Santa Cruz de Tenerife
Santa Cruz de Tenerife. | |||
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Entidad subnacional de España | |||
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• Fundación | 1496 | ||
Población | |||
• Total | 227,101 hab. | ||
Santa Cruz de Tenerife, (comúnmente conocida como Santa Cruz) es una ciudad y un municipio español, capital de la Comunidad Autónoma de Canarias (conjuntamente con Las Palmas de Gran Canaria), de la provincia de Santa Cruz de Tenerife y de la isla de Tenerife, la isla más poblada de España
Sumario
Localización
Santa Cruz de Tenerife se sitúa en el extremo oriental de la isla de Tenerife, la más grande del archipiélago canario, a una latitud norte de 28º 28' y a una longitud oeste de 16º 15'. El término municipal tiene una superficie de 150,56 kilómetros cuadrados y está dividido en dos ámbitos bien diferenciados: de un lado el antiguo Macizo de Anaga y de otro, la rampa meridional formada por coladas que abarcan desde la cumbre de Acentejo hasta la costa. La altitud máxima que se alcanza en el municipio es de 750 metros sobre el nivel del mar aunque hay zonas céntricas como la Plaza de España que se elevan tan sólo 4 metros. Más de la mitad del perímetro municipal está ocupado por superficie costera (58 kilómetros de costa en 111 kilómetros de perímetro municipal).
Historia de La Ciudad
Antes de la llegada de los conquistadores castellanos, el territorio donde hoy se asienta la ciudad estaba constituido por zonas de vegetación salvaje pertenecientes al menceyato (reino) de Anaga, que gobernaba el Mencey Beneharo. La historia prehispánica de la ciudad está protagonizada por el legado de los guanches y por algunas expediciones extranjeras que llegaban a la costa. En 1494, en uno de estos viajes, arribaron los castellanos y establecieron en Santa Cruz el campamento base para la conquista de la isla, que se prolongó hasta 1496, año en que Tenerife fue incorporada a la Corona de Castilla.
Desde el principio el núcleo económico de la ciudad residía en el puerto. El primer muelle, construido en 1548, se localizaba en la playa de Añazo, pero fue destruido por un temporal. El actual puerto se corresponde con cuatro antiguos puntos de atraque en el litoral municipal: el puerto de Caballos con la Caleta de Negros, la caleta de Blas Díaz, Paso Alto y el Bufadero. La bahía de Santa Cruz era apreciada por los navegantes debido a sus ventajas naturales, que la convertían en foco de avituallamiento para los navíos que partían hacia el Nuevo Mundo.
Al final del siglo XV se empezó a formar una sociedad heterogénea compuesta por soldados, marineros, mercaderes y los propios guanches que llegaron a integrarse. Los primeros asentamientos poblacionales se localizaban en el entorno del castillo de San Cristóbal, una fortaleza que protegía al pequeño pueblo de casitas terreras que se iba creando. En la segunda mitad del siglo XVI se empezó a construir la primera plaza, situada frente al castillo, que se denominaría plaza de la Pila y se corresponde con la actual plaza de La Candelaria. A lo largo de la costa se construyeron nuevos castillos defensivos porque los santacruceros tenían que defenderse de los frecuentes ataques de corsarios y piratas berberiscos, galos e ingleses. Hasta la Armada Británica, con el almirante Nelson al frente, cayó derrotada el 25 de julio de 1797. Este episodio, por su trascendencia, marcará la historia de la ciudad.
Santa Cruz siguió creciendo y pronto se topó con el obstáculo del barranco de Santos que fue salvado con la construcción de varios puentes: puente de El Cabo, puente Zurita, puente de Las Asuncionistas, etc. Poco a poco se fue formando un tejido urbano a ambos lados del barranco compuesto por pequeñas calles y caminos de herraduras.
