Sexo, mentiras y cintas de video (Película)

Sexo, mentiras y cintas de video
Información sobre la plantilla
Drama. Comedia | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Sexo mentiras y cintas de video.jpg
Otro(s) nombre(s)Sex, lies and videotape
Estreno1989
GuiónSteven Soderbergh
DirectorSteven Soderbergh
Dirección de FotografíaWalt Lloyd
ProductoraOutlaw Productions / Miramax Films
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Sexo, mentiras y cintas de video Sex, Lies, and Videotape, conocida como Sexo, mentiras y cintas de video en España y Sexo, mentiras y video en Hispanoamérica, es una película estadounidense de 1989 escrita y dirigida por Steven Soderbergh. Está protagonizada por James Spader, Andie MacDowell, Peter Gallagher y Laura San Giacomo.

Sinopsis

John, un abogado yuppie, con pocos escrúpulos, está casado con Ann, una mujer seria e introvertida. Ella, aunque muestra poco interés por el sexo, se siente segura de su matrimonio. John, en cambio, es un adicto al sexo y tiene una aventura con Cinthia, la extrovertida y desenfadada hermana de Ann. La llegada del enigmático Graham, un antiguo compañero de John en la universidad, alterará la vida de Ann. (FILMAFFINITY)

Reparto

Premios

  • 1989 Oscar: Nominada a mejor guión original.
  • 1989 Festival de Cannes: Palma de Oro, mejor actor (James Spader) y premio FIPRESCI.
  • 1989 Festival de Sundance: Premio del Público.
  • 1989 Círculo de Críticos de Nueva York: 2 Nominaciones.

Críticas

Erótica, inteligente y valiente

No me canso de repasar esta película, cuantas más veces la veo, más brillante me parece. Hay que verla en versión original aunque el doblaje en español es peculiar no se adapta a nuestra cultura: la cadencia en las voces, las miradas, los gestos... son un alarde de interpretación. Me parece erótica, inteligente y valiente y me gusta mucho.

La clausura del "voyeur"

En la excelente composición del personaje de Spader destacan las dubitaciones en sus diálogos que probablemente reescribiera añadiéndoles la naturalidad de lo imperfecto. La media sonrisa, la mirada interrogativa y esos titubeos denotan la inseguridad de un personaje que sólo está dispuesto a participar en la vida con la mirada. Graham nos descubre su voyeurismo a la primera que se presenta cuando le pregunta a Ann si ha salido alguna vez en televisión: consciente o inconscientemente, desde el principio la imagina víctima de su objetivo. Pero Graham no es el clásico "voyeur", una tensión interna le acomete y se manifiesta en sus contradicciones. Si por un lado se resiste a encerrarse bajo siete llaves, según afirma, por el otro pronto se enclaustra para rehuir el contacto con los demás. Sin embargo, la puerta de su casa permanece abierta y su contacto con el mundo se mantiene gracias a esta circunstancia que permite las distintas intrusiones del trío de protagonistas. Me interesan aquí dos escenas de la primera parte de la película en la que se presenta el personaje: la sobremesa con el matrimonio de John y Ann y la charla en el café a solas con Ann.

En la primera, sorprende la atracción creada entre Ann y Graham a expensas del marido que se muestra en todo momento cínico y distante. Las miradas de Graham gravitan en torno a la figura de Ann desplazando a su amigo al que, por otra parte, ya nada le une después de nueve años de separación. El número nueve alude al cambio de vida, a una muerte y una resurrección simbólicas (en consonancia con su costumbre de vestir de luto). Además de ese detalle de numerología hay otra referencia bíblica en la mención a la costumbre de la mujer de salar en abundancia las comidas. La sal se ofrendaba en los pactos realizados ante dios y probablemente sea una vaga referencia al pacto de fidelidad del matrimonio. Las posturas aparentemente opuestas de John y Graham se confrontan simbólicamente. Mientras que John, el infiel, se mofa de esa manía de su mujer de poner tanta sal, de Graham se nos dice anecdóticamente que años atrás "oficiaba misas privadas detrás de la capilla", en alusión a su fidelidad.

En la escena del café los personajes de Ann y Graham tienen la posibilidad de intimar en ausencia del marido. Graham pide té helado, una bebida que le caracteriza durante toda la película, hasta que logra figuradamente romper el hielo, ponerse del otro lado de la cámara -algo que aterroriza a cualquier "voyeur"- y expresar sus temores. Quizá la elección del té helado invite a una intimidad cuyo propósito parece ser antes la curiosidad que la lascivia. Graham descubre su impotencia mientras Ann acaricia inadvertida y repetidamente el pie de su copa de vino blanco en un ligero movimiento de vaivén. No hay lascivia en ese gesto porque no hay consciencia del mismo. Ese detalle mínimo de puesta en escena adelanta el tipo de relación que se establece entre los dos personajes y que prefiero no revelar aquí.

5 escenarios y una obra casi maestra

Yo suelo hacer una o dos pausas cada vez que veo una película. Sin embargo, cuando vi ésta tuve la impresión que tenía que quedarme mirando casi sin pestañear, entrar en la historia. Hay que verla con tranquilidad. Ópera prima de Soderbergh, bastante diferente de su cine al que más tarde nos hemos acostumbrado (Un romance peligroso, Traffic...), Sexo, mentiras y cintas de vídeo es una historia íntima, cerrada, de 4 personajes, 2 hermanas y 2 antiguos amigos, en que se da vueltas y vueltas a la necesidad física, pero también psicológica del matrimonio, y más allá, del simple amante. Durante la película vamos viviendo paralelamente en la piel de los personajes, sobre todo, para los hombres, de Graham (James Spader). Los comprendamos o no, se hace enriquecedor vivirla, los sentimientos vienen por si solos. Lo que me fascina es la capacidad de Soderberh para crear unos personajes polifacéticos, reales en resumen, que vamos conociendo a medida que avanza la película. Y de manera profunda: a través de sus temores y anhelos en el sexo. Particularmente, me parece una película bella no en su imagen, peró más bien en su esencia, retratando un "minimundo" con delicadeza y cura. Única pega, Soderbergh siempre tiende a clasificar sus personajes, lo que hace previsibles muchas de las escenas, pero nadie es perfecto. La recomiendo, especialmente para quien tenga el tipo de sensibilidad necearia para poder "endinsarse" en las esperanzas, nada lascivas por cierto, de un grupo de treintañeros, que buscan gran parte de su camino a través de las relaciones con el sexo opuesto y la comprensión que hacen de esta relación. Muy correcta.

Fuentes