Armando Reverón
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Armando Reverón . Su nombre completo era Armando Julio Reverón Montilla. Fue un pintor y artista plástico venezolano. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Caracas, en España y en Francia. Se radicó en Macuto, La Guaira, (estado Vargas) - Venezuela a partir de 1921, donde realiza gran parte de su obra, en el litoral central de Venezuela, capta y transmite el impacto de la luz tropical. Es considerado el mejor pintor de Venezuela del siglo XX, se interesó profundamente por la acción de la luz sobre las formas. Entusiasta del impresionismo francés, su pintura evolucionó a la abstracción y el simbolismo. Los temas preferidos fueron el paisaje y el desnudo femenino.
Sumario
Biografía
Infancia y juventud
Nació el 10 de mayo de 1889 en la ciudad de Caracas, Venezuela. Fueron sus padres Julio Reverón Garmendia y Dolores Travieso Montilla. Tras el fracaso del matrimonio de sus padres, es enviado a la ciudad de Valencia, al hogar de los Rodríguez-Zucca, unos esposos de origen canario que lo reciben y forman durante los primeros años de su vida.
En la capital carabobeña, cursa primaria con los padres salesianos y da sus primeros pasos en la pintura de la mano de su tío, el pintor Ricardo Montilla, que con sus enseñanzas reafirma la vocación artística del muchacho. Bajo el cuidado de los Rodríguez-Zucca, establece una estrecha relación con Josefina, hija de la pareja, a quien aprecia como a una verdadera hermana.
Las paredes de la casa eran algunos de los primeros lienzos, donde éste intentaba retratar a la sirvienta de la familia, Juanita Carrizales. Los Rodríguez–Zucca le contaban a doña Dolores sobre el temperamento "triste, irascible y melancólico" de su hijo Armando. Entre los 12 y 13 años, sufre de Tifus, lo que para muchos lo afectaría psíquicamente por el resto de su vida.
Muerte
Falleció el 18 de septiembre de 1954 en Caracas, Venezuela.
Carrera artística
En 1904, junto a su madre, se muda a la casona donde nació Francisco de Miranda, convertida en pensión, y allí conoce al joven pintor César Prieto, quien lo convence de inscribirse en la Academia Nacional de Bellas Artes, dirigida para entonces por Emilio Mauri. Hay quienes comentan que fue su tío Ricardo quien lo inscribió en la academia. Durante este período viajaba de visita a Valencia, se reunía con Josefina Rodríguez-Zucca, su hermana espiritual, con quien compartía sus obsesiones y sus inquietudes. En "Dama Tejiendo", la pinta en el jardín de la casa a la sombra de un níspero.
En 1910, instalado con su madre en una pensión de Torres a Matrices, disfruta de las ventas de frutas y legumbres, le apasiona la plaza del mercado, nacen sus naturalezas muertas. Al año siguiente, su rendimiento en la Academia Nacional de Bellas Artes merece la postulación de los profesores para una pensión de estudios en Europa. Su madre le ayuda a costear el viaje a Barcelona, España, en donde ingresa a la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes, donde ya se encontraba su amigo Rafael Monasterios desde hacía un año. En el país ibérico recibe clases de colorido de Vicente Borrás Avella y Clemens le enseña dibujo. Estudia el trabajo de Goya y el Greco. También se interesa por las obras de Velásquez.
A finales de 1912 regresa a Venezuela, según se cuenta, sin dinero. Pinta el retrato de Enrique Planchart. Tras una corta estadía vuelve a España. Se inscribe en la Academia de San Fernando de Madrid en los cursos de Antonio Muñoz Degrein y José Moreno Carbonero, extravagante pintor maestro de Dalí. Estando en París, acogido por Fournier y la esposa de éste, Clotilde Pietro de Daudat, rechaza las obras de los creadores que están boga en la ciudad. No despiertan interés en él los trabajos de artistas como Cézanne, Picasso, Chagal o Modigliani. "O me mandan a buscar o me tiro al Sena", escribe Armando a su madre.
En su regreso a Caracas, en 1915 conoce a Samys Mutzner, un pintor rumano de modestas cualidades que ejerce cierta influencia en su trabajo. Residenciado en la casa de su tía Pepita Reverón de Martínez Zozaya, se hace asiduo visitante del Círculo de Bellas Artes, fundado en 1912 por sus compañeros de la academia caraqueña, quienes a pesar de su anterior ausencia siguen considerándolo uno de ellos. Es el centro de atención de escritores y pintores, asombrados por su conocimiento de la obra de Lope de Vega, Calderón de la Barca y de todo el movimiento literario del Siglo de Oro español.
En el año de 1917 muere su hermana de crianza Josefina Rodríguez-Zucca. Hundido en una gran depresión, se refugia junto a su madre en una casa de Pilita a Mamey. Conoce al pintor ruso Nicolás Ferdinandov, quien le brinda consejos que determinarían su futuro: conseguirse algo de dinero, comprar una vivienda que le permitiera aislarse y compartir su vida con una mujer humilde. Reverón pinta los primeros paisajes que definirían su período azul.
