Arte flamenco

Arte Flamenco
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Institución con sede en Cuba
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País:Cuba
Sede:Edificio de Arte Universal, MNBA
Dirección:4to piso

Arte Flamenco es el arte de Flandes; especialmente la pintura flamenca o escuela flamenca de pintura que se desarrolló en la zona norte del Estado Borgoñón (Países Bajos de los Habsburgo) entre los siglos XV y XVII. Puede encontrar muestras de este arte en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) en La Habana, Cuba, en la sala de arte europeo. Este bello museo cuenta con una magnífica colección de pintores flamencos como Pierre Paul Rubens (1577-1640), Anthony van Dyck (1599-1641) y Jacob Jordaens (1593-1678), obras del artista belga Bruno Vekemans entre otros

Orígenes de la pintura flamenco

La pintura de los primitivos flamencos se da coetáneamente al desarrollo del primer Renacimiento en Italia, es decir, en paralelo con el Quattrocento. A mediados del siglo XV Italia y Flandes son los focos pictóricos más importantes por las renovaciones que proponen, y esto no sería posible si no estuvieran acompañadas por un desenvolvimiento económico y social. En Flandes, las ciudades más destacadas son Gante, Brujas e Ypres, pues todas ellas forman nudos de enlace entre las redes comerciales que unen el norte europeo con el resto del Occidente conocido. Esta región conforma el denominado ducado de Borgoña, cuyos gobernantes, los duques, habían sido mecenas del Arte gótico.

En 1477 el ducado pasa a la corona austríaca de Habsburgo, debido a su relevancia económica. Los Habsburgo tienen una rama española desde época de Carlos I, la dinastía de los Austrias, lo que determina que el arte español del Renacimiento y el Barroco estén íntimamente relacionado con las formas flamencas.

Características del Arte Flamenco

La pintura flamenco carece de precedentes en gran formato, a excepción de las vidrieras. Pero sí en las miniaturas, sobre las cuales posee una larga tradición de excepcional calidad. Esto determinará algunas características del arte flamenco, como serán el empleo de colores brillantes, que recuerdan a los pigmentos usados para la iluminación de las miniaturas. También el detallismo aplicado a estas pequeñas obras maestras se transmite a la pintura de gran formato. Este rasgo lo permite en gran medida el avance técnico sobre el óleo que ya existía, pero tenía un proceso de secado tan lento que no lo hacía demasiado útil.

En un cuadro flamenco encontraran una escena que siempre remite al paisaje, bien sea a través de una ventana, porque se desarrolle efectivamente al aire libre. Estos paisajes se realizaban sin apuntes del natural, con lo cual sus elementos estaban completamente estereotipados: la forma de las rocas, aristadas y sin vegetación, las ciudades en la lejanía, torreadas y de colores, los árboles en forma de pluma, con troncos delgados y largos, etc. Los personajes se distribuyen equilibradamente, bien en el centro si es uno sólo, bien simétricamente si son varios. Las acciones son muy comedidas y apenas se deja lugar al movimiento.

Pintura flamenco en el MNBA de Cuba

La Colección de pintura flamenco del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba posee una buena muestra de los siglos XVI y XVII, dos de los momentos más importantes de la historia de esta manifestación en Flandes, así tomo un pequeño núcleo de los siglos XVIII y XIX. El conjunto, más abundante en piezas del siglo XVII, etapa conocida también como la Edad de Oro de Amberes, ofrece un panorama satisfactorio del arte flamenco durante ese período.


Las obras del siglo XVI recrean, a través del tema religioso y los retratos, la evolución que en ese momento experimentó la producción pictórica en esta región. El primitivismo de comienzos de siglo, heredero de la tradición anterior, aparece representado por piezas como el Ecce Hamo, de la Escuela de Amberes; mientras otras obras muestran el paso hacia el manierismo que, maestros como Jerónimo Bosch y Brueghel, (el Viejo), elevaron a la mayor celebridad.


Temática religiosa

La temática religiosa predomina numéricamente, en correspondencia con la importancia que se le concedió en Flandes en esta época y cuyo tratamiento, junto al que tuvo en Italia, sentó pautas para el resto de Europa. Pasajes del Viejo y Nuevo Testamento, y la representación de santos y vírgenes junto a donantes, se integran a paisajes, como podemos apreciar en los trípticos de Vellera, La Sagrada Familia con Santa Catalina y Santa Bárbara y La Sagrada Familia con donantes, de la Escuela de Brujas. En ambas piezas, los episodios bíblicos aparecen descritos como variaciones sobre una fórmula prácticamente invariable. En el primero de ellos, la tipificación de los rostros de José y de las santas, de exagerado alargamiento, y los suaves y cálidos colores empleados, acercan esta obra a la producción tardía de Brujas, y a sus característicos efectos atmosféricos. También hay obras representativas de las escuelas de Amberes y Bruselas, y del célebre movimiento manierista con autores como Coxcie y el Maestro de las Medias Figuras Femeninas.

Dentro de la diversidad temática y alta representatividad del conjunto flamenco del siglo XVI que posee el Museo Nacional, destaca una obra atribuida a Reymerswale, Recaudadores de impuestos que ejemplifica con excelencia el espíritu inquieto y desprejuiciado característico de casi toda la pintura flamenca, el que facilitó el desarrollo y la experimentación realizada por sus artistas.


El siglo XVII en Flandes, encontró una de sus mejores expresiones en la pintura católica y aristocrática del barroco. La muestra de este siglo ofrece mayor riqueza numérica y gran diversidad de géneros y autores. Retratos de Van Dyck o de su taller, como el de Anne Villiers, Lady Dalkeith, representan la modalidad cortesana con la que sentó escuela el pintor más cotizado de la corte de Carlos I. Frente a esta elegancia afectada, que fue moda entre sus contemporáneos, aparece el estilo austero y ponderado que requería la clientela burguesa. Retrato de dama, de Cornelis de Vos ejemplifica esta otra manera de representación que supo ajustarse a aquellos presupuestos, y con excelencia, expresó intimismo, derivado de la tradición autóctona, al representar a los burgueses de Amberes.


El tema religioso, medular dentro de la producción de grandes figuras como Rubens, encontró eco en muchos de sus contemporáneos, y en autores posteriores. El Museo Nacional cuenta entre estas, con La adoración de los pastores, de Erasmus Quellinus II, autor considerado como discípulo de Rubens, a pesar de que su formación se debe más a la que recibió de su propio padre, el destacado escultor flamenco Arturo Quellinus.


El paisaje y su vínculo con las fiestas populares, aparecen con excelencia en la Kermesse de Jan Brueghel II. La kermesse, asociada a la celebración del santo patrón de un pueblo, en su acepción primera, derivó hacia celebraciones de marcado carácter profano, y tuvo a sus más destacados intérpretes, desde fines del siglo XVI hasta mediados del XVII. La pintura de escenas de género se aprecia en Interior con Dama tocando el laúd, de David Teniers II, en la que aparecen Ana, la esposa del pintor, y dos de sus hijos, quienes sirven de modelos, siguiendo la fuerte tradición de los Países Bajos, de pintarse a sí mismos. La alegoría encuentra la refinada y magnífica interpretación de Jan Cossiers, autor célebre por la combinación que lograba entre el caravaggismo y su gusto por las escenas de género, a quien se atribuye el cuadro titulado Los cinco sentidos.


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