Aleros trinitarios

Para otros usos de este término, véase Alero (desambiguación).
Aleros trinitarios
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Obra Arquitectónica  |  (Elemento de Arquitectura)
Alerotornapuntas.jpg
Descripción
Tipo:Elemento de Arquitectura
Localización:Trinidad, Sancti Spíritus, Bandera de Cuba Cuba


Alero. Es la parte de la cubierta de los edificios que sobresale de la fachada, sirve para desviar de ella las aguas llovedizas y protegerla contra el sol, además constituye un elemento decorativo utilitario en la arquitectura doméstica que poco a poco va cobrando importancia y en el caso particular de Trinidad se definen por características únicas.

Historia de los aleros

En todos los pueblos de la antigüedad de que se tienen noticias existieron en las casas los aleros que protegían los muros de las inclemencias del tiempo: sol, lluvias, vientos, nieve, jugando un rol de suma importancia en casas altas o pequeñas, pobres o ricas desde el punto de vista de la arquitectura. Con el decursar del tiempo sufrieron transformaciones, de simples se convirtieron en complejos en lo que a lo constructivo se refieren.

En Trinidad, al ser una región del Caribe donde la lluvia abunda, el sol irradia todo el año intensamente y en época ciclónica el viento sopla por todos los lugares a pesar de estar protegida la ciudad por las montañas, los aleros aparecen desde una etapa muy temprana con una necesidad imperiosa de proteger los muros de las viviendas.

En esta antigua villa los aleros tienen su origen en las tradiciones artísticas españolas, se adaptaron a este tipo de casa caribeña de altas paredes y balcones que no esconden su rica influencia morisco-mudéjar. La primera proviene de los moros naturales de Mauritania (hoy Marruecos), así como de otras islas de Malasia, está dada por el arte de construir y elaborar los materiales utilizados, el uso del ladrillo, los arcos (de herradura y lobulados), los techos de madera, la utilización de la cerámica y el yeso en la decoración, la realización de los diferentes tipos de aleros, donde están presentes los elementos del arte cristiano y de ornamentación árabe.

El fenómeno del alero trinitario no es estático, está diversificado desde abundar varios tipos que se enmarcan en uno u otro siglo, hasta en ocasiones viajar a épocas posteriores. Las exquisitas combinaciones de unos con otros con gran incidencia en la trama urbana del siglo XVIII le dan un toque de belleza y frescura singular a las fachadas.

Las fachadas coloniales al igual que las viviendas fueron sufriendo transformaciones con los siglos, los aleros sufrieron la misma suerte, aunque para su beneficio.

Fue a principios del siglo XVIII que la arquitectura doméstica adquirió una singular importancia en cuanto a la elaboración y tratamiento decorativo. Por esta época los aleros comienzan a jugar un rol de primera línea, no solo por su funcionalidad, sino también por el toque de elegancia y belleza que le imprimen a la fachada. Es de destacar que en ocasiones aparecen en los interiores de las viviendas protegiendo las galerías y otras partes de la casa.

En los primeros años del siglo XVIII las viviendas se caracterizaron por el uso de los conocidos “aleros de albañilería” que se elaboraron teniendo como base el ladrillo, teja, arena y morteros de cal. En estos casos encontramos los aleros de tejaroces, sardinel, cuarto de bocel y canecillos.

Estos primitivos aleros de incalculable estética, terminación y utilidad en el momento en que aparecen, tenían como desventaja su poca voladura hacia la calle, la destrucción paulatina no sólo de los muros que protegían, sino también, de la carpintería exterior.

Como una respuesta a este problema aparecen los aleros de carpintería que utilizaban la madera a diferencia de los anteriores, entre los que se encuentran los aleros de tornapunta y de canes y tablas.

El siglo XIX trajo consigo que persistieran gran variedad de aleros, fueron desapareciendo paulatinamente los tejaroces, sardineles, cuarto de bocel, tornapuntas y sólo aparecen en casos muy aislados en inmuebles de este siglo, se hace un amplio uso de los aleros denominados de canes y tablas en sus dos variantes (ranurado simple o sin ranurado) y el pretil moldurado.

