Proceso de reacción en el Deporte

Proceso de reacción en el Deporte
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La estructura del proceso de reacción en el deporte: Consta en su tipo más corriente de la percepción, la excitación condicional sabida de antemano, de la comprensión de esta excitación y de la ejecución de los movimientos de respuesta correspondientes.

Introducción

Las acciones volitivas conscientes, que ocupan un importante lugar en la actividad deportiva, aparecen preferentemente en forma de procesos de reacción. Se llama reacción a la acción consciente de respuesta, sin la que el deportista conoce de antemano las excitaciones que debe experimentar y se prepara previamente para responder a ellas de cierta manera. Puede servir de ejemplo del proceso de reacción la arrancada en la carrera. El deportista al prepararse para la arrancada se imagina anticipadamente no sólo la finalidad de sus acciones, sino también los medios para alcanzar tal finalidad. El sabe cuál será la señal y la espera conscientemente. A la vez sabe con qué movimiento debe responder, a esa señal, habiendo aprendido y entrenado tal movimiento previamente. En ese momento está completamente preparado para realizar el movimiento cuanto antes y en la mejor forma posible. La particularidad distintiva de los procesos de reacción es su breve carácter. Las reacciones se caracterizan por un determinado sistema de movimientos, que se forman en un período de tiempo relativamente corto. Esto es lo que diferencia a las reacciones de otras acciones volitivas, que a veces se prolongan durante mucho tiempo y constan de toda una serie de actos volitivos que realizan para alcanzar el objetivo propuesto.

Estructura del proceso de reacción

De acuerdo con la estructura del proceso de reacción se establecen tres períodos: Período de reacción preliminar: En el ejemplo de la arrancada, comprende el lapso de tiempo que media entre la señal previa (“atención”) y la señal ejecutiva (“En marcha”) y está formado por la espera de la señal y la preparación para el movimiento de respuesta. Período de reacción central o latente: Comprende el lapso que media entre la señal ejecutiva y el momento en que empieza el movimiento de respuesta. Por breve que sea este intervalo de tiempo, existe y, además desempeña un importante papel en la estructura del proceso de reacción, en que el deportista se mantiene inmóvil, pero en su corteza cerebral se operan intensos procesos nerviosos, que preparan el movimiento de respuesta. En este período se dan tres momentos: El momento sensorial del período de reacción latente que consiste en la percepción de la excitación de la señal.

  • El momento asociativo de la reacción, que consiste en la comprensión de la excitación percibida (en la recordación de que es precisamente la señal para la acción).
  • El momento motor del período de reacción latente, que consiste en la ejecución de los impulsos motores en el sector motor de la corteza y en el envío de estos impulsos por las neuronas eferentes a los músculos correspondientes.
  • Período de la reacción final o efectora: Comprende el lapso que media entre el momento en que se inicia el movimiento de respuesta y su plena realización. El movimiento de respuesta se realiza porque por lo general nos lo imaginamos como el más importante en el proceso de reacción. En todas sus singularidades está condicionado plenamente por el carácter y la intensidad de los proce4sos nerviosos que se operan en la corteza cerebral en los procesos preliminares y latentes del proceso de reacción.

Tipos de reacción sensorial

Los tipos de reacción sensorial, motora y neutra: Estos tres tipos de reacción se diferencian por el carácter de los procesos psíquicos que se desarrollan en el período preliminar vienen determinados por el período de reacción efector. El tipo de reacción sensorial se caracteriza por la orientación de la atención del deportista, en el período de reacción preliminar, a la percepción de la señal ejecutiva. El deportista espera esta señal en un estado de tensión. De acuerdo con esto su analizador auditivo está excitado y preparado para percibir de la manera óptima y más rápida la excitación de la señal. A la vez, los demás centros de la corteza, comprendida su parte motora, están inhibidos o débilmente excitados en comparación con el analizador auditivo. A esto de debe que el deportista esté poco preparado para realizar un rápido y enérgico movimiento de arrancada. Él percibe siempre y rápidamente en la forma debida la excitación de la señal, ya que los correspondientes procesos nerviosos que se operan en los extremos receptores y cerebrales del analizador auditivo y en los centros asociativos transcurren rápidamente. En lo que se refiere al sector motor de la corteza, la preparación en ella de los impulsos motores sólo comienza después de la percepción de las energías nerviosas, ya que se empieza de la “nada” debido a la inhibición precedente de los centros motores. Por eso hay que dedicar cierto tiempo complementario y energía superflua para suscitar en estos centros el grado necesario de excitación. En consecuencia, la reacción de tipo sensorial transcurre con más lentitud que las demás. Su período latente se prolonga por término de 160 a 175 milésimas de segundo. El tipo de reacción motora se caracteriza por la orientación de la atención del deportista, en el período de reacción previo, a la preparación del movimiento de respuesta. De acuerdo con esto están fuertemente excitados los centros nerviosos de la corteza, con una inhibición simultánea o un gran debilitamiento de los procesos de excitación en los demás sectores nerviosos de la corteza, con una inhibición simultánea o un gran debilitamiento de los procesos de excitación en los demás sectores de la corteza, comprendiendo el extremo cerebral del analizador auditivo.

