Humberto Lamothe Coronado
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Humberto Lamothe Coronado (1919- 1956), expedicionario del Granma. Posiblemente, el primero de los soldados de la Patria que perdió el naciente Ejército Rebelde.
Sumario
Niñez
Nació el 1 de mayo de 1919 en la casa marcada con el número 24 de la calle Laborde, en el reparto Versalles, cuidad de Matanzas, hijo de Dolores Coronado Rally y George Lamothe Valdés. El medio económico en que le tocó crecer le permitió realizar sus estudios primarios en escuela privadas de La Habana. Matricula en el colegio alemán Fanny Graff, después en la academia Manrique de Lara y por último fue alumno del doctor Pablo Mimó. Inicia el bachillerato en el colegio La Salle pero no lo termina. La economía familiar se deteriora y Humberto no puede seguir estudiando. Además la situación económica del país es un verdadero caos. El gobierno de Machado estaba en completa bancarrota y la acción revolucionaria del pueblo resquebrajaba los pilares que la sustentaban. Ya el adolescente tiene suficiente edad para comprender el porqué de los acontecimientos políticos que sacuden a la nación de un extremo a otro y que en definitiva, conducen al derrocamiento del dictador.
Juventud
Durante su juventud Humberto se transformó en un entusiasta admirado de Antonio Guiteras Holmes por su posición antiimperialista y por las medidas revolucionarias promulgadas mientras ocupó el cargo de Ministro de Gobernación, Guerra y Marina durante el Gobierno de los 100 días. A pesar de no ser un hombre de fuerte complexión física y padecer de miopía aguda, había tomado parte activa en los mítines y manifestaciones contra el mediacionismo y la injerencia del gobierno de Estados Unidos en los asuntos cubanos. También el sargento Batista, devenido el escogido de la embajada yanki tras el movimiento del 4 de septiembre de 1933, para regir los destinos del país, y quien mandara a asesinar a Guiterras el 8 de mayo de 1935, encuentra en el joven Lamothe a uno de sus más acérrimos opositores. Al fundarse la Acción Revolucionaria Guitarras (ARG) Humberto se integra a dicha organización. Por esa época había comenzado a trabajar en una sala cinematográfica. Desde la instauración en el poder del sátrapa dominicano Rafael Leónidas Trujillo, la juventud cubana se solidarizó con la lucha del pueblo quisqueyano contra la dictadura impuesta en ese país por el imperialismo norteamericano. A mediados del año 1947 se organiza en Cuba una expedición con el fin de iniciar la lucha armada contra Trujillo. Fueron muchos los jóvenes de distinta ideología que participaron en ese intento. Humberto Lamothe fue uno de los integrantes de aquel grupo. Como punto de partida y entrenamiento escogieron cayo Confites, situado al norte de la provincia de Oriente. El escándalo político en el orden nacional e internacional que provocó aquel proyecto revolucionario posibilitó al tirano Trujillo que contaba con el respaldo de la cancillería yanki obligó al gobierno de Grau San Martín a tomar medidas contra los revolucionarios, maniobrar con éxito y frustrar ese movimiento armado.
Actividad revolucionaria
Ante el golpe cuartelario del 10 de marzo de 1952, Humberto entra entre los que condenan el hecho. Sus manifestaciones públicas contra el régimen lo hacen un enemigo potencial que no pasa inadvertido para los cuerpos represivos de la tiranía. Participa en los afanes conspirativos del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) dirigido por el profesor universitario Rafael García Barcena. Establece también contacto con los que conspiran desde las filas del Partido Autentico, pero ante la inacción y las falsas promesas bélicas del autenticismo contra Batista, comienza a tomar parte en las distintas actividades que vienen realizando los elementos más radicales de la Ortodoxia.
