Ciclón tropical

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Ciclón tropical
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Ciclón tropical . Un sistema tormentoso caracterizado por una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión y que produce fuertes vientos y abundante lluvia.

Los ciclones tropicales extraen su energía de la condensación de aire húmedo, produciendo fuertes vientos. Se distinguen de otras tormentas ciclónicas, como las bajas polares, por el mecanismo de calor que las alimenta, que las convierte en sistemas tormentosos de "núcleo cálido". Dependiendo de su fuerza un ciclón tropical puede llamarse depresión tropical, tormenta tropical, huracán y dependiendo de su localización se pueden llamar tifón (especialmente en las Islas Filipinas y China) o simplemente ciclón.

Significado del nombre

Su nombre se deriva de los trópicos y su naturaleza ciclónica. El término "tropical" se refiere tanto al origen geográfico de estos sistemas, que se forman casi exclusivamente en las regiones intertropicales del planeta, como a su formación en masas de aire tropical de origen marino. El término "ciclón" se refiere a la naturaleza ciclónica de las tormentas, con una rotación en el sentido contrario al de las agujas del reloj en el hemisferio norte y en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio sur.

Desarrollo

Los ciclones se desarrollan sobre extensas superficies de agua cálida y cuando las condiciones atmosféricas alrededor de una débil perturbación en la atmósfera son favorables. A veces se forman cuando otros tipos de ciclones adquieren características tropicales. Los sistemas tropicales son conducidos por vientos direccionales hacia la troposfera; si las condiciones continúan siendo favorables, la perturbación tropical se intensifica y puede llegar a desarrollarse un ojo, y pierden su fuerza cuando penetran en tierra o si las condiciones alrededor del sistema se deterioran este se disipa.

Los ciclones tropicales producen grandes daños en la zonas costeras mientras que regiones interiores y altas están relativamente a salvo de los daños, también producen lluvias torrenciales que a su vez pueden producir inundaciones y corrimientos de tierra y también provocan marejadas ciclónicas en áreas costeras y las cuales dependiendo de la geografía pueden producir inundaciones extensas a más de 40 km hacia el interior en llanuras litorales extensas y de pendiente escasa. Aunque sus efectos en las poblaciones y barcos pueden ser catastróficos, los ciclones tropicales pueden reducir los efectos de una sequía. Además, transportan el calor de los trópicos a latitudes más templadas, lo que hace que sean un importante mecanismo de la circulación atmosférica global que mantiene en equilibrio la troposfera y mantiene relativamente estable y cálida la temperatura terrestre.

Estructura

Los ciclones tropicales son áreas de baja presión atmosférica cerca de la superficie de la Tierra. Las presiones registradas en el centro de los ciclones tropicales están entre las más bajas registradas en la superficie terrestre al nivel del mar.

Los ciclones tropicales se caracterizan y funcionan como núcleo cálido, que consiste en la expulsión de grandes cantidades de calor latente de vaporización que se eleva, lo que provoca la condensación del vapor de agua. Este calor se distribuye verticalmente alrededor del centro de la tormenta. Por ello, a cualquier altitud (excepto cerca de la superficie, donde la temperatura del agua determina la temperatura del aire) el centro del ciclón siempre es más cálido que su alrededor. Las principales partes de un ciclón son el ojo, la pared del ojo y las bandas lluviosas.

Formación

La formación de ciclones tropicales es el tema de muchas investigaciones y todavía no se entiende perfectamente. Seis factores generales son necesarios para hacer posible la formación de ciclones tropicales, aunque ocasionalmente pueden desafiar a estos requisitos:

  • Temperatura del agua de al menos 26,5 °C hasta una profundidad de al menos 50 m. Las aguas a esta temperatura provocan que la atmósfera sea lo suficientemente inestable como para sostener convección y tormentas eléctricas.
  • Enfriamiento rápido con la altura. Esto permite la expulsión de calor latente, que es la fuente de energía en un ciclón tropical.
  • Alta humedad, especialmente en las alturas baja a media de la troposfera. Cuando hay mucha humedad en la atmósfera, las condiciones son más favorables para que se desarrollen perturbaciones.
  • Baja cizalladura vertical. Cuando la cizalladura vertical es alta, la convección del ciclón o perturbación se rompe, deshaciendo el sistema.
  • La distancia al ecuador terrestre. Permite que la fuerza de Coriolis desvíe los vientos hacia el centro de bajas presiones, causando una circulación. La distancia aproximada es 500 km o 10 grados.
  • Un sistema de perturbación atmosférica preexistente. El sistema debe tener algún tipo de circulación como centro de bajas presiones.

Solo ciertas perturbaciones atmosféricas pueden dar como resultando un ciclón tropical. Estas incluyen:

  • Ondas tropicales u ondas de vientos del este, que, como se mencionaba anteriormente, son áreas de vientos convergentes con movimiento oeste. Frecuentemente ayudan al desarrollo de tormentas eléctricas que pueden desarrollarse a ciclones tropicales. Muchos de los ciclones tropicales se forman de estas. Un fenómeno similar a las ondas tropicales son las líneas de distorsión de África Oriental, que son líneas convectivas que se producen sobre África y se mueven al Atlántico.
  • Canales troposféricos superiores, que son núcleos fríos de vientos en capas altas. Un ciclón de núcleo cálido puede aparecer cuando uno de estos canales (en ocasiones) desciende a los niveles bajos y produce convección profunda.
  • Los límites frontales que caen pueden ocasionalmente "atascarse" sobre aguas cálidas y producir líneas de convección activa. Si una circulación de bajo nivel se forma bajo esta convección, puede desarrollarse un ciclón tropical.

La mayoría de los ciclones tropicales se forman en una zona de actividad tormentosa llamada Discontinuidad Intertropical (ITF por su nombre en inglés), Zona de Convergencia Intertropical (ITCZ) o zona de bajas presiones del monzón. Otra fuente importante de inestabilidad atmosférica son las ondas tropicales, que causan sobre el 85 % de los ciclones tropicales intensos en el océano Atlántico, y la mayoría en la región del Pacífico este. Debido a que el efecto Coriolis inicia y mantiene la rotación de los ciclones, estos raras veces se forman o se mueven hasta los 5º de latitud, donde el efecto Coriolis es muy débil. Sin embargo, es posible que se formen ciclones en esta región si hay otra fuente inicial de rotación; estas condiciones son extremadamente raras y se cree que tales tormentas se forman como mucho una vez cada siglo.

A nivel mundial, los picos de actividad ciclónica tienen lugar hacia finales de verano, cuando la temperatura del agua es mayor. Sin embargo, cada región particular tiene su propio patrón de temporada. En una escala mundial, mayo es el mes menos activo, mientras que el más activo es septiembre. En el Atlántico Norte, la temporada es diferente, teniendo lugar desde el 1 de junio al 30 de noviembre, alcanzando su mayor intensidad a finales de agosto y en septiembre. Estadísticamente, el pico de actividad de la temporada de huracanes en el Atlántico es el 10 de septiembre. El nordeste del océano Pacífico tiene un período de actividad más amplia, pero en un margen de tiempo similar al del Atlántico. El noroeste del Pacífico tiene ciclones tropicales durante todo el año, con un mínimo en febrero y marzo y un máximo de actividad a principios de septiembre. En la región del norte del Índico, las tormentas son más comunes desde abril a diciembre, con picos de intensidad en mayo y noviembre. En el hemisferio sur, la actividad de ciclones tropicales comienza a finales de octubre y termina en mayo. El pico de actividad se registra desde mediados de febrero a principios de marzo.

Aunque se considera que son los meses de menor intensidad en la temporada ciclónica, en junio y julio de 2024 el huracán Beryl entró a la historia por varios aspectos:

Huracán Beryl

El 28 de junio se formó como depresión tropical, pero tuvo una intensificación muy rápida, pues en la noche de ese propio día ya era una tormenta tropical y en la tarde del día siguiente ya tenía categoría de huracán. La organización ecologista Greenpeace anunció que nunca habían visto un huracán tan fuerte en época tan temprana del año. También, en menos de 24 horas, Beryl pasó de huracán categoría 1 a categoría 4, algo totalmente inusual en ese mes. El 2 de julio se convirtió en categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson. Llegó a tener vientos máximos sostenidos de 270 kilómetros por hora, inclusive con rachas superiores. Y por otro lado, de acuerdo con los registros metereológicos, fue el huracán formado más al este en las aguas del Atlántico tropical, durante el mes de junio. Atravesó la zona sur del Mar Caribe hasta llegar a tierra firme en México. Posteriormente, como Huracán Categoría 1, se dirigió a Texas. Hasta el 11 de julio, se habían confirmado 18 muertos, 10 de ellos en los Estados Unidos y el resto en Venezuela y varias islas del Caribe, así como cuantiosos daños materiales.[1].[2][3]

Clasificación

Los ciclones tropicales se clasifican de acuerdo a la fuerza de sus vientos, mediante la escala de huracanes de Saffir-Simpson. Basándose en esta escala, los huracanes Categoría 1 serían los más débiles y los Categoría 5 los más fuertes. Para medir la intensidad del viento generalmente se usa la Escala de Beaufort, basada principalmente en el estado del mar, de sus olas y la fuerza del viento.

Nomenclatura

Las tormentas que alcanzan fuerza tropical reciben un nombre, para ayudar a la hora de formular demandas del seguro, ayudar a advertir a la gente de la llegada de una tormenta y además para indicar que se trata de fenómenos importantes que no deben ser ignorados. Estos nombres se toman de listas que varían de región a región y son renovadas cada pocos años. Las decisiones sobre dichas listas dependen de cada región, ya sea por comités de la Organización Meteorológica Mundial (a los que se llama normalmente para discutir muchos otros asuntos), o las oficinas meteorológicas involucradas en la predicción de tormentas.

Cada año, los nombres de tormentas que hayan sido especialmente destructivas (si ha habido alguna) son "retirados" y se eligen nuevos nombres para ocupar su lugar.

El IV Comité de Huracanes de la Asociación Regional de la OMM (Organización Meteorológica Mundial) selecciona los nombres para las tormentas de las regiones atlántica y pacífico central y este. En el Atlántico, y Pacífico Norte y Este, los nombres masculinos y femeninos se asignan alternativamente en orden alfabético durante la temporada en curso. El "género" de la primera tormenta del año también alterna cada año: la primera tormenta de un año impar recibe nombre femenino, mientras que la primera de un año par, masculino. Se preparan con antelación seis listas de nombres y cada una se utiliza cada seis años. Se omiten las letras Q, U, X, Y y Z — en el Atlántico; en el pacífico sólo se omiten Q y U así el formato se acomoda a 21 o 24 tormentas "nombradas" en una temporada de huracanes. Los nombres de las tormentas pueden ser retirados tras la petición de los países afectados si han causado daños extensivos. Los países afectados deciden entonces un nombre de reemplazo del mismo género, y si es posible, de la misma etnia que el nombre que se retira.

Si hay más de 21 tormentas con nombre en la temporada atlántica, o más de 24 en la temporada del Pacífico Este, el resto de tormentas son nombradas usando las letras del Alfabeto Griego: la vigésimo segunda tormenta es llamada "Alfa", la vigésimo tercera, "Beta", y así sucesivamente. Fue necesario durante la temporada de 2005 cuando la lista se agotó. No hay precedente para una tormenta nombrada con una letra griega haya causado daño suficiente como para justificar su retirada, por lo que se desconoce cómo se manejará esta situación, con, por ejemplo, el Huracán Beta.

