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'''El combate de Arenillas'''. Relato de Eduardo Agramonte.
 
== Acción cerca del río Arenillas. ==
 
El General [[Augusto Arango]], patriota esclarecido y uno de los [[héroes]] sobrevivientes de la hecatombe del 51, colocó todas las fuerzas en sus respectivos puestos, al escuchar el anuncio de acercarse la columna por las descargas que venía haciendo (ignoraba Valmaseda que allí se le esperaba). Arengó antes a los patriotas, diciéndoles que [[Conde de Valmaseda|Valmaseda]] se dirigía a marcha forzada para San Miguel de Nuevitas, que hasta que él no disparara su revólver no se rompiera el fuego, pues quería que la columna avanzara lo suficiente para hacer una buena cacería; que prohibía se pusiera la mano en el gatillo del arma para evitar aconteciera  lo que en Bonilla, que por habérsele escapado a uno un tiro, no avanzó lo suficiente Valamaseda a las trincheras.
 
  
A las tres pm, las descargas cerradas de fusilería, a derecha e izquierda anunciaron la presencia de la fuerte columna enemiga; a la que contestaron los patriotas con sus trabucos, escopetas y pistolas, con tanto éxito por su parte, por la proximidad  de 10 ó 12 metros que los separaba de aquella, que desfilaba a paso apresurado por el frente de las fuerzas que comandaba el jefe Pedro Recio, al que enseguida ordenó romper un fuego tan fuerte, tan vivo y certero, que hizo al enemigo suspender la marcha y adelantar una batería con que ametralló furiosamente al bosque descuajando los árboles y conteniendo al mismo tiempo las descargas cerradas de fusilería.
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'''El combate de Arenillas''' fue un hecho histórico militar sucedido el [[24 de diciembre]] de [[1868]] en el marco de la [[Guerra de los Diez Años]] (1868-1878).
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El general [[Augusto Arango]] (1830-1869), patriota esclarecido y uno de los [[héroes]] sobrevivientes de la hecatombe de 1851, colocó todas las fuerzas en sus respectivos puestos, al escuchar el anuncio de acercarse la columna por las descargas que venía haciendo (ignoraba Valmaseda que allí se le esperaba). Arengó antes a los patriotas, diciéndoles que [[Conde de Valmaseda|Valmaseda]] se dirigía a marcha forzada para San Miguel de Nuevitas, que hasta que él no disparara su revólver no se rompiera el fuego, pues quería que la columna avanzara lo suficiente para hacer una buena cacería; que prohibía se pusiera la mano en el gatillo del arma para evitar aconteciera  lo que en Bonilla, que por habérsele escapado a uno un tiro, no avanzó lo suficiente Valamaseda a las trincheras.
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A las tres de la tarde, las descargas cerradas de fusilería, a derecha e izquierda anunciaron la presencia de la fuerte columna enemiga; a la que contestaron los patriotas con sus trabucos, escopetas y pistolas, con tanto éxito por su parte, por la proximidad  de 10 o 12 metros que los separaba de aquella, que desfilaba a paso apresurado por el frente de las fuerzas que comandaba el jefe Pedro Recio, al que enseguida ordenó romper un fuego tan fuerte, tan vivo y certero, que hizo al enemigo suspender la marcha y adelantar una batería con que ametralló furiosamente al bosque descuajando los árboles y conteniendo al mismo tiempo las descargas cerradas de fusilería.
  
 
El aguacero de balas, metralla y gajos de árboles tronchados que sobre los improvisados bisoños soldados del jefe Recio Agramante, le hicieron desbandarse más de una vez, obligándolos a volver enseguida a la línea de batalla; pero en el fragor del combate, en que los alentaba como jefe y batiéndose como soldado, no advirtió que lo habían dejado casi solo, que se hallaba envuelto por una ola enemiga que le intimaba se rindiera, y al hacer aquella una descarga le destrozó el brazo izquierdo; pero antes que rendirse prefiriendo morir a ser hecho prisionero, esconde su arma de fuego entre unas hojarascas, por no poderla manejar y desenvainando el machete y dando tajos a derecha e izquierda, se abrió  paso internándose monte adentro; en el que se encuentra también disperso el ciudadano [[Salvador Cisneros Betancourt]], que le ofrece su brazo para que se apoye, por empezar a faltarle las fuerzas por la mucha sangre que perdía.
 
