Jesús Feliú Leyva
Jesús Manuel Feliu Leyva: incansable combatiente revolucionario que dedicó su vida a la causa revolucionaria, su ejemplo sigue vivo en el pueblo y su legado sigue latente, en el desarrollo político histórico de nuestro país.
Infancia y juventud
Nació el 1 de octubre de 1915.Cursó sus primeros estudios los cursó en la escuela pública de su cuidad natal. Luego continuaría estudios nocturnos para graduarse de contador-matemático, lo cual no puede lograr enfrascado en el quehacer revolucionario.
Las vicisitudes económicas lo llevan a incorporarse al trabajo muy joven, aún como tabaquero dedicándose a ello prácticamente toda su vida laboral, desde las filas proletarias percibe con mayor crudeza la explotación a que son sometidos los trabajadores, hecho que le inculca el deseo de luchar contra toda esa corrupción imperante. Ingresa en las filas de Liga Juvenil Comunista y a los 21 años integra el Partido Unión Revolucionaria Comunista, y luego al Partido Socialista Popular, desde cuya tribuna aboga por los derechos de los trabajadores del sector.
Su vida laboral y política
En el trabajo se caracteriza por su seriedad, responsabilidad, organización e incansable luchar en pro de los obreros ganándose la selección al cargo de Secretario de Actas del Sindicato de Torcedores.
En 1944 se traslada a La Habana y labora como tabaquero en la fábrica Romeo y Julieta, aquí continua su acción, sus luchas contra el mujalismo convocando a los trabajadores a defender sus derechos. Por su valiente proceder sufrió prisiones y vejaciones, incluso es expulsado de su puesto de trabajo en 1950 hecho por el cual regresa a Holguín.
Todos estos reveses e injusticias acentúan en Feliu la decisión de luchar hasta derrocar a la tiranía, propugna el apoyo a la vía de la insurrección armada. El asedio a los sicarios se recrudece en la novena detención de la que es objeto, donde lo sancionan a cumplir 6 meses de privación de libertad. Pero sus bríos revolucionarios su decisión combativa no es sofocada, se multiplica cada vez que sufre más persecución y represión.
En 1951 contrae matrimonio con Dolores C. Carbonell Salas y conforma su hogar. Cuando el nefasto Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 se pronuncia contra el cuartelazo y proclama la necesidad de apoyar toda posibilidad de lucha armada. Por su firma valiente es elegido Secretario Organizador del Comité Municipal del Partido Socialista Popular en Holguín. En su desempeño conoce de los hechos del 30 de noviembre en Santiago de Cuba y del Desembarco del Granma, de la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra y de la decisión del M-26-7 de luchar hasta derrocar a la tiranía, haciendo filas en tales objetivos de lucha, desde su posición sindical y partidista en el año 1956.
Muerte
La posición de principios mantenida siempre, lleva a los agentes del SIM, Cowley y sus hienas, a considerar a Feliu Leyva entre los que en diciembre dejen de vivir por lo que el día 25 luego de regresar a su casa con la esposa a la 1:00 de la madrugada del 26 tocan a la puerta y lo convidan a ir al Regimiento. En medio de los requiebros de dolores, su compañera del hogar accede a ir pues considera que seria peor negarse y sale de la casa tras ponerse el jacket. Su suegra y esposa le acompañan a la puerta y ven a unos metros una maquina que los espera, Feliu es montado a la fuerza partiendo de inmediato. Temprano al día siguiente reciben el aviso de que su cadáver se encontraba tirado en el crucero de San José Cristino Naranjo con el cuello desgarrado y un tiro en la sien. Convirtiéndose así el 25 de diciembre de 1956 en un día de luto para el pueblo de Cuba.
La dictadura informó a la opinión pública nacional que estos asesinatos habían sido producto a un enfrentamiento entre los grupos revolucionarios de la zona. Más la verdad pronto se abriría paso, el pueblo supo que se trataba de un vil asesinato, de un crimen como tantos otros a los que acostumbraban las hordas fascistoides de Batista.
El incansable luchador por las reivindicaciones obreras había sido asesinado por su labor político revolucionaria, pero sus luchas, desvelos e ideales no morían, se erguían ahora más fuertes y con más pureza sobre la podredumbre del régimen oprobioso imperante, para dar luz a la decisión de luchar hasta derrocar a la tiranía. Su actuar permanente por un futuro mejor está presente en el quehacer de todo el pueblo, convencido que su sangre no se derramó en vano, que las generaciones que le sucedieron han mantenido enhiestas sus banderas revolucionarias, trabajando cada día por elevar los logros de la Revolución, por garantizar un futuro superior.