Santa Bárbara

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Santa Bárbara
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Santo
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Religión o MitologíaCatólica
SincretismoShangó
Día celebración4 de diciembre
Patrón(a) o Dios(a) dearmeros, fundidores, mineros, prisioneros, artilleros, bomberos, soldados, pirotécnicos.
Venerado enAmérica y Europa

Santa Bárbara es el nombre de una santa y mártir católica griega. Su día se celebra el 4 de diciembre.

  • En idioma griego: Αγία Βαρβάρα (Haguía Barbára): santa Bárbara
  • En idioma copto: Ϯⲁⲅⲓⲁ Ⲃⲁⲣⲃⲁⲣⲁ (Háguia Barbára): santa Bárbara
  • En la Iglesia ortodoxa oriental se la conoce como Gran Mártir Bárbara

Símbolos

Santa Bárbara es frecuentemente representada con los ropajes de su época, un tocado de doncella y una serie de objetos que a continuación se indican, y que la diferencian de las demás santas:

  • Corona: Santa Bárbara ostenta en su cabeza una corona, representando que alcanzó el reino de los cielos.
  • Torre: junto a su figura se suele colocar una torre de tres ventanas en alusión al lugar donde estuvo presa.
  • Espada: en su mano derecha generalmente lleva una espada que representa el arma con la que su padre le quitó la vida. Dicha espada representa un símbolo de fe inquebrantable.
  • Cáliz o copón: en su mano izquierda lleva un cáliz en recuerdo a que fue confortada con la eucaristía.
  • Rayo: ha hecho que sea relacionada con los explosivos y así es patrona del arma de artillería, cuyo escudo son cañones cruzados y la torre es la heráldica de los ingenieros y zapadores. El depósito de explosivos en los buques recibe el nombre de «santabárbara».

Inexistencia histórica

No hay ninguna referencia a una Santa Bárbara en ninguno de los numerosos textos auténticos cristianos, en las listas de mártires de los Padres de la Iglesia, ni siquiera en el exhaustivo y completo Martyrologium Hieronymianum (Martirologio de Jerónimo, escrito entre fines del siglo VI y principios del siglo VII), que se atribuye erróneamente al sacerdote, teólogo e historiador romano san Jerónimo (347-420), que había muerto unos 90 años antes de la escritura de ese texto.[1]

Sus leyendas fueron creadas en el siglo VII (como fecha más antigua que se ha logrado rastrear), primero en Roma.[1][2]

Allí se menciona que Santa Bárbara vivió en el siglo III en la ciudad de Heliópolis de Fenicia (la actual ciudad de Baalbek, a 90 km al este de la ciudad de Beirut, en el Líbano).

Su veneración se volvió muy popular unos dos siglos después (siglo IX), especialmente entre los cristianos de Europa oriental y del Levante.

Ella formaba parte de los «14 santos Auxiliadores» de la Iglesia católica. Hasta que dejó de existir (en 1969), Santa Bárbara protegía principalmente a quienes se hallan en peligro de muerte y no tenían sacramento.

En el segundo Concilio Vaticano (1969) su nombre se quitó de la extensísima lista de santos de la Iglesia católica, al revelarse la inexistencia del personaje histórico.[3]

Leyenda de santa Bárbara

La propuesta rechazada

Durante el reinado de Maximiano, en la ciudad de Nicomedia (la actual Izmit, en Turquía) había un hombre muy rico llamado Dióscoro, quien no era cristiano. Tenía una hija muy hermosa llamada Bárbara, a la cual celaba sin motivo alguno. Para evitar que Bárbara tuviera contacto con hombres, Dióscoro hizo construir una torre muy alta y allí encerró a su hija hasta que decidió entregarla en matrimonio a uno de los príncipes que la pretendían atraídos por el misterio que rodeaba su encierro.