En la región del Pacífico Norte Central, los listados son mantenidos por el Centro de Huracanes del Pacífico Central en Honolulu. Se eligen cuatro listas de nombres en hawaiano y se usan de forma secuencial sin importar el año.

En el Pacífico Noroeste, las listas de nombres son mantenidas por el Comité de Tifones de la WMO. Se usan cinco listas de nombres, en la que cada una de las 14 naciones participantes aporta dos nombres a cada lista. Los nombres se usan según el orden de los países en inglés, secuencialmente, sin importar el año. Desde 1981, el sistema de numeración ha sido el sistema primario para identificar ciclones tropicales entre los miembros del Comité y todavía está en uso. Los números internacionales son asignados por la Agencia Meteorológica de Japón en el orden que se forma una tormenta tropical, mientras que también pueden asignarse otros números diferentes dependiendo de cada comité regional. El tifón Songda de septiembre de 2004, fue denominado internamente con el número 18 en Japón, y sin embargo en China fue con el 19. Internacionalmente, está registrado como el TY Sonda (0418), siendo "04" los dos últimos dígitos del año.

La Oficina de Meteorología Australiana mantiene tres listas de nombres, una para cada región (Oeste, Norte y Este). También existen listas para las regiones de Fiyi y Papúa Nueva Guinea.

El servicio meteorológico de las islas Seychelles mantiene una lista para el océano Índico Sudoeste. Allí, se usa una lista nueva cada año.

Historia de la nomenclatura de ciclones tropicales

Durante varios cientos de años antes de la llegada de los europeos a las Indias, los huracanes eran nombrados según la festividad que se celebraba el día después en el que la tormenta golpeaba la región.

La práctica de dar nombres de personas fue introducida por Clement Lindley Wragge, un meteorólogo australiano a finales del siglo XIX. Usaba nombres de chicas, los nombres de los políticos que le habían ofendido o atacado, y nombre de la historia y la mitología.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los ciclones tropicales solo recibían nombres femeninos, principalmente para ayudar a los pronosticadores, y en cierto modo, de una manera ad hoc. Adicionalmente, la novela escrita en 1941 por George R. Stewart Storm ayudó a popularizar el concepto de dar nombres a los ciclones tropicales.

De 1950 a 1953, se usaron nombres del Alfabeto fonético aeronáutico. La convención moderna apareció como respuesta a la necesidad de realizar comunicaciones que no fuesen ambiguas entre barcos y aviones. Al aumentar el tráfico de transportes y las observaciones meteorológicas mejorar en número y calidad, varios tifones, huracanes o ciclones podían ser monitorizados al mismo tiempo. Para ayudar en su identificación, a principios de 1953 la práctica de nombrar sistemáticamente tormentas tropicales y huracanes fue iniciada por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Las nomenclaturas ahora son mantenidas por la Organización Meteorológica Mundial.

Para seguir con la costumbre del idioma inglés de referirse a objetos inanimados como bote, trenes, etc., usando el pronombre femenino "ella", los nombres usados eran exclusivamente femeninos. La primera tormenta del año era asignada con la letra "A", la segunda con la letra "B", etc. Sin embargo, dado que las tormentas tropicales y los huracanes son básicamente destructivos, algunas personas consideraron esta práctica como sexista. La Organización Meteorológica Mundial respondió a estas preocupaciones en 1979 con la introducción de nombres masculinos en la nomenclatura. También ese mismo año se inició la práctica de preparar listas de nombres antes del inicio de la temporada. Los nombres, son usualmente de origen inglés, francés o español en la región atlántica, dado que estos tres idiomas son los predominantes en la región donde las tormentas se forman habitualmente. En el hemisferio sur, los nombres masculinos hicieron su entrada en 1975.

Renombramiento de los ciclones tropicales

En muchos casos, un ciclón tropical retiene su nombre durante toda su vida. Sin embargo, puede ser renombrado en varias ocasiones.