Al surgir nuevos materiales en este siglo se introducen nuevas formas de aleros, utilizándose el yeso en los elegantes y artísticos volados en gola. Que caracterizaron los inmuebles de mayor monumentalidad de la época, desde el punto de vista arquitectónico, estos aleros surgieron de la lógica evolución del alero de tornapunta del siglo XVIII.

Las casas del siglo XIX remodeladas sobre antiguas o construidas sobre nuevas, ofrecen diferentes versiones de fachadas con aleros de tornapuntas o en gola con pretiles. La combinación de estos fueron soluciones muy pintorescas que alegraron las casas trinitarias.

Tipos de aleros trinitarios

La casa trinitaria adoptó distintas soluciones para diferentes momentos en la construcción de sus aleros, estos constituyen un índice para el estudio de la ciudad. Las construcciones de los siglos antes mencionados se caracterizan por poseer los tipos de aleros siguientes:

  • Tejaroces de una, dos o tres hiladas
  • Sardinel
  • Cuarto de bocel
  • Cuarto de bocel y canecillos
  • Tornapuntas
  • Canes y tablas
  • Pretil moldurado
  • Volado en gola
  • Tabloncillo

Tejaroces de una, dos o tres hiladas

En la región central del país aparecen estos de tres o cuatro hiladas, algunas veces flanqueados por filetes. En nuestra ciudad en particular estos se forman por tejas empotradas de una, dos o tres hiladas, nunca de cuatro como en otras regiones. En las construcciones habaneras se componen de dos o tres hiladas superpuestas y dispuestas en voladizo progresivo teniendo cierta similitud con los de Trinidad. Por las propias características constructivas y la cantidad de hiladas, su voladura hacia la calle no va más allá de los 30 centímetros, siendo esto una desventaja por el daño que ocasionan el sol y la lluvia sobre muros. Su mayor incidencia se corresponde con la trama urbana del siglo XVIII, apareciendo en tres variantes:

  • Tejaroces de una hilada
  • Tejaroces de dos hiladas
  • Tejaroces de tres hiladas

El de más predominio es el de dos hiladas que aparecen en mayor o menor cuantía en todas las calles, el de tres hiladas es el menos utilizado, sólo se aprecia en una calle muy antigua que lleva como nombre San José.

Sardinel

Este tipo de alero posee un típico carácter mudéjar, se compone de una hilera de ladrillos dispuestos horizontalmente y algo volados con respecto al muro, sobre la cual se asienta otra hilada en forma esquinada de manera que su saliente o voladizo dibuja una cinta quebrada en la parte que rebasa la tangencia de los ladrillos esquinados y encima se disponen una o dos hiladas de ladrillos colocados normalmente pero con vuelo progresivo y sobre ello el remate volado de las tejas. Esta variante de alero es poco común en la ciudad, solo aparece en casas muy puntuales de la trama urbana del siglo XVIII y en calles tan importantes como Cristo, Amargura, Real del Jigüe y Boca, a diferencia de su predominio en otras ciudades como Sancti Spíritus.

Alero de Cuarto de Bocel

Es característico de las ciudades más primitivas, no son tan comunes y utiliza el ladrillo como componente fundamental en su estructura. Se elabora colocando una hilada de ladrillos horizontales y a la vez perpendiculares al muro, algo salido del parámetro exterior que servirá de base a hiladas sucesivas que se colocarán también algo voladas, pero menos que la hilada base, la última hace al igual que la primera de filete, luego las hiladas se recubren con mortero lográndose la forma deseada. Aunque es un alero típico de la ciudad del siglo XVIII cuando aparecen los llamados aleros de albañilería este viaja mucho más allá localizándose en edificaciones del siglo posterior.