El ataque al Cuartel Moncada sirvió de pretexto a la tiranía para iniciar una cacería de revolucionarios involucrados o no en el hecho para deshacerse de ellos. A Batista y sus esbirros no les bastaba con el asesinato de los 61 jóvenes moncadistas, los 9 civiles y el encarcelamiento de una veintena de combatientes. Decenas de ciudadanos de distintas tendencias políticas fueron encarcelados y acusados de cómplices o autores intelectuales de la corajuda acción revolucionaria. Durante esta cruzada represiva Humberto fue detenido, remitido a la Cárcel de Boniato en Santiago de Cuba e incluido en la causa 37, como uno de los autores intelectuales del asalto, con el cual no tuvo que ver en absoluto, aunque si se solidarizó con el heroísmo de aquellos jóvenes con quienes compartió en la cárcel durante varios días. El contacto con los Jóvenes del Centenario reafirmó en él la admiración que desde el mismo hecho sintió por aquellos con quienes se hermanó en ideales. Al salir en libertad, ya era uno más del Movimiento que nació de la gesta del Moncada. Su activa participación en el acontecer político revolucionario se acrecienta, a la par que el régimen no pierde ocasión para acosarlo. Es detenido en distintas oportunidades y fichado por el SIM, el Buró de Investigaciones y en el BRAC. Entre sus captores está lo más selecto del grupo de verdugos del tirano: Irenaldo García Baéz, Conrado Carratalá, Rafael Salas Cañizares, Esteban Ventura Novo, este último notorio por sus crueles métodos de tortura. En el mes de agosto de 1956, mientras se encontraba trabajando en el cine Miramar, es detenido por Ventura. Lo llevan a la Quinta Estación de Policía, donde lo golpean salvajemente, no le proporcionan alimentos y tratan de quebrantarlo psíquicamente con amenazas de su muerte. Sus familiares acuden a los tribunales y presentan un recurso de habeas corpus, que obliga a la policía a presentar al detenido. Así logran salvarle la vida. La dirección del Movimiento 26 de Julio decide que Humberto se traslade a México, pues en Cuba corre inminente peligro.
Estancia en México
Al llegar a la capital azteca va a la casa campamento de la calle Cuzco, y posteriormente es enviado al campamento de Abasolo, en el estado de Tamaulipas, donde comienza su entrenamiento militar como futuro expedicionario del Granma. Fue muy duro para él el período de preparación. Sus condiciones físicas, deterioradas después de los golpes que recibió de los esbirros de Batista, los obligaban a un esfuerzo superior. Sin embargo nunca se le oyó una queja, nunca se le vio desfallecer. Su actitud irreprochable y disciplinada se ganó el respeto del colectivo que junto a él entrenaba. Humberto fue uno de los elegidos para abordar el yate Granma en la madrugada del 25 de noviembre de 1958. Hace el viaje hasta el momento del desembarco en el camarote de proa, junto con José Ramón Martínez, René Bedia y otros compañeros. Tras la difícil travesía marítima hasta Las Coloradas, los expedicionarios chocan con la cruda realidad del inhóspito brazo de mangle, guardián de la tierra firme, que vencen tras dos horas de penoso andar sobre raíces, fango pestilente, troncos espinosos y hojas cortantes.
Últimos momentos
Humberto pasó la dura prueba posteriores al desembarco y con los demás marchó, adolorido y cansado, hasta el extremo, durante 3 días hasta llegar a Alegría de Pío.
“El compañero que marchaba delante de mi-relata en su diario el expedicionario Fernando Sánchez Amaya- fue uno de los que más sufrió en esas jornadas, sus frecuentes caídas le tenían desgarradas las rodillas. Usaba lentes muy gruesos. Le aconsejé que quitara la bala del directo y usase el fusil como bastón…” Los últimos momentos de Humberto son recogidos por el Comandante Ernesto Che Guevara en sus recuerdos de la guerra: “Creo recordar mi última cura en aquel día. Se llamaba Humberto Lamothe y ésa era su última jornada. Está en mi memoria la figura cansada y angustiada llevando en la mano los zapatos que no podía ponerse mientras se dirigía del botiquín de campaña hasta su puesto” Es en esas adversas condiciones relatadas por el Che, como sorprende la muerte a Humberto, en el Combate de Alegría de Pío el 5 de diciembre de 1956. Aun así cae disparando decididamente contra el enemigo.
Fuente
http://www.bohemia.cu
Ernesto Guevara, Escritos y discursos

