifácetica fémina

Paulina, además de enfermera, cocinera y costurera, fue autodidacta. En su casa fundó una sociedad conocida como la Liga de Tampa, donde promovía el estudio. Ella sabía leer y escribir y hasta desarrolló dotes de apreciación y composición musical.

Para el año de 1905, Paulina aún vivía en Tampa, en condiciones paupérrimas y expuesta al desahucio. Para los primeros días de 1906 ya se había trasladado de regreso a Cuba.

Un donativo vergonzoso

En cierta ocasión, el Senado cubano de la neocolonia aprobó un donativo de 3 mil pesos cubanos para Paulina. La donación contrastaba vergonzosamente con el donativo de 25 mil pesos que se aprobó como regalo por la boda de la hija de Theodore Roosevelt, entonces presidente de Estados Unidos.

Solo ese monto le fue concedido a Paulina, nunca se le asignó una pensión. No obstante, siempre la sostuvo el inconmensurable amor hacia Martí, que el Apóstol correspondía. Este afirmaba:

“Ni a Paulina ni a Ruperto los recuerdo nunca sin que sienta como una sonrisa en el corazón”.

Muere el 21 de mayo de 1913. Meses antes había pedido a varios de sus amigos que al partir, colocaran en su ataúd una fotografía que Martí le envió, mostrando la emoción y el cariño que el Maestro tuvo por esa mujer. Se podía leer en ella un mensaje con palabras simples y profundas:

“A Paulina, mi madre negra”.

Libro "La madre negra de Martí"

Para honrar la memoria de esta valerosa contribuyente a la obra martiana, la investigadora Josefina Toledo escribió el libro titulado “La madre negra de Martí”. Estas páginas vienen a saldar una penosa deuda con la aguerrida mujer cubana, que dio su aporte a favor de la independencia, la soberanía, la libertad.

En 1993 su nombre fue incluido en el Salón de la Fama de mujeres floridanas ilustres. En Tampa, en las márgenes del río Hillsborough hay un busto suyo junto a otras personalidades que contribuyeron al bienestar, el progreso y la cultura de la ciudad. El monumento en la tierra que la vio nacer sigue siendo una asignatura pendiente.

Véase también

Bibliografía

  • Toledo, Josefina. (2008) “La madre negra de Martí”
  • Biografía de Paulina Pedroso. Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), Consolación del Sur, 2004.
  • Mañach, Jorge. Martí, el Apóstol.
  • Hodelín Tabalada, Ricardo. Las enfermedades de Martí

Fuentes