Asirios
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Asiria fue un país que ocupó la parte norte del actual Irak (la tierra entre los ríos Tigris y Éufrates durante la mayor parte del periodo cubierto por el Antiguo testamento. Los montes y las planicies de esta fértil tierra contrastan con el desierto que se encuentra al oeste y con las escabrosas montañas al norte y al este. Por tal motivo, los asirios constantemente tuvieron que defender su país de los invasores.
Historia
Los asirios eran, en su mayoría, un pueblo semítico (grupo al que asimismo pertenecían los israelitas); su idioma era muy similar al babilónico. También usaban el sistema de escritura cuneiforme, hecha con signos en forma de cuña, que representaban sonidos o sílabas y se imprimían en tabletas de barro con una especie de punzón (llamado posteriormente "estilo").
En el año 722 a. n. e., los asirios capturaron el reino del norte de Israel y este dejó de existir. Las listas reales muestran que los asirios ya estaban en su tierra por el año 2300 a. n. e. y la evidencia arqueológica señala que Nínive fue fundada cerca del 4000 a. n. e. Alrededor del 1100 a. n. e., Asiria se había convertido en una potencia del cercano Oriente.
En el 745 a. n. e., el rey Tiglat-piléser III ascendió al trono de Asiria. Invadió Israel y forzó al rey Menahem a renovar el pago del tributo.[1] Años más tarde, el rey asirio volvió a invadir Israel, capturando tierras y ciudades, y deportó a muchas personas. (Para evitar problemas posteriores, los asirios solían mandar al exilio a los conquistados y los establecían en otro país.
Los asirios entran en la historia bíblica en la época de los últimos reyes de Israel (siglo VIII]] a.C.), en la época en que Isaías (el profeta) se estaba dando a conocer en el reino de Judá. Desde el 840 a. n. e., Asiria había considerado a Israel como estado vasallo. En el obelisco de piedra negra que documenta las victorias del rey Salmanasar III, se muestra a Jehú de Israel rindiendo tributo.[2]
Siguió un tiempo de decadencia. Pero cerca del 900 a. n. e. hubo una serie de reyes vigorosos, los que empezaron a establecer el poderoso Imperio asirio.
Oseas de Israel resistió a los asirios. Fue derrotado, pero luego se rebeló. En esta ocasión, el rey asirio Salmanasar V sitió y capturó Samaria, la capital de Israel. Toda la población fue enviada al exilio; Samaria fue repoblada con gentes de otros pueblos. Era el año 721 a. n. e.[3] Sargón II, sucesor de Salmanasar V, declara haber deportado como prisioneros a 27 290 de sus habitantes junto con sus carros y los dioses en quienes confiaban.
El reino de Judá se había tomado en vasallo asirio al pedir protección contra el ataque de Israel y Siria.[4] Así, cuando el rey Ezequías buscó la independencia de Judá, su acción llevó al ejército asirio hasta Judá. El rey asirio sitió y capturó Laquis y envió un gran ejército contra Jerusalén.
Ezequías, por consejo del profeta Isaías, no se rindió, y los asirios tuvieron que retroceder.[5] Judá permaneció leal a Asiria hasta que el imperio fue derrotado por los babilonios, quienes capturaron Nínive, la capital asiria, en el año 612 a. n. e.[6]
Cultura, arte y religión
Con el imperio vino también la riqueza. Las historias narradas en la Biblia y en otros documentos, más las escenas de batallas que decoraban las paredes de los palacios asirios, dan la impresión de que se trataba de un cruel pueblo guerrero. Pero la vida asiria no se limitaba a la guerra.
Los reyes construyeron grandes palacios y templos en las ciudades más importantes (Nínive, Asur y Cala). Las paredes estaban revestidas con planchas de piedra talladas en bajorrelieve.
La literatura asiria incluye grandes épicas de la historia primitiva y leyendas, entre las que se destacan otras historias de dioses y las famosas historias del diluvio y de la creación del mundo. Miles de tabletas de barro se guardaban en las bibliotecas de los palacios. Muchas tienen que ver con asuntos diplomáticos y administrativos, otras detallan determinado reinado. Hay también documentos legales, diccionarios y listas de palabras empleadas en la época.
Tales planchas mostraban al rey mientras cazaba, trataba con sus súbditos o adoraba a sus dioses, y también narraban sus victorias. El mobiliario de los palacios estaba bellamente decorado con paneles de marfil tallado o grabado. El rey, con la reina a su lado, descansaba en un sofá y bebía de copas doradas.
Su religión se basaba en lo espiritual. Por ejemplos encontramos que Asur era el nombre del dios nacional de Asiria, considerado el rey de los dioses. Se creía que él y los otros dioses (dios de la luna, dios del sol, dios del clima, diosa del amor y de las guerras etc.) controlaban todas las cosas.
Cada ciudad tenía un templo principal donde se adoraba al dios de esa ciudad (dios patrono). En el día especial del dios y en las grandes festividades, las personas se aglomeraban para ver las procesiones, donde se exhibían las estatuas del dios.
Tomaban muy en serio al mundo espiritual. Solían usar amuletos para ahuyentar los espíritus malignos y los demonios, quienes causaban problemas y provocaban enfermedades.
Consultaban adivinos y astrólogos para conocer el futuro. Se ofrecían ofrendas a los muertos. Sin embargo, la, religión asiria no proveía ninguna esperanza de vida después de la muerte.
Fuentes
- Diccionario del hogar católico. Barcelona: Juventud, 1962.
- «Imperio asirio», artículo en el sitio web de la enciclopedia Wikipedia.
- Sociedades Bíblicas Unidas (1987): La Biblia de estudio “Dios habla hoy” con libros deuterocanónicos (págs. 490 y 491), antigua versión de Casiodoro de Reina. Publicado en Brasil, 1987.
- Documentos en soporte digital de la Biblioteca municipal “Armando Leyva”:
- La Santa Biblia (1976), versión Biblia de Jerusalén. Ref:
- Tobías 1:3; 14:15
- Judit 1:1,11; 6:13,17; 7:17,24 8:9; 9:7; 10:11; 12:13; 14:2,3,12; 15:5; 16:3
- Eclesiástico 48:21
- Ezequiel 16:28; 23:5-9,12,23).
- Greenberg, Gary (2002): 101 mitos de la Biblia, 2002.
- La Santa Biblia (1976), versión Biblia de Jerusalén. Ref: