Tenebrismo


Tenebrismo
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Concepto:Tendencia de la pintura barroca que usa contrastes acusados de luz y sombra, de manera que las partes iluminadas se destaquen de las oscuras.

Tenebrismo. Es el nombre que la historiografía del arte da a este período de la pintura barroca en su fase inicial, a comienzos del siglo XVII. Consiste en la realización de un violento contraste entre sombras mediante una iluminación puntual y forzada.

Antecedentes

Había terminado el Renacimiento que había llegado a la cumbre de la perfección estética con las obras de los grandes maestros Miguel Angel, Leonardo y Rafael. Como estos artistas no podían ser superados, los artistas que los siguieron crearon el manierismo.

Caravaggio no cultivó ese estilo reinante en el período en que empezó como aprendiz, el prefirió desarrollar su propio estilo, dejarse llevar por sus sentimientos, su pasión y por lo que veía del mundo a su alrededor: El tenebrismo.

El adjetivo "tenebrista" se debe al manejo virtuoso del claroscuro, técnica que ya se conocía pero que se usaba con gran mesura. Consiste en acentuar los contrastes entre zonas iluminadas y zonas en sombra; este efecto había obtenido logros espectaculares en arquitectura, pero Caravaggio fue el primero en utilizar hasta sus últimas consecuencias dicho claroscuro. Así, hay fondos neutros que se pierden en la oscuridad, donde no se intuye ningún espacio, ningún personaje más. Y en contraste, se realzan violentamente rostros, manos, telas, con focos de luz laterales y diagonales, que inciden sobre las superficies aplanando su volumen y creando un ritmo interno de la composición basada en el juego lumínico. Este juego produce un efecto espectacular y fue una de las claves del éxito de dicha Escuela.

Los temas, son mayoritariamente religiosos, eluden normalmente el paisaje y renuevan el concepto de bodegón, siendo con los caravaggistas cuando aquél comienza su andadura como género independiente.

Máximo representante

La figura más representativa a nivel mundial de esta corriente fue Caravaggio.

Caravaggio fue un revolucionario tanto por su vida turbulenta como por su pintura, en la que planteó una oposición consciente al Renacimiento y al manierismo. Siempre buscó, ante todo, la intensidad efectista a través de vehementes contrastes de claroscuro que esculpen las figuras y los objetos, y por medio de una presencia física de vigor incomparable. Al evitar cualquier vestigio de idealización y hacer del realismo su bandera, pretendió ante todo que ninguna de sus obras dejara indiferente al espectador.

Pero lo más llamativo en este pintor es, sin duda, el tratamiento de la luz. Caravaggio comenzó a realizar un estudio lumínico en el que intervenía de manera fundamental la luz directa, real, la luz que entra en los talleres de los pintores. La utilizaba como elemento para marcar diferencias entre las partes iluminadas y aquellas que permanecen en la penumbra. Este tratamiento se conoce con el nombre de tenebrismo o caravaggismo, y tuvo una especial incidencia en la pintura hispana del siglo XVII.

El pintor fue considerado ya en su época como uno de los exponentes del arte contrarreformista. Pese a ello, no se libró, en sus obras de carácter religioso, de sospechas de transgredir la moral cristiana, como en el caso del cuadro La muerte de la Virgen (1605-1606) es un intento de acercamiento máximo a la realidad, se representa un cadáver con los tobillos inflamados y el vientre hinchado. A la Virgen la acompaña un cortejo de tipos populares en un ambiente de penumbra. La diagonal que genera la Virgen, unida a los contrastes lumínicos, produce una atmósfera tensa envuelta por colores cálidos como el rojo terciopelo de la cortina y de la propia Virgen.

A partir de Caravaggio, los pintores se caracterizaron por el uso de composiciones dispersas, juegos lumínicos, temas cotidianos y paletas cálidas. Los personajes cobraron vida, comenzaron a moverse, a expresar sentimientos y a aparecer en escenas reales y vivas. Los paños ondearon y, al igual que sucedió en escultura, llegaron a tener una función principal en la composición por los juegos de luces y sombras.

Tenebrismo y seguidores

Los principales autores del caravaggismo se centraron en Roma, donde estaba su mayor clientela, pero hubo también un foco vital en Nápoles, donde la tendencia española dominaba gracias a la influencia de Ribera. En Roma, además de los ya mencionados Caravaggio y Artemisia Gentilleschi, destacan por su maestría el padre de Artemisia, Orazio, y como futuros tránsfugas, Guido Reni y el Guercino: ambos se inician en una versión suavizada del tenebrismo y terminan por pasar a las filas de los Carracci, para practicar un idealismo más acorde con la evolución del gusto cortesano.

La incidencia del caravaggismo fue internacional. Las escuelas más afortunadas en su adaptación fueron la del Barroco sevillano, los caravaggistas franceses y los de Utrecht, aunque el estilo en general impregnó toda la producción del XVII y posterior, y aunque los pintores no se incluyeran dentro de una Escuela concreta tenebrista: son los casos de Rembrandt o Lievens.

Se ignora si por influencia de Caravaggio o por un desarrollo paralelo, el estilo cobraría mucha relevancia en la pintura española de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, a partir de la obra del catalán Francisco Ribalta. Ribalta emplearía el color y la luz para dar volumen a las figuras, y para destacar los protagonistas en sus frescos religiosos, algunos de gran belleza; talentoso maestro, su estilo influiría en el de su hijo Juan Ribalta, fallecido tempranamente, y Vicente Castelló. Indirectamente pesaría también en Zurbarán y en el más destacado de los tenebristas españoles, José de Ribera; este último llevaría a su madurez el estilo, empleando los volúmenes ensombrecidos para reforzar el horror y crueldad de los temas.

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