Gracias a esto el deportista está completamente preparado para realizar un movimiento de respuesta rápido y enérgico. La excitación, que comienza en el receptor auditivo al percibir la excitación de señal , se transite rápidamente al extremo cerebral del analizador y desde allí a los centros asociativos, y se hace habitual gracias a los ejercicios sistemáticos. Transcurre rápidamente debido a los estereotipos dinámicos elaborados e incluso siendo débiles los procesos de excitación en los sectores correspondientes de la corteza. Cuando llega por la neurona al sector motor de la corteza encuentra allí ya preparada la “fórmula nerviosa” del movimiento de respuesta y los impulsos motores correspondientes se transmiten instantáneamente a los órganos del movimiento. Gracias a la preparación óptima del sector motor de la corteza para realizar el movimiento de respuesta, el momento del período latente transcurre no solo rápidamente, sino con la energía superflua en superar el estado de inercia de los centros motores. En consecuencia, la reacción de tipo motor es la más rápida. Su período latente se prolonga por término medio de 100 a 125 milésimas de segundo. No obstante, a menudo se producen errores en la percepción de la señal de arrancada y la ejecución del movimiento de respuesta, a reacciones que no corresponden a la excitación de salida y son tomadas como señales (salida en falso). El tipo neutro de reacción se caracteriza en el período preliminar por la uniformidad de los procesos de excitación en los sectores sensoriales y motor de la corteza. La atención está dirigida simultáneamente y en medida casi igual a la espera de la señal y a la preparación del movimiento de respuesta. En los experimentos de laboratorio, las reacciones de tipo neutro se prolongan en el período de reacción latente de 140 a 150 milésimas de segundo por término medio. Prácticamente este tipo de reacciones no son frecuentes en las acciones importantes, comprendida la arrancada. Las reacciones pueden ser simples y complejas. Se llaman reacciones simples a aquellas en las que el proceso de reacción es muy simple: existe sólo un excitador previamente conocido (la señal), al que hay que reaccionar, y sólo un movimiento de respuesta ya conocido y perfectamente aprendido, con el que hay que contestar a esa señal. La arrancada es un ejemplo de reacción simple. Las reacciones complejas son aquellas en las que pueden tener lugar varias excitaciones posibles y unos cuantos movimientos posibles de respuesta, con la particularidad de que se desconoce previamente qué excitaciones surgirán y con qué movimientos se contestará. En la actividad deportiva son muy frecuentes las reacciones complejas. Pueden servir de ejemplo las acciones de respuesta del boxeador durante el combate en el cuadrilátero. El deportista ha aprendido bien el boxeo, conoce los recursos que se emplean en él para el ataque y la defensa , antes del combate estudia a su contrincante, precisa las peculiaridades de su estilo y los recursos que utiliza en el ataque y piensa de antemano cuáles serán los movimientos de respuesta más adecuados para paralizar los de su adversario. Solamente ignora una cosa: ¿cuál de los recursos conocidos de ataque empleará su contrincante en uno u otro momento del combate? Por eso, en la reacción compleja su atención observa tensamente al rival y se halla preparado para rechazar rápida y acertadamente el recurso que emplee aquel, pero no puede preparar previamente un movimiento de respuesta determinado (como ocurre en la reacción sencilla al realizar la arrancada), ya que no sabe qué reacción surgirá en el momento dado. En las reacciones complejas el momento sensorial tiene gran importancia. Si se prepara el boxeador para realizar cierto movimiento, el cual implica la excitación de determinados centros en la parte motora de la cabeza, y en este momento el adversario lanza un golpe que debe ser esquivado con otro movimiento completamente distinto, resultará esto muy difícil , ya que habrá que reestructurar los impulsos motores que ya habían sido preparados. Los boxeadores no deben supeditarse a la preparación previa de movimientos rígidamente determinados, sino que deben sentirse libres es este sentido, mantener un alto nivel de disposición general para el combate y saber realizar inmediatamente los movimientos requeridos para la respuesta en cuanto aparece la excitación a la que hay que responder. Las reacciones complejas requieren la disposición de percibir rápidamente cualquiera de las excitaciones posibles, conocidas de antemano, y sólo entonces, cuando se ha percibido esta excitación (y no antes), deben preparar el correspondiente movimiento de respuesta. Con este motivo, se complica la estructura del proceso de reacción a cuenta del acrecentamiento del periodo de reacción latente. En este período se advierten: a) El momento sensorial, que consiste en la recepción de la excitación. b) El período de diferenciación, o de separación, de la excitación captada de entre otras excitaciones que actúan simultáneamente. c) El momento de reconocimiento, es decir, de la asignación de la excitación dada a un grupo, lo que está relacionado, en general, con el segundo sistema de señales y se manifiesta aunque sólo sea en la expresión oral para sí, el momento de la comparación, es decir, la percepción de la excitación dada teniendo como fondo y estando relacionada con otras excitaciones que actúan simultáneamente, lo que es de gran importancia para comprender la situación y las intenciones del adversario. d) El momento de elección del movimiento de respuesta más conveniente e) El momento motor del período latente de la reacción compleja (final), que consiste en la movilización del sector motor de la corteza cerebral y en el envío de los correspondientes impulsos motores a los órganos del movimiento. Debido a todo esto, el proceso de reacción se retarda considerablemente. En las condiciones de laboratorio, el período latente de la reacción compleja se prolonga 300 milésimas de segundo e incluso más. En las condiciones naturales, al reaccionar en tipos de actividad bien conocidos, en los que el hombre ha adquirido una gran experiencia práctica, las reacciones motoras pueden transcurrir con gran rapidez gracias a la elaboración de los correspondientes estereotipos dinámicos. En los boxeadores con experiencia, que conocen perfectamente el sistema de combate y poseen una gran antigüedad, el período latente de la reacción compleja se asemeja a la duración de las reacciones sensoriales simples. Sin embargo, es suficiente que el adversario emplee un recurso inhabitual y desconocido para que el tiempo de la reacción compleja del boxeador crezca inmediatamente hasta alcanzar una gran magnitud.