El aguacero de balas, metralla y gajos de árboles tronchados que sobre los improvisados bisoños soldados del jefe Recio Agramante, le hicieron desbandarse más de una vez, obligándolos a volver enseguida a la línea de batalla; pero en el fragor del combate, en que los alentaba como jefe y batiéndose como soldado, no advirtió que lo habían dejado casi solo, que se hallaba envuelto por una ola enemiga que le intimaba se rindiera, y al hacer aquella una descarga le destrozó el brazo izquierdo; pero antes que rendirse prefiriendo morir a ser hecho prisionero, esconde su arma de fuego entre unas hojarascas, por no poderla manejar y desenvainando el machete y dando tajos a derecha e izquierda, se abrió  paso internándose monte adentro; en el que se encuentra también disperso el ciudadano [[Salvador Cisneros Betancourt]], que le ofrece su brazo para que se apoye, por empezar a faltarle las fuerzas por la mucha sangre que perdía.
  
Las demás columnas emboscadas en sus respectivos puestos cumplieron todas con su deber, haciendo fuego al enemigo hasta que agotan el último cartucho. Las bajas que tuvo la columna de Valmaseda fueron numerosas; siendo la de los patriotas la de un muerto y siete heridos, incluyendo entre éstos al jefe Recio, al que exigía amputarle  el brazo; cuya operación fue hecha por el Dr. Eduardo Agramante y Piña. El jefe Recio soportó con heroísmo tan atroz operación, pues careciendo de cloroformo, instrumentos de cirugía y recursos necesarios en esos casos, se improvisaron los medios para poderla realizar; pudiendo Recio salvarse de morir por su constitución de acero. Esta acción fue la segunda dada por las fuerzas revolucionarias de Camaguey a las españolas comandadas por Valmaseda; se conoce con el distintivo del «Combate de Arenillas» por haber tenido lugar cerca del río del mismo nombre; así como el jefe Recio se le conoció como «el Manco de Arenillas».  
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Las demás columnas emboscadas en sus respectivos puestos cumplieron todas con su deber, haciendo fuego al enemigo hasta que agotan el último cartucho. Las bajas que tuvo la columna de Valmaseda fueron numerosas; siendo la de los patriotas la de un muerto y siete heridos, incluyendo entre estos al jefe Recio, al que exigía amputarle  el brazo. La operación fue hecha por el Dr. Eduardo Agramante y Piña. El jefe Recio, con una constitución de acero, soportó con heroísmo tan atroz operación, pues careciendo de cloroformo, instrumentos de cirugía y recursos necesarios en esos casos, se improvisaron los medios para poderla realizar. Recio se salvó de morir gracias a la ciencia. Esta acción fue la segunda dada por las fuerzas revolucionarias de Camaguey a las españolas comandadas por Valmaseda; se conoce con el distintivo del «Combate de Arenillas» por haber tenido lugar cerca del río del mismo nombre; así como el jefe Recio se le conoció como «el Manco de Arenillas».  
 
   
 
   
==Fuente==
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==Fuentes==
* Eduardo Agramante Piña: Relación del Combate de Arenillas, en Emilio Godines Sosa: Eduardo Agramante, Premio de Biografía. Concurso 26 de Julio, Dirección Política d elas FAR, Editorial Arte y Literatura, ICL. La Habana, 1975, pp. 138-140.
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:* Agramante Piña, Eduardo: «Relación del combate de Arenillas», en Emilio Godines Sosa: ''Eduardo Agramante'', Premio de Biografía. Concurso 26 de Julio, Dirección Política d elas FAR, Editorial Arte y Literatura, ICL. La Habana, 1975, pp. 138-140.
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[[Categoría: Cuba en 1868]]

Revisión del 22:41 5 feb 2018

Combate de Arenillas
Información sobre la plantilla
Fecha:24 de diciembre de 1868
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba y Bandera de España
Líderes:
Augusto Arango (1830-1869)
Organizaciones involucradas:
Ejército Libertador


El combate de Arenillas fue un hecho histórico militar sucedido el 24 de diciembre de 1868 en el marco de la Guerra de los Diez Años (1868-1878).