Alero de Cuarto de Bocel y Canecillos

Es poco común en Trinidad, caracterizó el siglo XVIII, se encuentran dentro de los llamados aleros de albañilería, tiene como dificultad su poca voladura hacia la calle y como consecuencia de ellos el paulatino deterioro del muro que protege, en la parte superior y rematando al muro se encuentra el alero de cuarto de bocel y en la parte inferior y ubicados a cierta distancia los canecillos que simulan sostener el alero, estos podían ser de madera y posteriormente se revestían con una mezcla de cal y arena.

Alero de Tornapunta

Este entra dentro de los llamados aleros de carpintería que tienen como base en su construcción la madera, aparece en Trinidad en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque su uso se prolonga hacia el siglo XIX, son típicos de la región central del país y caracterizan a la ciudad de Camaguey.

Están formados por un pie de amigo, compuesto por un madero empotrado perpendicularmente al muro, el cual tiene en su extremo un barrote de forma vertical sobre el que descansa la vigueta o solera y sobre estas las alfardas, en ocasiones sus extremos imitan a proas de barcos y cabezas de aves, generalmente se utilizaba el cedro en la construcción de los mismos.

En Trinidad estos aleros adoptan tres variantes: la primera es un estilo muy tradicional que aparece en casas de la primera mitad del siglo XVIII, consiste en una serie de viguetas en forma de L situadas a la misma distancia sobre las cuales descansa una viga que corre a todo lo largo de la fachada y sobre ella se apoya toda la estructura del techo, es común su existencia en la ciudad vecina de Sancti Spíritus. La segunda variante es de tornapunta común que posee una gran voladura hacia la calle. La tercera variante es la correspondiente al siglo XIX, donde aparece un tornapunta más acabado, más perfeccionado, donde se detallan elementos torneados en el mismo.

Aleros de canes y tablas

Es el más difundido y popular, partiendo de su simple construcción y de tener un amplio uso en aquellas casas más modestas, fueron producto en ocasiones de las transformaciones que sufrieron algunas fachadas con la eliminación de los aleros de albañilería y la introducción de estos más simples.

Este aparece en tres variantes: sin ranurado, con ranurado simple, o doble. En el siglo XVIII se señalizan los canes que componen estos aleros con ranurado doble y en el posterior es común el ranurado simple. En los siglos XVIII y XIX se difundió el uso de este tipo de alero prevaleciendo en el siglo XIX más que en el siglo XVIII. En algunas edificaciones del siglo XIX es característico una voladura que sobrepasa los límites de la acera protegiendo los muros de las inclemencias del tiempo.

Alero de pretil Moldurado

Tiene un mayor predominio en la trama urbana del siglo XIX. Se asocia este alero a los techos planos o de azotea, cubiertos con cielo raso de yeso que fue una de las novedades de la época. Es común encontrarlos en fachadas de corte ecléctico, difieren de los anteriores por su gran tamaño, son símbolos de belleza, grandeza, con celosías y balaustres, pilares decorados y rematados en la parte superior con elementos que asemejan piñas o copones, con rejas que poseen cierta carga decorativa.

Este alero tiende a causar la misma impresión de los aleros de albañilería utilizados en la primera mitad del siglo XVIII que por su poca voladura hacia la calle no protegen de cierta forma los muros.

Lo importante en las fachadas que poseen este tipo de aleros es la belleza, estética de los frisos, columnas y guarniciones, y el alero es algo que se adiciona.

Alero volado en Gola

Estos aleros constituyen la moda del siglo XIX y se vinculan generalmente a los inmuebles de las familias más importantes de la época como fueron los Palacios Iznaga, Brunet, Cantero, entre otros, aunque posteriormente trascendieron a otras viviendas locales situadas en diversas calles de la antigua ciudad.

Su mayor predominio es en el siglo XIX, aunque en casas del siglo XVIII remodeladas con posterioridad también suelen aparecer.

Caracterizan a aquellos inmuebles de mayor relevancia desde el punto de vista arquitectónico, se destacan por su monumentalidad, belleza y exquisita terminación, así como la curiosidad de sus bordes terminales en forma de gola egipcia, es el más trabajoso de todos y sustituyó a los remates tradicionales.

