Nadia Escalante


Nadia Escalante
Información  sobre la plantilla
92 × 92, 2 KBB
Nadia Escante Mexico.
Nombre completoNadia Escalante Andrade
Nacimiento15 de octubre de 1982
Ciudad de México, Bandera de los Estados Unidos Mexicanos México
OcupaciónEscritora, [[]], [[]]
NacionalidadMexicana
GéneroEnsayo, Poesía, [[]]
Obras notables'Adentro no se abre el silencio', 'Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo', 'Sopa de tortuga falsa'.
PremiosPremio Regional de Poesía “José Díaz Bolio” 2006, Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013.

Nadia Escalante en Twitter


Nadia Escalante Andrade nació en (Mérida, Yucatán, 15 de octubre de 1982). Poeta y ensayista. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana y la maestría en Cultura y Literatura contemporáneas de Hispanoamérica en la Universidad Modelo. Su trabajo poético involucra la métrica, la poesía en prosa, la luz como metáfora para intersectar la fotografía con la literatura. Ha vivido en su ciudad natal, Xalapa y la Ciudad de México. Labora como profesora de la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes de Mérida, Yucatán, México.

En 2006, fue acreedora del Premio Regional de Poesía “José Díaz Bolio” y, en 2007, del Estímulo del FOECAY a Creadores, en la categoría de Literatura. A partir de 2008, ha vivido en la ciudad de México donde fue Becaria de Poesía por la Fundación para las Letras Mexicanas en los periodos (2008 - 2009 y 20092010). Poemas suyos han sido publicados en diversas revistas y antologías nacionales. 'Adentro no se abre el silencio', su primer libro, (Fondo Editorial Tierra Adentro-La Ceibita; 3- 2010); le siguió 'Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo' (Textofilia, 2014) que fue merecedor del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013. 'Sopa de tortuga falsa' (Montea, 2019) es su libro más reciente.

Gusta de escribir en heptasílabo y pentasílabo por la musicalidad que estos tienen. Algunos de sus temas son: la enfermedad, el mar, el cuerpo, lo metafísico. Ganó el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013. Poemas han aparecido en revistas como Tierra Adentro, Punto de partida, Casa del tiempo, algunos traducidos al inglés y al alemán.

Obras

Obras de Rafael Lemus
Portada del libro Adentro no se abre el silencio publicado en 2010.
Portada del libro Adentro no se abre el silencio publicado en 2010.
Portada de Octubre: hay un cielo que baja y es el cielo de 2014.
Portada de Octubre: hay un cielo que baja y es el cielo de 2014.
Portada del libro  Sopa de tortuga falsa de 2019..
Portada del libro Sopa de tortuga falsa de 2019..
  • Nuevas voces en el laberinto: novísimos escritores yucatecos nacidos a partir de 1975. Vv aa. Compilación de Ivi May Dzib, Adán Echeverría García, (Mérida, Yucatán: Instituto de Cultura de Yucatán. 2007).
  • Adentro no se abre el silencio. (México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] -Fondo Editorial Tierra Adentro-La Ceibita; 3- 2010).
  • Antología de letras, dramaturgia, guión cinematográfico y lenguas indígenas: generación 2012-2013, primer periodo. Comentario de Vivian Abenshushan, Silvestre Gómez Rodríguez. Comentario de Jorge F. Hernández, Ernesto Lumbreras, Leo Eduardo Mendoza. Comentario de Silvia Peláez, Pedro Serrano, (México, D. F.: Secretaría de Cultura. 2013).
  • Octubre: hay un cielo que baja y es el cielo. (México, D. F.: Textofilia Ediciones - Lumía. 2014).
  • Casi una Isla: nueve poetas yucatecos nacidos en la década de 1980. Vv aa. Compilación de Marco Antonio Murillo, Jorge Manzanilla Pérez, (Mérida, Yucatán: Gobierno del Estado de Yucatán. 2015).
  • Encuentro nacional de poetas jóvenes: ciudad de Morelia 2016. Vv aa. Edición y selección de Raúl Casamadrid. (Morelia, Michoacán: Secretaría de Cultura de Michoacán –SECUM- 2016).
  • Mujeres, el mundo es nuestro. Vv aa. Coordinación de Miriam Mabel Martínez. (México: Universo de Libros. 2021).
  • Sopa de tortuga falsa. (Montea, 2019).


Premios

  • Premio Regional de Poesía “José Díaz Bolio” 2006.
  • Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013.