En el siglo XVIII se produjo la primera expansión de Santa Cruz, derivada de una serie de factores, como el traslado de la residencia del comandante general desde la ciudad de La Laguna al castillo de San Cristóbal. El trasvase de la capitalidad de la isla originó una nueva dimensión administrativa. Además, en 1803 Santa Cruz fue considerada villa exenta y se constituyó el primer ayuntamiento. La ciudad cobró importancia y a ello había contribuido también la destrucción del puerto de Garachico, a causa de la erupción volcánica de 1706, pues trajo consigo un desplazamiento de la actividad económica y comercial y el establecimiento de una burguesía que quería controlar los negocios portuarios.
Esta creciente población es la que pronto demandó servicios y zonas de ocio. La Alameda del Duque, la plaza del Príncipe, la plaza de Weyler y la recova acogían el bullicio y el trasiego de los santacruceros. A los primitivos núcleos, como el Toscal, se fueron añadiendo parcelas de casas y parques que compusieron nuevos barrios. En el siglo XX y con la llegada de la modernidad y el "boom" demográfico, la ciudad extendió sus límites todo lo posible hasta convertirse en la gran urbe que es hoy y cuyas fronteras se desdibujan por la cercanía de las aglomeraciones urbanas de los municipios colindantes.
Clima
El relieve y la orientación del territorio al flujo de los vientos alisios (vientos húmedos del noreste) son factores que generan la existencia de diversos ámbitos climáticos y gran diversidad de climas locales por lo que coexisten en la misma ciudad zonas soleadas y secas de costa en la vertiente de sotavento y, húmedos y nubosos dominios en las alturas y valles de Anaga.
La cercanía al Trópico de Cáncer y la acción de los vientos alisios permite a la ciudad disfrutar de una bondad climática que se refleja en las mínimas variaciones de las temperaturas a lo largo de todo el año, no se registran grandes diferencias entre las estaciones, ni entre el día y la noche. La media anual se sitúa en torno a los 21ºC. El año más caluroso para el término municipal de Santa Cruz de Tenerife fue sin duda 1995, cuya temperatura media fue de 22°C mientras que el año más frío fue 1920 con una temperatura media anual de 20°C.
Las precipitaciones en la ciudad son de moderadas y con una distribución desigual, los meses de octubre a marzo son en los que se producen mayor número de precipitaciones y es la estación estival, la época más seca.
Entorno
Flora
El área de mayor singularidad y biodiversidad de flora tanto de la ciudad, como del Archipiélago se localiza en el Parque Rural de Anaga. En la ciudad, especialmente en el Parque, coexisten 21 especies endémicas locales (verode volkerii, tajinaste simples, margarita lemsii, etc.), 64 endemismos insulares, 11 especies recogidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, 6 especies afectadas por la Directiva Hábitats 92/43 CEE, otras 6 especies afectadas por el Convenio de Berna, 45 especies afectadas por la Lista Roja de Flora Vascular y 11 especies invasoras que representan o pueden representar peligro, como son: las piteras, los eucaliptos, las pencas, los geranios, el rabo de gato, la acacia negra, etc. En el Parque Rural de Anaga y en algunas zonas de la ciudad, también conviven diferentes tipos de bosque y vegetación, tales como: tarajales, baleras, bosques, esclerófilos, palmerales, matorrales de aulagas y salados, matorrales de incienso, jarales, Monteverde, fayal-brezal, zarzal, etc.
Las especies más interesantes y al mismo tiempo más amenazadas en la zona urbanizada son los tabaibales y cardonales relícticos de la zona sur del municipio, que también se extienden por las laderas de los barrancos de la periferia meridional del Parque Rural.
Pese a que Anaga se localiza por debajo del límite del pinar, en el macizo aparece un pequeño pinar, presumiblemente de origen no antrópico, constituido por Pinus canariensis, que coloniza la ladera de solana de un pitón fonolítico: el roque de Los Pinos. Asociada al mismo aparece una especie de jara endémica, Cistus chinamadensis, así como diversos elementos termófilos. Los tarajales costeros, ya mencionados, son una vegetación halófila propia de desembocaduras de barrancos y caracterizada por la masiva presencia del tarajal (Tamarix canariensis). A veces conforma bosquetes cerrados casi monoespecíficos, con orla de otras halófilas como el espino Lycium intricatum y el salado (Schizogyne sericea).
