Toma de Guisa (1897)

Toma de Guisa (1897)
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Ataque y toma de este poblado por fuerzas al mando de Calixto García.
Fecha:28-29 de noviembre de 1897


Toma de Guisa (1897). El 28-29 de noviembre de 1897, fuerzas del Ejército Libertador, bajo el mando del mayor general Calixto García, atacaron y tomaron este poblado de la jurisdicción de Bayamo.

Localización

Guisa es el pueblo cabecera del actual municipio del mismo nombre, en la provincia Granma, a 16 km al sureste de Bayamo, capital provincial, en la Sierra Maestra, a unos 200 m de altitud. En aquella fecha pertenecía a la jurisdicción de Bayamo de la antigua provincia de Oriente.

Contexto

El mayor general Calixto Ramón García Íñiguez (1839-1898), nació en Holguín, antigua provincia de Oriente, y fue combatiente de las tres guerras. Tras la caída del mayor general Antonio Maceo (7 de diciembre de 1896), fue nombrado lugarteniente general del Ejército Libertador, manteniendo el cargo de jefe del Departamento Oriental. En 1897, después de combatir en Cambute, atacó Jiguaní y tomó Las Tunas y Guisa. También las fuerzas bajo su mando liberaron a Bayamo el 28 de abril de 1898.

Desarrollo

El ataque a Guisa se inició el 28 de noviembre de 1897 por fuerzas del Ejército Libertador, en número de unos mil efectivos bajo el mando del mayor general Calixto García, integradas por infantería de Baracoa, a cargo del coronel Adriano Galano; el Regimiento Saladrigas, de Jiguaní, con el brigadier Saturnino Lora al frente; infantería de Bayamo, bajo las órdenes del coronel Víctor Ramos; infantería de Manzanillo, dirigida por el brigadier Francisco Estrada, y la escolta de caballería del mayor general García, mandada por el teniente coronel Carlos Martín Poey; así como una sección de exploradores dirigida por el Comandante Alfredo Lora.

En los momentos del ataque la plaza contaba con una buena defensa, pues, además del fuerte del heliógrafo, el más importante, y la iglesia fortificada, tenía otros siete fuertes que completaban su sistema defensivo, el cual incluía también los cuarteles de infantería y de la Guardia Civil.

La noche antes del ataque los insurrectos ocuparon posiciones en las cercanías del pueblo y prepararon la posición de fuego del cañón Hotchkiss de que disponían, cuya primera misión era destruir el heliógrafo para impedir la comunicación con Bayamo. Todo esto se hizo para asegurar la sorpresa, factor esencial en el triunfo.

A las 06:30 horas se inició el ataque con el fuego de la pieza de artillería, la cual hizo blanco en el heliógrafo y lo destruyó totalmente. Las fuerzas insurrectas, apoyadas por la artillería comenzaron a cumplir las misiones asignadas. Los hombres de Lora tomaron sin gran esfuerzo los fortines El Pontón y El Aguacate, y el coronel Adriano Galano, por asalto, el Don Panchito. Una hora más tarde cayeron en poder de los patriotas el Tívoli y el número 7.

Cuando ya buena parte de las fuerzas de Jiguaní estaban dentro del pueblo, García ordenó a Rabí tomar el fuerte número 6, el cual hostilizaba a los insurrectos que actuaban en sus cercanías. Este objetivo fue tomado y simultáneamente los hombres de Galano atacaron y rindieron el cuartel de la Guardia Civil y el fuerte número 5.

El 2 Batallón del Regimiento Saladrigas, bajo el mando del teniente coronel Manuel Dalmau, tomó los fuertes Pau y Cementerio, apenas sin pérdidas. El pueblo fue totalmente ocupado, quedando solo en manos del enemigo la iglesia y el fuerte del heliógrafo.

El día 29, la pieza de artillería abrió fuego contra la iglesia. García conminó a la rendición al jefe de la plaza, que se hallaba allí, y este la aceptó entregándose 84 oficiales y soldados, muchos de ellos heridos o enfermos. Pocas horas después, tras un asalto de fuego de la artillería, la infantería de Jiguaní se lanzó contra el fuerte del heliógrafo, que cayó en manos de los libertadores y su guarnición fue hecha prisionera.

Las bajas españolas en los dos días de combate fueron 50 muertos y 115 prisioneros, de ellos 35 heridos; las cubanas, 15 muertos y 37 heridos. El botín obtenido fue muy valioso: 200 fusiles, 20 000 cartuchos, bayonetas, machetines, mochilas y otros medios, además de cantidad de ropas, calzado, víveres y otros productos extraídos de las tiendas del poblado.

Al conocerse que una fuerte columna enemiga había llegado a Bayamo, García ordenó incendiar el pueblo antes de emprender la retirada.

Fuentes

  • Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
  • Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Tomo II. Acciones combativas. Centro de Estudios Militares de las FAR, 2006.
  • Juan E. Casasús. Calixto García. El estratega, La Habana, 1962. Págs. 240-247.
  • Aníbal Escalante Beatón. Calixto García. Su campaña en el 95, La Habana, 1978. Págs. 298-312.
  • Bernabé Boza. Mi diario de la guerra, 2 t., La Habana, 1974. Tomo II. Págs. 206-207.