Cuando una tormenta tropical entra al océano Índico Sudoeste desde el este. En el océano Índico Sudoeste, Météo-France da en Reunión un nombre a la tormenta tropical una vez que haya superado los 90° E desde el este, incluso aunque ya haya sido nombrada. En este caso, el Centro de Alertas sobre tifones (JTWC) pondrá dos nombres juntos separados por un guion. Algunos ejemplos incluyen al Ciclón Adeline-Juliet a principios de 2005 y Ciclón Bertie-Alvin a finales del mismo año.

Cuando una tormenta tropical cruzaba desde el Atlántico al Pacífico, o viceversa, antes de 2001. Era la norma del Centro Nacional de Huracanes (NHC) el renombrar una tormenta tropical que cruzase desde el Atlántico al Pacífico, o viceversa. Los ejemplos incluyen al Huracán Cesar-Douglas en 1996 y el Huracán Joan-Miriam en 1988. En 2001, cuando Iris llegó a América Central, el NHC mencionó que retendría su nombre si se regeneraba en el Pacífico. Sin embargo, la depresión tropical desarrollada de los restos de Iris fue llamada Quince-E. Posteriormente, la depresión se convirtió en la Tormenta Tropical Manuel. El NHC explicó que Iris se había disipado como ciclón tropical antes de entrar en la región este del Pacífico Norte. En 2003, cuando Larry llegó a México, el NHC intentó clarificar el asunto: "Si Larry permanece como ciclón tropical durante su paso sobre México, retendrá su nombre. Sin embargo, se le dará un nuevo nombre si la circulación en superficie se disipa y se regenera en el Pacífico." No ha habido ciclones tropicales que hayan retenido su nombre durante el paso del Atlántico al Pacífico o viceversa.

Cuando los restos de un ciclón tropical se desarrollan de nuevo, el sistema regenerado será tratado como un nuevo ciclón tropical si hay incertidumbre de continuación, incluso aunque el sistema original pueda contribuir a la formación del nuevo sistema. Un ejemplo es la Depresión Tropical 10-Depresión Tropical 12 (que se convirtió en el Huracán Katrina) de 2005.

A veces puede haber errores humanos que conduzcan al renombramiento de un ciclón tropical. Esto es más probable si el sistema está pobremente organizado o si pasa del área de responsabilidad de un pronosticador a otro. Algunos ejemplos incluyen Tormenta Tropical Ken-Lola en 1989 y la Tormenta Tropical Upana Chanchu en 2000.

Efectos

Un ciclón tropical maduro puede expulsar calor a razón de hasta 6x1014 vatios. Los ciclones tropicales en el mar abierto causan grandes olas, lluvias torrenciales y fuertes vientos, rompiendo la navegación internacional y, en ocasiones, hundiendo barcos. Sin embargo, los efectos más devastadores de un ciclón tropical ocurren cuando cruzan las líneas costeras, haciendo entrada en tierra. Un ciclón tropical moviéndose sobre tierra puede hacer daño directo de cuatro maneras:

  • Fuertes vientos . El viento de fuerza de huracán puede dañar o destruir vehículos, edificios, puentes, etc. También puede convertir desperdicios en proyectiles voladores, haciendo el exterior mucho más peligroso.
  • Marejada ciclónica . Los ciclones tropicales causan un aumento en el nivel del mar, que puede inundar comunidades costeras, Éste es el peor efecto, ya que históricamente los ciclones se cobran un 80% de sus víctimas cuando golpean en las costas por primera vez.
  • Lluvias torrenciales . La actividad tormentosa en un ciclón tropical puede causar intensas precipitaciones. Los ríos y corrientes se desbordan, no se puede circular en carretera y pueden ocurrir deslizamientos de tierra. Las áreas en tierra pueden ser particularmente vulnerables a inundaciones de agua dulce, si los residentes no se preparan adecuadamente. La Climatología de Precipitaciones de Ciclón Tropical muestra algunos récords conocidos, país por país.
  • Actividad de tornados . La amplia rotación de un huracán crea tornados frecuentemente. Los tornados también pueden ser producto de mesovórtices en la pared del ojo que persistan hasta la entrada en tierra. Aunque estos tornados no son tan fuertes como los no tropicales, pueden causar tremendos daños igualmente.

