Sexualidad del discapacitado

Sexualidad del discapacitado
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Sexualidad del discapacitado. En la última década, en el Laboratorio para la atención a los discapacitados físico motores, se desarrolló un modelo teórico para el estudio y atención de la sexualidad. Asimismo, se han desarrollado procedimientos, diagnósticos para determinar el nivel de madurez psicosexual de los discapacitados severos, tomando en cuenta a sus familias. Los datos disponibles abarcan las diferentes edades. La sistematización teórica obtenida conduce actualmente las acciones de intervención en la educación sexual de los niños pequeños, en articulación con sus padres y educadores. En la ponencia también se presentan las alternativas de intervención puestas a punto en esta esfera.

Concepción integral de la sexualidad del discapacitado.

Las raíces teóricas de las que partimos

El presta la mayor atención a la determinación social de la psiquis. Demuestra que la socialización del niño pequeño que nace o sufre tempranamente un defecto conduce a la formación de un sujeto, que de alguna manera compensa sus limitaciones. Así, tuvo una clara visión de la transmisión del condicionamiento social desde la cultura hasta la familia y mediante ella al hijo con defecto: Si los adultos significativos limitan al pequeño que presenta un defecto discapacitante del proceso de comunicación y de actividades socializadoras, se instaura la discapacidad severa. Si logran incluir al pequeño en las actividades y comunicación propias de la edad, (que consideramos se formaron históricamente como actividades de la cotidiana familia) el defecto es compensado, se alcanza una socialización adecuada. Cuando existe un defecto, lo que está en peligro de perderse, o de no formarse, es precisamente la comunicación con el adulto, decisiva para la socialización. Si falta una función por estar dañado un órgano, pudiera afectarse esta comunicación con el medio, y precisamente la socialización, pero asombrosamente unos canales de socialización pueden compensar a otros. En este sentido consideramos que las dificultades de la formación de la esfera psicosexual de la personalidad en el discapacitado son una muestra del defecto secundario. Lo esencial es comprender que la cultura es la que provoca tal situación, para entonces abordar las vías para su solución. También consideramos que la zona de desarrollo próximo permite esclarecer cómo transcurre la estimulación de la sexualidad del menor discapacitado. La familia, en la vida cotidiana, conduce una educación desarrolladora en esta esfera psicosexual, o por el contrario la obstaculiza, como veremos más adelante. El insiste en la explicación del comportamiento social desde los instintos hostiles y agresivos que se hallan en la naturaleza humana. Considera que el hombre tiene que renunciar a la expresión libre de sus tendencias instintivas individuales; ese es el precio de vivir en sociedad. “Una de las características de nuestra evolución, -comenta en el Porvenir de una ilusión, que publicó en 1927-, consiste en la transformación paulatina de la coerción externa en coerción interna por la acción de una especial instancia psíquica del hombre, el Super yo”... “En el niño podemos observar el proceso de esta transformación que es la que hace de él un ser moral y social”.

Conceptos centrales que adoptamos

Para avanzar en la construcción de nuestro modelo abordaremos una serie de conceptos esenciales. Definimos al sexo, como el conjunto de atributos de todo ser humano, anatomo - fisiológicos (cromosómicos, genéticos, gonadales, hormonales, genitales, cerebrales, etc.) que lo convierten en un ser biológicamente sexuado. Se advierte que sólo en el proceso de socialización, en el transcurso de su vida, todo sujeto -con defectos o no- deviene una persona psicológicamente sexuada, con una individualidad única, que lo convierte, a la luz de sí mismo y de los otros, en una personalidad femenina o masculina. Sobre la base de esas premisas y bajo la acción educativa de la familia, la escuela y el medio social, en el transcurso de la ontogenia se construye como núcleo de la sexualidad la identidad de género (conciencia y sentimiento de ser hombre, mujer, femenino, masculino o ambivalente), el rol de género (manera en que se interpretan, asumen y desempeñan los diversos papeles femeninos y masculinos que establece cada cultura) y la orientación sexual (dirección que adquiere el deseo o impulso sexual hacia el otro sexo, el propio o ambos), lo cual lo convierte en un sujeto con defecto en hetero, homo o bisexual, respectivamente. Definimos entonces a la sexualidad como una manifestación psicológica rectora de la personalidad del ser humano con defectos discapacitantes , que tiene como núcleo el sentimiento y la conciencia de la propia masculinidad, femineidad o ambivalencia (cuando no se identifica plenamente con los patrones de su sexo), la que interviene en la regulación directa o indirecta de todas sus manifestaciones conductuales. La Educación Sexual es entonces el proceso dinámico que potencia al sujeto discapacitado severo para el encuentro libre, pleno y responsable con el otro y con su propia sexualidad, en correspondencia con sus necesidades y las del contexto, garantizando el protagonismo y la capacidad de elegir los límites personales de la sexualidad, así como el respeto de las personas con las cuales se relaciona. Concebimos entonces la Educación Sexual como un elemento medular de la formación de la persona con defectos, que contribuye al logro de una sexualidad sana y de relaciones sociales enriquecedoras. Una sexualidad plena y satisfactoria es la que ha logrado una identidad de género satisfactoria, disfruta libremente de su genitalidad, comprende los determinantes sociales que lo han condicionado, y busca una expresión de su sexualidad acorde con valores más humanos, superadores de los estereotipos discriminatorios. Esta sexualidad madura comprende también un sentido de responsabilidad ante las consecuencias de la relación: ante su pareja, ante su descendencia y ante los demás.

