Negro catedrático

Negro catedrático
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Personaje de Ficción
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Fue un personaje “tipo” que nació en el teatro bufo cubano
NombreNegro catedrático
CreadorFrancisco Fernández Vilaros (Pancho)
Nacimiento del personajeTeatro Villanueva, La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fecha de surgimiento31 de mayo de 1868
Obra a la que perteneceLos negros catedráticos
Otros nombresNegrito catedrático
Otras obras en las que aparece:
Un bautizo
El negro cheche o Veinte años después

El negro catedrático fue un personaje “tipo” que nació en el teatro bufo cubano, y según unos, apareció en escena a partir de la experiencia de un teatrista español de apellido Arderíus. Para otros, el antecedente más directo fue el minstrels norteamericano, con sus actores blancos que se pintaban de negro, la mayoría para ridiculizar así al pueblo traído de África. En muchas obras imitaban hasta lo caricaturesco las voces y los gestos, en actitudes domesticadas y serviles. Pocos datos se conservan de la época para conformar la historia real, o al menos el estudio aproximado de trascendencias. Sin embargo, la fecha más asumida fue 31 de mayo de 1868.[1]

Origen

Pancho Fernández, uno de los talentos más originales de la escena teatral cubana, crea el negrito catedrático, que es la segunda fase de la visión blanca del negro. Ya no es un personaje esclavo o campesino, sino libre y urbano, trabajador que logra sus ahorros y vive "a la blanca" en los suburbios de la capital.

Historia

Pancho estrenará Los negros catedráticos el 31 de mayo de 1868, y frente a la creciente demanda del tipo, escribirá en pocos meses sus otras dos partes: Un bautizo y El negro cheche o Veinte años después, esta última en colaboración con Néstor Pequeño. El catedraticismo se convierte ahora en un factor negro, y define igualmente un anhelo de salto clasista y radical, una actitud retórica ante la cultura, una imitación de formas extrañas, un gesto que no halla correspondencia con la realidad. De ahí el absurdo es su condición, la burla a su alienación. [2]

Pancho Fernández y su compañía “Los Habaneros” fue muy criticada por la prensa reaccionaria —y algunos pocos actores y empresarios— pero también fue cierto que los teatros Albisu y Villanueva se repletaban en cada función.

Cuatro pesos con 25 centavos costaba el palco, y un peso la luneta. Los niños y ancianos (y la gente común en el gallinero) pagaban 30 centavos.

Poco después se producía el estreno de otras obras del mismo corte.

La actitud catedrática no pasaba de ser una grotesca pirueta, y para unos cuantos estudiosos, la primera mitad del siglo XIX cubano estuvo plagada de una enfermedad llamada “el catedraticismo”.

En la trilogía de Los negros catedráticos (que creó una verdadera escuela y tuvo infinidad de imitadores), vence el negro legítimo que salta por encima de sus afanes "catedricistas"), y arrastra a su hijo pendenciero y jugador al trabajo honrado.

Encadenado a su personaje, Pancho insistió en la temática. De su extensa producción quedan manuscritos de Doña Caralampia (1878), Los negros periodistas o La fundación de un periódico (1879), Una casa de empeño (1879), Un drama viejo (1880), El aceite de San Jacobo (1882), Retórica y poética (1882), y Políticos de Guinea o El restaurante de las moscas (1884). Y en este repertorio Fernández se muestra reformista, conciliador, discriminador, y partidiario de la unión con España.

El desconocimiento de la primera temporada (1868-1869) hace que se piense solo en el negrito y se olviden otras vertientes dramáticas: la campesina, la de costumbres y la parodia.

Referencias

  1. La Jiribilla: Los negros catedráticos
  2. Leal, rine. Breve historia del teatro cubano. Editorial Félix Varela. La Habana, 2006, p. 52-53

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