Ante la situación el padre de Bárbara un día se dirigió a ella y le dijo:

Hija mía, los príncipes de comarcar lejanas y cercanas han llegado hasta aquí para pedir tu mano, por ello te ruego que me digas que quieres hacer ante esta situación.

Al escuchar a su padre Bárbara sintiéndose ofendida le contestó:

Padre mío, mi decisión es no casarme, pues nunca he pensado en ello, así que te ruego que no me obligues a hacerlo.

Realmente hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta sumida en la búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba que si accedía a las proposiciones de los príncipes se alejaría de su meta: el acercamiento al ser supremo. Esto decepcionó tanto a Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo. Bárbara ante la ausencia de su padre aprovechó para colocar una cruz en el baño y añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así simbolizar a la Santísima Trinidad.

El bautizo

Luego de esto Bárbara fue bautizada y siguiendo una de las costumbres místicas de san Juan Bautista sólo comía miel y langostas vivas. Luego del bautizo de Bárbara dicho baño, que estaba formado por una serie de piscinas, quedó consagrado y se sabe que allí los ciegos de nacimiento recobraban la vista. En ese momento ya Bárbara estaba fortalecida por su fe lo cual la ayudó a vencer al demonio y esto lo demostró cuando reaccionó ante los ídolos paganos de su padre escupiéndolos y diciéndoles:

Todos aquellos a los que vosotros habéis inducido en error y creen en vosotros serán como vosotros.

Luego de ocurrir esto se retiró a orar y a venerar al dios Yahvé en la torre y en ese momento fue consagrada por el Espíritu Santo y adquirió la gloria espiritual que poseen todos los santos.

Las tres ventanas

Su padre regresó del viaje y ya había culminado la reestructuración de la torre y este le preguntó a los obreros:

―¿Por qué habéis hecho tres ventanas?
―Porque su hija nos lo ordenó ―contestaron sorprendidos.

Ante esto Dióscoro mandó a llamar a Bárbara para definitivamente conseguir una respuesta al dilema que se le había presentado con las tres ventanas. Cuando su hija se presentó le hizo la misma pregunta y la respuesta fue la siguiente:

Mandé a hacer una ventana más para que fueran tres, porque Tres Ventanas dan luz a todo el mundo y a todas las criaturas, en cambio tus dos ventanas (tus dos dioses) hubieran ensombrecido el universo.

Entonces se dirigió con ella a los baños y le preguntó, con gran ánimo de que le aclarara la situación, por qué una tercera ventana si con las dos que habían llegaba suficiente luz al lugar, y Bárbara respondió:

Esas tres ventanas representan claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales son tres personas en un solo Dios, en los que debemos creer y a los únicos que debemos adorar.

El martirio

La reacción de Dióscoro fue violenta, tanto así que sacó su espada para matar a su hija allí mismo, pero la ya consagrada virgen comenzó a orar muy velozmente, lo que abrió un orificio en la pared, por el que fue absorbida, y empezó a levitar milagrosamente por los aires. Ascendió por encima del alcance de su padre, y empezó a derivar, arrastrada por la brisa. Su padre la persiguió, preso de la ira, pero no pudo alcanzarla. Santa Bárbara llegó volando a una lejana roca en las montañas. Dos pastores que cuidaban de sus ovejas la vieron aterrizar. Al llegar Dióscoro, el primer pastor mintió para protegerla, mientras que el segundo la traicionó y reveló su paradero. Por hacer esto, mientras hablaba fue convertido en piedra, y todo su rebaño fue convertido en langostas, que alimentaron a santa Bárbara durante su huida. Dióscoro la alcanzó y la arrastró por los cabellos hasta el pueblo y decidió llevarla para ser juzgada y limpiar su propio nombre ante la gente de la ciudad. Bárbara fue apresada y enjuiciada, en ese momento dándole una nueva oportunidad de que rechazara su creencia en el dios Yahvé, el juez le dijo:

―Así pues, elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu vida, o morir cruelmente torturada.
―Me ofrezco en sacrificio al Dios Hijo, Jesucristo, creador del Cielo, de la Tierra y de todas las cosas ―respondió Santa Bárbara.

