Serafina Núñez
Mercedes Serafina Núñez de Villavicencio y Ortiz, más conocida por Serafina Núñez. Poetisa cubana. Recibió en 1995 el Premio Nacional de la Crítica Literaria. Su primer libro se publicó por el aporte económico del Premio Nobel español Juan Ramón Jiménez.
Sumario
Síntesis biográfica
Nació en La Habana, Cuba, el 14 de agosto de 1913. Se graduó de maestra normalista en La Habana en 1936. Posteriormente inició estudios de Pedagogía en la Universidad de La Habana en 1949, aunque no los concluiría, y trabajó como docente de enseñanza primaria desde 1945 hasta 1969.
Trayectoria literaria
Su carrera literaria comenzó de la mano del poeta español Juan Ramón Jiménez, quien la incluyó en La poesía cubana en 1936 y trenzaría con ella una sincera amistad. Precisamente, él sufragaría los gastos del primer libro de Núñez, Mar Cautiva (1937), y prologaría Vigilia y secreto (1942).
Durante su vida literaria recibió el elogio de la crítica, además de la admiración y amistad de personalidades como Luis Alberto Sánchez, Alfonso Reyes, Gabriela Mistral, el propio Juan Ramón Jiménez, Fina García Marruz, Roberto Fernández Retamar, entre otros.
A causa de los más de 30 años sin publicar, se produjo el desconocimiento de la autora en las nuevas generaciones de cubanos, hasta que en 1992 vio la luz el libro Los reinos sucesivos, edición homenaje a la autora. A partir de entonces se produjeron distintas publicaciones, entre las que destacan las antologías En las serenas márgenes (1998), edición financiada por la UNESCO, Tierra de secreta transparencia (2004), edición del poeta andaluz Diego Ropero Regidor y selección del poeta cubano Jorge Enrique González-Pacheco. Además Sonetos escogidos, con selección y prólogo de Osmán Avilés en edición póstuma.
Invitada a la Feria Internacional del Libro de Miami, en 2001, obtuvo en esa ciudad estadounidense gran reconocimiento, a la vez que compartió con escritores de gran prestigio internacional.
Serafina Núñez es una de las voces femeninas más poderosas y representativas de la lírica cubana del Siglo XX, sin embargo, su obra resulta aún poco atendida por la crítica.
Muerte y poesía Homenaje a la poetisa Serafina Núñez
La muerte jamás podrá vencer a la poesía. Esta enunciación es cierta cuando se trata de darle crédito al viejo axioma de que los inmortales perviven en la memoria de los mortales y se revela con la inesperada desaparición física, tristemente presagiada en el conjunto de sus versos, que nos han llegado a raudales, de la poetisa cubana Serafina Núñez (La Habana, 1913), quien acaba de decir adiós el pasado 15 de junio del 2006, a la previsora edad de 92 años (sin que nos haya abandonado definitivamente) sólo se ha marchado un momento hacia la otra página en blanco, para volver después, en su plena lozanía, en esa barca trascendental y mutable que es la poesía, como ella misma nos asegura, en aquel lamento que constituye el eco que se escucha detrás de las palpitaciones sombrías y luminosas del memorable poema “Canción desesperada de la armonía presentida”, donde inicia diciendo: “Voy a liberar el canto de mis estrellas videntes/ con la voz empapada en la angustia morada...”. Su palabra es casi un susurro inexpresado que nos transmite un sentimiento recóndito, que va a marcar toda su producción poética desde los albores de su primer poemario Mar Cautiva, anunciado en La Habana en 1937, al cual siguieron diez cuadernos y un sinfín de composiciones publicadas en más de 50 antologías y en otros medios de comunicación, como son la prensa plana, periódica, textos bibliográficos y digitales. Del anterior texto, en reconocimiento oportuno, se acaba de publicar una reimpresión facsimilar por el Frente de Afirmación Hispanista, A.C., México, en rememoración de los 70 años de su primera edición. Desde lo recóndito de su invisible dimensión reinicia el intimismo que caracterizó a su vida y obra, alteridad que va guardando el enigma del silencio, como una otredad alrededor de la encrucijada que señala el crucero del bumerang hacia las zonas del crepúsculo, donde se oculta la esperanza de su luz redentora, esplendiendo en los resurgimientos que su legado nos señala y descubre, añoranzas de un pasado donde pocos elegidos de la literatura han sido agasajados por la posteridad. Es natural suponer que la envolvía un gran aprecio por sus raíces insulares y el inconmensurable apego que le profesaba a su simiente: “...aquí en mi isla limitada/ me socava el gemido y la furia...”. Aunque su lirismo es de una honda fibra sensible, existen aún impertérritos conceptos neorrománticos en su poética, plenitud vital y profunda monumentalidad humana, que deben ser descifrados más allá de los estereotipos implantados por la crítica de cordel y la especialización literaria de ultratumba. No intentamos hacer aquí un recuento acabado de su trayectoria, desencantos y vicisitudes, que por lo demás, siempre persiguen la existencia de los bardos, ofreciéndole a cada uno su pequeña cuota de espasmo; ni tampoco, empero, queremos desencadenar una cacería sobre aquellas cuestiones angustiosas que vivió, gran parte de ellas conscientemente, quizás desilusionada, de verse dentro de los márgenes del injustificado anonimato, o fuera de ese trailer tan familiar para ella como era su inclinación natural al modernismo. Serafina Núñez no se ha marchado a los ignotos predios de lo desconocido, ese dominio que va dejando