Papel de la familia en la formación de la sexualidad del discapacitado.

Los miembros adultos de la familia plantean al niño en cada edad una serie de exigencias históricamente formadas. Dicho de manera esquemática, las fuerza motrices del desarrollo de la personalidad radican en el interjuego de las necesidades ya formadas en cada etapa en el niño, y las exigencias adultas a través de su inclusión en las actividades conjuntas, que reclamarán de él la adquisición de nuevas habilidades y la formación de nuevos motivos. Debemos comprender que al surgir la discapacidad la familia altera sus actividades cotidianas, y sufre una sobrecarga en ciertas funciones. En primer lugar, hay que atender su salud y su desarrollo físico de una manera más intensa, y sobre todo, preñada de ansiedades, pues muchas veces hay imprecisión en el pronóstico de la enfermedad discapacitante, o en las defectos que aparecen como secuelas, o en el alcance que pueda tener el proceso de corrección y compensación, etc. La etapa de cuidados infantiles se hace más prolongada. Así, la madre anula prácticamente su vida emocional como mujer. Esto podemos interpretarlo como una situación triangular, Se trata de la madre, el hijo, pero también el padre está “presente” aunque no lo veamos. Se manifiesta tal simbiosis emocional entre la madre y el hijo, que el padre queda excluido. Los reclamos emocionales y sexuales del padre pueden significar un intento de romper esa simbiosis; pero la madre, o el hijo, o ambos, desarrollan tácticas para unirse más entre sí y excluirlo a él. Una reacción natural del padre suela ser la de alejarse y buscar otra relación fuera del hogar. La edad escolar puede convertirse para el niño o niña con defecto discapacitante en una etapa decisiva para su socialización, si comparte espacios escolares con la diversidad humana que es posible en ellos. Así, en sus actividades escolares se pondrá a prueba y enriquecerá su habilidad para la comunicación afectiva, sus variados desempeños de roles genéricos, las vivencias que reafirmarán su identidad, y hasta las normas morales grupales que posteriormente integrarán sus valores humanos. Sin embargo la mirada de otros puede contener un rechazo más o menos explícito, o una lástima discriminante. La discapacidad que equivale a un estigma visible dispara actitudes intransigentes en muchas personas. Puede suceder que al discapacitado se le limite de alguna manera para asumir muchas tareas propias de la edad, potenciadoras de su personalidad en formación. Como parte de esta actitudes sociales, es llamativo cómo los adultos que rodean al escolar discapacitado tratan de prevenir, evitar o de frustrar manifestaciones de interés sexual, o cuanto menos desconocen los sentimientos afectivo sexuales en estos adolescentes. Si se trata de niños con defectos severos, los indicios de curiosidad sexual parecen morbosos, la evidencia de excitación sexual es condenada, la masturbación parece una aberración. Cuando arriban a la adolescencia, los sueños románticos son ignorados por los adultos, los enamoramientos son desalentados. A la muchacha se le desconoce su deseo, y a cambio se le vaticina que puede ser víctima del abuso sexual. Se descarta la posibilidad de llegar a tener hijos o de fundar su propio hogar. Los valores sociales en torno a la sexualidad y a la discapacidad se mediatizan a través del sistema familiar de tal forma que el individuo con discapacidad los recibe de sus padres, los interioriza, y sólo más tarde estará en posibilidades de intentar crecerse sobre ellos Sin embargo, la adolescente o el adolescente con defectos severos que los pueden discapacitar para variadas actividades sociales, llegará a amar y buscará la felicidad en la pareja en la misma medida en que lo amaron a ella o a él desde pequeños, y de la misma manera en que le estimularon la seguridad propia y la comunicación afectiva con sus semejantes. El amor más hermoso del ser humano, el genuino amor por el otro, que moviliza lo mejor de nosotros, no surge de manera silvestre, también es la obra de la socialización, de la cultura alcanzada por la humanidad.

