María de los Ángeles Landa

María de los Ángeles Landa
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NombreMaría de los Ángeles Landa y González
Nacimiento2 de agosto de 1865
Colón , Matanzas, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento9 de julio de 1950
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
Otros nombresÁngela Landa
TítuloDoctora en Pedagogía
PadresGabriel María Landa y López y María Teresa González y Rodríguez

María de los Ángeles Landa. Figura destacadísima de la educación cubana en la etapa republicana, realizó una gran labor en pro de la superación de la mujer.

Síntesis biográfica

Nació en Colón, provincia de Matanzas, el 2 de agosto de 1865, y era hija del matrimonio compuesto por Gabriel María Landa y López y María Teresa González y Rodríguez, de posición acomodada, quienes pudieron costearle una esmerada educación. Ángela Landa, como era conocida entre sus allegados, según las costumbres de la época aprendió las primeras letras en casa y luego continuó en el colegio Las Ursulinas.

Inicios como educadora

Una vez aprobados sus exámenes iniciales con felicitaciones del tribunal, fue ubicada en La Habana en la Escuela Pública de Niñas No. 39, de la calle de la Merced, perteneciente al Segundo Distrito Escolar capitalino. Por sus sobresalientes dotes como educadora fue ascendida a directora del centro.

En 1900, por iniciativa de Alexis E. Frye, un grupo de 1 256 maestros primarios fue enviado a los Estados Unidos para recibir un curso de Pedagogía en la afamada Universidad de Harvard, durante los meses de verano: Ángela Landa se hallaba entre los primeros seleccionados.

En unión de otros directores, recibió allí orientaciones del Dr. Wilson L. Gill, pedagogo norteamericano, para introducir en las escuelas públicas cubanas el novedoso experimento de las llamadas "Repúblicas Escolares", y fue de las primeras en implantarlo, a su regreso a la Patria, debidamente adaptado a las características e intereses de sus alumnas cubanas. En poco tiempo, logró grandes éxitos en el autogobierno y la disciplina consciente de su colectivo escolar.

Por su destacada labor en la Escuela No. 39 y su alta calificación docente, fue nombrada poco después directora de la Escuela Pública de Niñas No. 8, situada en la calle Inquisidor también en La Habana, donde continuó su trabajo profundamente educativo a la par que instructivo con las niñas a su cargo, y desarrolló iniciativas, que elevaron la Calidad Pedagógica del centro.

Iniciativas para la Educación Cubana

Además de la República Escolar, creó una asociación de ex alumnas que agrupaba en torno al establecimiento escolar a las egresadas de cursos anteriores, las cuales, además de realizar encuentros sistemáticos entre ellas, se ocupaban de diferentes actividades en beneficio de la escuela. Y con el apoyo de los comerciantes de víveres de la barriada donde esta se hallaba situada, logró el suministro gratuito de los comestibles necesarios para ofrecer diariamente a sus alumnas más necesitadas que constituían la mayoría un nutritivo desayuno.

La innovación puesta en práctica en la escuela dirigida por Ángela Landa fue pronto imitada por otros directores de primaria, y el gobierno no tardó en oficializar el denominado "Desayuno Escolar", dotado de presupuesto especial en la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Otras loables iniciativas de Ángela Landa fueron: la creación en su escuela de una biblioteca circulante dirigida a estimular en las alumnas el Hábito de la lectura, y de un aula nocturna para adultos que atendían sus maestras con trabajo no remunerado. Dos veces al mes, realizaba excursiones con sus niñas a lugares históricos o de interés geográfico, alternándolas con los actos cívicos, y derivaba luego de ellas interesantes Actividades Docentes.

El aspecto educativo de la enseñanza que se impartía en el centro estaba estrechamente vinculado con su vida cotidiana. Cada una de sus ocho aulas llevaba el nombre de un patriota cubano insigne, por las mañanas, antes de comenzar el horario programado para el día, reunidas todas las alumnas entonaban el Himno Nacional y el "Himno a Don Pepe", compuesto para homenajear a José de la Luz y Caballero; y en la entrada del plantel se destacaba el hermoso pensamiento lucista: “Instruir puede cualquiera educar, solo quien sea un Evangelio vivo".

Se conmemoraban con gran solemnidad las fechas patrióticas de Cuba otras importantes de América Latina; una vez por semana se recitaban versos de los mejores poetas cubanos y, diariamente, se incluía en el horario de clases de las niñas mayorcitas la lectura comentada de algunos párrafos del libro de Vidal Morales Morales, Iniciadores y primeros mártires de la Revolución Cubana, editado en 1901. Además, dos o tres veces a la semana realizaban las alumnas ejercicios gimnásticos, graduados de acuerdo con edades promedio.

Entre tanto, no había abandonado la señorita Landa su propia superación: en 1906 recibió el título de Doctora en Pedagogía en la Universidad de La Habana, donde fue alumna destacadísima de Enrique José Varona.

