Los Once
| ||||||||||||||
Sumario
Origen del grupo
En 1953, un grupo de artistas toman distancias respecto a sus antecesores y deciden una estrategia iconográfica diferente. Si bien en la primera Vanguardia plástica cubana trabaja cada uno por su cuenta, (participando -y debe subrayarse- en salones colectivos y luchando contra la Academia) el nuevo grupo de pintores siente la necesidad de formar un colectivo, de agruparse con el fin de propagar ideas e incrementar las sedes institucionales para el intercambio de nuevas concepciones. El estímulo de la pintura anterior de vanguardia, de los Informales y su enorme influencia desde Nueva York, sumadas a las confluencias del cubismo y todos los Ismos, y el alejamiento de todo tipo de cánones en Europa, son vientos renovadores que se asimilan también en la Habana y a su vez en las instituciones culturales que surgen por esos años en Cuba. El abstraccionismo se apoya en colores y formas y va mucho más allá del espíritu sintético de los movimientos previos, minimizando la importancia del tema subyacente en la obra. Pretende un arte con una finalidad en sí mismo. La abstracción a su vez, puede ser cromática o poética basada en la expresión o simbolismo de los colores y también en el estado de ánimo, en los distintos raptus del artista que quiere transmitir una esencia al espectador. Mientras que la abstracción geométrica sugiere una simplificación de los colores y formas con la ayuda de la matemática y la geometría. Es una ruptura total de lo figurativo que puebla la obra de representaciones y signos.
Ambiente en que se crea
Cuando comparecen los abstractos en Cuba, años 50' precisamente, La Habana se encuentra en plena efervescencia y está cambiando radicalmente. La Rampa, por ejemplo, es un centro vital urbanístico y social. Muchos pintores participan en la decoración de nuevos edificios, hoteles, sociedades y tal es el caso de Amelia Peláez. Portocarrero, Cundo Bermúdez, entre otros. Todas las artes, pintura, escultura, diseño, teatro, cine, música comienzan a vincularse, se necesitan unas a otras y confluyen. Estos innovadores pintores respetan a los anteriores sobre todo a Lam, pero la sensualidad cromática y los interiores tranquilos de ambientes domésticos serán a estas alturas, un tema ya agotado. Se necesita libertad en el ademán del trazo, buscar con sutileza hasta la médula el signo gráfico.
En la actualidad
A varios años de la exposición que los identificara como Los Once, se hallan viviendo en la Isla cuatro artistas que integraron la abstracción: Agustín Cárdenas, quien marchó a Francia para desde allí realizar una de las obras más significativas de la escultura cubana de todos los tiempos, inspirada en la negritud y situada en la abstracción, lo que sin duda constituyó un enlace con el concepto primigenio de escultura moderna que buscó sus fuentes en las formas africanas, y artista que recibió en 1997 el Premio Nacional de las Artes Plásticas.9 Antonio Vidal, quien exhibiera su obra en todas las muestras nucleadas por los pintores abstractos dentro y fuera de Cuba. Salvador Corratgé, que participara en una exposición antecesora a la del grupo Los Once (en Nuestro Tiempo, febrero de 1953) y que luego no se integrará a grupo alguno hasta formarse el de Diez Pintores Concretos, ejemplo de una fase más analítica de la abstracción en Cuba. Y Pedro de Oraá, también participante de esta agrupación. Ellos pueden ofrecer sus propias visiones y vivencias acerca de este movimiento.
Será, pues, el propio Antonio Vidal, pintor que ya siempre aparecerá en nuestra historia del arte por su obra y vinculación con la rebeldía estética de los 50, y reconocido profesor de la Escuela Nacional de Arte, a quien sus antiguos alumnos recuerdan como una personalidad más bien hermética y, a la vez, un educador exigente en cuanto al resultado creador, quien primero nos dé su testimonio:
¿Quiénes fueron el grupo de los once y que actividades realizaban?
―”Los Once fueron el resultado de un encuentro generacional. Nos agrupamos porque al ser jóvenes queríamos romper con lo que nos antecedía. Éramos un grupo de idealistas que creábamos un arte que no se vendía y que, entonces, no le interesaba a la mayoría de la gente. En un inicio el grupo estuvo formado por Francisco Antigua, René Avila, Agustín Cárdenas, Fayad Jamás, Hugo Consuegra, Guido Llinás, Tomás Oliva, José Antonio Díaz Peláez, Viredo Espinosa y Antonio Vidal. A partir de entonces, algunos se separaron y otros se sumaron posteriormente, comenzando a realizar así distintas muestras colectivas “En realidad, cada uno de ellos había trazado su propio camino, sin que se pusieran de acuerdo, pues nunca hicieron un manifiesto, ni se autodenominaron Los Once. “Eso sí, tenían ideas parecidas sobre la creación porque en el fondo lo que querían era hacer otro arte, diferente al que hacían Portocarrero, Mariano..., de quienes éramos amigos. Estában influidos por la pintura norteamericana que algunos conocíamos por las revistas Goya y Art News. Luego, en la práctica, fueron reduciendo hasta alcanzar la cifra de cinco que eran muy afines: Hugo Consuegra, Guido Llinás, Raúl Martínez, Tomás Oliva.
