Diferencia entre revisiones de «Rafael Hernández»
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Revisión del 15:53 14 sep 2011
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Rafael Hernández Marín. Compositor. Es el más importante artesano de la canción de Puerto Rico, traspasó las fronteras de su pequeña isla hasta alcanzar con su música trascendencia universal. Lo consideran el más grande jibarito.
Síntesis biográfica
Nace en Aguadilla, Puerto Rico, el 24 de octubre de 1896. Fallece en San Juan, Puerto Rico, 11 de diciembre de 1965.
Estudió trombón con Pepe Ruellán Lequerica; después, con distintos profesores, violín, trompeta, contrabajo y guitarra. Se trasladó a San Juan y allí, con Ernesto Tizol, en cuya orquesta tocó el trombón, amplió sus conocimientos de música.
En México completó sus conocimientos con Julián Carrillo y Juan León Mariscal. En 1914 viajó a Nueva York, y en 1920 se trasladó para La Habana donde trabajó en las primeras audiciones de la radio cubana.
Trayectoria artística
En el año 1919 Hernández Marín llegó a La Habana contratado por una empresa transnacional para dirigir la orquesta del Teatro Fausto ubicado en las calles Prado y Colón, Centro Habana. En nuestro país se mantuvo hasta el año 1925. Pero el maestro y brillante compositor no detuvo su imaginación de creador ni el de la dirección de orquesta, y en México mantuvo un largo período, creando y dirigiendo orquestas y agrupaciones en magnificas locaciones de primera líneas.
En 1925, Día de la Canción Cubana, dio a conocer "Capullito de alelí". Dice la historia que una de sus obras más complementada lo fue “Lamento borincano” y que resulta como una de las crónicas más verás de la vida de su sufrida patria.
En 1926 Rafael Hernández regresó a Nueva York donde concibió otro clásico "Campanitas de Cristal", título que alude a un adorno popular utilizado por los emigrantes exiliados en el Nueva York de los años veinte, campanadas de miseria y lejanía en medio de una tierra extraña. Después se instaló en México y más tarde en Puerto Rico; viajó a República Dominicana y otra vez a Cuba. Formó tríos, cuartetos, dirigió bandas y orquestas, y recorrió casi todo el mundo.
Tantas aspiraciones como composiciones legó el boricua Rafael Hernández en Cuba, en México, y en cualquier rincón cobijador de su lejana patria. Todavía recordamos a Daniel Santos, "El Inquieto Anacobero" cuando cantaba: "Preciosa sin bandera, si lauros, ni gloria", profunda oda de contenido social.
De esa forma, Rafael Hernández, se quedó entre los cubanos y cubanas, escoltados por aquellos añorados capullos que todavía no visten a Puerto Rico. "Cachita" lo acompaña en el peregrinar latinoamericano y unas campanitas de cristal le recuerdan la melodía que jamás olvidará.
Obras
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Bibliografía
- Lino Betancourt. «Vigencia de la música de Rafael Hernández en Cuba». Música Cubana (La Habana) (3): 63-64, 1999
- Elmer González. «Rafael Hernández en el pentagrama. Treinta años después....». 91.9 (Bogotá) (8): 27-19, noviembre-diciembre de 1995-enero de 1996.
- Jaime Rico Salazar. Cien años de boleros [2da. ed.]. San José, Centro de Estudios Musicales, 1988
Fuente
- "Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba". Instituto Cubano del Libro. Editorial Letras Cubanas, 2009. Consultada el: 18 de noviembre de 2010
