Creacionismo

Para otros usos de este término, véase Creacionismo (desambiguación).
Creacionismo
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Concepto:Teoría antagónica a la teoría de la evolución, en la que se afirma la creencia de que el universo y la vida fueron creados por una entidad divina.

Creacionismo.Postura filosófica que afirma que el universo, la Tierra y todas las formas de vida fueron creados por un acto directo y deliberado de un ser divino, tal como se describe en las escrituras sagradas de diversas tradiciones, siendo el relato del Génesis en la Biblia el más influyente en la cultura occidental.

Se opone radicalmente al principio central de la biología evolutiva, al negar que las especies cambien y den origen a otras nuevas a través de procesos naturales a lo largo de extensos períodos. En su lugar explican que lo que ocurrió fue "adaptación de las especies, no la evolución darwiniana. Para el creacionismo tradicional, cada "tipo" creado posee una esencia inmutable y una separación original, defendiendo una interpretación literal de los textos religiosos como verdad histórica y científica.

A lo largo del tiempo, el creacionismo ha desarrollado varias corrientes para adaptarse al discurso moderno. La más estricta es la del creacionismo de la Tierra joven, que calcula, sumando las genealogías bíblicas, que la Tierra y el cosmos tienen una antigüedad de entre 6.000 y 10.000 años, e incluye un diluvio universal como explicación para los fósiles y formaciones geológicas. Otra variante es el creacionismo de Tierra vieja, que acepta la edad geológica del planeta (miles de millones de años) pero sigue sosteniendo intervenciones creativas sobrenaturales en momentos clave, intentando así armonizar la ciencia con una lectura menos literal de la Biblia.

En las últimas décadas ha surgido con fuerza el movimiento del diseño inteligente, presentado a menudo como una teoría científica y no explícitamente religiosa. Este argumenta que ciertas características del universo y de los seres vivos son tan "complejas e irreductiblemente" que solo pueden atribuirse a una inteligencia creadora, sin identificar necesariamente a esta con el Dios bíblico. Sin embargo, la comunidad científica internacional ha rechazado de forma abrumadora estas afirmaciones, señalando que el diseño inteligente carece de hipótesis comprobables, no realiza predicciones y no aporta evidencias empíricas, por lo que se considera una forma de creacionismo renovado y no una ciencia legítima, siendo su inclusión en la educación científica un tema de gran controversia en varios países.

Historia del término

Antes de la consolidación del término creacionismo, la idea central ya existía bajo otros nombres o descripciones. En el contexto cristiano, se hablaba comúnmente de la "doctrina de la Creación" o la "fe en el Creador", basada en el primer artículo del Credo. Estas formulaciones teológicas, que afirman a Dios como origen de todas las cosas, se remontan a los inicios del judaísmo y el cristianismo, pero no constituían una postura polémica definida frente a una teoría científica alternativa, pues esta última simplemente no existía en la discusión pública hasta el siglo XIX.

Mientras la historia del pensamiento evolutivo se desarrollaba a partir del siglo XVIII, varias posturas apuntaron en reconciliar las religiones abrahámicas (como el judaísmo, el cristianismo y el islamismo) y el Génesis con la biología y otras ciencias desarrolladas en la cultura occidental.[1][2]

Aquellos que sostenían que las especies se habían creado por separado (como Philip Gosse en 1857) eran llamados comúnmente "partidarios de la creación" pero también "creacionistas", como se lee en la correspondencia privada entre Charles Darwin (1809-1892) y sus amigos. Mientras se desarrollaba la controversia entre creación y evolución, se hizo común el término «antievolucionistas».

En 1929 en los Estados Unidos, el término "creacionismo" se asoció originalmente con el fundamentalismo cristiano, específicamente con su rechazo de la evolución humana y la creencia en una «Tierra joven» (con una edad entre 5700 y 10000 años). No obstante, este uso estuvo disputado por otros grupos, como los creacionistas de la «Tierra vieja» y los creacionistas evolutivos, quienes albergan conceptos diferentes de creación, como la aceptación de la edad de la Tierra y la evolución biológica entendida por la comunidad científica.

Cuando la investigación científica produce evidencia empírica y conclusiones teóricas que contradicen una interpretación creacionista literal de las escrituras, los creacionistas de la Tierra joven a menudo rechazan las conclusiones de la investigación[3] y sus teorías científicas subyacentes. Esta tendencia ha llevado a una controversia política y teológica. Las ramas pseudocientíficas del creacionismo incluyen el «creacionismo científico»,[4] la geología diluviana[5] y el diseño inteligente.[6][7][8][9]

El rápido éxito social de la teoría de Charles Darwin promovió la reacción no solo de algunos importantes teólogos, sino también por parte de científicos, los cuales veían en el darwinismo un importante fundamento para el materialismo filosófico, así como una puerta abierta a la refutación del argumento teleológico y cosmológico para la existencia de Dios (Yahvé). El propio Darwin usó en su correspondencia el término «creacionista» para referirse a sus opositores.

Durante mucho tiempo, época conocida como creacionismo clásico, el término no fue usado de manera general para designar la oposición al evolucionismo darwinista, que se designaba en otras formas. En 1929 el biólogo Harold W. Clark, un adventista del Séptimo Día, describió como creacionista la obra de su maestro George McCready Price en el título de un libro autopublicado.[10] Durante algún tiempo el término sirvió para describir tanto a los teístas evolucionistas (creyentes a la vez en Dios creador y en la verdad del darwinismo) y a los fundamentalistas bíblicos que, como los dos autores citados, defendían la literalidad bíblica desde sus títulos universitarios en ciencias.

