Loma del Intendente

Loma del Intendente
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Loma del Intendente. Sitio de reconocidos valores que constituye un mirador natural y ambiental. Ha sido escenario de importantes hechos de la historia y la cultura santiaguera, haciéndolo acreedor de la condición de Monumento Nacional.

Ubicación

Está situado en la barriada de El Tivolí en la ciudad de Santiago de Cuba.

Antecedentes

Desde los remotos tiempos de la colonización, la ciudad de Santiago de Cuba ha estado marcada por sus excepcionales características geográficas. Desandando por la ciudad, se agota hasta el más experimentado viajero por el subir y bajar de sus lomas que se pierden en laberintos estrechos e infinitos. Como parte de la accidentada geografía citadina se yergue majestuosa en El Tivolí, aa Loma del intendente, constituyendo el centro de la mencionada barriada.

El Tivolí es un barrio santiaguero que funde en sí mismo los sincretismos culturales e intercambios étnicos de la nacionalidad cubana, instaurado a finales del Siglo XVIII, por los inmigrantes franceses procedentes de Haití.

Esta zona, a través de toda su evolución, tuvo reconocimiento social, fundamentado en una constante actividad creativa de los franceses en la recreación y en diversas facetas de la cultura, como en la gastronomía, la música, la danza, el teatro; que se mezclaron con las nuestras conformando lo que consideramos hoy, algunas de nuestras costumbres y tradiciones folklóricas.

Además, ellos realizaron construcciones que le dieron especial distinción al barrio, entre ellas, un teatro rústico y una glorieta con jardines, ya desaparecidos.

Entre las primeras viviendas construidas en el barrio, se destaca el edificio situado en Loma Hueca, que sirvió de residencia al Intendente; es por ello que al área donde está ubicada se le llamó a partir de entonces: Loma del Intendente.

Características

La loma del intendente ofrece una espectacular vista de la bahía santiaguera que es agradecida por los que la han disfrutado envueltos en la fresca brisa que envuelve esta zona de la ciudad. Fue en torno a la construcción del majestuoso palacio del gobernador oriental Bartolomé de Osuna, en la primera mitad del Siglo XVII que este sitio comienza su crecimiento y tuvo un impulso urbanístico al calor de la Revolución Haitiana a finales del Siglo XVIII y principios del XIX quedando marcado indudablemente por la huella francesa en esta urbe sur oriental.

Esta colina santiaguera acogió desde esos tiempos el café ­ concierto que tuviera el nombre de El Tivolí, este establecimiento fue catalogado como un templo del placer, supuestamente se encontraba en las cercanías del sitio que hoy ocupa el Museo de la Lucha Clandestina.

El café-concert, estaba cercado de tablas y tenía capacidad para trescientas o cuatrocientas personas. El local incluía dos casillas en el mejor orden, donde servían todo género de comidas y bebidas y con excelentes músicas y algunas señoritas francesas cantadoras.

También existía un edificio colindante con la casa de la intendencia, al que, hacia 1857, fueron trasladados el Hospital San Juan de Dios y el Convento de Belén. Estos inmuebles se comunicaban mediante un puente aéreo. En 1874, tras la muerte de Carlos Manuel de Céspedes, su cadáver fue tendido en el hospital San Juan de Dios; este hecho también le aporta valor histórico al barrio.

La casa donde se erige el Museo fue construida en la primera mitad del Siglo XIX, entre 1813 y 1824; con un estilo Prebarroco, la misma tuvo varios usos. Durante los años 1865 a 1935, fue habitada por diferentes familias. De ellas encontramos que desde 1865 a 1900, vivió en ella el Conde Duany Ferrer, quien la reconstruyó y ornamentó a su mayor gusto, y de acuerdo al estilo de la época.

En el período de 1940-1951, la vivienda pasó a formar parte del Instituto de Segunda Enseñanza, que desde 1906 funcionaba en el antiguo hospital antes mencionado, instalándose en ella algunas aulas.

Posteriormente, en la etapa de 1951 a 1956, la vivienda sufrió modificaciones nuevamente, para convertirla en sede de la estación de la Policía Nacional; la que fue asaltada e incendiada el 30 de noviembre de 1956, constituyendo este un hecho de trascendental significación en la historia nacional y local.

En esta acción, debido a las llamas, la casa perdió todo su maderamen y estilo constructivo; conservando en su estructura, algunas paredes de mampostería sobre las que se erigió el Museo y en cuyo proyecto de restauración y reconstrucción se constó con la dirección del arquitecto Walter Betancourt.

La loma del Intendente constituye un mirador, desde el que pueden observarse vistas panorámica de la ciudad, y en las que se confunde el paisaje urbano y el micro paisaje santiaguero. En ellas, el colorido y textura de los tejados, las grises incisiones de sus irregularidades y ondulantes calles; el verde matiz de algunos árboles; se unen en un armonioso conjunto, con el azul de la bella bahía santiaguera, y la cordillera de la Sierra Maestra.

Fuentes

  • Martínez Riera, Magalis; Fernández Josefina Romero. Museo de la Lucha Clandestina. Sitio que atesora historia y cultura, Colección Santiago, Editorial Publicigraf. Ciudad de La Habana, 1993.