en los labios de los seres el sabor espiritual de las cosas, el sentido telúrico de la naturaleza, la corporalidad y la sustancia vibratoria de las formas, sino, acaso, por fortuna, sigue impregnada, ahora más que nunca, a la rutilante huella de las luminarias, potencia virtuosa de remembranzas desde donde ha comenzado a desdibujar –como Penélope– el manto del tiempo y la espiral del espacio. Sus inspiraciones tienen un carácter áureo y una velada penumbra, escritura sígnica que evoca la noche, el abismo, las interrogaciones, los temores, ausencias y pérdidas que representan la experiencia de quien ha logrado alcanzar el reino del discernimiento en las polaridades y correspondencias de este mundo. Su intuición megapoética se va desdoblando en cada una de sus estrofas impresionistas, con una sutil firmeza filosófica, perenne alegoría y solidez metafórica, sin abandonar sus chispazos místicos: “...como la rosa de los vientos.../ Huésped de todas las ciudades aéreas...”. Años después, en otra parte, recurrirá al soneto, para entretejer sus ideas umbrosas y reflexionar junto con ellas: “...Si de morir habemos/ regalaré a los aires/ mis centellas de miedo...”. Así, en todo su esplendor se enfrenta a las penas, el desarraigo y las enfermedades, que no dejaron de acecharla en su batalla por la vida. Hay mucho de catarsis en la poesía de Serafina, que intenta sacudir los cimientos de la versificación hacia un riachuelo desenfadado de estructura, norma y medida; donde prefiere ir buscando las iluminaciones del ente escritural a través de la purificación unificada que dejan las pruebas de la realidad. La manera en que su oficio alcanza traslucir el fondo poemático del ser real con ribetes de ensueños, despiertan una sinfonía cósmica interlúdica, similar al ritmo que se entrevé en sus mejores páginas. Sabedora de que la poesía es un arma vigorosa en las manos del juglar, se mantiene distante de esas riñas callejeras y polémicas sociales tan comunes en la historia de los poetas. Su madurez intelectiva desde bien temprano se asoma a una estética exquisita, con variedades de temas, que se entrelazan desde el infortunio, la belleza del mar, el dolor sujeto al amor, lo humano dialogando con el sufrimiento, entre otros, en un intento por retener los valores permanentes del espíritu, acercamiento a lo más valioso del patrimonio de la humanidad. Luego se perfila su poesía acicalada con un lenguaje de imágenes y timbre particular, que exaltan su creatividad en el panorama de la poética femenina contemporánea.
Su canto moldea las razones descarnadas del verbo martiano, no ya con pesimismo o agonía, como aseveran algunos sin justeza, puesto que su congoja es de otro tipo, no es esa angustia en el límite de la parodia, en lo impotente; eso sí, se siente predilecta y elegida para encargos mayores: “...–Un astro se pone de pie y me nombra/ tengo la voz clavada en una cruz de nácar, / ya no puedo ser más/ que estrella o –Nada–”. Su creación es dialógica y enunciativa, en muchos puntos cercana al preludio conversacional. La notable recurrencia al hechizo tormentoso de la eternidad –tan normal en la saga cotidiana de los escritores– es también una certeza apasionada en esta ilustre creadora; hasta calcinar las garras del patíbulo con frases amorosas y tiernas, como atrayendo a un lejano hijo pródigo: “Tú: / refugio de mi barca a la deriva, /... de tu playa a mi playa va la Vida/ encendiéndonos, / en una dulce y clara muerte honda”. Poesía de encanto y atractivo vigor que nos llena de revelación y desnudez. Mujer soñadora de playas, arrecifes y tesoros ocultos. Serafina ha pasado a ser ya un alma “serafín” en el santuario poético, elevándose al mausoleo ilimitado y universal del candoroso trono de la luz. Por eso decimos, que la muerte misma ha sido pan comido en la sobremesa de esta poesía eterna.
Muerte
La poetisa falleció el 14 de junio de 2006 a la edad de 92 años.
Bibliografía activa
- La poesía cubana en 1936. La Habana, Edición de la Institución Hispano-Cubana de Cultura, 1936.
- Mar Cautiva. Poemas. La Habana, [s.i.], 1937.
- Isla en el sueño. (Incluye una carta que le dedicara la poeta chilena Gabriela Mistral). Editorial Hermes, La Habana, 1938.
- Vigilia y Secreto. (Con prólogo titulado “El Ansia Lírica” de Juan Ramón Jiménez). La Habana, Editorial Alfa, 1941.
- Paisaje y Elegía. (Con prólogo del escritor peruano Luis Alberto Sánchez). México, [s.i.], 1956.
- Vitral del tiempo. (Premio Nacional de Crítica Literaria de ese año). La Habana, Ed. Letras Cubanas y Ediciones Unión, 1994.
- Moradas para la vida. Matanzas, Ediciones Vigía, 1995.
- Porque es vivir un testimonio raro. Miami, Alexandria Library Incorporated, 1999.
- En las serenas márgenes. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998.
- Antología de la poesía cósmica de Serafina Núñez. México D. F., Frente de Afirmación Hispanista, A. C., 2000.
- Rosa de mi mansedumbre. Santa Clara, Ediciones Capiro, 2000.
- El herido diamante. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2001.
- Cancioncillas. La Habana, Editorial Gente Nueva, 2002.
- Penélope. San Antonio de los Baños, La Habana, Editorial Unicornio, 2002.
- Tierra de secreta transparencia. 2004.
- Antología de la poesía oral, traumática y cósmica de Serafina Núñez. México D. F., Frente de Afirmación Hispanista, A. C., 2007.
- Sonetos escogidos. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2009.