Acción cerca del río Arenillas

El general Augusto Arango (1830-1869), patriota esclarecido y uno de los héroes sobrevivientes de la hecatombe de 1851, colocó todas las fuerzas en sus respectivos puestos, al escuchar el anuncio de acercarse la columna por las descargas que venía haciendo (ignoraba Valmaseda que allí se le esperaba). Arengó antes a los patriotas, diciéndoles que Valmaseda se dirigía a marcha forzada para San Miguel de Nuevitas, que hasta que él no disparara su revólver no se rompiera el fuego, pues quería que la columna avanzara lo suficiente para hacer una buena cacería; que prohibía se pusiera la mano en el gatillo del arma para evitar aconteciera lo que en Bonilla, que por habérsele escapado a uno un tiro, no avanzó lo suficiente Valamaseda a las trincheras.

A las tres de la tarde, las descargas cerradas de fusilería, a derecha e izquierda anunciaron la presencia de la fuerte columna enemiga; a la que contestaron los patriotas con sus trabucos, escopetas y pistolas, con tanto éxito por su parte, por la proximidad de 10 o 12 metros que los separaba de aquella, que desfilaba a paso apresurado por el frente de las fuerzas que comandaba el jefe Pedro Recio, al que enseguida ordenó romper un fuego tan fuerte, tan vivo y certero, que hizo al enemigo suspender la marcha y adelantar una batería con que ametralló furiosamente al bosque descuajando los árboles y conteniendo al mismo tiempo las descargas cerradas de fusilería.

El aguacero de balas, metralla y gajos de árboles tronchados que sobre los improvisados bisoños soldados del jefe Recio Agramante, le hicieron desbandarse más de una vez, obligándolos a volver enseguida a la línea de batalla; pero en el fragor del combate, en que los alentaba como jefe y batiéndose como soldado, no advirtió que lo habían dejado casi solo, que se hallaba envuelto por una ola enemiga que le intimaba se rindiera, y al hacer aquella una descarga le destrozó el brazo izquierdo; pero antes que rendirse prefiriendo morir a ser hecho prisionero, esconde su arma de fuego entre unas hojarascas, por no poderla manejar y desenvainando el machete y dando tajos a derecha e izquierda, se abrió paso internándose monte adentro; en el que se encuentra también disperso el ciudadano Salvador Cisneros Betancourt, que le ofrece su brazo para que se apoye, por empezar a faltarle las fuerzas por la mucha sangre que perdía.

Las demás columnas emboscadas en sus respectivos puestos cumplieron todas con su deber, haciendo fuego al enemigo hasta que agotan el último cartucho. Las bajas que tuvo la columna de Valmaseda fueron numerosas; siendo la de los patriotas la de un muerto y siete heridos, incluyendo entre estos al jefe Recio, al que exigía amputarle el brazo. La operación fue hecha por el Dr. Eduardo Agramante y Piña. El jefe Recio, con una constitución de acero, soportó con heroísmo tan atroz operación, pues careciendo de cloroformo, instrumentos de cirugía y recursos necesarios en esos casos, se improvisaron los medios para poderla realizar. Recio se salvó de morir gracias a la ciencia. Esta acción fue la segunda dada por las fuerzas revolucionarias de Camaguey a las españolas comandadas por Valmaseda; se conoce con el distintivo del «Combate de Arenillas» por haber tenido lugar cerca del río del mismo nombre; así como el jefe Recio se le conoció como «el Manco de Arenillas».

Fuentes

  • Agramante Piña, Eduardo: «Relación del combate de Arenillas», en Emilio Godines Sosa: Eduardo Agramante, Premio de Biografía. Concurso 26 de Julio, Dirección Política d elas FAR, Editorial Arte y Literatura, ICL. La Habana, 1975, pp. 138-140.