Relación con el evolucionismo

Creacionismo clásico

Los creacionistas clásicos niegan la teoría de la evolución biológica y, especialmente, lo que se refiere a la evolución humana, además de las explicaciones científicas sobre el origen de la vida. Por esto rechazan todas las pruebas científicas (fósiles, geológicas, genéticas, etc.). En el creacionismo clásico de origen cristiano se hace una interpretación literal de la Biblia y se sostiene la creación del mundo, los seres vivos y el cataclismo del Diluvio Universal tal como está descrito en el Génesis, sin pretender concretar de manera científica el origen de las especies.

Creacionismo contemporáneo

Creacionismo antievolución actual

A diferencia del creacionismo clásico, en el creacionismo más reciente se trata de utilizar igualmente fundamentos de carácter no religioso a partir de descubrimientos o conocimientos de disciplinas pertenecientes a las ciencias naturales, que se tratan de presentar como si fueran pruebas científicas contra la teoría de la evolución. Se habla así de creacionismo «científico», nombre que le dan sus partidarios. Sin embargo, a diferencia de las ciencias naturales, en este tipo de creacionismo no se sigue el método científico y no se producen hipótesis falsables. Debido a estos hechos, el creacionismo científico no logra reunir totalmente en ninguna de sus formas las características de una teoría científica, y por ello la comunidad científica relacionada con el tema lo describe solo como una proposición pseudocientífica.

Por otra parte, este tipo de creacionismo contemporáneo trata de desdibujar la distinción entre hecho evolutivo (parentesco y transformación de las especies a lo largo del tiempo) y teoría de la evolución (neodarwinismo), englobándolo todo con el término «evolución», «evolucionismo» o «darwinismo», y descalificándolo como «una simple teoría» (jugando con el doble significado de la palabra teoría en el habla común y en las ciencias naturales).

Así intenta negar el hecho de que la teoría de la evolución es considerada una de las más grandes y sólidas teorías científicas actuales, que describe un hecho sobre el que no existen pruebas o evidencias científicas que lo refuten.

Diseño inteligente

Otra forma más sutil de este tipo de creacionismo es el diseño inteligente, movimiento que no suele hacer explícita su motivación religiosa. Su principal actividad consiste en negar en mayor o menor medida la validez e importancia de las explicaciones evolutivas sobre el origen de las estructuras biológicas, para concluir que es necesaria su creación por intervención directa de un ser inteligente.[6] El diseño inteligente es presentado por sus seguidores como una alternativa al neodarwinismo pero, al no formular hipótesis contrastables, no cumple los requisitos del método científico y es considerado una forma de pseudociencia.[6][11]

Creacionismo proevolución

Las formas de creacionismo nombradas anteriormente son consideradas formas de «creacionismos antievolución» porque requieren la intervención directa de un creador. Además de este tipo de creacionismo, existe el «creacionismo proevolución» expresado en el creacionismo evolutivo y en una postura filosófica llamada evolución teísta; el creacionismo proevolución cree en la existencia de un creador y un propósito, pero sí acepta que los seres vivos se han formado a través de un proceso de evolución natural. Esta forma de creacionismo no interfiere con la práctica de la ciencia, ni es presentada como una alternativa al neodarwinismo, sino como un complemento filosófico o religioso a la teoría de la evolución.[12]

Creacionismo en sistemas educativos

Al no basarse en evidencia científica falsable y comprobable, ninguna forma de creacionismo está implementada prácticamente en casi ninguna universidad del mundo, en cuanto al sistema educativo estatal, ha habido excepciones tales como las que sucedieron hasta fines del 2005 en algunos estados de Estados Unidos, en los cuales existe una mayoría protestante donde se trató de sustituir a la evolución en los libros de texto, siendo actualmente un hecho prohibido por una sentencia judicial,[13] o el creacionismo de origen islámico, presente en casi todos los países con creencia mayoritaria en esta religión como Afganistán, Irak, Irán, Jordania, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, etc.

Posición de la Iglesia católica ante el creacionismo

La Iglesia católica rechaza una interpretación literal de los primeros capítulos del Génesis y, para su doctrina, cualquier propósito similar ignoraría el sentido de la creación y de Yahvé, al que se le presenta como fundamento y causa última trascendente de la realidad.[14]

Al no entrar el magisterio de la Iglesia en cuestiones científicas, tampoco se opone a la teoría de la evolución, siempre que el creyente considere algunos aspectos básicos de su doctrina como pueden ser la causalidad divina, que el ser humano haya sido creado a imagen y semejanza de Yahvé y que su alma ha sido creada por voluntad de esa entidad, diferenciándolo de los otros seres vivos.[15]

Algunos autores defienden que la doctrina católica podría estar de acuerdo con un creacionismo de tipo proevolución teísta, ya que no interpreta el Génesis de manera estrictamente literal, y no ve contradicción de la doctrina filosófica y religiosa de la Creación, que explica el origen del universo a partir de la nada, con la teoría de la evolución.

Críticas

Muchos eruditos ateos han expresado su disconformidad ante la interpretación católica, argumentando que esta impone una lectura alternativa del texto bíblico de manera supuestamente deshonesta y forzada. Por ejemplo, los escépticos Richard Dawkins y Daniel Dennett consideran que la evolución teísta no es más que un «un intento desesperado» por mantener vigente el teísmo clásico.

Cristianos fundamentalistas creyentes en la idea de una tierra joven a menudo realizan críticas similares contra la iglesia católica y los acusan a ellos de no ser verdaderos cristianos.

Véase también

Enlaces externos

Sitios creacionistas

Sitios anticreacionistas

Perspectivas del debate darwinismo frente al creacionismo

Referencias