Sinopsis

Adentro no se abre el silencio. (México. Editorial: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] - Fondo Editorial Tierra Adentro-La Ceibita; 3- 2010). Género: Poesía Tres poemas este lugar me parece conocido. me acuestan en una cama que rechina, el suero tiembla en la bolsa de plástico. los cangrejos diminutos huyen con temor, ya viene. aquí está, el mar se filtra en el catéter, las algas se enmarañan en mis venas, se enredan los pequeños peces; mi brazo derecho se traga el océano, las amputadas olas, el pus de la espuma, las úlceras submarinas, los desgarros sinoviales del coral: que bajara yo en mi submarino de los cuentos infantiles al fondo del mar. respirar es otra cosa, la rana de mi pecho se asfixia porque esta no es su charca. me salen branquias como las rápidas bocas de las merluzas. yo no estoy adentro, es el mar que se revuelve con tristeza en mis riñones, es mi pecho que absorbe el agua entumida de mis piernas, es el mar que atraviesa mi cuerpo como una lanza espesa y fría. el tubo de plástico desemboca en mí, agita las simas del océano. este lugar no me parece conocido. desciendo a las profundidades de mis pulmones emerjo de las profundidades de mis pulmones todo es una vuelta corriente sanguínea el corazón se encoge de sal el corazón se ensancha de sal mi pie izquierdo recoge sus latidos mi planta derecha lo cubre para que no tiemble lo cubre para que no se caiga debajo de las sábanas sal endurecida cierro los ojos no cierro los ojos el mar me cubre para que no tiemble el mar me cubre para que no me caiga abro la boca el mar desborda mis cavidades craneanas cierro la boca no queda quieto el mar me cubre para que no me caiga cubro al mar para que no se caiga hablo de mí en contra de mi lengua en el asedio de mi garganta en el caño inverso de la asfixia retrocedo la mudez se enreda a mis vértebras giratorio atropello se atornilla ráquea hablo de mí un lugar que no conozco hablo de mí el mar siempre retrocede hablo de mí frente al muro de sal mi lengua es un lugar que no conozco silencio es tornillo que sujeta tornillo ruido infranqueable silencio ruido infranqueable ruido ruido ruido ruido atornilla silencio silencio en círculos II arriba mi cuerpo llama soy la arena que lo escucha desde abajo el dolor es un desembocar inverso. evaporarse es torcer la corriente: negar la gravedad del cuerpo maduro que cae en lluvia, el fruto concreto que se desprende de lo sutil y horada el suelo, lo condensado cuyo peso es la seducción del choque definitivo que implanta lo inmóvil. el vapor es contrario a la muerte. desembocar inversamente también es ir de lo salado a lo dulce, un salmón contracorriente hacia el río borra sus costras blancas en el agua de llanura verde. cerca de la costa, su dorso azul impúdico desarregla la plata del espejo en las escamas, unos pocos puntos-manchas de tiempo entre sus espinas dorsales son las coordenadas de un retorno. no hay regreso en torcer el curso de lo sólido marino hacia el rápido vapor de los estuarios. desembocar inversamente en el río del nacimiento –otro río y otro nacimiento– la cubierta de camuflaje se pierde en un marrón rojizo a verdoso con un moteado rojo a naranja. remontar la frialdad contracorriente: salto es fundación de superficie, singladura entrecortada, subir una pendiente, sobrepasarla; unión de puntos débiles en líneas trazadas hacia la fecundidad de la especie, serenidad en la quilla, poderío del olfato hacia adelante. todo regreso es falso. en la cabecera del río, la nube ovum novum sale de mi cuerpo III vamos a hundirnos el mar abre sus vísceras anémonas corales azules verdes blancos abre sus brazos suave revienta los cartílagos vamos a hundirnos rápido como la sangre la sal cangrejos y los peces en los oscuros cortes abren pequeños ojos fijos fosforescentes una langosta cruza las tenazas debajo el agua vuelve al agua roja y fría desborda oleaje azul cobalto hundirse por las grietas del ahogo hacia arriba inversa tuerce cae la corriente vamos a hundirnos vamos hasta el mar más interno que arrastra mi abyección entre merluzas ondas violetas hipocampos el silencio de lámpara inmóvil sobre el agua arriba siempre arriba siempre arriba intocable intocable y afuera mientras el agua crezca más interna sumergida debajo en los pulmones debajo entre las vértebras abajo abajo vamos a hundirnos vamos de arriba nos arrastran hacia arriba hasta asfixiarnos ® (Los poemas anteriores fueron seleccionados del libro Adentro no se abre el silencio, publicado dentro de la colección La Ceibita, del Fondo Editorial Tierra Adentro)