Raúl se integra después a Los Once, pues anteriormente había viajado a los EE.UU. a estudiar a la Escuela de Diseño de Chicago, una especie de Bauhaus.
Sin embargo, ninguno podía vivir del arte y por tanto dedicarse solo a este. Compartían reuniones entre la casa de Raúl Martínez y el café Las Antillas, adonde iban escritores, poetas, artistas. Recuerdo a Luis Marré, Pedro de Oraá, Baragaño.
Comenzaron a exponer y llegaron a exhibir en la galería más prestigiosa en La Habana que era el Lyceum. Allí se reunieron y dijeron que no pensaban exponer en la Bienal franquista, porque si Franco era un dictador, también lo era Batista e hicieron la Antibienal.
En la historia de vida de Los Once hubo artistas más serios que otros y sucedieron anécdotas curiosas. José I. Bermúdez, por ejemplo, solo participó en la primera exposición, luego se marchó para Washington. lmagínese si no sería abstracto que era cubista y tenía el criterio “loco” de que tenía que pasar por todas las etapas de la pintura para llegar a la abstracción. Luego Guido Llinás lo convenció de que aquello que se proponía era innecesario.
También había un pintor que se llamaba Viredo. En una exposición de Bellas Artes se apareció con un cuadro en el que hubiera sido necesario poner debajo un letrero que dijera: “Ojo, pinta”, porque lo había terminado de pintar el día anterior.
Un grupo de pintores y escultores sin manifiestos vanguardistas escoge un número por ventura para auto designarse, un número sin ningún significado en especial. Se podría deducir, que quizás, el 11 al ser representado por dos lineas, quiera indicar un camino, un itinerario de dos vias que conducen, que no se cruzan y van...Y aunque muchos piensen que se llamaron así por el número de sus componentes, pues se quivocan. Ellos no fueron sólo 11, fueron muchos más....Vale la pena precisar, que de cierta forma, el nombre tiene un origen documentado y la primera vez que fueron llamados de esta manera fue por la exposición de exactamente 11 de estos artistas en 1953, donde el escritor y crítico de arte Joaquín Exidor, realizó una reseña con el nombre "Once pintores y escultores en La Rampa".
Los artistas del grupo, sin embargo, poseían una neta individualidad y vale aclarar que también detentaron marcadas diferencias a pesar de las convergencias expositivas e ideales estéticos. Sin duda alguna, la estrategia de tener una influencia entre ellos, desde el punto de vista intelectual y artístico, propició el surgimiento de cambios plásticos rotundos y favoreció completas variaciones retóricas alrededor de la cultura. La polémica fue entonces entre la pintura realista, también presente en este momento con transformaciones epocales profundas y la nueva y controvertida abstracción. Los once, admiran el expresionismo abstracto y lo hacen suyo también desde el punto de vista político, lo cual trajo como consecuencia en numerosas ocasiones arremetidas por parte de la crítica. Ellos, en realidad, con esa táctica grupal, beneficiaron un período de cambios y de espectativas, una especie de calentamiento del terreno mental, que se concretó y se plasmó con inmensa riqueza en la sucesiva década de los 60'.
Justo a los diez años del surgimiento de Los once, en 1963, se realizó una exposición con el nombre de "Expresionismo abstracto" en la Galería de la Habana y aquellos que habían comenzado ya no serán los mismos. Las interrelaciones de las artes se acentuaron cada vez más y cada uno de ellos continuó su propio rumbo estético. No obstante, esta dimensión artística evidencia su actualidad por donde quiera que se mire y retorna siempre al arte contemporánea como afirmara Pedro de Oraá: "Considero que la abstraccion está viva, no ha muerto, tiene una vigencia extraordinaria y tiene que ser así porque es la experiencia más original del arte del siglo XX". (1)
Fuente
- Graziella Pogolotti, «Expresionismo abstracto» en Exámen de conciencia, Uneac, La Habana, 1965.
- Adelaida de Juan, «La plástica en Cuba en 1953» en Pintura cubana, temas y variaciones, Uneac, La Habana, 1978.
- Entrevista de la crítica de arte Carina Pino-Santos a Pedro de Oraá en fecha 05/02/1999.