Esa fue su sentencia: después de ser apaleada y torturada durante días, la santa tuvo en la prisión la visión del dios Jesucristo. Pasaron los días y como Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez decidió que fuese decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro, cegado por la obsesión de limpiar su nombre arrebató a Bárbara de las manos del juez y la llevó a la cumbre de una montaña junto a otra mártir llamada Juliana. En el camino santa Bárbara se alegró porque sentía que se aproximaba el premio a su devoción por Dios y mientras su padre la arrastraba hacia la montaña hizo la siguiente oración:

Señor Jesucristo, creador del Cielo y de la Tierra, te ruego que me concedas tu gracia y escuches mi oración por todos aquellos que recuerdan tu nombre y mi martirio. Te suplico que olvides sus pecados, pues tu conoces nuestra fragilidad.

En ese momento escuchó que desde el cielo provenía una voz que le decía:

Ven, Bárbara, esposa mía, ven a descansar en la morada de mi padre, que está en los cielos, yo te concedo lo que acabas de pedirme.

Después de esto fue decapitada por la mano de Dióscoro, su propio padre, junto a Juliana, recibiendo las dos en ese momento la corona del martirio. Luego de haber finalizado el horrendo crimen Dióscoro comenzó a bajar de la montaña y en el camino fue fulminado por un rayo que descendió de los cielos cual fuego celestial.

Santa Bárbara fue sepultada junto a santa Juliana por un aristócrata de nombre Valentino en un pequeño pueblo desconocido donde posteriormente ocurrieron muchos milagros. La lista de milagros fue creada en la Francia medieval hacia el siglo XII, o sea tres siglos después de la creación del personaje Santa Bárbara, y son mucho más exageradas e inverosímiles que la propia fábula de santa Bárbara.[1]

Las reliquias

Una princesa bizantina llamada María Arguirópula (posiblemente hermana de Romano III), estaba casada con el hijo del dux Pietro II Orseolo (961-1009), líder de la República Veneciana. Justo en esos años, la leyenda de santa Bárbara se había hecho muy famosa, por lo que María Arguirópula afirmó que ella poseía el cadáver de la santa, que había desenterrado con sus propias manos del pequeño pueblo desconocido.

Como la región de Palestina (donde en el siglo VIII se había inventado el lugar de nacimiento de santa Bárbara) se encontraba en manos del califato Umayyad (Imperio árabe), la princesa afirmó que santa Bárbara habría vivido y muerto en realidad en la ciudad de Nicomedia de Bitinia (la actual Izmit, en Turquía, 1300 km al noroeste de Heliópolis de Fenicia), que todavía pertenecía al Imperio romano de oriente (el Imperio bizantino).

Las reliquias de la santa quedaron en la Iglesia Griega de Venecia.

Sin embargo, un siglo después, una princesa griega de nombre Bárbara se casó con el príncipe de Kiev, Sviatopolk Iziaslavovich. En el año 1108 la princesa afirmó que tenía consigo el cadáver completo de santa Bárbara, que fue instalado pomposamente en el monasterio Michailovsky-Zlatoverj en la ciudad de Kiev, donde se encuentra en la actualidad.

En la época de la invasión napoleónica, el cadáver que se conservaba en la Iglesia Griega fue cortado en partes: la sección principal fue llevada desde Venecia al Templo de San Martín de la isla de Murano, donde se mantienen aún hoy) y otra parte a la catedral de San Marcos, en la misma Venecia.

Cristódulos de Atenas (1939-2008, arzobispo de Grecia), hizo llevar una parte del cadáver de Santa Bárbara que se hallaba en la iglesia de San Marcos, en Venecia, y las hizo depositar en el Santuario de Santa Bárbara, ubicado en el municipio de Santa Bárbara (en la región del Ática).

Fuentes