Además de los elementos autóctonos, endémicos o no, de la flora del Parque, habría que citar la presencia de numerosas especies introducidas a raíz de la conquista de la Isla, a finales del Siglo XV, y que se han asilvestrado. Éstas se distribuyen con éxito desigual por los diversos hábitat del Parque, y especialmente en ambientes nitrófilos y ruderales. Podrían citarse como manifestaciones más importantes las repoblaciones de Pinus radiata de El Moquinal, Solís y La Orilla y de Pinus pinea en Casas de la Cumbre, y los Eucalyptus globulus de Jardina, el Llano de los Loros y Cabezo del Viento, entre otros lugares.
Fauna
La Mayor diversidad faunística de la ciudad se concentra también en el entorno de los asentamientos rurales del Parque Rural de Anaga. Según el Banco de Datos informatizado de la Fauna de Invertebrados del Parque, habitan en esta zona 1.910 especies, de las que 512 viven exclusivamente en Canarias, además de otras 239 especies de invertebrados que son endémicos de la isla y 95, que son exclusivas del Parque.
En el Macizo de Anaga se encuentra representada una gran variedad de hábitats (rupícolas, acuícolas, crípticos, forestales, etc.), que se distribuyen por un rango altitudinal de casi mil metros. Esto posibilita que aquí se encuentren prácticamente todos los grupos animales conocidos de Canarias. Los moluscos constituyen el grupo más interesante de los invertebrados no artrópodos, debido a su elevada tasa de endemicidad. Los Roques de Anaga tienen gran importancia para las aves marinas ya que albergan seis especies nidificantes, dos de las cuales (el Petrel de Bulwer y el Paíño de Madeira) tienen aquí sus efectivos más numerosos.
De entre las restantes especies de Anaga, la Paloma Turqué y la Rabiche son endemismos canarios, el Vencejo Unicolor, el Canario y el Bisbita Caminero son endemismos macaronésicos y, ya a nivel subespecífico, hay un gran número de endemismos tanto canarios como macaronésicos. Las principales amenazas para la avifauna son la caza furtiva y la destrucción de hábitats. En Anaga se encuentran cinco especies de quirópteros: el murciélago montañero (Pipistrellus savii) el murciélago de Madeira (Pipistrellus maderensis) y el murciélago rabudo (Tadarida teniotis) usan para su descanso grietas y cavidades en barrancos y acantilados, mientras que el Nóctulo pequeño (Nyctalus leisleri) y el murciélago de bosque (Barbastella barbastellus) utilizan huecos en árboles y construcciones abandonadas. Todas estas especies han visto reducidos sus efectivos considerablemente en las últimas décadas, sólo al murciélago de Madeira se le puede todavía ver con relativa frecuencia revoloteando en torno al alumbrado público de algunas poblaciones del medio rural.
Con relación a los peces, la única especie que puede considerarse autóctona es Anguilla anguilla, un migrador que tras reproducirse en el mar se adentra en algunos cursos de agua dulce. Su situación es aparentemente buena en los barrancos de Igueste de San Andrés y de Afur. Entre las causas de su regresión podemos citar las actividades que alteran la calidad de las aguas o la construcción de presas en los cauces de los barrancos. Esta especie está calificada a nivel nacional como "vulnerable".
En los fondos de fango y arena encontramos salmonetes (Mullus spp.), chuchos (Dasyatis pasticana), torpedos (Torpedo spp.), angelotes (Sguatina spp.), cazones (Mustelus mustelus y Galeorhinus gleus) y la merluza canaria (Mora moro). Respecto a las especies en peligro, la Lista Roja de Especies Amenazadas, incluye 11 especies que habitan en el término municipal. Como especies invasoras destacan el cangrejo de río que reside en los ambientes más poblados del municipio.
