Diferencia entre revisiones de «Gruyéres»
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Revisión del 13:54 9 mar 2020
| Gruyéres | |
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| Entidad | Ciudad |
| • País | |
| Población | |
| • Total | 2 153 habitantes hab. |
Gruyéres: La pequeña aldea medieval ofrece un paseo a través de ocho siglos de arquitectura, de historia y de cultura.la mayoría de las ventanas están repletas de flores. organizado a una plaza oblonga que va de punta a punta del pueblo.
Historia
El armonioso paisaje de Gruyère, con el lago del mismo nombre, uno de los lagos artificiales más bonitos de Suiza, es la cuna de la vaca friburguesa con manchas negras que proporciona la leche con la que se elabora el sabroso queso «LeGruyère AOP». En medio de este paisaje propio de una postal, encajada entre las laderas de las montañas Moléson y Dent du Chamois, se levanta Gruyères, la pequeña ciudad medieval cerrada al tráfico con su castillo rodeado de murallas.
El palacio del siglo XIII acoge un museo sobre ocho siglos de arquitectura, historia y cultura de la región. En el segundo castillo de Gruyères, St. Germain, se halla el museo HR Giger. Giger es el creador de la famosa película de Hollywood «Alien». El museo presenta los cuadros y las esculturas más importantes del artista desde 1960 hasta la actualidad así como un HR Giger-Bar.
El conjunto pintoresco de la pequeña ciudad cuenta con varios restaurantes que presentan las especialidades de La Gruyère: fondue, raclette y especialmente los postres con la deliciosa doble crema de La Gruyère.
En la moderna quesería de demostración cerca de Gruyères puede presenciarse la fabricación del aromático queso de Gruyère. Para completar la oferta atractiva de exquisiteces: los golosos no querrán perderse una visita a la Maison Cailler, la fábrica de chocolate suizo en el cercano Broc.
Gastronomía
La gastronomía suiza, dicen, es prácticamente inexistente. O dicho de otro modo: no hay casi variedad y todo se basa en cocina muy calórica a fin de soportar los rigores del clima. Eso no quiere decir que en Suiza se coma mal: en la Suiza romanche y en Ticino existen restaurantes de alta alcurnia. Y de Gruyères no puedes irte sin zamparte una raclette: media rueda de queso que se funde progresivamente, por capas, y se raspa con un cuchillo plano para acompañarlo con patatas pequeñas. O, también, una fondue: seguramente el plato más importante del país. Más sencillo, imposible: queso fundido servido en una cacerola de metal que se come rebañando un pedazo de pan pinchado en un tenedor. En nuestro caso, pedimos una raclette. Para acompañar al queso, también nos sirvieron patatas con piel, pepinillos y cebollitas en vinagre y pimienta. Los platos estaban muy calientes para evitar que el queso se enfriara demasiado deprisa. Si podéis, hay que visitar Gruyères en los meses de verano, cuando hay más ambiente y el sol arranca la máxima belleza del lugar. Sin embargo, también os recomiendo encarecidamente visitar el pueblo en Navidades. Tuve la oportunidad de regresar a Gruyères una noche de diciembre, cuando el pueblo casi parecía abandonado excepto por un par de restaurantes cuya fachada y decoración recordaban a Hobbitón, el pueblecito de los Hobbits de El señor de los anillos, y jamás me olvidaré de esa sensación.
Geografía
La forma más sencilla de llegar a Gruyères es en coche, además como ya os contamos al inicio del post, no os encontrareis con el problema de aparcamiento habitual en Suiza. Pero existe otra opción muy curiosa que se llama el tren del chocolate. Como ya os contamos en la entrada sobre la fábrica de chocolates Cailler, hay un tren que sale de Montreux por la mañana e incluye la visita a Maison Cailler, a la fábrica de quesos y a la población de Gruyères.
Donde Dormir y Comer
En la Hostellerie Saint-Georges, un hotelito de 14 habitaciones de ambiente acogedor y que ofrece cocina tradicional; en el Hotel de Gruyères, de decoración rústica; y en Le Chalet de Gruyères, un encantador restaurante de madera al estilo de los chalés suizos donde degustar una fondue de queso acompañada de vino blanco, y que también cuenta con alojamiento.
Que ver en Gruyéres
Si viajáis en coche os llevareis una agradable sorpresa, justo a la entrada del pueblo hay varios aparcamientos, gratuitos… ¡¡ si, has oido bien, gratis y en Suiza !!. Allí podréis dejar el coche el tiempo que queráis, sin estar pendientes del parquímetro. Tras dejar el coche, y andar unos minutos llegareis a una calle ancha que parece más bien una plaza, estáis en el centro del pueblo. Esta calle con ornamentadas casas medievales repletas de maceteros con flores alberga multitud de restaurantes que sirven raclettes de queso gruyère como no podía ser de otra manera. Imaginamos que los fines de semana esta zona debe de ser un hervidero de turistas ávidos por probar la especialidad local, pero cuando nosotros lo visitamos (a última hora de la tarde del mes de mayo) el pueblo estaba muy tranquilo, sin apenas gente por lo que nos resultó aún más agradable pasear por sus calle. Al final de esta calle ancha, otra más estrecha y empinada lleva hasta la puerta del castillo