Sociedades de insectos

Enjambre de Abejas
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Sociedades en animales. Las sociedades son una característica exclusiva de los animales. Además, todas las sociedades han evolucionado con independencia unas de otras y las más avanzadas se presentan en los animales más avanzados: insectos y vertebrados.

Sociedades de insectos

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En los termitas, hormigas, abejas y avispas existen sociedades muy desarrolladas. En ellas, cada organismo miembro está estructuralmente adaptado desde el nacimiento para realizar una función específica en la sociedad. Las sociedades de insectos, organizadas de una manera algo diferente en cada uno de los cuatro grupos que acabamos de citar, funcionan de acuerdo con un comportamiento fijo, estereotipado y en gran parte no aprendido.

Cada miembro está guiado por reacciones instintivas heredadas y no puede realizar más funciones que las dictadas por su instinto. Los insectos pueden aprender, aunque de manera muy limitada. Por ejemplo, puede enseñarse a una abeja a responder de distintas maneras a diferentes colores y olores y puede aprender un camino nuevo para llegar a su colmena si ésta ha sido trasladada.

Todos los insectos sociales tienen un rasgo en común: construyen complicados nidos y sus sociedades están estratificadas en castas estructuralmente diferentes. En cada uno de los grupos existen especies que forman sociedades de diferente grado de complejidad. Es ilustrativo estudiar la organización de algunas de las asociaciones más complicadas.

Abejas

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Una colonia de abejas está formada por tres clases sociales: una reina, decenas o centenares de machos zánganos y de 20 000 a 80 000 obreras. La reina y los zánganos, desprovistos de aguijón, son fecundos y sus principales funciones son reproductoras. Las obreras, que son de menor tamaño son todas hembras estériles. Construyen el panal, lo defienden de los enemigos, recogen alimento, alimentan a la reina y a los zánganos y cuidan a los individuos jóvenes.

Cuando una colmena está superpoblada, la reina, junto con algunos zánganos y unas miles de obreras, se separa de la colmena. Los emigrantes forman un enjambre y se colocan temporalmente sobre un árbol u otro lugar apropiado hasta que encuentran una nueva colmena. En la colmena vieja, entre tanto, las obreras que quedan en ella crían alguno de los huevos de la reina vieja en celdas grandes y especialmente construidas. Estos huevos dan origen a nuevas reinas. La primera en nacer se dirige inmediatamente a las celdas de las demás y mata a sus ocupantes.

Si nacen dos nuevas reinas al mismo tiempo, inmediatamente entablan un combate a muerte hasta que una de las dos queda victoriosa. La joven reina, cuya sucesión es ahora indiscutible, se aparea pronto con uno de los zánganos. En un vuelo nupcial, ascendiendo a grandes alturas, recibe millones de espermatozoos que almacena en un receptáculo de su abdomen. Los espermatozoos de este apareamiento único duran todo el período de puesta de la reina.

Una vez se ha agotado la reserva de espermatozoos de una reina vieja, ninguno de sus huevos puede ser fecundado, estos se convierten en zánganos. Este tipo de desarrollo sin intervención del padre, o partenogénesis natural, es muy frecuente en los insectos sociales y en otros varios tipos de animales, por ejemplo rotíferos, pulgas de agua y otros crustáceos. De los huevos fecundados salen larvas y estas se transforman en reinas u obreras según el tipo de alimento que reciben de sus amas obreras. Las larvas que deben transformarse en obreras son alimentadas con dieta "ordinaria" de polen y miel, las que reciben una jalea real muy rica que contiene polen, miel y grandes cantidades de vitaminas (ejemplo; ácido pantoténico) se convertirán en reinas.

La edad determina la clase de trabajo que tienen hacer. Las tareas caseras las realizan las obreras jóvenes y los viajes de recolección de alimento las más viejas. Al llegar al panal, la abeja pasa primero por un control de seguridad antes de entrar, luego descarga su polen en una celdilla y regurgita el néctar en otra, otras amasan el polen y convierten el néctar en miel. De vez en cuando una abeja "cata" el producto y cuando la miel está a punto sellan la celda con cera. Éste es el principal alimento de reserva para el invierno.

Las abejas y otros insectos sociales poseen un notable poder de orientación y comunicación, al llegar a la colmena se comunica con sus compañeras mediante una danza abdominal. La violencia de la danza informa acerca de la riqueza de la fuente de alimento, la duración de la misma, la distancia de vuelo y la dirección, la orientación del cuerpo sobre la superficie del panal.

Hormigas

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También en otros insectos sociales se encuentran castas estructuralmente polimórficas, división del trabajo funcionalmente polimórficas y trabajo en equipo. Muchas especies de hormigas y termites tienen, además de obreras estériles y ápteras, "soldados" también estériles y ápteros. Estos individuos están provistos de fuertes mandíbulas y gruesas armaduras y acompañan a las obreras en sus salidas y mantienen el orden dentro del nido.

Tanto en los termites como en las hormigas existen "sociedades agrícolas" que construyen pequeños huertos sobre madera, excremento y termites muertas, allí "plantan y cultivan" hongos que le sirven de alimento.

Hay hormigas "vaqueras" que crían áfidos como productores de alimentos, hormigas "tarro de miel" que recogen néctar de las flores y con él alimentan a sus compañeros, "hormigas amazonas" solo capaces de realizar incursiones contra otras especies de hormigas. En general, en las sociedades de insectos la naturaleza fija de cada individuo constituye, a largo plazo, una desventaja potencial.

La seguridad de la especie depende del número de sus individuos, sería una ventaja inmediata si cada miembro pudiese realizar las funciones de los demás y si toda la colonia pudiera aprender y adoptar nuevos modos de vida al enfrentarse con condiciones ambientales distintas.

Bibliografía

1. La ciencia de la Biología. Paul B. Weisz. Ediciones Omega, S.A. Barcelona España. 3era Edición. 1973