Espacios Naturales
El término municipal de Santa Cruz de Tenerife cuenta con cuatro espacios naturales protegidos: el Parque Rural de Anaga, la Reserva Natural Integral de Ijuana, la Reserva Natural Integral de Pirajal y la Reserva Natural Integral de los Roques de Anaga, los tres últimos se engloban en el primero.
Parque Rural de Anaga
Situado al noroeste de la isla de Tenerife, ofrece al visitante la oportunidad de disfrutar de un paisaje singular, fruto de una larga y armoniosa convivencia del hombre con un medio natural rico y diverso. Los brumosos bosques de sus cumbres, los numerosos roques, los dispersos caseríos tradicionales y especialmente, el ancestral sistema de bancales esculpidos en las laderas de sus barrancos, son algunos de los elementos que le dan entidad a este paisaje. Las cumbres están cubiertas de una masa boscosa esenciales en la protección de suelos y recarga de acuíferos, que se distribuye por la cabecera de la mayoría de los abundantes barrancos del macizo. La laurisilva de cumbres, el fayal-brezal, los sabinares de medianías y los cardonales-tabaibales, constituyen una excelente muestra de su hábitat. Para especies como las palomas de laurisilva, este bosque constituye un hábitat de importancia vital para su biología, así como para muchas de las aves que nidifican en los roques de Anaga. Gran parte del Macizo de Anaga tiene la consideración de Zona especial de protección para las Aves (ZEPA), por la presencia en las zonas forestales del gavilán y de dos palomas endémicas, así como por ser lugar de nidificación de las aves marinas Petrel de Bulwer, pardela chica, pardela cenicienta y paíño de Madeira.
Reserva Natural Integral de Ijuana
Esta reserva alberga la mejor muestra de cardonal-tabaibal de Tenerife. Cuenta con una alta biodiversidad endémica, con muchas especies protegidas y unas pocas consideradas como amenazadas. Los barrancos constituyen elementos geomorfológicos destacados, en cuyos interfluvios sobresale el roque de Juan Bay, un pitón sálico cuyo conducto de emisión ha quedado descubierto por la erosión marina. En conjunto, la reserva representa un paisaje erosivo, agreste y lleno de contrastes, en una de las zonas que podemos considerar más naturales de la isla. Esta reserva se enmarca dentro del Parque Rural de Anaga.
Reserva Natural Integral de los Roques de Anaga
Los roques son un enclave de gran interés científico, geológico y geomorfológico en buen estado de conservación que destaca por tratarse de elementos singularizados de valor paisajístico. Alberga poblaciones de especies amenazadas y protegidas por normativa regional y convenios internacionales, como el corazoncillo (Lotus maculatus); constituye además una muestra representativa de hábitat de islote y es una zona de vital importancia para especies como el lagarto (Gallotia galloti insulanagae), que tiene aquí su única población conocida, y para algunas aves.
Reserva Natural Integral del Pirajal
Esta Reserva reúne una de las mejores representaciones de flora del período terciario. La laurisilva de Anaga es una de las mejores y más rica en especies de Canarias, y el sector delimitado por esta reserva es de los mejor conservados. La masa forestal juega un papel fundamental en la recarga del acuífero subterráneo por su alta capacidad de condensación de la humedad transportada por los vientos alisios, a lo que hay que unir su facultad protectora del suelo ante la erosión. La existencia de muchas especies endémicas, varias de las cuales están amenazadas y la mayor parte protegidas por la normativa regional, acrecienta su importancia, sobre todo cuando sólo se conocen en este lugar. Para la ornitofauna, la reserva es un magnífico refugio donde nidifican muchas especies. Por otro lado, los roques de Chinobre y Anambro, que limitan la reserva por el sur, constituyen sendos elementos singularizados del paisaje, de interés científico, geológico y geomorfológico.
