Cuevas de Bellamar

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Cuevas de Bellamar
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Ubicación Geográfica:23° 1' 31.46

Las Cuevas de Bellamar son un conjunto de cavernas de mas de 23 kilómetros de galerias situadas en la provincia de Matanzas. Por la belleza de sus galería y cavernas, los importantes hallazgos paleontológicos, además de una amplia gama de procesos cristalinos. fueron declaradas Monumento Nacional.

Los atractivos de la provincia de Matanzas, famosa por acoger en sus límites al popular balneario de Varadero, incluyen una amplia carga de historia, tradiciones, cultura y también reliquias ubicadas en el mundo subterráneo. Interesante resulta ir al encuentro con una de ellas.

Dentro de ese territorio, ubicado en la porción occidental de la mayor de Las Antillas, nuestra Cuba, se encuentra una de las cavernas mas visitadas por los miles de paisanos y de turistas que hasta nuestro suelo llegan, conocida como las Cuevas de Bellamar, aproximadamente a cinco kilómetros del centro de la ciudad de Matanzas y de su azulada bahía abierta.

Formación

Las galerías y pasadizos de las Cuevas de Bellamar se calcula que comenzaron a formarse hace unos 300 mil años. Según los estudiosos, la planicie en la cual están las cuevas se encontraba originalmente bajo el mar, formando parte de la bahía de Matanzas. A lo largo de la llamada Falla de Bellamar el agua subterránea, en combinación con el carbón dióxido, fue disolviendo la roca calcárea y de esta forma fue creando cámaras subterráneas en el subsuelo; bajo el mismísimo fondo marino. Toda una verdadera obra de tiempo y paciencia si la naturaleza la tuviera.
Mientras permanecieron bajo el nivel del mar, estas cavernas estuvieron lógicamente llenas de agua. Los movimientos tectónicos hicieron que la zona se elevara, hasta llegar a formar las terrazas marinas que se notan en la ciudad de Matanzas y sus alrededores.
Con el decursar del tiempo estas cavernas se fueron secando; desaguándose incluso algunas cavidades que están a gran profundidad bajo el nivel del mar y comenzaron a tener lugar filtraciones entre las rocas, sobre el techo de las cuevas, de agua con carbonato de cal disuelto que fueron dejando residuos al gotear y, de ese modo formar las estalactitas desde el techo y las estalagmitas en el suelo.
Las estalactitas son cilíndricas, y según aumenta su tamaño se hacen cónicas mientras que las estalagmitas son cónicas o aplanadas, como derretidas. Ambas crecen hasta unirse y formar columnas.
En algunos casos varias estalactitas relativamente cercas se van uniendo, dando lugar a las formaciones llamadas matos. Otras corren próximas a la pared formando cascadas. En las Cuevas de Bellamar se ven todas estas formaciones y a pesar de que ya tienen sus añitos, en términos de cuevas son relativamente jóvenes; lo cual en lenguaje común quiere decir que aún se están originando y las ya conocidas, creciendo en un conjunto donde sus salones descienden en busca del manto freático y terminan en lagos de aguas cristalinas.

Muy interesante en las Cuevas de Bellamar son sus formaciones cristalinas de aspecto transparente y brilloso las cuales no se originan de la misma manera que otras estructuras nombradas. Tienen su origen en geodas llenas de agua. Y más interesante resulta que en ciertas cavidades de las cuevas las formaciones sedimentarias son cubiertas por una capa cristalina, indicando que después de haberse secado, estas cámaras volvieron a inundarse totalmente, o al menos parcialmente.

Estas cuevas presentan una belleza poco común en el mundo de las cavernas porque muchas de las formaciones son resplandecientes debido a la capa cristalina que las cubre.
A las Cuevas de Bellamar se entra es por la cavidad llamada Salón Gótico, una cámara de forma cuadricular que mide unos 80 metros de largo por unos 25 metros de ancho. Es todo un espectáculo sensacional entrar a este especial salón.

Allí, en el salón Gótico, se le ha dado nombre a algunas de las formaciones; entre otras se encuentra El Huerto de las Zanahorias, La Capilla de los Doce Apóstoles, Doña Mamerta y tal vez el más famoso sea el Manto de Colón. Pero las Cuevas de Bellamar no son sólo este salón, la cavidad se extiende hacia el este y el oeste logrando una longitud que sobrepasa los tres kilómetros de largo; y se sabe que es mucho más grande, con cámaras aun totalmente inundadas.
Otras de las cavidades son la Galería de los Dos Lagos, el Salón de las Esponjas, la Galería de los Enanos y la Galería de los Megalocnus al este del Salón Gótico. En la otra dirección se encuentran el pasadizo de Hatuey, Salón de las Damas, Lago de las Dalias y el Baño de la Americana, muy popular este último por la gracia con que los guías hacen referencia al origen de su nombre.

