San Antonino de Florencia

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Religión o MitologíaCatolicismo
Día celebración10 de mayo
Fecha de canonización31 de mayo de 1523 por Adriano VI
País o región de origenToscana, Italia
Venerado enIglesia católica

En Florencia, en la región de Toscana, Italia, San Antonino, obispo, que después de llevar a cabo una labor de reforma en la Orden de Predicadores, se consagró con diligencia al ministerio pastoral de su diócesis, donde resplandeció por su santidad y por su provechosa y constante predicación (†1459).

Primeros pasos

Antonio Pierozzi, llamado Antonino por su pequeña estatura, nació en 1389, y era hijo de un notario florentino. Desde muy joven entró al convento de los Dominicos, en donde fue recibido por el Beato Juan Dominici, a quien recitó de memoria las Decretales de Gracián, para demostrar su preparación cultural, a pesar de ser autodidacta. Del año 1413, año de su ordenación sacerdotal, al año 1446, cuando fue elegido arzobispo de Florencia, ocupó varios cargos en su Orden: Vicario, Visitador, Prior en Fiesole, en Roma, en Nápoles y en Florencia. A él se debe el mérito de haber encargado al Beato Angélico la tarea de decorar con frescos el convento de San Marcos en Florencia. Entre tanta actividad maravilla el hecho de haber tenido tiempo para escribir numerosas obras, entre las cuales merece una mención particular la Summa moral, definida “una grande enciclopedia sistemática del pensamiento y de la práctica de la vida cristiana”. En todos sus escritos se nota la tendencia a descartar las “doctrinas sublimes” para detenerse solamente en lo que consideraba útil para él y para los demás.

Pensamiento y Obras

obra más importante, desde el punto de vista económico, es la Summa moralis theologiae (1449). San Antonino fue un hombre que, como moralista, no podía aceptar muchas características propias del enorme desarrollo económico de su tiempo, pero era a la vez un hombre inteligente y capaz de entender el proceso social en el que vivía. Un ejemplo muy claro de esta doble faceta de San Antonino son sus ideas sobre la mercadería: fue capaz de entender la importancia trascendental que la mercadería tenía en su época, destacando su gran utilidad, mientras al mismo tiempo su preocupación como moralista fue destacar la codicia de los mercaderes y el peligro que ese tipo de oficio suponía para los hombres, porque estaba muy ligado al dinero, y lo consideraba corruptor, porque llevaba fácilmente a la usura. A pesar de su gran inteligencia, San Antonino no fue un pensador original, sino simplemente un gran divulgador de pensamientos desarrollados por otros autores, como San Bernardino o Pedro Juan de Olivi. En su obra se puede encontrar una embrionaria teoría subjetiva del valor (concepto de complacibilitas), heredada de San Bernardino. Por lo que respecta a la teoría del precio justo, San Antonino sostiene que el precio es siempre cambiante en el tiempo y no consiste en un punto indivisible. San Antonino sostenía que ninguna recompensa se podía obtener de un depósito a la vista, porque se podía retirar la totalidad del dinero depositado en cualquier momento y el depositante no soportaba ningún riesgo en la operación.

Nombrado Arzobispo

Era un hombre práctico, sensible a los problemas sociales de su tiempo, deseoso de dar un significado cristiano a los nuevos fermentos humanísticos. Lo llamaban ingeniosamente “Antonino de los consejos” por su extraordinaria versatilidad en el campo religioso, jurídico, político y económico, que lo ocupaba diariamente en audiencias a los numerosos visitantes de toda clase que iban a plantearle sus problemas. Cuando quedó vacante la sede episcopal de Florencia, el Papa Eugenio IV lo nombró arzobispo, parece que por sugerencia del Beato Angélico, que en ese momento estaba en Roma haciendo una obra de arte por encargo del Papa. El primero en maravillarse, e incluso hasta asustarse ante el inesperado nombramiento, fue el humilde fraile Antonino, que huyó a esconderse en Maremma. Su delicada salud y los achaques físicos que lo acompañaron desde su juventud, desde que era novicio, no le impidieron desarrollar una actividad prodigiosa.

Hermosa labor

A lomo de mula cabalgaba como un humilde fraile para visitar todas las parroquias de su diócesis y de las sufragáneas de Fiesole, Pistoia y Prato. El pueblo florentino lo amaba mucho, y él defendió sus derechos aun contra el mismo Cosimo de Medici, de quien era amigo. Humilde e ingenioso, celoso y bondadoso, el buen pastor se entregó de lleno a su grey hasta la víspera de su muerte, el 2 de mayo de 1459.

Fuentes