Skellig Michael

Skellig Michael
UNESCO logo.png Welterbe.png
Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad.
Sdp12 skelligs main.jpg
Coordenadas51°46'16?N 10°32'26?O
PaísIrlanda Bandera de Irlanda
TipoCultural
Criteriosiii, iv
N.° identificación757
RegiónEuropa y América del Norte
Año de inscripción1996 (XX sesión)

Skellig Michael, en 1996, el complejo monástico de Skellig Michael fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, basándose en criterios culturales.

Ubicación

Las islas Skellig, Skellig Michael y Pequeño Skellig, se mantienen lejos en el océano Atlántico a unos 12 km al suroeste de la isla de Valentia, Condado de Kerry. Desde cualquier ángulo, o desde cualquier punto de vista sobre el anillo de Kerry en las inmediaciones, que son espectaculares pináculos, que han magnetizados los espectadores a lo largo de toda la historia y más allá.

Historia

La vida monástica cristiana tiene su origen en la creencia que la unión con Dios es más fácil de alcanzar escapando de la civilización a áreas aisladas, donde la supervivencia es difícil. En el siglo III los cristianos egipcios huían de las tentaciones y distracciones que abundaban en las ciudades al desierto para llevar una vida solitaria de oración, meditación y ayuno. En el siglo IV, sin embargo, estos grupos de de ascetas empezaron organizarse en comunidades en las que aún seguían viviendo separados, pero en proximidad unos de los otros, reuniéndose los sábados y domingos para las celebraciones religiosas.

A partir de 1500, Skellig Michael se convirtió en un destino popular para peregrinaciones anuales, pero ya no tenía habitantes permanentes. En el siglo XIX la isla fue nuevamente habitada tras levantarse allí dos faros, controlados por fareros que se turnaban periódicamente. El segundo faro, aún hoy activo, fue remodelado en el año 1960 y automatizado en el 1980.

Con el tiempo aparecieron las primeras comunidades de monjes que llevaban una vida en común, aunque la vida monástica aislada en zonas desoladas, inaccesibles y duras siguió siendo considerada la forma más pura. En toda Europa se admiraba a los primeros anacoretas del desierto, pero en ningún otro lugar se les imitó tan fielmente durante tanto tiempo ni a tan gran escala, como en Irlanda. El primer paso para imitar a los eremitas del desierto era encontrar un equivalente irlandés del desierto egipcio. Algunos lo buscaron en tierra firme en los desiertos de árboles, los bosques, pero los más decididos lo buscaron en las islas del “mar sin caminos”.

La segunda mitad del siglo VI vio el comienzo de otra forma de vida monástica irlandesa, comunidades de monjes dispersas geográficamente, pero unidas bajo el abad del monasterio principal. Con el tiempo algunas de estas comunidades pasaron a depender de las familias aristocráticas y empezaron a alejarse de sus valores. Durante el siglo VII las confederaciones monásticas se hicieron aún más importantes y habituales en Irlanda. Pero los ideales de simplicidad ascética y austeridad no se habían olvidado, y los monasterios seguían animando y apoyando a los que se decidían a seguirlos.

Una maravilla monástica

Se cree que los asentamientos monásticos, unas cabañas de piedra en forma de colmena (llamadas "clochain" en gaélico) en la cima de la isla, datan del siglo VI. Según los historiadores, los monjes que construyeron este enclave monástico solían recorrer todos los días los más de 600 escalones que llevan hasta el agua para pescar su desayuno. Debía ser una existencia extrema y ascética, pero aun así los monjes vivieron aquí sin interrupción hasta el siglo XIII, cuando por fin se mudaron a Ballinskelligs en tierra firme, obligados por el empeoramiento de las condiciones meteorológicas.

Hoy en día, las cabañas siguen aguantando los embates del tiempo, y los visitantes deben subir los 600 escalones para llegar hasta ellas, así que no es una visita recomendada para personas con movilidad reducida. Si tienes vértigo también puede que la cima, a unos 218 metros del océano Atlántico, te resulte un poco demasiado alta. Pero si consigues subir, estar así de cerca de un pedazo de historia como éste es una experiencia inigualable.

Una visita vikinga

Teniendo en cuenta su situación aislada, no es de sorprender que las Skellig, y en especial Skellig Michael, se convirtieran en presa de los ataques vikingos. Pero no todo era malo: una leyenda cuenta la historia del bautizo de un tal Olav Trygvasson en 993, a manos de un ermitaño. Este hombre llegado del norte acabaría convirtiéndose en Rey de Noruega.

Residentes alados

Los encantos de las Skellig no se limitan a las glorias pasadas. Junto a su archipiélago hermano de las islas Blasket al norte, las Skellig acogen a una de las mayores colecciones de pardelas pichonetas y frailecillos del mundo. Tal es la magnitud de esta reunión única de aves que un documental de la radio irlandesa pasó toda una noche en Skellig Michael simplemente para grabar el sonido creado por los paíños y pardelas pichonetas que tienen su hogar en estas islas.

También hay excursiones en barco, que salen desde Portmagee, Ballinskelligs y Valentia y rodean la costa de Little Skellig para regalarte la vista desde el mar de los hasta 27.000 alcatraces que anidan aquí.

Galería

Fuentes