Las Cuevas de Bellamar fueron descubiertas por casualidad en febrero de 1861 cuando un esclavo perdió su barreta abriendo un hueco en el suelo, tratando de remover una roca de cal. El esclavo y el mayoral imaginaron que la tierra se había tragado la barreta.

Don Manuel Santos Parga, dueño de la finca, pidió explicaciones y al no recibir respuestas se dirigió al lugar de los hechos, ordenó que se cavara allí; y apenas se había abierto un espacio de poco más de una vara, salió por el agujero practicado una gran corriente de aire repugnante de olor; caliente y como humoso; entonces quedó así al descubierto la entrada de la cueva.
El señor Parga, que era entendido en cosas de minas y cuevas, se dio cuenta de lo que el descubrimiento significaba y comenzó a preparar la cueva para que los visitantes pudieran disfrutarla. Sacaron muchas piedras; hicieron escaleras de mampostería que aun están en uso; instalaron pasamanos; y tan pronto fue una realidad, instaló luz eléctrica. Él o uno de los guías bajo su empleo llevaban a los turistas por los pasadizos de la cueva mientras explicaban lo que estaban viendo. Dos años después del acontecimiento, el matancero José V. Betancourt, narró lo sucedido.

Nada de lo encontrado allí retrajo a Parga, sino antes por el contrario, continuando el trabajo pudo convencerse de que aquello era la entrada de una cueva y con arrojo que rayaba en temeridad siguió ensanchando la abertura y después aventuró un descenso empleando una escala que fue preciso alargar y en llegando a lo que pareció el suelo, se encontró envuelto en tinieblas. Mas, como él fuese gran práctico en punto a minas, no se arredró y se propuso explorar la caverna, dominado, sin embargo, por la idea de que allí había algo: era Colón entreviendo el Nuevo Mundo...

Informaciones de la época señalan que el inversionista hizo que se sacaran piedras, construyó escaleras, instaló pasamanos y luces. Más de mil personas visitaron el lugar en los dos primeros años, lo que era un rotundo éxito turístico, en una época que no existían automóviles y viajar desde La Habana era una temeridad.
Cuando surgió la luz eléctrica, el matancero instaló lámpara en el interior de la caverna y dispuso de un personal que explicaba a los visitantes la historia del bello paraje. Los científicos igualmente, eran visitas continuas.

Llamadas originalmente las Cuevas de Parga en homenaje a su descubridor, el punto cambió su nombre por el de Las Cuevas de Bellamar, en plural, (aunque los especialistas indican que se trata de una sola cueva con varios salones) debido a su cercanía con la playa homónima en el oeste matancero.

En los dos primeros años más de dos mil personas la visitaron. En aquellos tiempos fue un éxito rotundo, tanto turístico como científico. Un éxito que ya tiene más de cien años y aun se sigue haciendo tal y como el señor Parga lo hacía.

Según los científicos es una sola cueva con varios salones, pero la costumbre la trata en plural. El aire allí es respirable, al menos donde se le permitía llegar al visitante. La temperatura es relativamente estable todo el año, manteniéndose a 26ºC.

Para los conocedores de la Espeleología, las Cuevas de Bellamar son consideradas además como un laboratorio potencial para el estudio de la cristalografía subterránea, particularmente las derivadas del carbonato de calcio, por encontrarse en sus galerías una amplia representación de formas cristalinas de singular belleza.

Personal especializado asume la orientación de los grupos de visitantes que acuden a conocer las galerías de las cuevas.

La antigüedad de sus galerías y niveles permitió que sirvieran de refugio a la fauna cuaternaria de la región, hecho confirmado por el hallazgo en las excavaciones de restos de animales prehistóricos, además de ubicarse en el área la mayor cavidad de origen freático de Cuba.

Entidades especializadas contabilizan a lo largo y ancho de la isla más de 10 mil cuevas, muchas de ellas con unos 25 millones de años de evolución, pero hasta nuestros días las Cuevas de Bellamar sigue siendo la reina, el centro turístico más antiguo de Cuba, Monumento Nacional, preferida de todos los que nos visitan.

Fuentes:
             http://www.trabajadores.cu/secciones/cuba/cuba-por-dentro-1/las-cuevas-de-bellamar-joya-matancera
             http://www.cmbfradio.cu/cmbf/identidad/identidad_00125.html