El artista conoce a una mujer llamada Juanita, con quien compartirá el resto de su vida, convirtiéndola en su compañera, modelo y cómplice. En 1920 Reverón expone en los salones de la antigua Universidad Central de Venezuela. Las obras, doce óleos que muestran sus primeros temas sobre Macuto, comparten espacios con los trabajos de Federico Brandt, Rafael Monasterios y del carismático Ferdinandov, quien aseguraba que Reverón era el dios de los pintores. Un año después aparece "Paisaje de Macuto", un cuadro en el que el Armando Reverón comienza a mostrar un estilo propio, desprendiéndose de sus influencias.
Luego de varias mudanzas dirigidas por su deseo de aislarse, el artista compra un terreno al costado del río El Cojo en el litoral, donde se instala e inicia la construcción de la vivienda que lo alojaría durante los siguientes 33 años, hasta su muerte. Con el paso del tiempo, los lugareños bautizan la casa de Reverón como El Castillete. Continuando su búsqueda y definiendo su estilo propio el artista retira colores de su paleta. Pinta "Los uveros azules" y "La Trinitaria". En 1923 es víctima de una depresión cuando su amigo Ferdinandov decide marcharse a Curazao. Reverón vive una difícil situación económica, que apenas puede superar con una modesta ayuda de su madre.
Hacia 1924 nace lo que se considera como su época blanca. Reverón pinta "Fiesta en Caraballeda", una obra en la que el lienzo brinda su palidez como recurso plástico. "Playa con figura de mujer" consolida la expresividad del período. Su precaria situación económica no le permite usar el tren para viajar de La Guaira a Caracas, camina el trayecto cada vez que necesita viajar a la capital, lo que le produce llagas en las plantas de sus pies. Brotan gusanos en uno de ellos.
"Oleaje" y "Playa de Macuto" son las únicas obras que se le conocen en el año 1926. El siguiente año pinta "Juanita", el primer óleo en el que retrata a su fiel acompañante. Con "Luz tras mi enramada", Reverón lleva a los límites su delirio de la luz. El artista vende obras importantes a precios muy bajos para saldar una deuda de 2.500 bolívares que mantenía con la pulpería Las quince letras, embargada a su amigo Fausto Duarte.
A principios de los 30’s, aislado y a la caza de la luz, surgen sus primeros autorretratos. Alfredo Boulton organiza una exposición en el Ateneo de Caracas para ayudar al artista; sin embargo, se venden pocas obras, 200 bolívares es el mayor monto alcanzado por una de ellas. Años más tarde algunos de estos cuadros son expuestos en la galería Katia Granoff de París. Aquellos que un día costaron 200 bolívares fueron cotizados en 30.000 bolívares.
En la segunda mitad de la década trabaja con materiales de desecho que recupera en el Puerto de La Guaira. Utiliza soportes de coleto que incorporan a su obra tonos marrones, definiendo el período sepia en la trayectoria del artista. Crea sus muñecas para que ocupen el lugar de modelos que ya no puede pagar. Cerca de El Castillete, el artista construye un racho para alojar a su madre, anciana y enferma. Juanita se encarga de los cuidados de doña Dolores. El 2 de enero de 1942 finalmente acabarían para siempre las migrañas que afectaron durante toda su vida a la madre del artista. Muere doña Dolores. Reverón se sumerge en un profundo dolor y sufre un desequilibrio mental. Es atendido por el doctor J.A. Báez Finol. Dos meses después se recupera y vuelve a pintar; sin embargo, se aleja de los paisajes y la temática de sus cuadros recrea el mundo mágico en el que se refugia. Así comienza la etapa que lo consagraría como un verdadero precursor, si no el primer exponente, del expresionismo en estas latitudes.
En 1949, con la ayuda de Alejandro Otero, expone en el Taller Libre de Arte. Dos años después presenta su tercera exposición individual en el Centro Venezolano Americano. El Salón Oficial de Arte Venezolano le otorga en 1953 el Premio Nacional de Pintura, el primer reconocimiento a su obra. Al año siguiente, Reverón se refugia en El Castillete, retraído, solitario ante los ojos de la gente, siempre acompañado por sus muñecas y por un incondicional oyente, de luz y aire, que lo acompaña en sus recorridos por la playa. El artista es llevado nuevamente al sanatorio del doctor Báez Finol y fallece el 17 de septiembre de 1954.
Con motivo del centenario de su nacimiento, en 1989 se le rinden al artista numerosos homenajes en el país. La Galería de Arte Nacional organiza una exposición antológica y documental sobre su obra y se restaura en Macuto su casa, El Castillete, que actualmente alberga el museo que lleva su nombre.


