Los colores de la guerra
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Los colores de la guerra . Novela que recibe el Premio Fernando Lara de Novela, España en 2002, en la que Juan Carlos Arce muestra una historia de amor y espionaje que lleva la intriga a diversas ciudades europeas.
Argumento
La novela se desarrolla en Figueras, durante los últimos meses de la guerra civil española, cuando el gobierno republicano, falto ya de recursos materiales y humanos, ha de decidir entre la evacuación de las obras de arte del Museo del Prado o la protección de las vidas de civiles y militares.
El hecho de encontrarse con pocos medios y la custodia de cuadros de gran valor, lleva al bando republicano a intentar un negocio en el mercado clandestino a cambio de armas con las que afrontar los últimos días de la guerra. Es en el momento en que comienza el traslado de los cuadros, cuando se inicia una historia de amor y espionaje que lleva la trama argumental por diversas ciudades europeas al desertar una enfermera republicana, entre los miles de fugitivos que cruzaron la frontera francesa.
Las obras de arte del Museo del Prado permanecían escondidas en depósitos subterráneos, amenazadas por la guerra, en un palmo de tierra de Cataluña. En una gesta histórica sin precedentes, el gobierno republicano evacuó las pinturas en el último minuto, salvándolas de una destrucción segura.
El destino que el gobierno de la República quiere dar a uno de los cuadros en el mercado clandestino del arte y el robo de una pintura de Velázquez componen el soporte argumental de una novela trazada con brillante imaginación y respeto a los hechos históricos.
Crítica a la obra
La cuestión es que estos planos no se encuentran adecuadamente armonizados y resultan desiguales incluso en su tratamiento estilístico: junto a algunos retratos de personajes históricos acertadamente esbozados -el general Jordana, álvarez del Vayo, Eugenio d’Ors. Pero acaso la insuficiencia mayor de esta novela de Juan Carlos Arce resida en su tratamiento lingüístico. El lenguaje es a menudo envarado, y el propósito de sortear expresiones comunes desemboca con frecuencia en afirmaciones difusas…
Una novela tan ambiciosa como ésta, que tiene incluso fragmentos notables, merecía un lenguaje más cuidado. Ni siquiera leyéndola como pura novela de aventuras puede obviarse tal escollo. Porque las innovaciones léxicas tienen sus límites, y traspasarlos equivale a dejar la obra sin pilares de sustentación”. [1].
[1]Referencia
- ↑ Crítica Publicado por Ricardo SENABRE el 24 de octubre de 2002. Disponible en: "www.elcultural.es”. Consultado: 1 de diciembre de 2012.