Octubre: hay un cielo que baja y es el cielo. (México, D. F. Editorial: Textofilia Ediciones -Lumía- 2014). Género: Poesía Este libro se nos revela como un recorrido donde diversos personajes, paisajes y rituales se entretejen y desatan. Su autora –a través de poemas– cuenta la historia de un viaje interno que también es de apertura y que profundiza en los vínculos con uno mismo y con el otro. En octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo se encuentra la reafirmación constante de la individualidad, la relación con la otredad, el asombro ante la transformación, el disfrute de la vida y la experiencia de la libertad. Nadia Escalante Andrade ofrece un libro vibrante donde comparte pensamientos, afectos, historias y mundos. Es una celebración de la vida, con todo lo que conlleva, a través de una escritura rica y contundente. Este poemario fue seleccionado, de entre 154 obras, como el ganador del Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Mérida 2013”. El jurado estuvo integrado por los poetas Luis García (España), Víctor Bravo (Venezuela) y Luis España (México).

Lluvia oscura de verano

¿Recuerdas el sonido de las tejas cuando caía la lluvia? Estábamos juntas. Comíamos sandía sin escucharnos masticar, el agua de la fruta manchaba de rojo nuestras manos. Te dije que saliéramos al patio a enjuagar de nuestras uñas los restos de sandía. Vibraba la rudeza de la lluvia por las cornisas y las plantas, ningún sonido ajeno quebrantaba su estrépito.

Cualquier nube se enredaba en tus ojos negros, y ese patio en que la lluvia descubría el calor de la tierra se fue oscureciendo como tu rostro. Te lavaste las manos como una matarife después de su hazaña, sin decir nada; sólo el agua repetía tu vaivén y el rojo desteñido desaparecía lentamente sobre el piso.

Me limpiaste el rostro con las manos húmedas, yo masticaba todavía una semilla negra. Sentí el fresco de tus uñas entre el cerco de mis dientes. Quitaste la semilla de mi lengua con la cautelosa violencia con que se desgrana la fruta. El roce de tus manos guiaba mis mejillas, y tus labios, mi aliento, llevabas mi tiempo en la boca como se pierde el agua dentro del agua.

  Los disfraces

Para escondernos del color azul fuimos al desierto. El día era una máscara de la noche, el cielo —lo sabemos incoloro— nos respiraba como a los restos de algo perdido.

Aprendimos a ser cóncavos para contener el cauce de la arena. Entretuve tu pensamiento en mi pensamiento, qué manera tenías de contar la respiración y los anillos de las serpientes.

Una formación de ceros, hormigas negras del cálculo, camina hacia el Este, horizonte rojo prendido con alfileres de la idea del azul.

Aprendimos a ser cóncavos para reflejar los espejismos.

Rodamos como animalitos, haciendo surcos en la arena. La memoria necesita girar para desvanecerse:  

El agua compartida

No teníamos agua en la casa, y afuera llovía. Sacamos las cubetas y las ollas para llenarlas con la lluvia.

Sentados en la acera, esperábamos. Parecía que el agua inundaba la calle, pero no los recipientes. El aire, en cambio, entraba más fuerte en los pulmones, y era más aire que el aire de la casa, era como agua que no se decidía a llenarnos por dentro, y se derramaba por los brazos, humedecía la ropa y resbalaba a los pies como una sombra.

Era lenta la generosidad del agua. Veíamos el fondo de las ollas, el acero que parecía poco a poco llenarse de sí mismo. El agua se volvía sólida y el duro material que la abrazaba parecía ondularse al irse colmando.

Respirábamos con sosiego mientras sonreímos, absortos, a los sonidos que caían fuera de nuestro silencio. El agua acumulada era libre, una sola sustancia adentro del metal. Rebosaba y tuvimos la satisfacción de ver un cuerpo salirse de sus límites sin dejar de estar lleno al desbordarse. También nosotros fuimos recipientes, llenos del sonido del agua, respirando el aire de la lluvia que no había en nuestra casa.

Nos miramos rebosar y sonreímos; éramos libres, una sola sustancia cada uno, dos cuerpos de superficie generosa, y en el fondo de nosotros, el agua propia que ondulaba el material del recipiente.

Referencias


Fuentes