Población
Según datos del Negociado de Población y Demarcación Territorial del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, el número total de la población a 1 de enero de 2010 es de 227.101 habitantes. Esta población se reparte de manera desigual a lo largo de los 151 kilómetros cuadrados de superficie del término municipal, ya que gran parte del municipio lo constituye el macizo montañoso de Anaga, donde la densidad de población es muy baja debido a las dificultades orográficas para establecer núcleos poblacionales.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX la expansión demográfica de Santa Cruz de Tenerife y la extensión del espacio edificado, junto a los simultáneos crecimientos de los municipios colindantes conducen a la formación del área o comarca metropolitana de Tenerife; integrada hoy, además de por los términos de Santa Cruz y de La Laguna, por los de El Rosario y Tegueste.
Estos cuatro municipios, cuya superficie representa tan sólo el 15 % del total insular, acogían en 1999 a 361.392 personas, es decir, algo más de la mitad (52 %) de la población de la isla, que en las mismas fechas alcanzaba los 692.366 habitantes. Estas cifras revelan la desproporcionada magnitud demográfica que alcanza esa aglomeración urbana en el contexto insular. En su seno, Santa Cruz es el municipio que, por su condición de capital, ha ejercido una especial atracción desde el punto de vista residencial y económico, lo que ha determinado el claro desnivel poblacional existente siempre a su favor. Pero, a la vez, su dinamismo propicia el crecimiento de los municipios colindantes, en los que se establece la población y las actividades que la capital es incapaz de albergar en el interior de sus límites.
En la actualidad, la moderación del crecimiento de la población de Santa Cruz es producto de varios procesos simultáneos: la repercusión de la descentralización de actividades hacia los restantes municipios vecinos y el fuerte desarrollo turístico y económico en el suroeste insular, capaz de captar importantes inversiones y población. Aún así, Santa Cruz, según las cifras oficiales de habitantes, sería una de las pocas capitales metropolitanas que en los últimos años no ha registrado una pérdida demográfica.
Según datos del Negociado de Población y Demarcación Territorial del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, el número total de la población a 1 de enero de 2010 es de 227.101 habitantes. Esta población se reparte de manera desigual a lo largo de los 151 kilómetros cuadrados de superficie del término municipal, ya que gran parte del municipio lo constituye el macizo montañoso de Anaga, donde la densidad de población es muy baja debido a las dificultades orográficas para establecer núcleos poblacionales.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX la expansión demográfica de Santa Cruz de Tenerife y la extensión del espacio edificado, junto a los simultáneos crecimientos de los municipios colindantes conducen a la formación del área o comarca metropolitana de Tenerife; integrada hoy, además de por los términos de Santa Cruz y de La Laguna, por los de El Rosario y Tegueste. Estos cuatro municipios, cuya superficie representa tan sólo el 15 % del total insular, acogían en 1999 a 361.392 personas, es decir, algo más de la mitad (52 %) de la población de la isla, que en las mismas fechas alcanzaba los 692.366 habitantes. Estas cifras revelan la desproporcionada magnitud demográfica que alcanza esa aglomeración urbana en el contexto insular. En su seno, Santa Cruz es el municipio que, por su condición de capital, ha ejercido una especial atracción desde el punto de vista residencial y económico, lo que ha determinado el claro desnivel poblacional existente siempre a su favor. Pero, a la vez, su dinamismo propicia el crecimiento de los municipios colindantes, en los que se establece la población y las actividades que la capital es incapaz de albergar en el interior de sus límites.
En la actualidad, la moderación del crecimiento de la población de Santa Cruz es producto de varios procesos simultáneos: la repercusión de la descentralización de actividades hacia los restantes municipios vecinos y el fuerte desarrollo turístico y económico en el suroeste insular, capaz de captar importantes inversiones y población. Aún así, Santa Cruz, según las cifras oficiales de habitantes, sería una de las pocas capitales metropolitanas que en los últimos años no ha registrado una pérdida demográfica.