Sobre la imagen corporal y la autoestima

Elaboramos una interpretación sobre los complejos procesos el surgimiento, desarrollo y vicisitudes de la imagen corporal, como elemento inicial de la autoimagen a partir de los vínculos familiares, desde la más temprana infancia. Nos encontramos ante un proceso en donde la persona, a través de su cuerpo capaz de recibir placer, se va “cargando” del afecto y de la valoración que sus padres puedan depositar en él. En este sentido, las interpretaciones de autores con diversos encuadres, incluso desde la clínica psicoanalítica tienen determinado valor teórico y metodológico. El cuerpo resulta ser el esbozo inicial del yo, su núcleo primitivo, que luego se va conformando y reestructurando por las afirmaciones que se hagan sobre el sujeto en el grupo primario que es la familia, así como en otros grupos en los que establece fuertes lazos emocionales. Señala este autor que el bienestar corporal es resignificado en la persona desde la perspectiva del narcisismo, lo mismo se puede considerar “un mérito del yo” que una fuente de vivencias negativas. “Al malestar de cualquier enfermedad se le agrega la injuria narcisista de no poseer un cuerpo como el de todas las personas”. Los estrechos vínculos afectivos existentes en torno al discapacitado recuerdan las primeras etapas de la relación de la madre y el bebé lactante. La madre lo es todo para el bebé, y ella está concentrada en sus cuidados. Si se mantienen más allá de lo debido esas relaciones “simbióticas”, no puede estructurarse adecuadamente la personalidad del menor. Además, la madre pagará un costo de salud por tal simbiosis. El niño con defectos tiene las mismas necesidades de comunicación emocional con los familiares significativos. Las risas, el contacto corporal directo, el abrazo o descanso compartido, o las canciones que con que le arrullemos, le proporcionan seguridad emocional - lo que se manifiesta de inmediato en que el pequeño se muestra agradecido, más complaciente, menos irritable. En particular, los padres poco preparados para estimular a un hijo poco “responsivo” limitarán aún más las posibilidades del menor. Por otra parte, en hogares de bajo nivel socioeconómico, en algunas personas se produce una especie de “fatalismo”, al tener la convicción de que el hijo “es así”, y apenas se puede hacer algo para ayudar a compensar sus defectos. El proceso de satisfacción de las necesidades especiales de estos muchachos puede estresar a la persona que lo cuida. A medida que el niño crece, estas faltas de afecto, o incluso los rechazos que algunos familiares trasmiten como dobles mensajes, pueden alterar notablemente la seguridad emocional del niño y lesionar la formación de su autoestima. Cuando se intenta modifican la concepción que va formando el discapacitado de sí mismo y en particular de su cuerpo, queda en el fondo como una resistencia, como una inseguridad, que lo hace retornar en ocasiones a su visión desvalorizada de sus posibilidades, con lo que paraliza sus esfuerzos por seguir adelante en sus empeños.

Estrategia de atención a la sexualidad del discapacitado

La estrategia desarrollada en este campo de estudios comprende: Þ El estudio teórico y la formulación de un modelo del desarrollo psicosexual de estos escolares, que precise los indicadores de su madurez psicosexual, así como sus posibles alteraciones psicosexuales dentro de nuestra cultura. Þ El diseño y validación de pruebas y procedimientos diagnósticos para evaluar ese desarrollo y la madurez psicosexual. Þ La implementación y comprobación de alternativas metodológicas de educación, orientación y terapia sexual para preparar a estos escolares para la vida sexual, así como ayudar a jóvenes y adultos con defectos discapacitantes en la solución de dificultades y trastornos psicosexuales que puedan presentar. Þ La articulación de un sistema de atención, tomando al discapacitado como protagonista de su educación y crecimiento psicosexual, pero que incluya a la familia como medio de expresión y soporte de este desarrollo; y que abarque también las normas de funcionamiento y el personal de la institución que los atiende.

Atención a la sexualidad del discapacitado temprano.

Propugnamos una atención integral a la sexualidad del discapacitado, como parte de la formación de su personalidad y la preparación para la vida social independiente. Destacamos el carácter multidisciplinario en este trabajo. Para llevar adelante la educación sexual en una institución se requiere mover a todos los profesionales en la dirección del compromiso a una búsqueda responsable. Han de hacerlo con postura abierta y en estrecha interacción.

Fuentes

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