Estos aleros de considerable longitud, constituyeron la moda del siglo XIX se vincularon generalmente a los inmuebles de las familias más importantes como fueron los palacios Iznaga, Cantero, Brunet, entre otros posteriormente transcendieron a otras viviendas locales situadas en diferentes calles de la antigua ciudad. Se pueden apreciar debajo de un pretil que fue una solución local o también utilizarse a modo de un pequeño tejadillo para cubrir los balcones.

Su composición fundamental está formada por una cerca de madera forrada con tabloncillos pudiendo estar cubiertos o no con yeso, es un alero liso, continúo y funcional por su voladura hacia la calle, no se utilizó en ciudades con muros de piedra.

Alero de tabloncillo

Están ubicados en la trama urbana del siglo XVIII. Es un alero que muestra una solución muy práctica, posee cierta inclinación con relación al muro para facilitar la caída de agua al llover. Se recubre por una tablazón que fija las membranas a través de clavos y se caracteriza por su voladura hacia la calle.

Aleros combinados

La combinación de aleros en el siglo XVIII se vinculó casi siempre a casas esquineras, aunque puede aparecer en algunas medianeras. Es amplia la gama de aleros combinados llegando a 10 tipos de combinaciones. Se caracterizan por jerarquizar las fachadas, su belleza y dar un toque muy pintoresco.

La combinación de los tipos de aleros en la ciudad, pudiera estar vinculada a las modificaciones paulatinas que sufrieron las edificaciones desde el punto de vista arquitectónico a lo largo de los años.

Es curioso destacar como en ambos casos el alero de tornapunta se jerarquiza al centro y la bordean aleros de sardinel y tejaroces de tres hiladas.

A diferencia de los aleros combinados que se enmarcan en el siglo XVIII vinculado a casas esquineras, en el siglo posterior esto es poco común, pero a pesar de ello resulta importante como logran imponerse estos de un siglo pasado en otro, enriqueciendo la fachada. En el siglo XIX no constituye una muestra significativa por el pobre porciento de su predominio.

Las combinaciones de aleros más relevantes en la trama urbana del siglo XIX se aprecian en la calle Santo Domingo esquina a Guásima donde una casa esquinera hace uso de un alero de tornapunta con aleros de tejaroces protegiendo sus muros laterales, en la calle Gutiérrez casi esquina a Colón, tenemos otro ejemplo donde una fachada ecléctica con un perfil hace uso de un alero de tejaroces para proteger su muro lateral.

Fuentes

  • Antonio Pérez, José Menéndez & Ramos Gómez, Zaida. Los Aleros en la etapa colonial como expresión del dearrollo histórico, arquitectónico y cultural de la ciudad de Trinidad. Museo de Arquitectura Colonial. 2008.
  • Benítez Vázquez, Nancy. Techos Coloniales. Tesis de Grado. Trinidad: / s.n. / 1988 – p. 43 – 49.
  • Enciclopedia Espasa Universal Ilustrada Europeo – Americana tomo IV. – Barcelona: Establecimiento Editorial José Espasa e hijos. P. 529- 530.
  • García Santana, Alicia. Trinidad de Cuba: Arquitectura Doméstica – Quito – Ecuador: Abya – Yala, 1996. p. 148 – 150.
  • García Santana, Alicia. Trinidad de Cuba .Ciudad, Plazas, Casas y Valle. Sevilla, España, 2004. p. 185 – 232.
  • López Bastida, Roberto y Otros. Trinidad de Cuba y el Valle de los Ingenios. España. P. 137 – 138, 260 – 262.
  • Prat Puig, Francisco. El Pre- Barroco en Cuba: Una Escuela Criolla de Arquitectura. – La Habana, 1947. p. 125 – 130.
  • Sorís Martínez, José Ramón. El Eclecticismo en la Vivienda Trinitaria. Jurabaina. Boletín de información interna No 5, Julio – Agosto 2000.