Frecuentemente, los efectos secundarios de un ciclón tropical son igualmente dañinos. Estos incluyen:

  • Enfermedades . El ambiente húmedo después del paso de un ciclón tropical, combinado con la destrucción de instalaciones sanitarias y un clima tropical húmedo puede inducir epidemias que se siguen cobrando vidas tiempo después de que la tormenta haya pasado. Una de las lesiones más comunes post-huracán es pisar un clavo en los escombros causados por la tormenta, que conducen al riesgo de contraer el tétanos u otra infección. Las infecciones de cortes y contusiones pueden amplificarse notablemente vadeando aguas residuales contaminadas. Las grandes superficies cubiertas de agua por una inundación también contribuyen a contraer enfermedades transportadas por mosquitos. Así mismo, el ambiente húmedo contribuye a la proliferación de bacterias patógenas y virus, causantes de diversas enfermedades infecto-contagiosas.
  • Cortes de energía . Los ciclones tropicales normalmente dejan a decenas o cientos de miles de personas (ocasionalmente millones si el área urbana afectada es muy grande) sin energía eléctrica, impidiendo comunicaciones vitales y obstaculizando los trabajos de rescate.
  • Dificultades de transporte . Los ciclones tropicales pueden destruir frecuentemente puentes clave, pasos superiores, y carreteras, complicando las tareas de transportar comida, agua potable y medicinas a las áreas que lo necesitan.

Efectos beneficiosos

Aunque los ciclones pueden causar una gran cantidad de pérdidas humanas y materiales, pueden ser determinantes en los regímenes de precipitación de los lugares en los que impactan, y llevar lluvias muy necesarias a zonas que de otro modo serían desérticas. Los huracanes que se forman en el Pacífico Norte este, habitualmente aportan humedad a la región sudeste de Estados Unidos y partes de México. Japón recibe más de la mitad de sus precipitaciones anuales directamente de los tifones. El Huracán Camille evitó condiciones de sequía y terminó con el déficit de agua en gran parte de su recorrido.

Adicionalmente, la destrucción causada por Camille en la costa del Golfo estimuló el redesarrollo, incrementando sensiblemente el valor de la propiedad local. Por otro lado, el personal oficial encargado de responder en situaciones de catástrofe, asegura que el redesarrollo motiva a la gente a no vivir en lugares que son claramente peligrosas en futuras tormentas. El Huracán Katrina es el ejemplo más obvio, ya que devastó la región que había sido revitalizada por Camile. Por supuesto, muchos residentes y negociantes han relocalizado sus negocios tierra adentro, lejos de la amenaza de futuros huracanes.

Los huracanes también ayudan a mantener el balance global de calor, desplazando calor y aire húmedo tropical a las latitudes medias y regiones polares. James Lovelock también ha realizado la hipótesis por la que, aumentando los nutrientes de la flora marina a los niveles de más cercanos a la superficie del océano, incrementarían también la actividad biológica en áreas donde la vida sería difícil por la pérdida de nutrientes según la profundidad del océano.

En el mar, los ciclones tropicales pueden revolver el agua, dejando una estela fresca a su paso, lo que provoca que la región sea menos favorable para un subsecuente ciclón tropical. En raras ocasiones, los ciclones tropicales pueden hacer lo contrario. En 2005, el Huracán Dennis arrastró agua cálida a su paso, contribuyendo a la formación del Huracán Emily, siendo así el primer precedente de formación de un huracán que posteriormente alcanzaría Categoría 5.

Bibliografías

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Referencias

Fuentes