Macedonio Fernández

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Macedonio Fernández
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NombreMacedonio Fernández
Nacimiento1 de junio de 1874
Buenos Aires
Fallecimiento10 de febrero de 1952

Macedonio Fernández fue escritor y abogado argentino

Síntesis Biográfica

Nació el 1 de junio de 1874 en Buenos Aires. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional Central y, más tarde, en la Universidad de Buenos Aires.

Vida y Obra

Aún no había terminado su formación universitaria cuando comenzó a mostrar interés por el mundo literario. Así, entre 1891 y 1892, comenzó a publicar textos en El Progreso y, años después, continuó escribiendo para el diario socialista La Montaña. Con el paso del tiempo, la capacidad creativa del autor se vio reflejada en varios poemas, notas humorísticas, cuentos, ensayos y artículos de carácter político.

Pero Macedonio no se conformaba sólo con sus actividades literarias: también estudió derecho, carrera con la que consiguió el título de doctor en jurisprudencia y de la que se graduó en 1898. Un año después de convertirse en abogado, este flamante hombre de las leyes contrajo matrimonio con Elena de Obieta, con quien tuvo cuatro hijos.

En 1910, ya con algunos poemas publicados en las revistas Macedonio Fernández comienza a desempeñar el cargo de fiscal en el Juzgado Letrado de Posadas, provincia de Misiones. Tras la muerte de su esposa, ocurrida en 1920, el por entonces abogado abandona su carrera judicial y se deja llevar por el pensamiento, la filosofía y la metafísica, tal como queda plasmado en sus obras literarias. Además, se dedica a cultivar su amistad con Jorge Luis Borges , con quien fundó en 1922, la revista literaria Proa, una publicación de corta duración. ¿Sus hijos? Al cuidado de abuelos y tías.

La maestría de su conversación, exenta de énfasis y plena de sugestión pensadora gestó y alimentó un aura socrática que, aún hoy, se mantiene incólume. También la insistente mención de Macedonio por parte del joven Borges quien lo descubrió a su llegada de Europa en 1921, como su mentor, contribuyen a la construcción de este personaje tan singular. En la correspondencia personal, Borges documenta su pasión por aprender de la sabia conversación de este hombre excepcional, cuando le anuncia:

La semana que viene, pienso descolgarme por Morón donde Macedonio vivía solitario en una quinta prestada y ubicar allí una noche conversadora, una de esas noches bien conversadas que parece van a inaugurar mucha claridad en la vida de uno.

En tanto que en reportajes de la vejez, sigue aduciendo Borges:

"Yo no soy un pensador. He pasado toda la vida tratando de pensar, pero no sé si he llegado. Macedonío comentaba que él no había pensado. ‘Lo que yo pienso me dijo una vez William James y Schopenhauer lo han pensado ya por mí’. Era un hombre naturalmente generoso, que todo lo que él pensaba se lo atribuía a su interlocutor. El nunca decía ‘yo pienso tal o cual cosa’, sino ‘vos, che, habrás observado, sin duda ¡Y uno no había observado absolutamente nada! Pero a Macedonio le parecía más cortés. En fin él seguía su línea de pensamiento y la realidad no le importaba. Su excelencia estaba en el diálogo, y tal vez por eso pueda asociárselo a genios que no escribieron nunca, como Sócrates o Pitágoras, o aún como Buda o Cristo. Lo primordial era su compañía. Así, podríamos seguir aportando un sinnúmero de testimonios que relatan el carisma magnético de su personalidad y su charla. Este personaje implacablemente lúcido, según esta versión, de vez en cuando escribía, pero no le interesaba en absoluto publicar.

Sin desautorizar este perfil, ni considerarlo falaz, se descubre después de su muerte, el trabajo de un hombre que se mantuvo en actividad intelectual con una práctica que él mismo denominó: el pensar escribiendo. Su escritura incesante materializó en ensayos, en novelas, en poemas y en una producción fragmentaria inclasificable, los derroteros de su original pensamiento. Se levantó de su mesa de trabajo y se retiró a la muerte, a descansar un rato, dejando todo como estaba; es decir: en el caoscosmos habitual de su dinámica anárquica de creación. El archivo de Macedonio atesora documentos de toda índole. Su fárrago apabullante desafía cualquier orden y despista cualquier investigación; su multifacética inventiva despliega la genialidad humana en su máximo esplendor; sus prodigiosos hallazgos del pensar escribiendo logran construir un mundo extraño, imaginativo y fantástico.

No intento en esta breve noticia dar cuenta de la enormidad de este archivo, sino simplemente tomar algunas muestras, con el fin de compartir con los lectores, ciertas curiosidades vinculadas con nuestra región. En efecto, Macedonio no sólo vivió en Posadas, sino que además, el recuerdo de su paisaje pasó a formar parte de sus construcciones místicas y míticas del pensar escribiendo. La maestría de su conversación, exenta de énfasis y plena de sugestión pensadora gestó y alimentó el "aura socrática de Macedonio.

El paisaje del pensar

En primer término habría que mencionar la excursión al Paraguay, en 1897, con la intención de fundar una colonia socialista. Macedonio había defendido su tesis doctoral Sobre las Personas y, en julio de ese año, después de recibir su diploma, parte en compañía de sus amigos Arturo Múscan, Julio Molína y Vedia en cuya propiedad se iba a instalar el emprendimiento) y otros. También Jorge Borges padre de Jorge Luis era de la partida, pero luego desistió. Esta aventura temprana, fallida por la imposibilidad de los protagonistas de soportar la dureza del clima y el terreno, queda grabada en el imaginario macedoniano con una impronta idealizada y utópica.

No toda es vigilia la de los ojos abiertos, Papeles de Recienvenido, Una novela que comienza, Poemas, Museo de la novela de la Eterna, Cuadernos de todo y nada y Adriana Buenos Aires son algunos de los títulos que componen la obra literaria de este escritor que falleció el 10 de febrero de 1952 y que se constituyó como un referente del modernismo y de la vanguardia en su época.

Fuentes