Las peculiaridades del proceso de reacción

Las reacciones se caracterizan no sólo por la rapidez con que transcurren los procesos nerviosos, sino también por cierta inversión de energía necesaria para realizar el movimiento al reaccionar. En respuesta a una misma excitación, dos deportistas pueden reaccionar con igual velocidad, pero uno de ellos puede hacer el movimiento con menos energía que el otro, con menos amplitud. Esta diferencia se explica por la distinta inversión de energía: el movimiento del segundo deportista es tan rápido como el del primero, pero la cantidad de energía es mayor, por lo que el movimiento resulta más fuerte.

Grado de energía invertida

En la actividad deportiva no deja de tener importancia el grado de energía invertida al efectuar el movimiento. Y esta inversión no siempre debe ser la máxima. En algunos casos, por ejemplo, al esquivar el golpe, es preciso invertir la menor cantidad posible de energía, la necesaria para que el movimiento sea rápido (con una pequeña pero rápida desviación de hace fallar el golpe al adversario). Mas no en todos los casos esta inversión de energía es la óptima, es decir, la necesaria y convincente para realizar el movimiento dado. La dinámica de la reacción se determina por la representación del deportista acerca de la magnitud de los esfuerzos musculares que debe realizar para efectuar el movimiento dado. Cuando el pesista levanta la palanqueta invierte en eso una determinada cantidad de energía. Si su representación acerca del esfuerzo muscular necesario no corresponde al peso de la palanqueta, no podrá levantar tal peso incluso aunque de acuerdo con su fortaleza pueda hacerlo. El pesista debe levantar una haltera de 20 kg . Se aproxima, la toma y la levanta a la altura necesaria. Si se le cambia sin que él lo advierta, por otro de la misma forma, pero hueca y se le propone que levante ésta después de haber levantado la primera, su mano se alzará con ella superando en mucho la altura alcanzada la primera vez. Al levantar la primera haltera (20 kg) se forma en él una representación acerca de la cantidad de energía que necesita invertir para realizar ese movimiento. No duda de que la segunda haltera es semejante a la primera y que tiene el mismo peso, por lo que realiza el movimiento gastando la misma energía que sería precisa para levantar 20 kg. Este impulso motor, al tropezar con escasa resistencia, es lo que origina el levantamiento de la haltera a una gran altura. La práctica constante en ciertos tipos de actividad elabora la costumbre de invertir en el movimiento un cierto grado de energía. La observación y los datos experimentales ponen de manifiesto que el deporte de los esquís enseña a hacer movimientos masivos con gran inversión de energías. En los boxeadores, por el contrario, se forma la capacidad para diferenciar con gran precisión los esfuerzos dinámicos de acuerdo con el carácter de la tarea motor.

Fuentes