Especial atención dedicó a la enseñanza del Lenguaje de sus alumnas, asignatura priorizada en los programas escolares conjuntamente con la Gramática; y puso en juego toda su inteligencia y todo su corazón para contribuir a la erradicación del formalismo que tradicionalmente había lastrado la enseñanza de esta última materia mediante nuevos procedimientos que la hicieran atractiva y comprensible a sus educandas. Para ello apeló al estudio pormenorizado de las tendencias pedagógicas de su época, e ideó un atrayente método para los primeros grados que denominó “lenguaje en acción", basado en sencillas dramatizaciones de cuentos infantiles, donde las pequeñitas actuaban ante su grupo, cultivaban la memoria inteligente para la Reproducción Oral, e iban infiriendo, al mismo tiempo, la utilidad de los nombres, las cualidades y las acciones.

El Lenguaje en acción iba matizándose luego en los grados segundo y tercero y, al vencer las dificultades en orden ascendente, llegaban fácilmente las niñas, en los grados cuarto y quinto al conocimiento de la Gramática de forma sistemática, aunque concediendo siempre especial importancia al cabal desarrollo en ellas de la Expresión Oral y escrita.

Ángela Landa colaboró en las revistas pedagógicas de la época como la revista Educación, donde trataba temas especializados y trasmitía sus propias experiencias docentes.

Hasta el año 1918 permaneció al frente de la escuela de la calle Inquisidor. En esa fecha, por sus cualidades excepcionales como educadora y su experiencia pedagógica, fue seleccionada para dirigir la Escuela de Economía Doméstica de La Habana, creada por decreto del 6 de septiembre de 1918, promulgado por el entonces secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Francisco Domínguez Roldán.

Escuela de Economía doméstica

La inauguración oficial de la escuela tuvo lugar el 2 de abril de 1919, en la casona de Calzada del Cerro No. 613. El solemne acto contó con la asistencia del presidente Mario García Menocal y del secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Plan de estudios

El Plan de Estudios de la novel institución comprendía, a la par que el conocimiento de las Letras y las Ciencias, asignaturas como Contabilidad y Cálculo, Moral y cívica, Historia de Cuba y Geografía de Cuba, Higiene, Puericultura, Cuidado de enfermos, Corte y costura, Dibujo, Confección de flores, Cestería, Confección de sombreros y abanicos, Alta cocina y repostería, Nociones de Agricultura con practica de Jardinería y de crianza de animales, así como Bordado a máquina, lavado, planchado, y teñido de toda clase de ropas y tejidos. Además de hallarse preparadas para la vida del hogar, las egresadas quedaban para insertarse en la nueva organización que se había dado a las escuelas rurales como excelentes instructoras que serian nombradas en los distritos rurales para impartir a las maestras, de manera práctica, lo que debían enseñar a sus alumnos. Las jóvenes ingresaban al centro con el certificado de haber aprobado el octavo grado, o mediante exámenes de ingreso de Aritmética, Gramática, y una asignatura sacada a suerte de las que se cursaban en ese nivel.

No obstante, bajo la guía y supervisión de esta ejemplar educadora se formaron en el centro que dirigía, excelentes maestras de Trabajo manual y Economía doméstica que contribuyeron a la educación más completa de las niñas hasta bien avanzada la República.

Ángela Landa falleció en La Habana, el 9 de julio de 1950 a la edad de 85 años. Había dedicado 51 de su fecunda existencia a la hermosa tarea de enseñar.

Carta de Enrique José Varona a Ángela Landa

A poco menos de tres años de haber asumido la doctora Landa la dirección del centro, recibió la visita de su antiguo profesor Enrique José Varona, quien gratamente impresionado por la calidad de la educación que recibían las alumnas, se apresuró a escribirle:

Señorita Angela Landa.

Muy estimada señorita:

Fresca todavía la impresión gratísima que me ha dejado mi visita de esta mañana a su escuela, siento la necesidad de comunicarlo a usted, alma de esa Institución, y a sus abnegadas colaboradoras.

Están, ustedes prestando a Cuba un servicio inestimable. Están ustedes tratando de que el hogar cubano, abierto siempre a las dulces virtudes domésticas, asiento de acendrado patriotismo, sin perder estas cualidades primordiales, se eleve más y más a su noble función de plantel de hombres y mujeres aptos para vivir la vida plena de nuestra época. Ustedes, auxiliadas por la ciencia y la experiencia, están abriendo un surco de renovación, de donde ha de surgir, cada vez más vigorosa, la personalidad cubana, tal como la demanda este presente tormentoso, pero tan lleno de promesas de un mejor porvenir.

Que su ejemplo fructifique; que se eleven por todas partes en nuestra amada tierra escuelas como esta; que en todas tenga imitadoras esa legión de alumnas suyas, en cuyos rostros inteligentes se lee tan intensa devoción por la obra grande para la cual las preparan sus maestras.

Con mi enhorabuena, reciba usted el cordial saludo de su antiguo profesor.

E. J. Varona

Vedado, 20 de enero de 1922

Semblaza

En una semblanza preparada por Reneé Méndez Capote, la escritora calificaba a la educadora como:

”figura austera y bondadosa de mujer, que dedicó toda su vida a la enseñanza (...) que ejerció el magisterio con tanto desvelado amor que fue un faro encendido, un puerto recóndito y seguro”.
“su magisterio no terminaba en la escuela, su casa estaba siempre abierta, incesantemente llena de alumnas y amigas que acudían a someter sus dudas a la gran mentora, o a cobijarse al calor de su luminosa personalidad”.

Bibliografía

  • Tomado de la revista Educación No.113 Septiembre-Diciembre, 2004.

Fuente